PEDERASTA Y PEDOFILO SACERDOTE ES ENCUBIERTO POR OBISPO CATOLICO QUE JUZGAN EN PARIS

7 Mayo 2001
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Viernes, 15 de junio de 2001

EL MUNDO

Un tribunal francés juzga por primera vez a un obispo.

Se acoge al secreto de confesión por no denunciar a un sacerdote pederasta.

CRISTINA FRADE. Corresponsal
PARIS.- La Iglesia católica francesa, sacudida ya por numerosos escándalos de pederastia, vive uno de sus momentos más difíciles con el juicio contra el obispo de Bayeux y Lisieux, monseñor Pierre Pican, un caso sin precedentes en su historia contemporánea. Es el primer prelado que ocupa el banquillo de los acusados de un tribunal penal, y lo hace por no haber denunciado los abusos sexuales contra menores de un sacerdote de su diócesis.
Pican era el superior jerárquico de René Bissey, un cura que en octubre pasado fue condenado a 18 años de reclusión por actos cometidos en Normandía contra 11 niños entre 1987 y 1996. Ya en 1990, el obispo recibió una denuncia anónima de una de las víctimas, pero como explicó durante el juicio de Bissey, para consternación del público, envió la carta al archivo vertical, o sea, a la papelera.

El juicio contra Pican, de 66 años, que se celebra en el Tribunal de Caen, se abrió ayer con el testimonio de su antiguo brazo derecho, el vicario general Michel Morcel, quien confirmó que en 1996 comunicó al prelado la inquietud de la madre de otra víctima de Bissey. La mujer, a la que conocía bien, no tenía intención de acudir a la policía, pero quería que se hiciera algo para impedir que el cura pederasta continuara abusando de los niños de su parroquia.

Según el vicario, el obispo se limitó a pedirle que estuviera «presente y cerca de ese hombre [Bissey] para que tomara conciencia de sus responsabilidades». Morcel puntualizó que habían hablado claramente de «actos de pederastia». Sin embargo, durante el interrogatorio que siguió, Pican intentó justificarse ayer diciendo que no podía imaginar la gravedad de los hechos y que, a su entender, se trataba sólo de «tocamientos».

«Felaciones y penetraciones»

«Pero monseñor, nos referimos a hechos que incluyen felaciones y penetraciones», señaló el juez. «En aquella época, en la Iglesia estábamos muy poco formados en esos asuntos», respondió el prelado. Sin arrepentimiento alguno, afirmó que si volviera a encontrarse con un caso semejante, actuaría de la misma forma. «Aconsejaría al sacerdote una visita al médico y a la Justicia, pero la denuncia es algo que no puedo admitir».

Sus abogados pretenden persuadir al tribunal de que Pican no se quedó de brazos cruzados. Es cierto que se entrevistó con el cura pederasta, le apartó de sus funciones y le envió a un centro de psicoterapia... seis meses después de que el vicario le pusiera al corriente de la situación. En septiembre de 1998, tras un año de descanso, Bissey volvió a quedar al frente de otra parroquia.

Para defenderse, el obispo se ampara también en el secreto profesional, aunque el juez que instruyó el caso ya hizo constar que Bissey en ningún momento confesó sus actos a Pican, por lo que no procede invocar tal argumento. En noviembre pasado, la propia Conferencia Episcopal francesa publicó una declaración en la que aseguraba que un obispo no podía encubrir hechos delictivos.

Sin embargo, resulta inevitable preguntarse cuántos religiosos han podido beneficiarse de esa ley del silencio en la que se escuda el prelado. La Iglesia católica cuenta en Francia con 25.000 sacerdotes. Actualmente hay 19 procesados por violaciones o agresiones sexuales contra menores de 15 años y siete de ellos se encuentran detenidos en espera de juicio. Otros 30 han sido condenados recientemente, 11 a penas firmes de reclusión y 17 con la sentencia en suspenso. Pican se enfrenta a una pena máxima de tres años de prisión y 300.000 francos (7,5 millones de pesetas).
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Transcripcion del diario El Mundo de Madrid: http://www.elmundo.es/2001/06/15/sociedad/1010018_imp.html
 
Noticia:
Para defenderse, el obispo se ampara también en el secreto profesional, aunque el juez que instruyó el caso ya hizo constar que Bissey en ningún momento confesó sus actos a Pican, por lo que no procede invocar tal argumento.

Luis:
Si no hubo confesión, el obispo debe de ir a la cárcel por encubridor.
Si hubiera tenido noticia del delito a través de la confesión sacramental, estaría excusado ante la ley como ocurre con abogados y psiquiatras. Pero como no es el caso, a la trena con él.
Que sirva de ejemplo para otros

Ha hecho bien la Conferencia Episcopal francesa en pronunciarse como lo ha hecho. Así quedan las cosas claras