Lo dice muy claro la Escritura:
"nada es inposible para Dios"
Lo hemos leído muchas veces, pero...
¿ Hasta dónde lo creemos verdaderamente ?
Cuando en la vida nos topamos con situaciones que no admiten solución humana,
¿ Acudimos CON FE a Dios, con la oración insistente y confiada ?
PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE.
Jesús nos dá algunos "requisitos" que se deben cumplir, para que la oración sea atendida por el Padre.
Uno de ellos, es que el que pide, debe estar reconciliado con Dios y con los hermanos.
La falta de perdón es una verdadera "barrera" entre el creyente y Dios.
Impide que la Gracia (y las gracias) nos alcance
,
es como quien tiene puesto un impermeable bajo la lluvia, no se puede mojar, aunque el "agua del cielo" caiga abundante.
Otro "requisito" importantísimo en la oración, es la HUMILDAD.
"nada es inposible para Dios"
Lo hemos leído muchas veces, pero...
¿ Hasta dónde lo creemos verdaderamente ?
Cuando en la vida nos topamos con situaciones que no admiten solución humana,
¿ Acudimos CON FE a Dios, con la oración insistente y confiada ?
PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE.
Jesús nos dá algunos "requisitos" que se deben cumplir, para que la oración sea atendida por el Padre.
Uno de ellos, es que el que pide, debe estar reconciliado con Dios y con los hermanos.
Ev. Mateo, cap. 5:
23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
24 deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano;
luego vuelves y presentas tu ofrenda.
La falta de perdón es una verdadera "barrera" entre el creyente y Dios.
Impide que la Gracia (y las gracias) nos alcance
es como quien tiene puesto un impermeable bajo la lluvia, no se puede mojar, aunque el "agua del cielo" caiga abundante.
Otro "requisito" importantísimo en la oración, es la HUMILDAD.
Ev. Lucas
cap. 18
1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
2 «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!"
4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo:
"Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme."»
6 Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto;
7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:
10 «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera:
"¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.
12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias."
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!"
14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no.
Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»