Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Curioso, ¿que eso no se aplica a ti también? Si alguien no apoya a la Iglesia Católica, entonces esta bien, entre mas pestes contra la Iglesia hable, mejor... ¿o me equivoco? Mira que jamas te he visto hacer apología del catolicismo... salvo cuando este catolicismo admite cosas que no debe admitir (Hans Kung y otros disidente mas) y no es nada católico eso.

En fin.

Pax.

De los dogmas que considero equivocados del ICAR jamás me veras hacer apología... Pero en cuanto a la cristología ahí estaré.

Por otro lado, cuando "meto la pata" en algún epígrafe (ahorita se me viene a la mente Ralph Woodrow) hablando en contra de ustedes y lo reconozco, lo mínimo que hago es ya no participar en ese post... pero veo que a ti eso como que no se te da cuando haces lo mismo

Sin darte cuenta te hundes y te hundes

En fin

saludos
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Imagine que no tardarías en descalificar la obra del Profesor Ariel Toaf. Por cierto, el libro lo tengo. Así que repito, el Profesor Ariel Toaf, un judío italiano (hijo del Gran Rabino de Roma paras mas señas) escribio un libro que se llama La vida judía en la Umbría medieval donde revela que san Simon de Trento no solo existió, sino que su crimen es verídico y comprobable.

Que su papá como buen judío le de vergüenza la Verdad Histórica de los judíos en el pasado, bueno, es natural. La perfidia judaica siempre ha querido acallar por medio del dinero a sus detractores. Al Profesor Toarf casi le pasa lo mismo que Dr. Shlomo Sand, profesor de Tel-Aviv, con su obra Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío; perseguidos por decir Verdades incomodas, pero Verdades al fin y al cabo.

Pax.

Supongo que apoyas esta versión de los hechos por eso que dice el titulo del tema:

"La icar no miente jamas!!"

Personalmente no tengo idea si las acusaciones fueron ciertas, francamente en un tema tan delicado me parece precipitado darle demasiada credibilidad a ciertos juicios en determinados contextos históricos, más aun si engloban una comunidad o se forman en una época donde existen niveles de persecución y chismes. Podría sospechar que aun bajo tortura cristianos perseguidos, juzgados, calumniados y ejecutados han confesado crimenes que no cometierón acusados con supuesto material probatorio que puede ser controvertible. Históricamente en el contexto de la época también se pueden encontrar juicios de brujería y hasta de licantropia y vampirismo, con testigos, análisis "médicos" de la época, con confesiones obtenidas bajo tortura que tengo la leve sospecha no tienen mucha credibilidad.

Lo repito, no se si fue o no cierto, es verdad que en este mundo ha habido muchos locos aun entre grupos cristianos que han hecho todo tipo de cosas raras, asi que un grupo loco de judios no es del todo descabellado, pero ciertamente me parece irónico que alguien como tú que cuando se habla de la inquisión, edad media, cataros, injusticias de la icar, etc. apelas al contexto, criticas chismes, casos aislados, etc donde jamás generalizarias la icar o a la iglesia por algun caso como la pedofilia o supuestas acusaciones de trafico de influencias de la iglesia digas esta frase:

" La perfidia judaica siempre ha querido acallar por medio del dinero a sus detractores. Al Profesor Toarf casi le pasa lo mismo que Dr. Shlomo Sand, profesor de Tel-Aviv, con su obra Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío; perseguidos por decir Verdades incomodas, pero Verdades al fin y al cabo."

Cuando es evidente que si dijeran exactamente lo mismo de la iglesia católica, lo cual es un argumento común de Internet con las supuestas "Verdades incomodas de la iglesia" denunciadas por "investigadores" cristianos o las acusaciones de como la iglesia calla a sus detractores con influencias, sospecho que hasta te sentirías ofendido y serias un poco más escéptico de ese tipo de acusaciones aun viniendo de "investigadores cristianos".
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

¿Otra historia que delata las fechorias de la ilgesia? no me sorprende en absoluto, de hecho me sorprenderia que no hubiera mas.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

SAN SIMON DE TRENTO
Mártir - 24 de marzo
(Asesinado ritualmente por los judíos)

http://www.oocities.org/ar/misa_tridentina02/marzo/24b.html

EL SANTO NIÑO DE LA GUARDIA
San Cristofer
Mártir - 25 de septiembre

http://www.oocities.org/ar/misa_tridentina01/se/25_a.html


SANTO DOMINGUITO DEL VAL
Monaguillo y Mártir - 31 de agosto

http://www.oocities.org/ar/misa_tridentina01/agosto/31b.html

El caminante, fiel al romanismo. nos endilga una serie burradas que ningún asno que se precie lo creería. Beber o comer sangre esta prohibido por la Torah y ningún judío, tanto si es azkenazi o sefard¡ta rompería esta precepto, seguro que si se lo preguntáis nos dirá que el holocausto nazi es una fábula.

VADE RETO
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Supongo que apoyas esta versión de los hechos por eso que dice el titulo del tema:

"La icar no miente jamas!!"

Si apoyara esa tesis, no seria miembro de la Fraternidad Sacerdotal de san Pio X fundada por Mons. Lefebvre. Grupo tradicionalista que rechaza las reformas del Concilio Vaticano II en cuestión de Liturgia, Disciplina y Pastoral. Seria tal vez miembro de algún grupo de renovación carismática o algún grupo protestantizante dentro de la Iglesia misma.

Pax.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

De los dogmas que considero equivocados del ICAR jamás me veras hacer apología... Pero en cuanto a la cristología ahí estaré.

Por otro lado, cuando "meto la pata" en algún epígrafe (ahorita se me viene a la mente Ralph Woodrow) hablando en contra de ustedes y lo reconozco, lo mínimo que hago es ya no participar en ese post... pero veo que a ti eso como que no se te da cuando haces lo mismo

Sin darte cuenta te hundes y te hundes

En fin

saludos

Si, eso dicen de mi siempre, casi todos los días cuando voy a molestar gente para el retorno de la misa en latín. Pero venga hombre, que no estoy aquí para complacer a nadie, solo para dar defensa de la Verdad frente a los errores y horrores de otros. Claro, conforme a las reglas del foro. Pero no vengas a decirme cosas que realmente están de mas.

Pax.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Si claro!!! una muy bien documentada evaluación de la realidad. Ahora podemos concluir a la par con los libelos de sangre que Jesús estuvo casado con Maria Magdalena, que la raza de los anunaki fue la responsable de las construcciones monumentales de la antiguedad, que el Yeti es real y que el chupacabras sigue causando estragos entre los campesionos.

¿Por qué no empezamos por analizar objetivamente las palabras de Toaff antes de brincar para hacer propaganda ponsoñosa?
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

A mi lo que me admira es que el "testimonio" de alguien, sea tomado como cierta a la primera, y sin embargo, las MONTAÑAS de documentos que prueban las barbaridades de los papas se desestimen y se intenten cubrir con inicuas y sucias justificaciones...


A ver, supongamos que es cierto, que algún que otro judío LOCO, hizo algo como esto... (Por que locos e inicuos han existido donde quiera y en todo tiempo) ¿Que prueba ello?

David
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Estoy seguro de que no has leído Ni UNA SOLA PAGINA del libro de Ariel Toaff

En pocas palabras, tu ya reconocido antisemitismo te ha traicionado nuevamente...

Pascua de sangre



Dong, dong, dong, dong…

Graves, solemnes, las campanas de Santa Nonna comenzaron a tañer, mientras lannoche cernía su velo sobre la ciudad. Alrededor de la vieja iglesia, levantada en las campas del arrabal, una muchedumbre comenzaba a reunirse, murmurante, sin osar levantar revuelo. Oscuros mantones y candelas vacilantes se entremezclaban con los saludos a media voz y los rezos siseados de las mujeres. Entre la multitud, descollaban, como alas de cuervo, las capas negras de terciopelo y los picudos capuchones de los cofrades.

Viernes santo. Víspera de dolor y de muerte en el crepúsculo de la ciudad milenaria.

En las profundas callejas, retorcidas como tripas, del centro de la ciudad, el rocío cayó con la tiniebla. En una lóbrega rúa una puerta se abrió, arrojando a la calle una cuchillada de luz, con la vaharada de humo, vino y algarabía. Tres sombras se perfilaron y al instante tres figuras envueltas en capas salieron a la fría intemperie. Sus voces alegres resonaron en la noche.

─¡Vamos, mozos! ¡Llegaremos tarde y el canónigo nos hará cargar doble!
─Rodrigo, ¿llevas los capuchones?
─Aquí están… ¡Martín! Deja ya el vaso, ¡que aún nos queda brega!
Risas de adentro y afuera, mientras el cuarto hombre se reunía con ellos.
─¡Eh, Alonso! ¿Llevas la espada nueva?
El aludido se llevó la mano al costado, ufano, e hizo asomar la vaina bajo la negra capa de terciopelo.
─¡No la he olvidado, no! Ahí, bien sujeta…
Alonso se volvió una última vez hacia el interior. En el umbral, la luz anaranjada descubrió un rostro joven de rasgos agraciados, barba fina y sonrisa predadora.
─¡Adiós, Elvira y la compaña! ¡Volveremos después de la procesión! No se os ocurra cerrar…

Una risa femenina y alborozada le contestó desde el interior, con algún comentario procaz. Luego, la puerta se cerró bruscamente y los cuatro se envolvieron en sus capas y emprendieron el camino. Las suelas claveteadas de sus botas resonaban en los húmedos adoquines de piedra, mientras se alejaban. Sus carcajadas de ave rapaz se apagaron en la distancia.

En la taberna, la sonrosada Elvira, descotada y frescachona, mudó su sonrisa por una expresión preocupada. Tras la partida de los alborotadores mancebos, apenas quedaban clientes. Dos viejos borrachos impenitentes que, ni aún siendo Viernes Santo, habían dejado de acudir. Cuatro rezagados que deberían correr, si querían llegar a la procesión. Llamó a una de las mocitas que la ayudaban.
─Feli. Déjalo todo y corre a casa de Sara. Dile que los mozos ya han salido para allá.
La muchacha asintió, muy seria. Se echó un mantón a la espalda, se cubrió la cabeza y salió a la calle.

* * *

Dong, dong, dong.

Campanadas de muerte. Ana levantó los ojos de la costura.

─Tocan a completas. Van a comenzar la procesión ─dijo, en voz tenue.

Inmediatamente, sus hijas se pusieron en pie. Elisabet corrió a atrancar los porticones de las ventanas. Miriam se arrodilló junto al hogar para avivar el fuego. Removió las brasas y echó un nuevo tronco entre chisporrotear de llamas. Ana, la dulce, silenciosa y discreta como su madre, se deslizó hasta la cocina a preparar la cena. Se oyó el delicado cling, cling de platos y tazones y el gorjeo del agua al llenarse la jarra.

Cuando llegó a la puerta, Elisabet se detuvo con las manos en la balda y miró atrás. Su padre se acercó en silencio. Samuel el escribiente pasaba horas entre rollos de pergamino, tintero y pluma. Haciendo su trabajo y estudiando la Torah. Padre e hija cruzaron las miradas. Desde que ella era pequeña, ambos habían aprendido a comunicarse en silencio. Ahora leyó de nuevo el mensaje en sus ojos.

─Ya deberían estar aquí ─dijo, en voz baja.
─Se fueron a eso de las cuatro ─murmuró el padre, moviendo la cabeza─. Quizás se han entretenido con la matanza. Tienen un buen trecho de camino… y venían cargados.
Ella asintió, y dejó la puerta sin atrancar.
─Se habrán detenido en casa de tía Sara.
─Puede ser…

Tragándose la ansiedad, padre e hija regresaron al comedor, donde Ana y la madre preparaban la mesa, con gestos suaves y precisos, como si de un ritual se tratara. Ana la madre encendió el candelabro y miró a su esposo, esbozando una leve sonrisa. Samuel se la devolvió. Ella siempre sonreía, pensó, enternecido. Lo haría hasta a la misma muerte. Y viendo su rostro ajado por los años, sus espaldas cargadas por los múltiples partos y el trabajo, no pudo evitar rememorar la joven airosa y resuelta que le había robado el corazón, hacía más de veinte años. Mujer fuerte como una roca, hermosa como la aurora y dulce como el perfume de los lirios…

Varios golpes en la puerta los interrumpieron. Ana y sus hijas se miraron, sobresaltadas. Samuel caminó hacia la entrada despacio, sin vacilar.

Era la tía Sara. Envuelta en su mantón de lana, Samuel la hizo pasar al comedor y le ofreció una silla. Sara se descubrió el rostro y miró a su hermano y a sus sobrinas, grave.

─Ya han salido. Y van armados, como siempre. Más vale que atranquéis bien puertas y ventanas. Que no vean luces.
─Los muchachos aún no han llegado ─dijo Samuel.
Sara movió la cabeza.
─¿Dónde están?
─Fueron a casa del tío Elías, a la Alminara. Mataban allí los corderos. Ya deberían estar de vuelta.

Sara pasó su mirada por los rostros de todos. Miró con ternura a las jovencitas de semblante demudado, a su cuñada Ana reprimiendo la angustia. Y finalmente a su hermano, Samuel. El hombre justo, el rabino. Siempre sereno, siempre ponderado. Un hombre de paz, respetado incluso por sus vecinos cristianos. En su rostro afeitado, orlado por la mata de cabello canoso, la inquietud sólo se adivinaba en los ojos. Aquellos ojos claros y rasgados que buena parte de la familia había heredado.

─Pues más vale que lleguen en seguida ─dijo Sara─. Me quedaré con vosotros.
─Por supuesto ─se apresuró a decir Ana la madre, acercándose a ella y ayudándola a quitarse la capa, con delicadeza─. Quédate a cenar. Las chicas te prepararán cama. Esta noche es mejor no salir…

Miriam corrió a preparar su propio lecho para la tía, casi alborozada. Adoraba a la tía Sara, sus historias y sus sabias recetas de hierbas y remedios. No le importaba compartir cama con su hermana Elisabet por una noche. Mientras mullía el colchón y tendía un lienzo nuevo de hilo, la jovencita no pudo frenar sus ensueños. El lienzo olía a espliego y tenía apresto. Su madre era una lavandera concienzuda, pensó. Un día, ella prepararía su ajuar y tendería las sábanas nuevas sobre su lecho nupcial… Miriam se sonrió a solas. Un nombre danzaba en sus labios y aleteaba en su pecho. “Alonso…” El era cristiano, ella judía. Pero en su juvenil ingenuidad aún pensaba que podían resolverse las cosas. En su fantasía, el amor aún era posible. Casi de inmediato, el nombre le hizo recordar a sus hermanos. Y la preocupación cayó sobre ella como el rocío helado. Acabo de estirar la cama y bajó al comedor. La familia se reunía ya alrededor de la mesa.

* * *

Salieron ya anochecido y emprendieron el camino de regreso a buen paso. Iban por la antigua vía romana, camino recto trazado a pulso firme entre los campos, aquí y allá custodiado por hileras de olmos centenarios. Sabían que era tarde, y Viernes Santo no era día para aventurarse de noche en las calles de la vetusta ciudad. Elías marcaba el ritmo, robusto y constante. Llevaba el saco al hombro, con el cordero sacrificado según el rito kosher, y avanzaba a largas zancadas. Su cuerpo era grande y musculoso y, a cada paso que daba, su rostro esculpido de nariz recta cortaba el aire. A su lado, el delgaducho David marchaba, ligero como un corzo, los negros cabellos lacios flotando sobre la espalda grácil. Llevaba otro morral en bandolera, aún caliente, rezumando olor de harina y de leña. Los panes ácimos de la tía Ruth. Detrás de ellos, el pequeño Samuel correteaba, con un palo entre las manos, persiguiendo presas invisibles y golpeando los matorrales de la vereda. Su hermano Elías se volvía de tanto en tanto para reprenderlo.

─¡Corre, enano! No te entretengas, que llevamos prisa.

Samuel obedecía con pocas ganas, enarbolando su vara de fresno verde, saltando los charcos del camino, enfrentándose a enemigos imaginarios, inmerso en cacerías fantásticas.

Dong, dong, dong, dong. Las campanas de Santa Nonna sonaban a lo lejos, mientras los muchachos se acercaban a la ciudad.

* * *

Samuel levantó las manos y pronunció la bendición. Alrededor, su esposa, su hermana Sara y las tres hijas inclinaron la cabeza sobre la mesa. La luz de las velas iluminaba las bandejas, pulcramente preparadas. La fuente con verduras aliñadas. La bandeja de pescado. El pan. Al día siguiente, pensó Miriam, cenarían cordero. Habría pan ácimo de la tía Ruth, y tortas de manzana, uvas pasas y nueces con miel de postre. Sería una cena mucho más festiva, cena de Pascua. Pero sería igual de silenciosa, a puertas cerradas y con el miedo en el cuerpo, pensó, con desmayo. Ah, ¿por qué tenían que ser así las cosas…? De nuevo se le retorció el estómago y, de pronto, perdió el apetito.

Ana se puso en pie y comenzó a servir. La otra Ana, la hija, miró a su familia y sonrió.
─No os preocupéis. Volverán pronto ─dijo, y sus palabras les dieron más calor que la lumbre que ardía, en el hogar─. Elías es prudente y sabe lo que hace.

Samuel miró a su hija mediana con dulzura. Siempre trayendo paz, siempre desparramando esperanza. “Ojalá fuera cierto lo que dices”, pensó en su interior. Sí, Elías era prudente… a ráfagas. También era impetuoso y arrojado. Y Samuel sabía, aunque su primogénito jamás se lo había dejado entrever, que su hijo se entrenaba con la espada con los mozos de la ciudad. Muchos temían su estocada, y muchos otros envidiaban su destreza y su fuerza. Elías era hermoso y fuerte como un roble, y Samuel sabía también que los mejores árboles eran los que recibían más pedradas.

En vísperas como aquella, confiaba más en la sensatez de su segundo, David. El que llevaba nombre de rey pero no tenía corazón de héroe. De su glorioso ancestro, el joven David sólo mostraba el amor por la poesía y su bella voz de trovador. Mientras mascaba la ensalada despacio, Samuel meditó que sus hijos no hacían mucho honor a sus nombres. Elías nunca se parecería a un profeta. Su carácter fogoso delataba el alma beligerante y guerrera. David, en cambio, llegaría a ser un buen rabino algún día, como su padre. Él era el hombre de paz, el sabio. Y el pequeño Samuel… aquel querubín de ojos verdes y largos bucles caoba, que su madre se resistía a cortar, ¡sólo Dios sabía qué tenía dentro! Aparte de su fantasía. Samuel adivinaba que el muchacho poco tenía de sacerdote, y mucho más de guerrero, como su hermano mayor. El pequeño Samuel bien podría haberse llamado Sansón.

* * *

Se encontraron en un recodo. Los tres muchachos avanzaban, seguros y firmes. Las cuatro sombras negras embozadas les cortaron el paso.

─¡Mirad a quién tenemos aquí!
─¡Vaya! ¿No oléis a puerco judío?
─Eh, amigo, no tan deprisa…

Elías hizo ademán de apartarse a un lado, para seguir su camino. Su hermano David se arrimó a él como una sombra. Samuel se detuvo en seco, mirando de hito en hito a los cuatro caballeros.

Cuando Elías quiso forzar la marcha, ignorando las burlas de los embozados, uno de ellos se le plantó delante, desafiante.

─¿Dónde crees que vas, jodido hebreo?
Elías lo empujó con fuerza. Era más robusto, e hizo trastabillar al joven de la capa con aliento vinoso.
─Déjame pasar, Rodrigo. A ti te esperan, y a mí también.
Rodrigo soltó una carcajada. Sus compañeros lo rodearon. Las capas ondearon como negras alas.
─¿Quién te has creído que eres, para decirme qué debo hacer? ¡Cochino judío!
─Estas no son horas de pasearse por ahí, ¿aún no lo sabes?

El joven David intervino, inesperadamente.
─Dejadnos ─casi suplicó─. Ya volvíamos a casa.

Los otros lo miraron, estallando en risotadas. Uno de ellos lo empujó brutalmente. David se tambaleó y dejó caer el zurrón.
─¡Dale, Martín! ─lo jalearon sus compañeros─. Míralo, tiembla como un pelele.

Entonces Elías saltó. Librándose del saco, se encaró con los jóvenes de negro y desenvainó su espada.
─¡No le pongáis la mano encima, o morderéis el polvo! ¡Atrás! ¡Largo de aquí!

Sus oponentes retrocedieron de un salto, desconcertados. Pero inmediatamente se repusieron del susto y las carcajadas sonaron de nuevo. Las capas se abrieron y cuatro aceros brillantes resplandecieron bajo la luz de las estrellas.
─¡Ahora verás, hijo de perra!
─¡Sabrás lo que es bueno!
─¿Te atreves con cuatro? ¡Vamos, valiente!

Elías se abalanzó hacia ellos. Los mantuvo en jaque durante varios minutos. Hasta que Alonso lo rodeó por atrás y golpeó con su sable nuevo. El filo de acero toledano, virgen y hambriento de sangre, rasgó el aire y se hundió en el cuello blanco. Varios mechones negros saltaron sobre el pavimento. Negro y húmedo, de rocío. Negro y empapado, ahora de sangre. Elías se derrumbó. David miraba, sobrecogido, inmóvil, con el sudor corriendo por su espalda y el cuerpo adherido a un frío muro. El pequeño Samuel echó a correr, nadie sabía a dónde. En medio de la noche sin luna. Noche de Viernes Santo.

* * *

Dong, dong, dong, dong.

El tañido de las campanas cesó. Y la procesión se puso en marcha. El paso del sepulcro, relumbrando lloroso a la luz de los cirios, avanzaba renqueante a hombros de los porteadores. La muchedumbre silenciosa y orante se deslizaba detrás, serpenteando por las calles en tinieblas. Los capellanes entonaban el miserere con voz plañidera. Y en medio de todos, arracimados entorno al paso, apuntaban picudos los capuchones negros de los cofrades. Como una bandada de urracas con alas de terciopelo.

En las calles, silencio. Silencio de hogares vacíos y de plazas desiertas. Silencio en el barrio judío, pertrechado de miedo y de puertas atrancadas.

El Cristo yacente se mecía sobre los hombros de los porteadores. La luz de las candelas lamía el cuerpo escuálido, los goterones de sangre pintada, el rostro sufriente, los bucles de castaño tallado, las espinas… Las manos retorcidas sobre el lienzo blanco adornado con flores. Las mujeres lo miraban, gimientes. Muchas lloraban.

* * *

Ana la madre lloraba. Lloraba sin lágrimas, con el corazón yerto. Samuel iba y venía, de la puerta al hogar, del hogar a la puerta, como autómata. Las brasas del hogar languidecían, rojas y sangrientas… Elisabet cerró los puños y las miró con ira. La rabia anidaba en su pecho. Miriam se había dormido, en el regazo de tía Sara. Ana la hija lloraba. Ella sí, con lágrimas. Silenciosa y dulce, ahogando los sollozos.

Al amanecer, nada se sabía de ellos. Elisabet se puso en pie, bruscamente.
─Voy a buscarlos.
─¡No! Hija… ─Ana la miró, suplicante. Samuel se volvió hacia la muchacha.
─No sabemos dónde están. Ni siquiera…
Elisabet movió la cabeza. No lloraba, no, pensó su padre. Pero leyó el dolor lacerante, la hiriente verdad, en los ojos rasgados.
─Sé dónde están ─dijo ella─. Todos lo sabemos.
La madre se hundió y rompió a llorar. Su hija Ana la abrazó.

Tía Sara se levantó, sacudiendo suavemente a Miriam de su falda. La mocita se apartó, soñolienta y quejumbrosa.
─Voy contigo.
─¡No! No corráis riesgos innecesarios. Saldré yo. Llamaré a Isaac.
Sara negó con la cabeza, enérgica.
─Sois vosotros los que corréis peligro. Nadie se fijará en dos mujeres cubiertas. Podemos pasar por dos devotas que madrugan para rezar ante el monumento.

Samuel no las pudo detener. Miró a su hija mayor y se estremeció. Por sus venas también corría la veta de sangre belicosa. Si hubiera sido hombre, pensó, apesadumbrado, le habría faltado tiempo para salir a la calle, espada en mano, buscando venganza.

* * *

Llegaron al pie de las murallas. La luz mortecina del alba las guió hasta los torreones. Allí los encontraron. En el mismo lugar, donde, cada año, la noche del Viernes Santo se cobraba su precio de sangre. Aquella vez, había sido su familia la que había sufrido el azote. Los dos cuerpos yacían, desnudos y ensangrentados. La tosca cruz, un par de maderos mal clavados, aún se levantaba, torcida, a su lado.

Elisabet tomó las manos de Elías. Aquellas manos hábiles y fuertes, capaces de empuñar una espada. Teñidas de sangre, las palmas perforadas y los dedos crispados. Los pies estaban amoratados, no habían tenido fuerza, o ganas, de taladrarlos también. En cambio, una limpia estocada le había abierto el costado. Y no sólo el costado. Conteniendo la repugnancia y el horror, Sara apretó la piel del abdomen de su sobrino, tapando el amasijo de sangre y entrañas. Desprendiéndose de su manto, lo cubrió con él. Elisabet corrió hacia el cuerpo sin vida de David. Se habían limitado a coserlo a tajos de espada. Pero habían destrozado su rostro. Aquel rostro delicado, aquella boca, capaz de tan bellas palabras… Elisabet estalló en sollozos y abrazó el torso delgado de su hermano mediano. Las lágrimas saladas mojaron la sangre seca. Entonces se incorporó de súbito.

─¡Samuel! ¿Dónde está Samuel?

Sara levantó el rostro, mientras acababa de envolver el cadáver de Elías. Era una hermosa mujer, a pesar de su edad madura. Pero en aquella fría madrugada, vigilia de Sábado Santo, había envejecido diez años de golpe.

─Hemos de llevárnoslos de aquí.

¿Cómo? El mudo interrogante asomó en los ojos de la sobrina. Sara la miró con lástima. Elisabet era hermosa también, con aquel rostro de marfil y el pelo trigueño que sólo ella, entre sus hermanas, había heredado. Pero aquel día también ella había envejecido, pensó Sara, con tristeza. Apenas tenía veinte años y parecía una viuda de cuarenta.

─Iré a buscar un carro. Isaac nos dejará el suyo. También hemos de avisar a tu padre. ¿Quieres acompañarme o…?
Elisabet negó con la cabeza.
─No. Me quedo aquí.

Sara asintió en silencio. Era una decisión arriesgada. Nadie la defendería si alguna pandilla de jóvenes trasnochados decidía continuar su peculiar matanza, su noche de Viernes Santo. Los judíos habían matado a Dios. Nadie acusaría a sus agresores. Y el silencio cómplice de las murallas y el miedo los envolvería en la inmunidad.

Sara se alejó presurosa mientras la muchacha velaba, de rodillas, junto a los cuerpos de sus hermanos. Ella también sentía, con el dolor, la rabia anidando en el cuerpo.


El día asomaba, pálido y frío, y la muralla milenaria arrojó su sombra sobre la yerba. Elisabet se inclinó, de rodillas, y posó la frente en tierra. Ya no le quedaban lágrimas. Le escocían los ojos. Pero era peor el ardor que le corroía el alma. Había agrupado los dos cuerpos, uno junto al otro. Los había estirado y les había cruzado las manos sobre el pecho, como había visto que se hacía en los sepulcros de nobles y reyes. Le costó un poco, comenzaban a estar rígidos. Se sorprendió a sí misma, siempre la había asustado la muerte y jamás había imaginado que los primeros cuerpos que amortajaría serían los de sus hermanos… Alisó los bucles enmarañados de Elías y lo besó en la frente, antes de cubrirlo de nuevo. Y arropó con mimo el cadáver de David. Se detuvo, con reparo, ante la cabeza ensangrentada. Por fin, se inclinó sobre él y lo besó también, antes de taparlo. La sangre sabía salada en sus labios.

Alguien le tocó la espalda y se volvió sobresaltada. Casi de inmediato, ahogó un grito.

─¡Samuel!
El niño se arrojó en brazos de su hermana.
─Oh, Dios santo… Dios santo… ¿Dónde estabas? ¿Cómo pudiste salvarte?
Samuel sollozaba, mojando el hombro de Elisabet. Ella lo apretaba contra su pecho, acariciando los enmarañados bucles caoba.
─Corrí… corrí mucho… Me escondí…
Elisabet estrechó más a su hermano menor. Cuando el chico se tranquilizó un poco, se apartó y lo miró a la cara.
─Lo vi todo ─susurró él, con voz enronquecida.
Ella asintió, sorbiéndose las lágrimas. En los ojos de Samuel también brillaba la ira, fluyendo con el mordiente dolor. Y, de pronto, Elisabet tuvo la certeza de que su hermano jamás volvería a ser un niño. Le enjugó las mejillas con el borde de su falda.

* * *

Dong, dong, dong, dong…

Las campanas de la catedral comenzaron a tañer, lastimeras y solemnes. Sábado Santo. Día de duelo y quebranto. Para los judíos era la Pascua. Y la celebraban, cerrados a cal y canto, yerbas amargas y cordero asado, ágape sazonado de silencio y de miedo. En algunos hogares, sazonado de sangre.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

¿Por qué no empezamos por analizar objetivamente las palabras de Toaff antes de brincar para hacer propaganda ponsoñosa?

El Profesor Toaff fue muy claro. Se baso en montañas de documentos sobre los asesinatos de infantes por judíos eslavos. Recordemos que para fines de la Edad Media había dos tipos de judíos: los sefardí (de origen netamente semítico) y los azkenazi (de origen eslavo y/o germánico) y estos últimos conservaron sus tradiciones paganas por casi siglo y medio en un claro sincretismo.

Actualmente el Dr. Shlomo Sand, profesor de Tel-Aviv, con su obra Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío demostró que las pruebas genéticas hechas a los judios en el actual Estado de Israel muestran que su tesis es correcta, la mayoría descienden de indoeuropeos, eslavos y germánico como lo dicen los genetistas Eran Elhaik y Noah Rosenberg ambos judíos.

Pax.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

El caminante, fiel al romanismo. nos endilga una serie burradas que ningún asno que se precie lo creería. Beber o comer sangre esta prohibido por la Torah y ningún judío, tanto si es azkenazi o sefard¡ta rompería esta precepto, seguro que si se lo preguntáis nos dirá que el holocausto nazi es una fábula.

VADE RETO

Que bueno que lo reconoce como yo no soy asno lo creo, pero ¿lo cree usted?
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

¿alguien me puede remitir a dónde en el libro de Toaff (Pasque di Sangue) dónde de hecho Toaff pruebe sin lugar a dudas que los judios cometían homicidios/infanticidios rituales? ¿algún católico me puede explicar como se salva la contradicción implicita que se genera entre el título de este tema y el concilio vaticano II ?
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

¿alguien me puede remitir a dónde en el libro de Toaff (Pasque di Sangue) dónde de hecho Toaff pruebe sin lugar a dudas que los judios cometían homicidios/infanticidios rituales? ¿algún católico me puede explicar como se salva la contradicción implicita que se genera entre el título de este tema y el concilio vaticano II ?

El libro se llama La vida judía en la Umbría medieval donde revela que san Simon de Trento no solo existió, sino que su crimen es verídico y comprobable. Es muy buen libro. Se baso en los documentos sobre los asesinatos de infantes por judíos eslavos. Recordemos que para fines de la Edad Media había dos tipos de judíos: los sefardí (de origen netamente semítico) y los azkenazi (de origen eslavo y/o germánico) y estos últimos conservaron sus tradiciones paganas por casi siglo y medio en un claro sincretismo.

Aunque lo único contrario al Concilio Vaticano II es que san Simon dejo los altares por razones desconocidas para mi.

Pax.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

El libro se llama La vida judía en la Umbría medieval donde revela que san Simon de Trento no solo existió, sino que su crimen es verídico y comprobable. Es muy buen libro. Se baso en los documentos sobre los asesinatos de infantes por judíos eslavos. Recordemos que para fines de la Edad Media había dos tipos de judíos: los sefardí (de origen netamente semítico) y los azkenazi (de origen eslavo y/o germánico) y estos últimos conservaron sus tradiciones paganas por casi siglo y medio en un claro sincretismo.

Aunque lo único contrario al Concilio Vaticano II es que san Simon dejo los altares por razones desconocidas para mi.

Pax.

Ok. Repito la primera pregunta anteiror añadiendole el libro que usted cita:

¿alguien me puede remitir a dónde en los libros de Toaff (Pasque di Sangue y de Jews in Umbria) dónde de hecho Toaff pruebe sin lugar a dudas que los judios cometían homicidios/infanticidios rituales?

Me refiero a una referencia bibliográfica exaxcta con edición, editorial y número de pagina o de páginas
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Ok. Repito la primera pregunta anteiror añadiendole el libro que usted cita:

¿alguien me puede remitir a dónde en los libros de Toaff (Pasque di Sangue y de Jews in Umbria) dónde de hecho Toaff pruebe sin lugar a dudas que los judios cometían homicidios/infanticidios rituales?

Me refiero a una referencia bibliográfica exaxcta con edición, editorial y número de pagina o de páginas

Claro:
On 23 March, eve of Passover of 1475, year of the jubilee, the mutilated body of Simonino, a two-year old child, son of the tanner Andrea Lomferdorm, was found in the waters of the ravine by-passing Samuele’s cellar. This tragic discovery triggered the inquest which was to lead to the accusation brought against the Jews of Trent as suspects in the child’s abduction and murder, to their interrogation in the castle of Buonconsiglio and their condemnation, after confessing under torture to being responsible for this tragic wickedness. Finally, the condemned were publicly executed, burned at the stake or decapitated, while their property was to suffer bitter confiscation. The transcripts of the Trent trials for the murder of Simon, later beatified, are said, as a result, to constitute the most important and detailed document ever written on the ritual murder accusation, a precious document retaining the words of the Hebrew defendants, in which the words of the accusers and inquisitors did not always succeed in superimposing themselves over, or confusing themselves with, the words of the defendants.

These texts are a glimpse into a different world: the world of the Ashkenazi Judaism of the German territories and northern Italy, in all its sociological, historical and religious particularity. This was a Jewish world, enclosed upon itself, fearful and hostile towards outsiders, often incapable of accepting its own painful experiences and overcoming its own ideological contradictions. It was this world which, moving from the negative and often tragic reality in which they lived, sought an improbable anchorage in the sacred texts which might illuminate a hope of redemption, which for the moment appeared beyond credibility: a Hebraic world discharging its energies in religious rites and antique myths, now re-enlivened with renewed and different meanings and translated into an alienating, harsh and rigorous confessional language, in which internal tensions and unresolved frustrations lay hidden at all times. A world which, having survived the massacres and forced conversions of men, women and children, continued to experience those traumatic events in a sterile effort to reverse the meaning of that world, rebalancing it and correcting history. It was a profoundly religious world in which redemption could not possibly be far off; in which God was to be involved despite Himself, and compelled to keep His promises, sometimes by force. It was a world drenched with magical rites and exorcism, within whose mental horizons popular medicine and alchemy, occultism and necromancy were often mixed, finding a position of their own, influencing and reversing the meaning of ordinary religious standards.

Dr. Ariel Toaff. PASQUE DI SANGUE. Paginas 59 y 60. Capitulo III: Asher the Bearded Jew.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Claro:
On 23 March, eve of Passover of 1475, year of the jubilee, the mutilated body of Simonino, a two-year old child, son of the tanner Andrea Lomferdorm, was found in the waters of the ravine by-passing Samuele’s cellar. This tragic discovery triggered the inquest which was to lead to the accusation brought against the Jews of Trent as suspects in the child’s abduction and murder, to their interrogation in the castle of Buonconsiglio and their condemnation, after confessing under torture to being responsible for this tragic wickedness. Finally, the condemned were publicly executed, burned at the stake or decapitated, while their property was to suffer bitter confiscation. The transcripts of the Trent trials for the murder of Simon, later beatified, are said, as a result, to constitute the most important and detailed document ever written on the ritual murder accusation, a precious document retaining the words of the Hebrew defendants, in which the words of the accusers and inquisitors did not always succeed in superimposing themselves over, or confusing themselves with, the words of the defendants.

These texts are a glimpse into a different world: the world of the Ashkenazi Judaism of the German territories and northern Italy, in all its sociological, historical and religious particularity. This was a Jewish world, enclosed upon itself, fearful and hostile towards outsiders, often incapable of accepting its own painful experiences and overcoming its own ideological contradictions. It was this world which, moving from the negative and often tragic reality in which they lived, sought an improbable anchorage in the sacred texts which might illuminate a hope of redemption, which for the moment appeared beyond credibility: a Hebraic world discharging its energies in religious rites and antique myths, now re-enlivened with renewed and different meanings and translated into an alienating, harsh and rigorous confessional language, in which internal tensions and unresolved frustrations lay hidden at all times. A world which, having survived the massacres and forced conversions of men, women and children, continued to experience those traumatic events in a sterile effort to reverse the meaning of that world, rebalancing it and correcting history. It was a profoundly religious world in which redemption could not possibly be far off; in which God was to be involved despite Himself, and compelled to keep His promises, sometimes by force. It was a world drenched with magical rites and exorcism, within whose mental horizons popular medicine and alchemy, occultism and necromancy were often mixed, finding a position of their own, influencing and reversing the meaning of ordinary religious standards.

Dr. Ariel Toaff. PASQUE DI SANGUE. Paginas 59 y 60. Capitulo III: Asher the Bearded Jew.

Primero que nada, gracias por responder a mi solicitud.

2) En el texto citado, no hay una prueba verificable de que en efecto y sin lugar a dudas los judios cometían homicidios/infanticidios rituales, por lo menos en esté extracto no aparece ninguna prueba. Solo una descripción del suceso y una conexión con los judios Ashkenazis. Me gustaría ver una prueba. Pues hasta ahora las fuentes que cita el autor fuerón analizadas por historidadores católicos como Monseñor Iginio Rogger y descartadas por tratarse de confesiones obtenidas bajo tortura. Aun si Toaff quizese afirmar que fue así y que en realidad los judios cometian homicidos/infanticidios rituales y todo eso... hasta lo que he leido por ahora no ha traido una prueba concluyente sino una apresiación suya de las pruebas.

3) Quedo a la espera de la cita Bibliografica de la página y el volumen del libro de los judios de Umbria (si no estoy mal son 3 los publicados por Brill) donde Toaff prueba sin lugar a dudas que los judios cometían homicidios/infanticidios rituales.
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

Primero que nada, gracias por responder a mi solicitud.

2) En el texto citado, no hay una prueba verificable de que en efecto y sin lugar a dudas los judios cometían homicidios/infanticidios rituales, por lo menos en esté extracto no aparece ninguna prueba. Solo una descripción del suceso y una conexión con los judios Ashkenazis. Me gustaría ver una prueba. Pues hasta ahora las fuentes que cita el autor fuerón analizadas por historidadores católicos como Monseñor Iginio Rogger y descartadas por tratarse de confesiones obtenidas bajo tortura. Aun si Toaff quizese afirmar que fue así y que en realidad los judios cometian homicidos/infanticidios rituales y todo eso... hasta lo que he leido por ahora no ha traido una prueba concluyente sino una apresiación suya de las pruebas.

3) Quedo a la espera de la cita Bibliografica de la página y el volumen del libro de los judios de Umbria (si no estoy mal son 3 los publicados por Brill) donde Toaff prueba sin lugar a dudas que los judios cometían homicidios/infanticidios rituales.

Si no te parece que un expediente de juicio medieval sea una prueba, pues no se que lo será.

Por cierto Toaff no dice que los judíos todos lo hacían solo algunos grupos radicales.

Si dudas de esto puedes dudar de mil cosas más del medioevo del que "solo" tenemos pruebas por los juicios que se dieron.

"
Según testimonios recogidos en Trento poco después de la tragedia, un médico judío atrajo con halagos y secuestró al pequeño con miras a la celebración de la Pascua judía. Después de crucificar al niño y extraerle la sangre, los oficiales de la sinagoga ocultaron su cuerpo por algún tiempo y, después lo arrojaron al canal. Se arrestaron aproximadamente a siete Judíos; fueron torturados y reconocieron que el muchacho había sido ritualmente asesinado con el propósito de obtener sangre cristiana para mezclar con el pan ázimo ceremonial; se hicieron estas confesiones separadamente y estuvieron de acuerdo en la totalidad de los detalles esenciales.
* * *​
Se juzgó a los Judíos y finalmente fueron ejecutados. El funcionario a cargo de la investigación del crimen fue Jean de Salis de Brescia, un Judío convertido, originalmente llamado Jean de Feltro, quien describió cómo su padre lo dijo que Judíos de su pueblo, Lanzhat, habían matado a un niño en una Pascua y de cómo mezclaron su sangre en el vino y en pasteles.
_simon_trento013.jpg
¡Nadie se ha atrevido alguna vez a reprobar y negar los eventos históricos de este caso; sólo los Judíos inventan "razones" de por qué no era un Asesinato Ritual!. Pero no hay ningún escape a la conclusión opuesta. En 1759, en respuesta a una apelación Judía de Polonia, la Inquisición envió al Cardenal Ganganelli (que más tarde llegó a ser el Papa Clemente XIV) para investigar e informar de todo este asunto, con referencia particular a los muchos casos que por entonces se informaron en Polonia. (Ver Informe del Cardenal Ganganelli, en el The Ritual Murder Libel and the Jew, de C. Roth, 1935, pág. 83): "admito entonces como verdadero el hecho del Bendito Simón, muerto a los tres años de edad, asesinado por los Judíos en Trento en el el año de 1475 en odio de la fe de Jesucristo (aunque sea discutido por Basnage y Wagenseil); por el famoso Flaminio Cornaro, un Senador Veneciano, en su trabajo "El Culto del Niño San Simón de Trento" (Venice, 1753) dispone de todas las dudas levantas por los mencionados críticos". Los Judíos tratan de tirar a descrédito a los jueces que condenaron a los asesinos Judíos. El Papa Sixto IV, enfrentó la posibilidad de sancionar el culto de San Simón; pero la razón de esto era que el culto no estaba aun autorizado por Roma, era un movimiento popular sin autoridad. Este mismo Papa, más tarde, expresó su aprobación del veredicto sobre los Judíos en la Bula Papal XII Kal. Julio, 1478.

_simon_trento033.jpg
No tenemos sólo el testimonio acerca de lo correcto de los procedimientos de Sixto IV; también de varios otro Papas; Sixto V, quien reguló el culto popular de San Simón al ratificarlo en 1588, como lo citado por Benedicto XIV en Libro I, Ch. XIV, Nº 4 de su trabajo En la Canonización de los Santos; también por el mismo Papa Benedicto XIV en su Bulla Beatus Andreas del 22 de febrero, I755, en que confirma a Simón como un santo, un hecho que omitió de los argumentos de ese abogado de los Judíos, Strack (The Jew and Human Sacrifice); Gregorio XIII reconociendo a Simón como un mártir, y también visitando la urna; y, como ya se declaró, se obligó a reconocer que era un caso de asesinato Judío en odio de Cristiandad según Clemente XIV.

La urna de San Simón está en la Iglesia de San Pedro, en Trento; se muestran reliquias de él todavía, entre ellos el cuchillo sacrificatorio.
Para resumir, el Asesinato Ritual de San Simón de Trento es apoyado por tal evidencia que quien dude de la condena, en consecuencia, lo hace sin razón de las altas autoridades jurídicas y eclesiásticas de cuya probidad e inteligencia no hay la más ligera excusa para ponerlas en duda."
 
Re: Pascua de Sangre, ¡¡¡ La Icar no miente Jamas !!!

SAN GUILLERMO DE NORWICH, Mártir
_guillermo_norwich023.jpg
En 1144, en Norwich, se crucificó a un muchacho doce años y su costado fue perforado en la Pascua Judía. Se halló su cuerpo en un saco escondido en un árbol. Un Judío converso, llamado Theobald de Cambridge, reconoció entonces que los Judíos tomaban sangre cada año de un niño cristiano, porque pensaban que sólo así se podría obtener la libertad y retornar a Palestina, que tenían por costumbre echar a suertes para resolver de dónde se obtendría la sangre; Theobald dijo que el año anterior la suerte había caído sobre Narbonne y en el presente año en Norwich. Se beatificó al muchacho localmente y, desde entonces, se le conce como San Guillermo. El alguacil, probablemente sobornado, negó lo atribuido a los Judíos en el juicio.
* * *​
En J. C. Cox Norfolk Churches, Vol. II, pág. 47, como también en el Victoria Country History of Norfolk, 1906, Vol. II, hay una ilustración de un viejo pintor mostrando el Asesinato Ritual de San Guillermo, la misma escena se podía ver en la Iglesia de Loddon, Norfolk, salvo que la hayan quitado ya. Nadie niega este caso como un evento histórico, pero los Judíos, por supuesto, dicen que no es un Asesinato Ritual… En los registros de Artes y Monumentos de la Iglesia, de John Foxe, se registra este ritual, lo mismo que Bollandists y otros historiadores. El Prior, William Turbe, quien después llegó a ser Obispo de Norwich, era el más empreñado en insistir que el crimen era un Asesinato Ritual Judío; en el Diccionario de Biografía Nacional (¡revisado por un Judío!) aclarara que su carrera, aparte de este caso de Ritual Asesino, era la de un hombre de gran fuerza de carácter y valor moral.
* * *
Negar que el caso de San Guillermo de Norwich fue un Asesinato Ritual es sin duda acusar a los Reyes ingleses, al Clero inglés, y a los oficiales ingleses, conocidos por ser hombres de buena moral. En el caso de San Guillermo, el pueblo tomó el asunto en sus propias manos porque el alguacil no iba a hacer nada. "Es difícil negar todo crédito a historias tan circunstanciales y tan frecuentes". Así le dice el Social England acerca de los Asesinatos Rituales en Inglaterra, Vol. I, p. 407, I893, editado por H. D. Traill.
Un hecho significante es que el Haydn's Dictionary of Dates, por lo menos hasta 1847, citaba los Asesinatos Rituales de Inglaterra como hechos indiscutibles.
San Guillermo de Norwich es el Patrono de los secuestrados y torturados.
* * * * *​