Palabra de Dios diaria (02-11-00)

2 Junio 1999
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Mensaje Diario - http://www.jesusvive.net/

Palabra de Dios diaria -- Lucas 9:62

Jueves, 2 de Noviembre de 2000

Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su
mano en el arado mira hacia atrás, es
apto para el reino de Dios.


-- Lucas 9:62


Pensamiento:

Algo que es muy necesario en nuestro
peregrinaje es el no poner nuestra
vista en el pasado. Lo que paso,
pasó; y Cristo nos enseña a mirar
hacia delante.


Oración:

Padre, te pido en el nombre de Jesús que
mi mirada este siempre puesta en el
futuro. No permitas que me fije en las
cosas del pasado. Amén.


Que Dios le bendiga.


¡Jesús Vive!


Tienes alguna Biblia que no uses, brindasela
a alguién que no tenga en tu ciudad para que
el Señor sea conocido en toda la tierra.
 
Lectura del segundo libro de los Macabeos 12, 43-46

En aquellos días:
Después de haber recolectado entre sus hombres unas dos mil dracmas, las envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. El realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos.
Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados.

Palabra de Dios.


Sal 129, 1-2. 3-4.5-6a. 6b-7. 8 (R.: 1a; o bien: cf. 5)

R. Desde lo más profundo te invoco, Señor.


Desde lo más profundo te invoco, Señor,
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria. R.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿Quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido. R.

Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora. R.

Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
él redimirá a Israel
de todos sus pecados. R.


X Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 24-26

Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
«Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos.»

Palabra del Señor.




Reflexión

Estos versículos están incluídos en la Oración Sacerdotal en la que Jesús ofrece al Padre en sacrificio su propia vida.
Jesús quiere que cada uno de los suyos conozca al Padre.

Cuando vivimos en comunidad el amor de Jesús, vamos a experimentar un anticipo, aunque imperfecto de la gloria que quiere darnos


Se cuenta que un Obispo, encargó a un artista un cuadro que representara la muerte. Después de poco, el pintor le mostró un primer bosquejo. Había dibujado a la muerte como un esqueleto con una guadaña en la mano.
La muerte quita la vida a los hombres como la guadaña corta el pasto, - dijo el pintor al obispo.-
Pero el Obispo no estuvo de acuerdo, le dijo:
Debes representar a la muerte, como un ángel con una llave de oro en la mano.

Nosotros, ¿cómo representaríamos la muerte?.

Cristo transformó la maldición de la muerte en una bendición.
Si los creyentes reflexionáramos profundamente sobre esto, nos daríamos cuenta que la muerte puede dolernos, apenarnos, pero jamás abatirnos.

Cuando lloramos a un muerto, porqué no preguntarnos ¿a quién lloramos? ¿ lo lloramos a él o lloramos por nosotros?
Es lógico que tengamos una sensación de pérdida, pero lo que no podemos en esos momentos es olvidarnos de lo que creemos.

Debemos fortalecernos para afrontar nuestra propia muerte y la de nuestros seres queridos. No vamos a poder evitar los sentimientos, pero debemos fortalecer nuestra fe.
La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre. Vida terrena que hay que ver como un tiempo de gracia y de misericordia que Dios nos ofrece para que nos realicemos como personas y decidamos nuestro destino.
Lo que debemos hacer es cada día tratar de incorporar la muerte... a la vida (por medio de la oración, la meditación), ...sin tenerle miedo. Esto nos va a ayudar a descubrir desde otro ángulo el amor extraordinario de Dios por cada uno de nosotros.

Nuestros muertos nos han precedido en el camino hacia Dios y en este día vamos a ofrecer por ellos nuestras oraciones, una misa, un rosario. El misterio de la Comunión de los Santos es tan grande, que podemos orar también por quienes han muerto en Cristo y esperan, quizá, esta caridad de nuestra parte para poder alcanzar la felicidad del paraíso. La Iglesia no abandona nunca a sus hijos difuntos. Pero es en las familias donde también podemos hacer oración, por aquellos a quienes la muerte ha llevado de nuestro lado, pero a los que seguimos queriendo.

Si morir no es despertar,
si es simplemente morir,
¿para qué, muerte, vivir?,
¿para qué, muerte, empezar
esta angustia, este llorar?
Mas, si eres umbral y puerta
del misterio, si honda y cierta
aseguras mi esperanza,
¡Qué cima de luz alcanza
viviendo una vida muerta! Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas