Noticia del diario La Tercera (http://www.tercera.cl/diario/2000/08/05/t-05.15.3a.CRO.VILCHES.html)
Enrique Vilches, dueño de Joyerías Barón, sorprendió a todos con un confuso informe de detenidos desaparecidos
Diversos incidentes con la Policía de Investigaciones, con otros miembros de la Iglesia Metodista y ahora con el Gobierno, han caracterizado al representante de la Iglesia Evangélica.
Agitados y sobreexpuestos han sido los últimos años en la vida del pastor evangélico Enrique Vilches Millar, quien sorprendió a la opinión pública esta semana al aparecer en el frontis del Palacio de La Moneda depositando en la oficina de partes un sobre sellado con datos sobre detenidos desaparecidos, transgrediendo todos los mecanismos acordados en la mesa de diálogo.
El Gobierno no tardó mucho en desacreditar el impreciso informe, escribiendo así un nuevo capítulo en la siempre controvertida historia del dueño de la cadena de joyerías Barón, quien desde sus oficinas del pasaje Matte ha protagonizado encendidas polémicas con otros miembros de la Iglesia Metodista y, en particular, con la Policía de Investigaciones.
En 1996 Vilches denunció a dos detectives de la 15º Comisaría Judicial José María Caro por el supuesto robo de 11 kilos de oro, metal precioso que habría sido cambiado por cinco barras de cobre. Los policías, en septiembre de ese año, habían detenido a dos ciudadanos bolivianos que portaban el metal de contrabando y -según acusó el pastor- realizaron el "cambiazo" antes de que las barras llegaran al tribunal. Asimismo, Vilches aseguró que se había enterado de la sustitución de las barras en su calidad de guía espiritual y confesor de uno de los extranjeros detenidos, a pesar que los policías lo sindicaban a él como el financista del contrabando. También asegura que se reunió entonces con el director de Investigaciones, Nelson Mery, para informarle lo ocurrido.
Al año siguiente el caso alcanzó ribetes de escándalo, cuando el diputado Nelson Avila recogió la denuncia. Uno de los policías, el detective Julio Rojas, acusó a los altos mandos de Investigaciones y directamente a Nelson Mery de proteger el contrabando de oro y al propio Enrique Vilches. Mery, por su parte, denunció un "contubernio" montado por policías expulsados y otros en servicio activo para denostar al organismo policiaco. Negó, además, todo vínculo con el pastor.
"VENDETTA" DE INVESTIGACIONES
El conflicto quedó ahí. Pero el 20 de marzo de 1998 un nuevo episodio de los desencuentros entre la policía y Vilches se ventilaría en los medios de comunicación. Detectives de la Brigada Antinarcóticos del Aeropuerto detuvieron a dos ecuatorianos que ingresaron de contrabando 17 barras de oro puro. Se señaló que ambos burreros identificaban a Enrique Vilches como el propietario del metal precioso.
Una hora más tarde la joyería del pastor evangélico fue allanada por una decena de policías. Vilches fue detenido y puesto a disposición del 16º Juzgado del Crimen de Santiago. Estuvo 13 días tras las rejas, pero finalmente fue dejado en libertad por falta de méritos al no existir pruebas que lo vincularan al contrabando. Vilches no demoró en denunciar una venganza de Investigaciones por sus acusaciones de corrupción.
Durante ese tiempo, sin embargo, un nuevo escándalo lo tuvo como protagonista, cuando un gendarme encargado de su custodia fue dado de baja al permitirle un paseo por su local mientras debía estar detenido en Capuchinos. Ese mismo año la Corte Suprema definió en su favor la larga disputa que el pastor y comerciante de joyas mantuvo con la Iglesia Metodista, al darle la razón en la propiedad de un templo de Macul.
Los argumentos de Vilches
Frente a la polémica que generó su visita a La Moneda, Enrique Vilches desestimó ayer los dichos del obispo metodista Neftalí Aravena, en cuanto a que no estaba enterado de lo que haría el pastor, señalando que éste conocía los antecedentes presentados el jueves pasado al Gobierno. "El miércoles estuvimos una hora y media viéndolos en mi oficina, y eso quedó en la cámara de vigilancia del circuito cerrado", explicó Vilches. Para él, Aravena -que le habría dicho que no podía acompañarlo a La Moneda- es "incondicional del Gobierno porque estuvo en la Mesa de Diálogo".
Asimismo, sostuvo que Aravena "ha tenido varias contradicciones en sus declaraciones; sí conocía los antecedentes, los estudió conmigo y concluimos que era conveniente presentarlos porque aclaraban el destino del 60 % de los detenidos desaparecidos", explica Vilches. Agregó que "ha marcado un escenario nuevo con respecto a los Derechos Humanos, donde se está estableciendo que el destino de más de la mitad estaba claro donde habían terminado".
La hostil reacción de los antecedentes que entregó -expresada incluso en las palabras del propio Presidente Lagos- sorprendió a Vilches, afirmando que "se han ido por la forma, no por el fondo. Como si se necesitaran guías de despacho para llevar los cadáveres a Valparaíso, San Antonio o Coquimbo".
Para el joyero, el Ejecutivo trató de bajarle el perfil a sus antecedentes, buscando el punto de equilibrio entre los detenidos desaparecidos y los militares y desmintió que su gestión se deba a un intento de lavar su imagen. "No lo necesito, con todas las obras y casas de acogida que tenemos, no necesitamos hacerlo", expresó.
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¿Qué opinan?
Fraternalmente en Cristo.
Enrique Vilches, dueño de Joyerías Barón, sorprendió a todos con un confuso informe de detenidos desaparecidos
Diversos incidentes con la Policía de Investigaciones, con otros miembros de la Iglesia Metodista y ahora con el Gobierno, han caracterizado al representante de la Iglesia Evangélica.
Agitados y sobreexpuestos han sido los últimos años en la vida del pastor evangélico Enrique Vilches Millar, quien sorprendió a la opinión pública esta semana al aparecer en el frontis del Palacio de La Moneda depositando en la oficina de partes un sobre sellado con datos sobre detenidos desaparecidos, transgrediendo todos los mecanismos acordados en la mesa de diálogo.
El Gobierno no tardó mucho en desacreditar el impreciso informe, escribiendo así un nuevo capítulo en la siempre controvertida historia del dueño de la cadena de joyerías Barón, quien desde sus oficinas del pasaje Matte ha protagonizado encendidas polémicas con otros miembros de la Iglesia Metodista y, en particular, con la Policía de Investigaciones.
En 1996 Vilches denunció a dos detectives de la 15º Comisaría Judicial José María Caro por el supuesto robo de 11 kilos de oro, metal precioso que habría sido cambiado por cinco barras de cobre. Los policías, en septiembre de ese año, habían detenido a dos ciudadanos bolivianos que portaban el metal de contrabando y -según acusó el pastor- realizaron el "cambiazo" antes de que las barras llegaran al tribunal. Asimismo, Vilches aseguró que se había enterado de la sustitución de las barras en su calidad de guía espiritual y confesor de uno de los extranjeros detenidos, a pesar que los policías lo sindicaban a él como el financista del contrabando. También asegura que se reunió entonces con el director de Investigaciones, Nelson Mery, para informarle lo ocurrido.
Al año siguiente el caso alcanzó ribetes de escándalo, cuando el diputado Nelson Avila recogió la denuncia. Uno de los policías, el detective Julio Rojas, acusó a los altos mandos de Investigaciones y directamente a Nelson Mery de proteger el contrabando de oro y al propio Enrique Vilches. Mery, por su parte, denunció un "contubernio" montado por policías expulsados y otros en servicio activo para denostar al organismo policiaco. Negó, además, todo vínculo con el pastor.
"VENDETTA" DE INVESTIGACIONES
El conflicto quedó ahí. Pero el 20 de marzo de 1998 un nuevo episodio de los desencuentros entre la policía y Vilches se ventilaría en los medios de comunicación. Detectives de la Brigada Antinarcóticos del Aeropuerto detuvieron a dos ecuatorianos que ingresaron de contrabando 17 barras de oro puro. Se señaló que ambos burreros identificaban a Enrique Vilches como el propietario del metal precioso.
Una hora más tarde la joyería del pastor evangélico fue allanada por una decena de policías. Vilches fue detenido y puesto a disposición del 16º Juzgado del Crimen de Santiago. Estuvo 13 días tras las rejas, pero finalmente fue dejado en libertad por falta de méritos al no existir pruebas que lo vincularan al contrabando. Vilches no demoró en denunciar una venganza de Investigaciones por sus acusaciones de corrupción.
Durante ese tiempo, sin embargo, un nuevo escándalo lo tuvo como protagonista, cuando un gendarme encargado de su custodia fue dado de baja al permitirle un paseo por su local mientras debía estar detenido en Capuchinos. Ese mismo año la Corte Suprema definió en su favor la larga disputa que el pastor y comerciante de joyas mantuvo con la Iglesia Metodista, al darle la razón en la propiedad de un templo de Macul.
Los argumentos de Vilches
Frente a la polémica que generó su visita a La Moneda, Enrique Vilches desestimó ayer los dichos del obispo metodista Neftalí Aravena, en cuanto a que no estaba enterado de lo que haría el pastor, señalando que éste conocía los antecedentes presentados el jueves pasado al Gobierno. "El miércoles estuvimos una hora y media viéndolos en mi oficina, y eso quedó en la cámara de vigilancia del circuito cerrado", explicó Vilches. Para él, Aravena -que le habría dicho que no podía acompañarlo a La Moneda- es "incondicional del Gobierno porque estuvo en la Mesa de Diálogo".
Asimismo, sostuvo que Aravena "ha tenido varias contradicciones en sus declaraciones; sí conocía los antecedentes, los estudió conmigo y concluimos que era conveniente presentarlos porque aclaraban el destino del 60 % de los detenidos desaparecidos", explica Vilches. Agregó que "ha marcado un escenario nuevo con respecto a los Derechos Humanos, donde se está estableciendo que el destino de más de la mitad estaba claro donde habían terminado".
La hostil reacción de los antecedentes que entregó -expresada incluso en las palabras del propio Presidente Lagos- sorprendió a Vilches, afirmando que "se han ido por la forma, no por el fondo. Como si se necesitaran guías de despacho para llevar los cadáveres a Valparaíso, San Antonio o Coquimbo".
Para el joyero, el Ejecutivo trató de bajarle el perfil a sus antecedentes, buscando el punto de equilibrio entre los detenidos desaparecidos y los militares y desmintió que su gestión se deba a un intento de lavar su imagen. "No lo necesito, con todas las obras y casas de acogida que tenemos, no necesitamos hacerlo", expresó.
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