Re: ¿Por qué Jesús le cambió el nombre a Simón?
Tambien yo me voy a permitir usar el Cut&Paste citando nada menos que.....
Copiado literalmente de “La vida y los tiempos de Jesús el Mesías” de Alfred Edersheim. Vol 2. Ed Clie
1ª. Parte:
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Tambien yo me voy a permitir usar el Cut&Paste citando nada menos que.....
Copiado literalmente de “La vida y los tiempos de Jesús el Mesías” de Alfred Edersheim. Vol 2. Ed Clie
1ª. Parte:
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Cuanto más de cerca lo miramos, más exaltada vemos la altura de esta confesión. Pensamos en ella como un avance de Pedro sobre el pasado; pensamos en ella en su contraste recordado con el último reto de los fariseos, y el que tan pronto cayera en el peligro de su levadura. Y pensamos en ella, también, en la distancia casi inconmensurable desde la opinión apreciativa de los mejor dispuestos entre la gente. En las palabras de esta confesión Pedro había alcanzado conscientemente el terreno firme del reconocimiento mesiánico. Todo lo demás queda implicado en esto y se seguiría de esto. Es la primera confesión real de <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-comffice:smarttags" /><st1ersonName ProductID="la Iglesia. Podemos" w:st="on">la Iglesia. Podemos</st1ersonName> entender que siguiera a la oración a solas de Cristo (Lucas 9:18); apenas podemos dudarlo, por esta misma revelación por parte del Padre, que El gozosamente reconoció después en las palabras de Pedro.<o></o>
La respuesta del Salvador sólo la registra Mateo. Su omisión por Marcos podría explicarse a base de que Pedro mismo era el que daba la información. Pero su ausencia en Marcos y también en el Evangelio de Lucas8 demuestra (como hace notar Beza) que nunca podía haber habido intención de que fuera el fundamento de una<o></o>
doctrina tan importante como la de la supremacía permanente de Pedro. Pero incluso si fuera así, no podría seguirse que esta supremacía pasaría a los sucesores de Pedro, ni que el Papa de Roma fuera el sucesor de Pedro; ni hay evidencia sólida aun de que Pedro fuera nunca el obispo de Roma. Las inferencias dogmáticas de cierta interpretación de las palabras de Cristo a Pedro son, pues, totalmente insostenibles, y podemos, sin temor a parcialidad, examinar su contenido. Toda la forma aquí es- hebraísta. El «Bienaventurado eres» es en espíritu. y forma judaico; la designación «Simon bar Jona» demuestra que el Señor hablaba en arameo. Realmente un Mesías judío respondiendo, en la hora de su reconocimiento mesiánico, en griego a un judío que le confesaba sería por completo incongruente. Finalmente, la expresión «carne y sangre», como contrastada con Dios, no sólo ocurre en el Apócrifo de estricta paternidad judaica, «<st1ersonName ProductID="La Sabidur■a" w:st="on">La Sabiduría</st1ersonName> del Hijo de Sirac» (Ecclesiásticus xiv. 18; xvii. 31) y en las cartas de Pablo (l.a Corintios 15:50; Gálatas 1: 16; Efesios 6: 12), sino en casi innumerables pasajes de escritos judaicos, denotando al hombre en contraste con Dios; mientras que la revelación de una verdad así por «el Padre que está en los cielos» representa no sólo la enseñanza del Antiguo Testamento y del Nuevo, sino que va revestida del lenguaje familiar a los oídos judíos <o></o>
No menos judías en su forma son las palabras siguientes de Cristo: «Tú eres Pedro {Petros}, y sobre esta roca {Petra} edificaré mi Iglesia.» Notamos en el original el cambio del masculino, «Pedro» (Petros), al femenino, «Petra» «<Roca»), lo cual se ve que es más significativo, porque Petros es usado en griego para «piedra», y también para «roca», mientras que Petra siempre es «roca». El cambio de género, pues, ha de tener un objetivo definido, que a continuación explicaremos con más detalle. Entretanto, recordemos que, cuando Pedro fue primero a Cristo, el Señor le había dicho: «Tú serás llamado Cefas, que es, interpretándolo, Pedro» (Petros, una piedra, o bien una roca) (Juan 1 :42); la palabra aramea Kepha significa, como Pedro, tanto «piedra» como «roca». Pero tanto el griego Petros como Petra han pasado al lenguaje rabínico (como ya hemos indicado). Así, el nombre Pedro, o, mejor, Petros, es judío, y ocurre, por ejemplo, como el del padre de un cierto rabino (José bar Petros) (Pesiqta, ed. Buber, p. <st1:metricconverter ProductID="158 a" w:st="on">158 a</st1:metricconverter>, línea 8 desde la base). Cuando el Señor dio a Simón, el nombre Cefas, proféticamente es posible que con este término El diera sólo una interpretación profética a lo que había sido su nombre previo de Pedro Esto parece más probable, puesto que, como hemos visto previamente, la práctica en Galilea era tener dos nombres (ver caps. XV y XVII sobre Mateo-Leví), especialmente cuando el nombre estrictamente judío, como Simón, no tenía equivalente entre los gentiles. De nuevo, el nombre griego Petra -Roca- «<sobre esta Petra [Roca] edificaré mi Iglesia») era usado en el mismo sentido en el lenguaje rabínico. Ocurre dos veces en un pasaje, lo cual ilustra tan plenamente el uso judaico, no sólo de la palabra, sino de toda la figura, que merece un lugar aquí. En conformidad con las ideas judaicas, el mundo no pudo haber sido creado, a menos que descansara, por así decido, sobre algún fundamento sólido de piedad y aceptación de <st1ersonName ProductID="la Ley" w:st="on">la Ley</st1ersonName> de Dios; en otras palabras, requería un fundamento moral, antes de recibido físico. El Rabinismo, aquí, contrasta el mundo gentil con Israel. Según el comentario, es como si un rey fuera a edificar una ciudad. Se prueba un sitio y otro para dar con un fundamento, pero al cavar siempre encuentran agua. Al fin dan con una Roca (Petra). Así, cuando Dios iba a edificar su mundo, no podía levantado sobre la generación de Enoc, ni la del, diluvio, que llevaron la destrucción al mundo, sino que «cuando El contempló que Abraham se levantaría en el futuro, -dijo: He aquí he hallado una Roca (Petra) para edificado, y fundar al mundo», de donde Abraham es llamado una Roca (Tsur), como se dice (Isaías 51:1): «Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados» (Yalkut sobre Números 23:9, vol. i., p. 243, b, 6 últimas líneas, y e, primeras tres líneas). El paralelo entre Abraham y Pedro podría llevarse más adelante. Si del hecho de haber entendido mal la promesa del Señor a Pedro la leyenda cristiana posterior ha presentado al apóstol como sentado a la puerta del cielo, la leyenda judía presenta a Abraham sentado a la puerta de <st1ersonName ProductID="la Gehena" w:st="on">la Gehena</st1ersonName>, a fin -de impedir que todo aquel que tiene el sello de la circuncisión caiga en el abismo (Erub <st1:metricconverter ProductID="19 a" w:st="on">19 a</st1:metricconverter>; Ber. R. 48).11 Para completar este bosquejo, en la curiosa leyenda judaica sobre el apóstol Pedro, que se presenta en el Apéndice de este libro (n.o XVIII), el apóstol Pedro siempre es designado como Simon Kepha , habiendo, sin embargo, cierta reminiscencia de significado adherida a su nombre en la afirmación que se hace de que después de su muerte edificaron una iglesia y una torre, y la llamaron Pedro, que es el nombre usado para piedra, porque él estuvo sobre una piedra hasta su muerte.
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