Papas que cayeron en la herejia

Tobi

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21 Noviembre 2000
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PAPAS QUE CAYERON EN LA HEREJIA





Algo extenso, pero merece ser leído, por aquellos que buscan la verdad por encima de todo.


Extraído de “Catolicismo Romano: Orígenes y desarrollo (Tomo I). José Grau. EEE




5 - La claudicación de Liberio, obispo de Roma.

Las molestias del exilio sentaron mal a Liberio. La firmeza de sus primeros momentos se desvaneció y consintió en firmar textos de muy dudosa ortodoxia. Hilario de Poitiers y otros exilados lo denunciaron como apóstata.

La doctrina católica-romana, tal como expuso el concilio Vaticano I da a entender que el obispo de Roma, como sucesor de San Pedro está exento de toda sospecha de error; no puede equivocarse en cuestiones de fe. La historia, sin embargo, desmiente tales pretensiones. Y el caso de Liberio es de los más significativos. Que no se diga que Liberio (352-366) erró en una cuestión secundaria y que no intentó dar su opinión ex~cathedra. El problema que se ventilaba era uno de los más importantes y trascendentales para la fe de la Cristiandad. Y, precisamente en el momento más crítico de la controversia arriana, cuando parecía que ésta iba a imponerse a todo el mundo, Liberio abandonó la causa de Atanasio y la verdad que éste defendía.

Las evidencias de esta apostasía son numerosas. Seguiremos el orden de W. Shaw Kerr (12).

1) Atanasio mismo da testimonio de esta apostasía de Liberio en dos de sus escritos (13). Al principio se mantuvo firme, pero el miedo acabó venciéndole.

2) También Jerónimo relata dos veces esta apostasía (14).

3) San Hilario de Poitiers, en su obra Contra Constantium Imperatorem, se dirige al emperador con estas palabras: «¡Oh, hombre inicuo! No se cuando fue mayor tu impiedad, si cuando lo depusiste (a Liberio) o cuando lo hiciste volver (a su sede romana, después de haber claudicado)» (15).

4) El cuarto testigo es Hermias Sozomeno, quien escribió su historia eclesiástica cuando todavía no habían transcurrido cien años. Cuenta Sozomeno que cuando Constancio estaba en Sirmium mandó que Liberio acudiera a su presencia. Venido de su lugar de destierro, Liberio fue invitado por los obispos allí reunidos a que firmara un documento en el que se enseñaba que el Hijo no es de la misma sustancia («hontusion>) que el Padre. Al mismo tiempo Liberio dio su consentimiento a una fórmula de fe semi-arriana. Y esto lo relata Sozomeno de fuentes de primera mano que se hallaban a su disposición (16).

5) De otras fuentes llegan más testimonios: Faustino y Marcelino presentaron un Libellus Precum a los emperadores el año 383. En el prefacio leemos que dos años después del exilio de Liberio, Constancio visitó Roma y el pueblo le preguntó por Liberio. El emperador respondió: «Tendréis a Liberio y volverá mejor que cuando partió>. De esta manera aludió el emperador al consentimiento de Liberio mediante el cual estrechó las manos de la perfidia (manus perfidiae dederat)(17)
6) Pero, sobre todo, tenemos las cartas del mismo Liberio escritas a los enemigos del credo niceno:

"Yo no defiendo a Atanasio... Habiendo sabido... que lo condenasteis justamente, inmediatamente di mi conformidad a vuestra sentencia... De manera que habiendo sido Atanasio expulsado de la comunión de todos nosotros... Os ruego que obráis conjuntamente para que pueda ser librado de este exilio y pueda volver a la sede que me fue confiada por Dios" (18).

En otra carta, dirigida a los herejes e intrigantes Ursacio y Valens, dice claramente:

"Atanasio, quien fue obispo de la ciudad de Alejandría, fue condenado por mi y separado de la comunión de la Iglesia de Roma" (19).

Al citar estas cartas, Hilario de Poitiers no puede contener su indignación:

"Esta es la perfidia arriana... A ti Liberio, digo; anatema. Y a todos tus cómplices" (20>.


6, La reacción pagana.

A Constancio sucedió Juliano, el apóstata (361-363) el cual soñaba en una restauración del paganismo. Por consiguiente, trató de debilitar el cristianismo en todos los campos. No persiguió a los cristianos, pero buscó ridiculizarlos por todos los medios separarlos de la vida pública, el gobierno o la enseñanza. No, a quien perjudicaron más las medidas del nuevo emperador fue a los arrianos, los únicos que ocupaban puestos importantes desde el mandato de Constancio. La cristiandad ortodoxa hacia bastante tiempo que se había habituado al exilio; el golpe de Juliano no fue, pues, tan duro. Y en un sentido favoreció a la misma verdad del Evangelio. La reacción que provocó en contra de los nuevos postulados paganos puso todavía más de manifiesto las afinidades del arrianismo con el paganismo. En todos sentidos, ayudó a la causa de Nicea. Muchos acabaron de aprender entonces que el Evangelio es revelación, y no filosofía.

La política de Juliano estableció plena tolerancia para todas las religiones y sectas. Hizo volver a los obispos exilados, pero como la mayoría de sus iglesias habían sido ocupadas por otros, la confusión episcopal aumentó. Esto, precisamente, era lo que buscaba Juliano. Dijo que no era asunto suyo meterse en las cuestiones eclesiásticas. Tal principio que en cualquier otro hubiera revelado un justo sentido de la tolerancia, romana. Oriente fue traído gradualmente a la ortodoxia gracias a los trabajos de Atanasio y, sobre todo, del sínodo de Alejandría de 362. Mal podía la sede romana vindicar derechos o imponer criterios después de la apostasía de Liberio! El que Julio y el sínodo romano que vio la causa de Atanasio dictaminaran correctamente años atrás no disminuye el hecho de la posterior claudicación de Liberio. En el siglo IV, por otra parte, esto no extrañaba a nadie.
¿Dónde se hallaba la verdadera Iglesia en estos años? Mayormente en el exilio. Cuando la tierra pareció que iba a volverse arriana, como comentó Jerónimo, y cuando el obispo de Roma no supo mantener la fe como otros obispos más valientes la mantuvieron, la verdad del Evangelio se encontraba entre éstos, dispersados por las fronteras limítrofes del Imperio, en los desiertos, en el exilio, pero no en la corte imperial ni en las grandes sedes de Roma o de Oriente. Significativa lección que no debiera olvidarse.


7. Atanasio y Roma.

Atanasio fue un escritor prolífico; esto se debió en parte a la lucha que sostuvo toda su vida en contra de la herejía arriana. Mas, en ninguno de sus escritos aparece ni una sola vez ninguna referencia a Roma como sede infalible de la verdad. Pasó algunos de sus muchos años de exilio en Roma. Sin embargo, será en vano que busquemos en sus cartas, sus tratados teológicos, sus sermones, etc., cualquier alusión a ninguna autoridad constituida divinamente para definir con criterio supremo las controversias religiosas. Atanasio apela a la Escritura, a los antiguos padres, a los concilios y, sobre todo, a Nicea, pero nunca al juicio infalible del obispo de Roma. Es imposible que no hubiese utilizado el argumento del Papado infalible, si en su tiempo tal institución -con su dogma correspondiente- hubiese existido. Y máxime, teniendo en cuenta que Julio y el sínodo romano que éste convocó fallaron en su favor.
La actitud de Atanasio con respecto a Roma puede ser estudiada con claridad diáfana en el momento en que Liberio apostató y cesó de apoyarlo. Fue lamentable, y Atanasio lo sintió mucho, pero, en el fondo, no fue más que la deserción cobarde de uno de los obispos más importantes de la Cristiandad. No le cogió por sorpresa. De la misma manera que todos los prelados estaban expuestos al error y a la herejía, el obispo podía caer también; no era ninguna excepción.
Para Atanasio “Liberio era uno de los obispos de las ilustres ciudades cabezas de las grandes Iglesias”(22). Pero no sabia que uno de estos obispos fuese Vicario de Cristo en la tierra. ¿Puede justificarse esta ignorancia en el más grande hombre de Iglesia de su tiempo? Si, se justifica por el simple hecho de que nadie entonces sabía nada de ningún vicario de esta clase.

Respecto a Liberio, dice Atanasio: «No soporté hasta el fin los sufrimientos del exilio, siendo consciente de la conspiración que se fraguaba en mi contra» (23. «Después de estar arrestado dos años> Liberio cedió y por temor a las amenazas de muerte fue inducido a suscribir» (24). Su caída se debió al miedo y contrasta con los fieles «que han evitado la herejía como si se tratara de una serpiente» (25).
Atanasio no sólo era ignorante del magisterio infalible del obispo romano, sino también de su supremacía y jurisdicción. Ni cuando fue condenado por el sínodo arriano de Tiro, ni en sus sucesivos destierros, apeló nunca a la soberana jurisdicción de Roma. En contra del sínodo de Tiro recurrió al emperador. El concilio de obispos egipcios que se reunieron en Alejandría en 339, proclamó inocente a Atanasio sin aludir para nada a la opinión del obispo de Roma. Pudo, con todo, haberse dicho que el obispo de la que entonces era la segunda de las Iglesias no debía ser depuesto sin consultar con el obispo de la primera sede. Tal fue la protesta de Julio. Pero los padres de Alejandría del 339 ni siquiera mencionan este pequeño detalle en su larga carta sinodal remitida a los «obispos de la Iglesia Católica en todas partes». El comentario de Atanasio al concilio de Roma que vindicó su ortodoxia es significativo:
"Así escribió el concilio de Roma por medio de Julio, obispo de Roma>' (26).

La decisión de Roma no zanjó la cuestión. Por esto, los emperadores convocaron el concilio de Sárdica en 344, presidido por Osio de Córdoba (27>. El concilio se puso del lado de Atanasio y confirmó «la decisión de nuestro hermano y colega Julio como justa> (28). Aquí, el concilio obró con toda autoridad, exaltando a Atanasio y excomulgando a otros. Julio escribió a Alejandría, congratulándose por la restauración de su obispo, el cual «fue declarado inocente, no sólo por uno sino por la voz de todo el concilio» (29).

Se deduce de estos datos que Atanasio, al defender su postura ante la Iglesia universal apeló a la Escritura y al dictamen de las asambleas episcopales, pero nunca a ningún obispo particular como si fuera el supremo Juez de los cristianos. Nos explica que su causa fue vindicada primero «en mi propio país por una asamblea de casi cien obispos; por segunda vez en Roma cuando, como consecuencia de las cartas de Eusebio (de Nicomedia) tanto ellos como nosotros fuimos convocados y más de cincuenta obispos se reunieron; y una tercera vez en el gran concilio de Sárdica celebrado por orden de los emperadores Constancio y Constante». Prosigue explicándonos como el veredicto en su favor fue dado por trescientos obispos procedentes de muchos países que él enumera. Los obispos de Italia, en esta lista, ocupan el veinticuatro lugar, la lista todavía enumera hasta treinta y seis, siendo los británicos los últimos (30). Una y otra vez ésta es su defensa: «Las decisiones de tan eminentes obispos", "obispos de las ilustres ciudades cabezas de las grandes Iglesias", "Si alguno desea informarse de mi caso y la falsedad de los partídarios de Eusebio, que lea lo que está escrito sobre mí, y que oiga los testimonios, no de uno o dos o tres, sino ese gran número de obispos" (31).
Para Atanasio, los rumores de la apostasía de Osio constituían una calamidad más grande que la de Liberio. Acusa a los arrianos de «no haber perdonado ni al gran confesor Osio, ni al obispo de Roma» (32). En tanto Osio estuvo firme, lo demás no importaba, pues el prelado español era considerado « el padre de los obispos... presidente de los concilios cuyas cartas son esperadas en todas partes (33). Así hablaba Atanasio, no del obispo de Roma, sino del de Córdoba.

Según Gregorio Nacianceno, Atanasio es aquél a quien le fue confiada «la dirección de todo el mundo» (34). Si estos títulos comenta W. Shaw Kerr- hubieran sido dados al obispo de Roma, ¡qué deducciones más equivocadas hubiesen sacado de los mismos los posteriores creadores de la idea papal! (35).

(12)W.Shaw K. Op. Cit p 126
(13) Apología contra los arrianos, 89; Historia de los arrianos. 41
(14) Ch ron. A. U., 354. P.L. 27:501: «In haeretican pTavitatem aub£criben,». De Viris IUustribus, e. 97. P.L. 23:735.
(15) C. XL P.L. 10:589.
(16) HiatoTia Eclesiástica. IV, 15. P.C. 67:1152.
Puller, Primitive Saints and the See of the Reme, p. 276.
(17) PL. 13:81.
<18) St. Hilar. Fragmenta, VI. PL- 10:689, 690.
<19) Ibid. PL. 10:693.
(20) Ibid, P.L. 10:691.
Resulta pueril querer discutir la autenticidad de estas Cartas. Eminentes historiadores católicorromanos las han aceptado siempre: eruditos Como Natalia, Alexander, Tillemont, Fleurv, Flupin, Moblar, Newman, etc.
El mismo Hefele admite que Liberio renuncié al término ahomusiosa y que firmó la confesión de Sinnium (History of the Councils, vol II, p. 245), Este es, a fin de cuentas, el punto central. Y esta históricamente demostrado.
Los escritores católico-romanos del pasado no vacilaban en sacar a luz el pecado de Liberio. «Hasta el Siglo XVI, la caída dc Liberio fue un hecho aceptado como evento histórico indiscutido... En el martirologio de Ado, (14 de agosto) se pone en boca de Eusebio que «Liberio, Papa, había expresado su conformidad con la perfidia arriana, palabras que se repiten en otros martirologios medievales y que estaban antiguamente en los Breviarios romanos, de donde fueron sacadas en el siglo XVI» (Denny, Papa-liam, p. 390)
Baronio explica que el pueblo de Roma se enojo porque habia tan torpemente (turpiter) consentido a Constancio... Se sostenía que Liberio, por causa de su comunión con los herejes -manifestada por las cartas escritas por el mismo referente al compromiso contraído con los arrianos fue enteramente excluido de la comunión católica,.. Por esta razón fue enteramente excluido del oficio pontificio... El execrable contagio de su loca comunión con los arrianos> (A nalca, A.D., 357, 56:57).
El cardenal Newman. en un libro publicado en 1895, escribe sobre «la escandalosa caída de Liberio... «esta miserable apostasía.,, El papa un renegado (The Arrians 1895, PP. 319, 332, 352)
(22) Atanasio “Apología contra los arrianos”, 89
(23) Ibid.
(24) Atanasio, Historia de los arrianos, 4.
(25) Ibid.
(26) Atanasio. Apología, 36. W. Shaw Kerr. comenta: «Monseñor Batiffol encuentra la actitud de Atanasio con respecto a Roma y esta carta de Julio difícil de explicar. Cita las palabras de Ituchesne: «Atanasio, depuesto por el Concilio de Tiro, no parece ten«r idea de que una apelación a Roma hubiese podido ayudarle». Eacribe que la verdad es que en esa fecha no había precedente conocido de ningún obispo oriental, condenado por un sínodo oriental, que hubiera recurrido a Roma (Cathedro Pethri PP. ~7> 218, 223, 224). Batiffol escribe: «Ea de notar que el papa Julio no vindica abiertamente el privilegio de una primacía peculiar a su sede... La ocasión era favorable para exaltar la autoridad excepcional del obispa que presidía la Iglesia de Roma, pero el papa Julio no se aprovechó de aquella ocasión. Incluso puso alguna insistencia en el hecho de que, aunque escribía él, la respuesta era la de su concilio» (Ibid., p. 225). W. Shaw Kerr. op. cit. PP. 123, 124.
Julio no podía adelantarse a su época. Sin embargo, aprovechó la ocasión para exaltar no su rango episcopal, pero sí su sede, aunque dentro da los límites y las circunstancias de su tiempo. Lo cierto es que, tampoco éL aunque era obispo de Roma, tenía la menor idea de la infalibilidad y jurisdicción universal que los modernos defensores del Papado dicen haber poseído todos los pontífices romanos.
<27> Atanasio, Historio de los arrianos,
<28) Atanasio, Apología, 37.
(29) Ibid., 52.
(30)Ibid., 1.
(31)Ibid., 89,90.
(32)Atanasio, Apoloar for flight, 9.
(33)Atanasio. Historio de los arrianos, 42.
(34)Oratio XXI. 7. P.G. 35:1088.
(35) W, Shaw Kerr, op. cit. PP. 124-125.




Hasta aquí la historia de Liberio, continuará con Zósimo, Vigilio y Honorio.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Al Papa Liberio, si se le puede acusar de algo es de no haber soportado una situación de destierro y falta de libertad. Pero nadie con dos dedos de frente puede pensar que él firmó una declaración ex-cathedra cuando estaba preso.
Es como si alguien dijera que los secuestrados que piden cosas que les dictan sus secuestradores en realidad están plenamente de acuerdo con lo que piden
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Dedicado a L.F.P:

La aportación es de Jetonius

El papa Zósimo.

B. El caso de Zósimo, un “supremo maestro” que no sabía distinguir un documento pelagiano de uno ortodoxo, y que desconocía tanto los cánones de Nicea (que confundió con los de Sardis) como los límites de su propia autoridad, y hubo de ser enseñado por los obispos africanos.
Traduzco lo siguiente de la Catholic Encyclopedia:
“No mucho después de la elección de Zósimo el pelagiano Celestio , quien había sido condenado por el papa precedente , Inocencio I, vino a Roma para justificarse ante el nuevo papa, habiendo sido expulsado de Constantinopla. En el verano de 417, Zósimo realizó una reunión con la clerecía romana en la basílica de San Clemente, ante la cual compareció Celestio. Las proposiciones redactadas por el diácono Paulino de Milán, por causa de las cuales Celestio había sido condenado en Cartago en 411, fueron dispuestas ante él. Celestio se rehusó a condenar tales proposiciones, declarando al mismo tiempo en general que él aceptaba la doctrina expuesta en las cartas del papa Inocente y haciendo una confesión de fe que fue aprobada. El papa fue ganado por la conducta astutamente calculada de Celestio, y dijo que no estaba seguro de si el hereje había realmente mantenido la doctrina falsa rechazada por Inocente, y por tanto consideraba demasiado apresurada la acción de los obispos africanos contra Celestio. Escribió de inmediato en este sentido a los obispos de la provincia africana, y convocó a quienes tuviesen algo que decir contra Celestio para que compareciesen en Roma dentro de los dos meses. Poco después de esto, Zósimo recibió de Pelagio también una confesión de fe artificiosamente expresada, junto con un tratado del heresiarca sobre el libre albedrío. El papa reunió un nuevo sínodo de la clerecía romana, ante la cual ambos escritos fueron leídos. Las expresiones hábilmente escogidas de Pelagio ocultaban el contenido herético; la asamblea sostuvo que las afirmaciones eran ortodoxas, y Zósimo les escribió de nuevo a los obispos africanos defendiendo a Pelagio y reprobando a sus acusadores, entre los cuales se hallaban los obispos galos Hero y lázaro. El arzobispo Aurelio de Cartago rápidamente convocó un sínodo, el cual le envió a Zósimo una carta en la que se probaba que el papa había sido engañado por los herejes. En su respuesta, Zósimo declaró que no había determinado nada en forma definitiva, y que no deseaba establecer nada sin consultar a los obispos africanos. Luego de la nueva carta sinodal del concilio africano, del 1 de mayo de 418, al papa, y luego de las medidas tomadas en contra de los pelagianos por el emperador Honorio, Zósimo reconoció el verdadero carácter de los herejes. Ahora publicó su “Tractoria”, en el cual eran condenados el pelagianismo y sus autores. Así, finalmente, el ocupante de la Sede Apostólica en el momento exacto mantuvo con toda autoridad el dogma tradicional de la Iglesia, y protegió la verdad de la Iglesia contra el error.
“Poco después de esto, Zósimo se involucró en una disputa con los obispos africanos con respecto al derecho de apelación a la sede romana de clérigos que habían sido excomulgados por sus obispos. Cuando el sacerdote Apiario de Sica había sido excomulgado a causa de sus delitos, apeló directamente al papa, sin consideración por el curso regular de la apelación en África, que estaba exactamente prescrito. El papa aceptó la apelación de inmediato, y envió al África legados con cartas para investigar el asunto. Un procedimiento más sabio hubiese sido referir primero a Apiario al curso ordinario de apelación en la misma África. A continuación, Zósimo cometió el error añadido de basar su acción en un supuesto canon del Concilio de Nicea [ecuménico], que era en realidad un canon del Concilio de Sárdica [local]. En los manuscritos romanos, los cánones de Sárdica seguían a los de Nicea inmediatamente, sin un titulo independiente, en tanto que los manuscritos africanos contenían únicamente los cánones genuinos de Nicea, de modo que el canon al que apeló Zósimo no se hallaba en las copias africanas de los cánones nicenos. Así surgió un serio desacuerdo acerca de esta apelación, que se prolongó después de la muerte de Zósimo.”
J.P. Kirsch, Pope St. Zosimus (Catholic Encyclopedia , vol. XV).

Es probablemente un hecho afortunado para la Iglesia de Roma que el obispado de Zósimo (417-418) haya durado tan poco, pues de lo contrario es posible que hubiera cometido todavía más errores.
Aunque el autor del artículo citado pretende exonerar a Zósimo y presentarle como el guardián de la ortodoxia que “en el momento exacto mantuvo con toda autoridad el dogma tradicional de la Iglesia, y protegió la verdad de la Iglesia contra el error”, los hechos que él mismo narra son bien diferentes.
El titular de la sede romana examinó cuidadosamente lo expuesto por Celestio y Pelagio, y llegó a la conclusión de que ambos eran ortodoxos. Se ve que el Espíritu Santo no le asistió para distinguir la verdad del error. Como consecuencia de su evaluación, corrigió la condenación pronunciada por el obispo romano anterior (lo que muestra que en esta época los papas no se sentían aún obligados por las enseñanzas y decisiones de sus predecesores, que podían ser anuladas si era necesario) , censuró gravemente a los obispos galicanos acusadores –a los que calificó de maliciosos y turbulentos y pretendió excomulgar- , aconsejó paternalmente a los obispos africanos para que no se apresurasen a creer lo malo de su prójimo, y dijo que hubiera deseado que los africanos hubiesen podido oír las exposiciones de Celestio y Pelagio, a quienes llamó hombres de ortodoxia perfecta (absolutae fidei).
A pesar de la decisión del obispo romano, los obispos africanos se mantuvieron en su posición y reafirmaron la condenación de los errores pelagianos. Fue solamente frente a la firmeza de los africanos y a la condenación y destierro de Pelagio por la autoridad imperial (que vaticinaba un negro futuro para sus defensores) que Zósimo publicó su condenación de los pelagianos y sus escritos. Lo hizo muy tarde para defender la ortodoxia, que ya había sido reivindicada por los obispos de la Galia y del África, y apenas a tiempo para salvar su propio pellejo de la acusación de herejía. Así que, si Zósimo no era pelagiano, al menos se tragó la carnada pelagiana con anzuelo y plomada, se atrevió a amonestar a los obispos que defendían la ortodoxia, y reaccionó en el instante final. Por cierto, un papel muy triste para un pastor y maestro supremo.
Y si bien el problema del pelagianismo fue mucho más grave, la nueva controversia sostenida con los africanos a propósito de las apelaciones, lo muestra al pobre Zósimo como muy poco avezado también en cuestiones de disciplina eclesiástica, otra área en la cual se enseña hoy que las decisiones de los papas son inapelables. El Código de Derecho Canónico vigente establece:
“El Romano Pontífice es juez supremo para todo el orbe católico, y dicta sentencia o personalmente, o mediante los tribunales ordinarios de la Sede Apostólica, o por jueces en los cuales delega.” (# 1442)
“No cabe apelación: 1º contra la sentencia del mismo Sumo Pontífice o de la Signatura Apostólica...” (# 1629).
“No cabe apelación ni recurso contra una sentencia o un decreto del Romano Pontífice.” (# 333, § 3).
“Por razón del Primado del Romano Pontífice, cualquier fiel puede llevar o introducir ante la Santa Sede una causa, tanto conteciosa como penal, en cualquiera instancia del juicio y cualquiera que sea el estado en el que se encuentre el litigio.” (# 1417.1).
Parece que los obispos africanos del siglo V no estaban enterados de estas leyes
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

C. El caso de Vigilio, un papa en extremo vacilante, muy poco apto para ser maestro supremo de la cristiandad.
A pesar de las definiciones de Calcedonia, el monofisitismo (doctrina de una única naturaleza divino-humana en Cristo) distaba de estar vencido. Mientras que las iglesias de Occidente se aferraban a lo proclamado por Calcedonia, el emperador Justiniano favorecía la herejía monofisita.
En esta situación el obispo de Roma, Vigilio, puesto allí por el mismo emperador, se hallaba en una incómoda posición. Aunque intentó resistir los decretos imperiales, una visita obligada a la corte bizantina hizo que , en 548, en el documento Iudicatum, suscribiese la condenación imperial de los escritos de tres teólogos antioquenos (detestados por los monofisitas) : Teodoro de Mopsuestia , Teodoreto de Ciro e Ibas de Edesa. Al mismo tiempo que hacía esto, intentaba sostener las decisiones de Calcedonia.
Aparentemente Vigilio deseaba quedar bien con ambas partes. Sin embargo, los obispos occidentales no estaban dispuestos a tolerar semejante actitud. Fue considerado un violador de la ortodoxia, y se lo tuvo por hereje en las Galias, Dalmacia, Iliria y en el África, donde en 550 fue excomulgado por un sínodo.
Ante esta reacción, Vigilio anuló su propio escrito y sugirió convocar un concilio general en el cual hubiese igual representación de los obispos occidentales que de los orientales. Esto le malquistó con el emperador y con los obispos orientales. Como respuesta a las pretensiones del obispo romano, Justiniano convocó a un concilio ecuménico, el II de Constantinopla de 553, del cual el papa quedó excluido. El Concilio le acusó de nestorianismo. Vigilio fue desterrado, y su nombre borrado de los registros y documentos oficiales.
Por tercera o cuarta vez, luego de seis meses de exilio, el desafortunado obispo romano cambió nuevamente de opinión y aceptó las resoluciones del II Concilio de Constantinopla. En una carta que dirigió al patriarca Eutiquio de Constantinopla, confesaba haber sido un instrumento en manos de Satán, pero había sido finalmente iluminado por Dios. Luego de esta capitulación, le fue permitido regresar a Roma, cosa que nunca llegó a hacer porque falleció en el camino.
De Vigilio puede decirse con justa razón que sus contemporáneos, primero de Occidente y luego de Oriente, le tuvieron por hereje . Sus marchas y contramarchas en el terreno doctrinal lo tornaban en extremo inepto como maestro y pastor supremo de la cristiandad (idea que, sospecho, le hubiera resultado entonces por igual de ridícula a los obispos de Oriente como a los de Occidente).
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Luis Fernando dijo:
Al Papa Liberio, si se le puede acusar de algo es de no haber soportado una situación de destierro y falta de libertad. Pero nadie con dos dedos de frente puede pensar que él firmó una declaración ex-cathedra cuando estaba preso.
Es como si alguien dijera que los secuestrados que piden cosas que les dictan sus secuestradores en realidad están plenamente de acuerdo con lo que piden

¿A si? ¿Y que me dices de eso?
"Atanasio, quien fue obispo de la ciudad de Alejandría, fue condenado por mi y separado de la comunión de la Iglesia de Roma" (19).

Al citar estas cartas, Hilario de Poitiers no puede contener su indignación:

"Esta es la perfidia arriana... A ti Liberio, digo; anatema. Y a todos tus cómplices" (20>.

¿Y que me dices de los cristianos que prefirieron la muerte ante de renegar de su fe?

¿Y que me dices de Atanasio que sufrio exilio y prisiones antes de abjurar de su fe?

Sigue, sigue que hay mucho más.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Seguimos con el muy bendito y sobre todo ortodoxo papa Honorio, el mejor de los infalibles.

. El caso del papa Honorio, cuya condenación como hereje permaneció en el breviario romano hasta el siglo XVIII , cuando fue piadosamente omitido.
Honorio sucedió a Bonifacio V, fue obispo de Roma entre octubre-noviembre de 625 y el 12 de octubre de 638. La condenación de Honorio por el III Concilio de Constantinopla muestra cabalmente de que el obispo de Roma estaba sujeto a la misma disciplina que los demás obispos, y que podía ser disciplinado si erraba como maestro y pastor. La Iglesia antigua no conoce nada de la actual doctrina de la infalibilidad sancionada por Roma hace poco más de un siglo. El contexto histórico es el de la herejía monotelita, que enseñaba la existencia de una sola voluntad en Cristo, lo que tendía a minimizar la naturaleza humana de nuestro Señor como antes lo habían hecho los monofisitas.
El emperador Heraclio deseaba conciliar a los monofisitas con los ortodoxos, y una fórmula que parecía adecuada para ambos bandos le fue remitida a Sergio, patriarca de Constantinopla. A su vez Sergio le envió a Honorio de Roma una carta dogmática, solicitando su opinión.
Honorio aceptó la fórmula de compromiso entre monofisismo y ortodoxia (“Estas cosas predicará vuestra fraternidad con vosotros, así como nosotros las predicamos juntamente con vos”, dijo a Sergio). Lo que es peor, en lugar de “una energía” como los griegos, Honorio expresó: “También confesamos una sola voluntad de nuestro Señor Jesucristo” (ver Denzinger 251). La enseñanza de Honorio dio origen a la formulación del monotelismo (una voluntad).
Frente al hecho de que como obispo de Roma, consultado formalmente por el obispo de Constantinopla, confirmó a éste en su error en lugar de corregirlo, Honorio recibió de Sofronio, patriarca de Jerusalén, y de otros obispos, un documento que defendía la ortodoxia. Como respuesta, Honorio escribió una segunda carta a Sergio, donde ratificaba y ampliaba lo dicho; la carta concluía:
“y estas cosas hemos decidido manifestar a vuestra muy santa fraternidad para que, estableciendo esta confesión, podamos mostrarnos como de una misma mente con vuestra santidad, estando claramente de acuerdo en un mismo espíritu, con una misma enseñanza de la fe ... Y hemos escrito a nuestros colegas y hermanos, Ciro y Sofronio, para que no persistan en la nueva expresión de una o dos energías.”
Los defensores de la infalibilidad papal han empleado sin éxito diversas tácticas para soslayar la condenación de Honorio: a partir de la época de Torquemada, se cuestionaron las actas del Concilio que condenó a Honorio; posteriormente, al fracasar esto, se quiso reinterpretar lo dicho por Honorio para tomarlo en sentido ortodoxo (supongo que por esta razón su declaración se publica en el Denzinger). Otra artimaña de valor histórico fue tomar la enseñanza de Honorio como la opinión de un teólogo privado. Al respecto dice John Chapman, autor del artículo sobre Honorio en la Catholic Encyclopedia: “La carta [de Honorio] no puede ser tenida como privada, pues es una respuesta oficial a una consulta formal.”
Sin embargo, Chapman a su vez recurre a otro subterfugio, a saber, que la carta supuestamente no define ni condena nada, ni se presenta como vinculante para todos los cristianos, por lo cual no puede considerársela “ex cathedra” según la moderna definición del Concilio Vaticano I (1870). De hecho, Honorio suscribe plenamente, con toda su autoridad, a lo dicho por Sergio, y para más agrega la confesión de “una sola voluntad”.
Más allá de las sutilezas, la cuestión es que por muchos siglos nadie puso en duda que Honorio fuese hereje.
Chapman dice de Honorio que “Su mayor notoriedad le ha venido por el hecho de que fue condenado como hereje por el sexto concilio ecuménico (680).”...
“ En la Sesión 13ª del 28 de marzo, las dos cartas de Sergio fueron condenadas, y el concilio añadió: «A aquellos cuyos impíos dogmas execramos, juzgamos que sus nombres también sean expulsados de la santa Iglesia de Dios ... Y además de estos decidimos que Honorio también, quien fue papa de la antigua Roma, sea con ellos expulsado de la santa Iglesia de Dios, y anatematizado con ellos, porque hemos hallado en su carta a Sergio que siguió la opinión de éste en todo, y confirmó sus dogmas impíos».
Estas últimas palabras son suficientemente verdaderas, y, si Sergio había de ser condenado, Honorio no podía ser rescatado. Los legados [papales] no objetaron su condenación.” ... “La condenación del papa Honorio fue retenida en las lecciones del Breviario para el 28 de junio (San León II) hasta el siglo XVIII ...”
(John Chapman, Pope Honorius I. Catholic Encyclopedia, vol. VII; negritas añadidas).
El Concilio dirigió una carta al entonces obispo de Roma, Agatón, en la cual se incluía a Honorio entre los que “erraron en la fe”.
En el Edicto imperial que otorgaba fuerza legal a las decisiones conciliares, se mencionaba como anatematizado a “Honorio, que fue papa de la antigua Roma, quien en todas las cosas promovió y cooperó y confirmó la herejía.”
La condenación de Honorio fue renovada por los Concilios II de Nicea (787) y IV de Constantinopla (869-870).
Aún antes del Concilio Ecuménico citado, un importante sínodo de Letrán en 649, presidido por un sucesor de Honorio, Martín (649-655) condenó a cualquiera que confesase una sola voluntad y operación en Cristo, lo cual de hecho incluía a Honorio, aunque quizá por vergüenza, su nombre no aparecía en la lista. El papa León II (682-683), sucesor de Agatón, reiteró la condenación de Honorio. En una carta al emperador dice del papa hereje que Honorio “no santificó esta apostólica Iglesia con la enseñanza de la tradición apostólica sino que con profana traición trastornó su fe inmaculada”. En otra parte lo coloca junto a otros herejes como Arrio, Apolinar, Nestorio y Eutiques. Durante varios siglos, el Liber Diurnus, que contenía los juramentos que cada obispo de Roma debía prestar, incluía un anatema contra “Honorio, que encendió el fuego de las afirmaciones impías.” Este anatema fue pronunciado por cerca de cincuenta papas que prestaron juramento en el lapso mencionado.
Honorio fue tenido por hereje durante siglos, y tal opinión generalizada, sostenida aún por decenas de sus sucesores, solamente ha sido cuestionada por su efecto pulverizador sobre la doctrina de la infalibilidad papal.
Que un obispo de Roma cayese en la herejía era una cosa poco frecuente, además de una gran desgracia; pero a nadie, ni siquiera a los propios obispos de Roma, se le pasaba por la cabeza que fuese imposible.
En definitiva, la historia muestra que la solución romanista para las diferencias en la interpretación de las Escrituras no es válida. La Iglesia hubiese admitido el arrianismo si hubiera capitulado con Liberio; hubiese afirmado el pelagianismo si los africanos no hubieran corregido a Zósimo; estaría aún vacilante si siguiese a Vigilio; y sería monotelita si de Honorio hubiese dependido. Como lo expresa muy bien George Salmon:
“Cuando se sugirió que podríamos contentarnos con la guía de las Sagradas Escrituras, los abogados del romanismo han replicado que aunque la Biblia pueda ser infalible no es una guía infalible; es decir, no protege a quienes la siguen del peligro de errar. Ciertamente ahora podemos decir otro tanto del papa . Que sea infalible, si queréis; que sea en su corazón de la más admirable ortodoxia, aún así no es un guía infalible si por sus afirmaciones públicas lleva al error al pueblo cristiano. Es indisputable que ha habido casos en que el pueblo cristiano hubiese errado si seguía la guía del obispo de Roma. Aún si fuese posible demostrar que ningún obispo de Roma jamás albergó sentimientos que no fuesen de la más rígida ortodoxia, quedaría demostrado que el papa no es una guía infalible.
Podemos señalar caso tras caso en el cual se le ha otorgado autoridad papal a decisiones que sabemos erróneas, y en cada caso puede hacerse algún intento ingenioso para mostrar que la decisión errónea no compromete el atributo de la infalibilidad; pero tarde o temprano los hombres deben despertar para ver que el resultado de todos estos pedidos de excepción es que, mientras esperaban un guía que siempre los dirigiese correctamente, ellos tienen en su lugar un guía que siempre puede hallar alguna excusa plausible para cada vez que los extravía.”(The Infallibility of the Church, pp. 441-442, vi; negritas añadidas).
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Tobi:
¿Y que me dices de los cristianos que prefirieron la muerte ante de renegar de su fe?

Luis:
Que obviamente eran mucho mejores que el Papa Liberio.

Tobi:
¿Y que me dices de Atanasio que sufrio exilio y prisiones antes de abjurar de su fe?

Luis:
Que obviamente era mucho mejor cristiano que el Papa Liberio.


Pero eso no cambia lo que he dicho antes:
Nadie con dos dedos de frente puede pensar que Liberio firmó una declaración ex-cathedra cuando estaba preso.

La infalibilidad papal no implica impecabilidad. Un Papa preso no puede enseñar libremente.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Luis Fernando dijo:
Tobi:
¿Y que me dices de los cristianos que prefirieron la muerte ante de renegar de su fe?

Luis:
Que obviamente eran mucho mejores que el Papa Liberio.

Tobi:
¿Y que me dices de Atanasio que sufrio exilio y prisiones antes de abjurar de su fe?

Luis:
Que obviamente era mucho mejor cristiano que el Papa Liberio.


Pero eso no cambia lo que he dicho antes:
Nadie con dos dedos de frente puede pensar que Liberio firmó una declaración ex-cathedra cuando estaba preso.

La infalibilidad papal no implica impecabilidad. Un Papa preso no puede enseñar libremente.

¿Te has olvidado del de la Caperucita Roja?
El cuento de la ex-cátedra sirve para todo lo que conviene.
Traducido es: "Ex-Cátedea = El papa es infalible menos cuando se equivoca.

Lo de un papa preso no puede enseñar libramente. Puede que no, pero nada le obliga a enseñar torcidamente. Con callarse habría bastado.
En cuanto a lo de la impecabilidad la confundes con la falsa enseñanza.
¿Que remedio, no?
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Todos los obispos de Roma, los que se sientan en el trono vaticano, son blasfemos, pues aceptan títulos que son de Dios: Santo Padre (DIOS EL PADRE), Sumo Pontífice (DIOS, EL HIJO) y Representante de Cristo (DIOS, EL ESPIRITU SANTO). No conforme con uno, el papa blasfema a la Santísima Trinidad.

León 13 llegó a decir: "El papa puede modificar la ley divina". Y justamente así lo hicieron: descuartizaron el Decálogo. Hay muchas otras sentencias que muestran que el papado es una institución diabólica. Nunca Cristo siquiera soñó con un líder máximo de su iglesia que viviera en tanta pompa, tuviera tantas riquezas y tuviera pretenciones de ser infalible.

Luis Cajiga, Puerto Rico
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Luis Cajiga dijo:
Todos los obispos de Roma, los que se sientan en el trono vaticano, son blasfemos, pues aceptan títulos que son de Dios: Santo Padre (DIOS EL PADRE), Sumo Pontífice (DIOS, EL HIJO) y Representante de Cristo (DIOS, EL ESPIRITU SANTO). No conforme con uno, el papa blasfema a la Santísima Trinidad.

León 13 llegó a decir: "El papa puede modificar la ley divina". Y justamente así lo hicieron: descuartizaron el Decálogo. Hay muchas otras sentencias que muestran que el papado es una institución diabólica. Nunca Cristo siquiera soñó con un líder máximo de su iglesia que viviera en tanta pompa, tuviera tantas riquezas y tuviera pretenciones de ser infalible.

Luis Cajiga, Puerto Rico

SERVANDO:

Pues si, Luis; y ¿que podemos hacer? seguir participando en base a la Biblia aunque se moleste el mismísimo satanás.

Un abrazo en Cristo .- Servando.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Luis Fernando dijo:
Tobi:
Un Papa preso no puede enseñar libremente.

Pablo se reiría a carcajadas de leer lo que has escrito :lol:
¿O es que por no haber sido papa él si podía enseñar, y dar cátedra estando preso?
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Lo que ocurre, igorcb, es que a falta de respuestas lógicas nos dan las ilógicas.
Pero lo cierto es que no entraran con el resto de papas herejes. No pueden econder dos hechos claros.
Primero que no hay tal infalibilidad.
Segundo que la sede romana se tuvo que sujetar a las decisiones conciliares.


Por eso su silencio nos da todas las respuestas
Un abrazo igorcb
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Tomado de "Los Papas de la Edad Antigua y Medieval"
por Luis Suárez
Catedrático de Historia Medieval. Miembro de la Real Academia de la Historia

Liberio (Papa desde el 17 de mayo 352 al 24 de septiembre de 366)
Las disputas teológicas.
La querella cristológica, una vez que los emperadores eran oficialmente cristianos, llegaba a su punto culminante: se trataba de acomodar el pensamiento helenístico, todavía muy vivo (Juliano, 361-363, sucesor de Constante II, 337-350, recurriría a él en su proyecto para prescindir del cristianismo en la reconstrucción del Imperio), a la fe cristiana. Constancio II, convertido en emperador único, estaba absolutamente decidido a luchar en esta línea, favoreciendo un arrianismo mitigado, por razones políticas: evitar la tremenda disociación que el cristianismo reclamaba. Liberio, nacido en Roma, se mostró defensor absoluto del Símbolo de Nicea, que garantizaba una fe en la divinidad de Jesucristo (omousios = consustancial al Padre), pero buscaba también vías de entendimiento entre las Iglesias. Pidió al emperador Constancio, como solución, la convocatoria de un concilio que decidiese, como ya sucediera en Nicea. Los consejeros de Constancio se mostraban vehementes enemigos de San Atanasio, en quien veían el principal protagonista de la radical oposición.
Los obispos occidentales se mostraron cada vez más partidario de san Atanasio; algunos de ellos escribieron al Papa pidiendo que se opusiera a su deposición. Constancio II aceptó la propuesta de convocatoria de un concilio, señalando la ciudad de Arles y el año 353; le influían poderosamente Ursacio y Valiente, que no habían renunciado a su posición antiniceana. La asamblea no se ocupó de aclarar la doctrina, sino de juzgar a Atanasio. Las presiones fueron tan fuertes que incluso los legados pontificios acabaron admitiendo la sentencia condenatoria. Liberio protestó, desautorizando a sus legados y reclamando una nueva convocatoria del concilio, esta vez en Milán (octubre 355). Se había producido entre los arrianos una división: mientras que los radicales afirmaban que Cristo era anomoios (= desemejante al Padre), un sector mayoritario se mostraba dispuesto a admitir una cierta omoia (= semejanza), aunque no extensiva a la esencia divina. Nuevamente en Milán triunfó la maniobra de centrar los debates en torno a la personia de Atanasio y no en la doctrina. Quienes se negaron a ratificar la sentencia, fueron desterrados. Tropas imperiales ocuparon Alejandría para capturar al "terco" patriarca, que pudo huir al desierto. Liberio fue conducido a Milán y, cuando se negó a capitular, se le aplicó la pena reservada a los funcionarios desobedientes: el confinamiento en Beroea (Tracia).
Cuando un funcionario imperial, culpable de desobediencia, era desterrado, perdía automáticamente su oficio. Así se hizo con Liberio: los partidarios del emperador procedieron a elegir un nuevo papa, Félix, el cual tardó bastante tiempo en aceptar, consciente de la impopularidad que despertaba su persona. El emperador se encontraba ante un nuevo problema: la consagración de Félix por tres obispos arrianos provocó un verdadero levantamiento en Roma: sus calles eran campo de una guerra civil. Constancio pensó que era conveniente propiciar el regreso de Liberio, haciéndole aceptar una fórmula, lo cual al parecer consiguió a principios del año 357. Así surge "la cuestión del Papa Liberio", que sería esgrimida en el Concilio Vaticano I como un argumento contra la infalibilidad pontificia. La pregunta es: ¿capituló el papa sometiéndose a una doctrina no ortodoxa? Sozomenos dio ya nua explicación que dejaba a salvo la integridad del papa, aunque autores como San Anastasio, san Jerónimo o Filostorgia hablan de una verdadera capitulación.
La cuestión de Liberio.
G. Moro ("La cuestión del papa Liberio", Revista Eclesiástica, 1936) entiende que para comprender lo sucedido es necesaria una referencia a los debates internos de los arrianófilos. Éstos, reunidos en Ancira (Ankara) en el año 358 habían hallado una fórmula que permitía decir de Cristo que era omoiousios (=semejante en esencia al Padre), la cual, traducida al latín, parecía compatible con la ortodoxa. Esta fórmula, conocida como la "tercera de Sirmium", fue la presentada precisamente en esta ciudad (la actual Mitrovica) y pudo ser aceptada por este. Quedaban matices muy fundamentales, pero había una posibilidad de entendimiento, algo que el propio Liberio buscaba. Los arrianos la rechazaron.
Constancio II autorizó el retorno de Liberio a Roma, aunque imponiendo la condición de que Félix conservara su condición de obispo, estableciéndose una especie de diarquía. El papa fue recibido con grandes aclamaciones ("un Dios, un Cristo, un obispo") y Félix tuvo que huir de la ciudad. Le debilitación del prestigio de Liberio fue la consecuencia de tan desdichados sucesos. Cuando el año 359 el emperador convocó un concilio en Rímini para intentar imponer en Occidente sus puntos de vista, no invitó al papa. Bajo la dirección de Constancio y de su equipo, la templada "tercera fórmula de Sirmium" parecía triunfar, revelando además que la "semejanza" se inclinaba más del lado de la distinción entre las esencias del Padre y del Hijo que del de la identidad. En este momento falleció Constancio II (3 de noviembre del 361) y su sucesor, Juliano, al rechazar a la Iglesia -será llamado "apóstata"- la dejó al mismo tiempo en libertad para resolver sus querellas. Liberio recobró la dirección y su energía. Restableció la comunión con Atanasio, que pudo regresar a Alejandría. En esta ciudad se reunió un sínodo que, reclamando el Símbolo de Nicea, acordó sin embargo medidas conciliatorias para que los disidentes pudieran retornar sin traumas a la unidad. Liberio operó de la misma manera: invitó a la comunión a todos los presentes en Rimini con la única salvedad de que debían aceptar el Símbolo de Nicea. Desde el 366 dicho Símbolo iba a convertirse en signo de identidad para la Iglesia universal.
Aunque la memoria posterior le haya sido desfavorable, hasta el punto de omitirse su nombre en la lista de santos, es evidente que su pontificado se cerró con un gran servicio a la unidad de la Iglesia y que su transitoria debilidad dialogante fue eficaz a la hora de evitar una ruptura entre Oriente y Occidente.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Estas dos aportaciones chocan de frente ante la realidad.
Primero esta:
6) Pero, sobre todo, tenemos las cartas del mismo Liberio escritas a los enemigos del credo niceno:

"Yo no defiendo a Atanasio... Habiendo sabido... que lo condenasteis justamente, inmediatamente di mi conformidad a vuestra sentencia... De manera que habiendo sido Atanasio expulsado de la comunión de todos nosotros... Os ruego que obráis conjuntamente para que pueda ser librado de este exilio y pueda volver a la sede que me fue confiada por Dios" (18).

En otra carta, dirigida a los herejes e intrigantes Ursacio y Valens, dice claramente:

"Atanasio, quien fue obispo de la ciudad de Alejandría, fue condenado por mi y separado de la comunión de la Iglesia de Roma" (19).

Al citar estas cartas, Hilario de Poitiers no puede contener su indignación:

"Esta es la perfidia arriana... A ti Liberio, digo; anatema. Y a todos tus cómplices"
(20>.

En segundo lugar, esta:
La decisión de Roma no zanjó la cuestión. Por esto, los emperadores convocaron el concilio de Sárdica en 344, presidido por Osio de Córdoba (27>. El concilio se puso del lado de Atanasio y confirmó «la decisión de nuestro hermano y colega Julio como justa> (28). Aquí, el concilio obró con toda autoridad, exaltando a Atanasio y excomulgando a otros. Julio escribió a Alejandría, congratulándose por la restauración de su obispo, el cual «fue declarado inocente, no sólo por uno sino por la voz de todo el concilio»

Los historiadores citados por L.F. pretenden ignorar que el concilio de Sárdica estuvo por encima del obispo de Roma. ¿Acaso Liberio dió validez a este concilio conforme a lo que exige el catecismo de la ICR actual y como requisito para que un concilio tenga validez?
Aquí no estamos juzgando las actitudes acertadas o desacertadas de un obispo de Roma, sino el alcance de su autoridad. ¿Donde está lo de Roma locuta, causa finita?
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Tobi:
Los historiadores citados por L.F. pretenden ignorar que el concilio de Sárdica estuvo por encima del obispo de Roma

Luis:
¡¡¡NO ME DIGAS!!!
Pero si resulta que fue convocado por la URGENTE PETICIÓN DEL PAPA JULIO I para solucionar el cirio que se había montado tras el de Nicea y resulta que en Sárdica se defendió el derecho de Atanasio a apelar a Roma. Respecto a Liberio, ¿todavía no te has enterado de que una vez libre del secuestro al que estuvo sometido se reconcilió plenamente con Atanasio de forma que éste pudo entonces, NO ANTES, regresar a Alejandría?
:dogpile:

Por cierto, el historiador citado por mí es miembro de Real Academia de la Historia y Catedrático de historia medieval
¿qué son los historiadores citados por Tobi?
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

He aquí una afirmación producto de la ancha manga de quien la ha incluido.
resulta que en Sárdica se defendió el derecho de Atanasio a apelar a Roma.
¿Por qué no apeló a Roma cuando Liberio le condeno? ¿Roma le excomulga y dices que puede apelar a Roma?
Eso está en la misma linea de la afirmación que el papa Zósimo convocó el concilio de Gartago.
A eso le añade:
Por cierto, el historiador citado por mí es miembro de Real Academia de la Historia y Catedrático de historia medieval
¿qué son los historiadores citados por Tobi?
Hombre, los que yo cito está documentados en el comienzo de este epígrafe.
Pero te olvidas de una afirmación mía esencial.
Esta:
Aquí no estamos juzgando las actitudes acertadas o desacertadas de un obispo de Roma, sino el alcance de su autoridad. ¿Donde está lo de Roma locuta, causa finita?

Ahora te adjunto la de un profesor de Historia.
Espero que te complazca.
Liberio (17 de mayo del 352-24 de septiembre del 366). Nacido en Roma, fue elegido obispo de esta ciudad en la época en que el arrianismo controlaba prácticamente Oriente y el emperador Constancio II estaba forzando al episcopado occidental a seguir la misma línea. Para hacer frente a las presiones imperiales, Liberio convocó un concilio general en Milán (355). Sin embargo, el emperador logró que los obispos -con sólo tres excepciones- suscribieran la condena de Atanasio. A continuación el papa, llevado por la fuerza a Milán, donde se negó a ceder, fue desterrado a Berea. Allí se produjo un episodio que sigue siendo objeto de controversia ya que Liberio, solo y presionado por el obispo local, se desmoronó totalmente y aceptó tanto la condena de Atanasio como el Primer Credo de Sirmio, de contenido ambiguo. Estos actos -que convirtieron a Liberio en un hereje- respondían a una clara sumisión al emperador. En cuatro cartas escritas en el 357 a obispos arrianos, Liberio reconoció que estaba dispuesto a todo con tal de que se le permitiera volver a casa. Al año siguiente fue llevado a Sirmio, donde firmó una fórmula que negaba el símbolo de Nicea, si bien declaraba que el Hijo era como el Padre en ser y en todo. En su ausencia Félix fue elegido papa, pero éste llegó a un acuerdo con Liberio en virtud del cual Roma se convirtió en una sede bicéfala. El prestigio de Liberio experimentó un desdoro tan grave que ni siquiera fue invitado al sínodo de Rímini (359). A la muerte del emperador Constancio (361), Liberio volvió a defender la fe nicena con lo que, al menos en parte, corrigió los nefastos efectos de su postura inicial. Sin embargo, el hecho de que hubiera sido hereje -siquiera durante un tiempo- constituyó un baldón para la sede romana. Durante el concilio Vaticano I su ejemplo fue uno de los aducidos por los adversarios de la creencia en la infalibilidad papal para negar base histórica a la misma.


César Vidal Manzanares – Historia de los papas. Ed. Península

Las negritas son mías.







Liberio (17 de mayo del 352-24 de septiembre del 366). Nacido en Roma, fue elegido obispo de esta ciudad en la época en que el arrianismo controlaba prácticamente Oriente y el emperador Constancio II estaba forzando al episcopado occidental a seguir la misma línea. Para hacer frente a las presiones imperiales, Liberio convocó un concilio general en Milán (355). Sin embargo, el emperador logró que los obispos -con sólo tres excepciones- suscribieran la condena de Atanasio. A continuación el papa, llevado por la fuerza a Milán, donde se negó a ceder, fue desterrado a Berea. Allí se produjo un episodio que sigue siendo objeto de controversia ya que Liberio, solo y presionado por el obispo local, se desmoronó totalmente y aceptó tanto la condena de Atanasio como el Primer Credo de Sirmio, de contenido ambiguo. Estos actos -que convirtieron a Liberio en un hereje- respondían a una clara sumisión al emperador. En cuatro cartas escritas en el 357 a obispos arrianos, Liberio reconoció que estaba dispuesto a todo con tal de que se le permitiera volver a casa. Al año siguiente fue llevado a Sirmio, donde firmó una fórmula que negaba el símbolo de Nicea, si bien declaraba que el Hijo era como el Padre en ser y en todo. En su ausencia Félix fue elegido papa, pero éste llegó a un acuerdo con Liberio en virtud del cual Roma se convirtió en una sede bicéfala. El prestigio de Liberio experimentó un desdoro tan grave que ni siquiera fue invitado al sínodo de Rímini (359). A la muerte del emperador Constancio (361), Liberio volvió a defender la fe nicena con lo que, al menos en parte, corrigió los nefastos efectos de su postura inicial. Sin embargo, el hecho de que hubiera sido hereje -siquiera durante un tiempo- constituyó un baldón para la sede romana. Durante el concilio Vaticano I su ejemplo fue uno de los aducidos por los adversarios de la creencia en la infalibilidad papal para negar base histórica a la misma.


César Vidal Manzanares – Historia de los papas. Ed. Península
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

He aquí una afirmación producto de la ancha manga de quien la ha incluido.
resulta que en Sárdica se defendió el derecho de Atanasio a apelar a Roma.
¿Por qué no apeló a Roma cuando Liberio le condeno? ¿Roma le excomulga y dices que puede apelar a Roma?
Eso está en la misma linea de la afirmación que el papa Zósimo convocó el concilio de Gartago.
A eso le añade:
Por cierto, el historiador citado por mí es miembro de Real Academia de la Historia y Catedrático de historia medieval
¿qué son los historiadores citados por Tobi?
Hombre, los que yo cito está documentados en el comienzo de este epígrafe.
Pero te olvidas de una afirmación mía esencial.
Esta:
Aquí no estamos juzgando las actitudes acertadas o desacertadas de un obispo de Roma, sino el alcance de su autoridad. ¿Donde está lo de Roma locuta, causa finita?

Ahora te adjunto la de un profesor de Historia.
Espero que te complazca.
Liberio (17 de mayo del 352-24 de septiembre del 366). Nacido en Roma, fue elegido obispo de esta ciudad en la época en que el arrianismo controlaba prácticamente Oriente y el emperador Constancio II estaba forzando al episcopado occidental a seguir la misma línea. Para hacer frente a las presiones imperiales, Liberio convocó un concilio general en Milán (355). Sin embargo, el emperador logró que los obispos -con sólo tres excepciones- suscribieran la condena de Atanasio. A continuación el papa, llevado por la fuerza a Milán, donde se negó a ceder, fue desterrado a Berea. Allí se produjo un episodio que sigue siendo objeto de controversia ya que Liberio, solo y presionado por el obispo local, se desmoronó totalmente y aceptó tanto la condena de Atanasio como el Primer Credo de Sirmio, de contenido ambiguo. Estos actos -que convirtieron a Liberio en un hereje- respondían a una clara sumisión al emperador. En cuatro cartas escritas en el 357 a obispos arrianos, Liberio reconoció que estaba dispuesto a todo con tal de que se le permitiera volver a casa. Al año siguiente fue llevado a Sirmio, donde firmó una fórmula que negaba el símbolo de Nicea, si bien declaraba que el Hijo era como el Padre en ser y en todo. En su ausencia Félix fue elegido papa, pero éste llegó a un acuerdo con Liberio en virtud del cual Roma se convirtió en una sede bicéfala. El prestigio de Liberio experimentó un desdoro tan grave que ni siquiera fue invitado al sínodo de Rímini (359). A la muerte del emperador Constancio (361), Liberio volvió a defender la fe nicena con lo que, al menos en parte, corrigió los nefastos efectos de su postura inicial. Sin embargo, el hecho de que hubiera sido hereje -siquiera durante un tiempo- constituyó un baldón para la sede romana. Durante el concilio Vaticano I su ejemplo fue uno de los aducidos por los adversarios de la creencia en la infalibilidad papal para negar base histórica a la misma.


César Vidal Manzanares – Historia de los papas. Ed. Península

Las negritas son mías.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Tobi:
¿Por qué no apeló a Roma cuando Liberio le condeno? ¿Roma le excomulga y dices que puede apelar a Roma?

Luis:
Pero si precisamente Atanasio apeló a Roma porque en Oriente le habían excomulgado y expulsado de su sede. Pero si precisamente el emperador secuestró y desterró al Papa para que condenara a Atanasio porque sabía que sin la condena papal no valían de NADA todas las condenas eclesiásticas contra el Patriarca de Alejandría. Liberio, preso, aceptó condenar a Atanasio. Sin duda fue una caída indigna, como lo fue la caída de Pedro al negar tres veces a Cristo aunque ciertamente es peor negar a Cristo que a Atanasio y sin embargo, Cristo restauró a Pedro después de su negación.
De la misma manera, una vez que Liberio fue libre, levantó la excomunión a Atanasio el cual, entonces (no antes ni después), volvió a su Sede. Es decir, cumplió EXACTAMENTE aquello que en su día dijo Cristo a Pedro: "y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos". Efectivamente, una vez que Liberio volvió, confirmó a sus hermanos, empezando por Atanasio.
Además, el problema es que entonces TODOS los patriarcados de Oriente, tras el exilio de San Atanasio, estaban en manos de arrianos o semiarrianos. Liberio quiso, y de hecho consiguió reconciliar con la Iglesia al sector menos heterodoxo de los semiarrianos, conminándoles a aceptar el símbolo de Nicea.

Ah, y no hace falta que señales en negrita que el caso de Liberio salió en medio del debate sobre el dogma de la infalibilidad papal. Eso ya lo comenta el historiador Luis Suárez. La redacción de dicho dogma hace que sea de todo punto imposible encajar lo ocurrido con Liberio dentro de las necesarias condiciones para que se dé la infalibilidad. El Papa no es infalible SIEMPRE, sino sólo en ocasiones muy limitadas.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

El Papa no es infalible SIEMPRE, sino sólo en ocasiones muy limitadas.

¿Por que no nos enumeras cuales son estas condiciones?

He aquí lo que dice Cesar Vidal:
Durante el concilio Vaticano I su ejemplo fue uno de los aducidos por los adversarios de la creencia en la infalibilidad papal para negar base histórica a la misma.
Por lo visto los conciliares opositores del Vaticano I sabían mucho menos de lo que sabe L.F.P.

Esta fué la sentencia de Liberio
"Atanasio, quien fue obispo de la ciudad de Alejandría, fue condenado por mi y separado de la comunión de la Iglesia de Roma" (19).
¿Fue este el resultado de haber apelado a Roma?

Tambien sabia menos
Hilario de Poitiers que no puede contener su indignación y escribió:

"Esta es la perfidia arriana... A ti Liberio, digo; anatema. Y a todos tus cómplices" (20>.
Por eso mi pregunta, fue:
¿Cuando fue Liberio infalible? ¿Cuando condenó o cuando "absolvió"?

Pero hay un sutil detalle. Cuando Liberio sentencia que le separa de la comunión con la iglesia de Roma. ¿tuvo efectos entre las iglesias occidentales? ¿Lo tuvo en la iglesia de Alejandria?
¿Donde, pues, la autoridad de Roma sobre toda la cristiandad?
¿Donde la autoridad de Zósimo sobre el concilio de Cartago?
Ambos plegaron velas y a callar. Los concilios hablaron y siempre los obispos de Roma callaron hasta... despues del cisma mediante el cual se separaron de la catolicidad.
 
Re: Papas que cayeron en la herejia

Tobi:
¿Por que no nos enumeras cuales son estas condiciones?

Luis:
Porque ya lo he hecho en repetidas ocasiones en este foro. Si te interesa tanto saberlas, vas y lo buscas en mis mensajes.

Tobi:
He aquí lo que dice Cesar Vidal:
Durante el concilio Vaticano I su ejemplo fue uno de los aducidos por los adversarios de la creencia en la infalibilidad papal para negar base histórica a la misma.

Luis:
He aquí lo que dice Luis Suárez:
Así surge "la cuestión del Papa Liberio", que sería esgrimida en el Concilio Vaticano I como un argumento contra la infalibilidad pontificia.

O sea, parece que has descubierto América pero lo que dice César es algo sabido y que no niega ningún católico. Ante lo cual, te vuelvo a repetir lo mismo que en mi anterior mensaje: "La redacción de dicho dogma hace que sea de todo punto imposible encajar lo ocurrido con Liberio dentro de las necesarias condiciones para que se dé la infalibilidad. El Papa no es infalible SIEMPRE, sino sólo en ocasiones muy limitadas."


Tobi:
Por lo visto los conciliares opositores del Vaticano I sabían mucho menos de lo que sabe L.F.P.

Luis:
Por lo visto no sabes que en todos los debates habidos en concilios ecuménicos siempre han habido minorías que no estaban de acuerdo con lo que finalmente ha sido declarado dogmáticamente. Cualquier doctrina puede ser debatida sin caer en la herejía hasta que se promulga como dogma o como asunto "de fide". Después no. Eso es así desde el concilio de Jerusalén hasta el del Vaticano II.


Tobi:
Esta fué la sentencia de Liberio
"Atanasio, quien fue obispo de la ciudad de Alejandría, fue condenado por mi y separado de la comunión de la Iglesia de Roma" (19).
¿Fue este el resultado de haber apelado a Roma?

Luis:
No, fue ese el resultado del pecado de un Papa que cedió a las presiones de quienes le tenían secuestrado y alejado de Roma y que habían nombrado a un hereje como supuesto sucesor suyo. En cuanto Liberio regresó a Roma y fue libre de las presiones, se reconcilió con Atanasio y entonces éste regresó a Alejandría. Nadie niega que Liberio pecó. Se puede decir incluso que traicionó a Atanasio. Pero también Pedro negó a Cristo y, una vez vuelto, confirmó a sus hermanos. Exactamente igual que hizo Liberio. Una vez vuelto, confirmó a Atanasio y encima hizo la labor de recuperar para la comunión con la Iglesia al sector más decente de los semiarrianos, a los que conminó a firmar el símbolo de Nicea, cosa que hicieron.


Tobi:
Tambien sabia menos
Hilario de Poitiers que no puede contener su indignación y escribió:
"Esta es la perfidia arriana... A ti Liberio, digo; anatema. Y a todos tus cómplices"
Por eso mi pregunta, fue:
¿Cuando fue Liberio infalible? ¿Cuando condenó o cuando "absolvió"?

Luis:
Liberio no fue infalible nunca. Él no promulgó ningún dogma de fe, ni antes de ser preso, ni siendo preso, ni después de ser liberado. Cuando condenó, pecó. Cuando absolvió, hizo un acto de justicia. Pero si la opinión del Papa no hubiera sido determinante para la condición de Atanasio, ¿porqué la obsesión del Emperador en doblegar la voluntad del Papa con presiones y con destierro?
Porque sabía que sin la condena papal, Atanasio era legítimamente el Patriarca de ALejandría.

Tobi:
Pero hay un sutil detalle. Cuando Liberio sentencia que le separa de la comunión con la iglesia de Roma, ¿tuvo efectos entre las iglesias occidentales?

Luis:
Las iglesias occidentales sabían perfectamente cuáles eran las condiciones en las que se encontraba el Papa. No era libre para dictar en conciencia. No había ningún canon papal o conciliar que obligara a aceptar como válido un decreto redactado bajo condiciones leoninas y de presión militar. De la misma manera que la negación de Cristo por Pedro no perduró en el tiempo y no obligaba a la Iglesia, la caída de Liberio no perduró ni obligó a la Iglesia. Las puertas del Hades no prevalecieron.
Cuando el Papa fue liberado y regresó a Roma, el pueblo le recibió con entusiasmo y él pudo reconstruir lo que había quedado derribado. Y eso no lo niega ningún historiador.

Tobi:
¿Lo tuvo en la iglesia de Alejandria?

Luis:
La iglesia de Alejandría contaban con un patriarca hereje desde la salida de Atanasio. Y éste sólo regresó una vez que el Papa se reconcilió con él y el emperador que pretendía hacer triunfar el arrianismo había muerto. Porque dadas las circunstancias del momento, por mucho que un Papa restaurara al legítimo Patriarca de Alejandría, si el ejército imperial le impedía la entrada en su sede difícilmente podía regresar. No porque eclesialmente no tuviera derecho a ello sino porque la fuerza bruta lo impediría.


Tobi:
¿Donde, pues, la autoridad de Roma sobre toda la cristiandad?
¿Donde la autoridad de Zósimo sobre el concilio de Cartago?

Luis:
Tú te piensas que por repetir las cosas, ya tienen más consistencia. ¿Otra vez quieres que te copie lo que dijo San Agustín, el alma mater del concilio de Cartago sobre la autoridad de Zósimo? ¿pero no te das cuenta que lo único que hacer insistiendo en ello es darme la oportunidad de demostrar la autoridad papal?
Pues nada hombre, oooootra vez cito a San Agustín:
San Agustín
Ep 190,22.
"... (Pelagio y Celestio) con la vigilancia de concilios episcopales y con la ayuda del Señor que guarda su Iglesia, han sido condenados en toda la cristiandad por dos obispos venerables de la Sede Apostólica, el Papa Inocencio y el Papa Zósimo, a menos que se enmienden y hagan penintecia."

Citando la Epístola Tractaria de Zósimo
Ep 190,23 vol ii, p. 866
"En estas palabras de la Sede Apostólica, la fe católica es tan cierta, antigua y fundamentada que sería un pecado para un cristiano el dudar de ellas"


Venga, Tobi. Sigue haciendo lo que haces que a la causa de mi Iglesia en este foro le viene muy bien tu labor "apologética"
:bienhecho