Palabra del día: 17/06/2022
2 Co 9:7.- Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.
¿Cómo hemos de dar?
No de mala gana, no a la fuerza, no por aparentar, no por el qué dirán, no por norma, no por ley, no porque te digan que así lo tienes que hacer... y por sobre todo; NO POR RECIBIR NADA A CAMBIO. La palabra es clara: cada uno ha de dar según lo que haya dispuesto en su corazón. Y ha de hacerlo con alegría, sintiéndose gozoso por haber dado, sin la más mínima pretensión de recibir nada a cambio, y quedando plenamente en paz en su interior.
No, nadie te puede imponer que des, quien así lo haga te está forzando -en la mayoría de los casos manipulando- y ello te garantizo que no proviene de Dios, sino de un interés particular dado. Y atento, muy atento: ándate con cuidado con aquellos que te inciten a dar con palabras lisonjeras y con promesas de que recibirás mucho más a cambio, ello no procede de Dios, sino del maligno, por tanto, que si das con la intención de recibir a cambio, no estás dando de corazón, sino comerciando, haciendo un trueque, y lo que des ya no lo estás dando por amor, sino con la clara pretensión de salir tú beneficiado. DAR PARA RECIBIR, NO ES DAR, ES COMERCIAR, ya que lo haces por interés propio, que no por amor al prójimo, y mucho menos a Dios. Si cuando das, no lo haces de corazón, plenamente satisfecho, sino que lo haces de mala gana y sintiéndote forzado, y peor, con la intención de recibir a cambio, ello no te va a servir ante Dios para nada, estarás sembrando en vano. ¿Por qué? Te lo dice la palabra misma: DIOS AMA A LOS QUE DAN CON ALEGRÍA.
El diezmo, tal cual nos es presentado en el Antiguo Testamento, ya no existe, por tanto que ya no andamos según la ley. ¿Quiero decir con esto que ya no hay que dar? No, sí que hay que dar, pero ya no hay cantidades preestablecidas, ahora es según la cantidad que nos produzca alegría y gozo cuando la demos, según lo que hayamos dispuesto en nuestro corazón. Una cantidad que ha de ser libre, que en nada nos fuerce u obligue, ni imponga, ni afecte de modo alguno a nuestra paz interior. Todo lo que demos, lo hemos de dar de corazón. Solo así lograremos que sea una ofrenda del agrado de Dios, aceptada por él, y que producirá los frutos que Dios considere para nuestro bien mayor, y que llegarán a su debido tiempo, del modo y forma que Dios, y solo Dios, disponga. ¡A Él, y de Él, es todo mérito, honor y gloria! ¿Qué podríamos dar si Dios no nos lo hubiese dado antes?
Cuando des, ten presente, muy presente, que se lo estás dando a Dios. No a la persona necesitada, no al pastor, no al cura, no a la iglesia, no a la vecina o vecino... no: SE LO ESTÁS DANDO A DIOS. ¿Qué nos dice el Señor Jesucristo?:
Mt 25:40.- Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.
¿Entiendes ya por qué Dios ama a los que dan con alegría?
La gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, sea contigo.
En Cristo Jesús, Raül Gil - Lectio Divina
Última edición: