Padre Pío de Pietrelcina

Re: Padre Pío de Pietrelcina

Tonterias, esa es la opinión de Silvina Premat, quien evidentemente poco sabe de catolicismo. ¿Eso es todo lo que tienes?
 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

Tonterias, esa es la opinión de Silvina Premat, quien evidentemente poco sabe de catolicismo. ¿Eso es todo lo que tienes?

Creo que deberías enseñarle sobre la Regla de san Benito Abad y las oraciones en silencio que el pedía a sus monjes desde el siglo V.

Pax.
 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

Creo que deberías enseñarle sobre la Regla de san Benito Abad y las oraciones en silencio que el pedía a sus monjes desde el siglo V.

Pax.

Querido hermano católico.

Si quieres hacemos retiro espiritual en una cueva porque ustedes creen que la búsqueda de la espiritualidad es sumergirse en un pozo y dejar la mente en blanco para que el diablo gane ventaja sobre nuestros pensamientos y mi comida y mis pensamientos son la Palabra de Dios en gran parte de mis horas y doy gracias a Jesucristo porque bautizo con su Espíritu y no ando de aquí para allá con todo viento de doctrina que sale y está de moda .

Mis bendiciones.
 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

Tonterias, esa es la opinión de Silvina Premat, quien evidentemente poco sabe de catolicismo. ¿Eso es todo lo que tienes?

Querido caminante .

Juro que lo que escribí lo hice de mis propios pensamientos pero me sorprendí que hubiera una noticia sobre el tema en el mayor diario argentino y que concediera con que es una práctica oriental por lo tanto no es un invento mi reflección .

Mis bendiciones.
 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

Querido hermano católico.

Si quieres hacemos retiro espiritual en una cueva porque ustedes creen que la búsqueda de la espiritualidad es sumergirse en un pozo y dejar la mente en blanco para que el diablo gane ventaja sobre nuestros pensamientos y mi comida y mis pensamientos son la Palabra de Dios en gran parte de mis horas y doy gracias a Jesucristo porque bautizo con su Espíritu y no ando de aquí para allá con todo viento de doctrina que sale y está de moda .

Mis bendiciones.

Viniendo de un falso profeta como usted, son solo palabras sin sentido ni valor. Dios perdone tu impío proceder.

Pax.
 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

Viniendo de un falso profeta como usted, son solo palabras sin sentido ni valor. Dios perdone tu impío proceder.

Pax.

Siga buscando espiritualidad dónde no la hay y poniendo la mente en blanco con nuestro amigo Caminante ¿Seguramente verán los resultados, tarde o temprano? ,

Mis bendiciones
 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

"Para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz, la humillación, las pruebas y las negaciones. "


"Jamás pasó por mi mente la idea de una venganza. Recé por los detractores y rezo por ellos. Quizá alguna vez le dije al Señor: “Señor, si para convertirlos es necesario algún fustazo, hazlo, con tal que se salven”.


"En tus diarias infidelidades, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él."


"Como una señora admitiera que tenía cierta inclinación a la vanidad, el Padre comentó: - “¿Ha observado usted un campo de trigo en sazón? Unas espigas se mantienen erguidas, mientras otras se inclinan hacia la tierra. Pongamos a pruebe a los mas altivos, descubriremos que están vacíos, en tanto los que se inclinan, los humildes, están cargados de granos”


"La prudencia tiene ojos. El amor piernas. El amor, que tiene piernas, querría correr hacia Dios, pero su impulso es ciego, y uno tropezaría, de no estar dirigido por los ojos de la prudencia... "


"Ten por cierto que si a Dios un alma le es grata, más la pondrá a prueba. Por tanto, ¡Coraje! y adelante siempre."


"El demonio es como perro encadenado; si uno se mantiene a distancia de él, no será mordido."


"Jesús os guía hacia el cielo por campos o por desiertos - ¿que importancia tiene? Acomodaos a las pruebas que Él quiera enviaros, como si debieran ser vuestras compañeras para toda la vida; cuando menos lo esperéis, quizás queden resueltas."


"En una estampa representando la cruz, el Padre escribió estas palabras: “El madero no os aplastará; si alguna vez vaciláis bajo su peso, su poder os volverá a enderezar”."


"
Puede decirse con toda justicia que cada alma destinada a la gloria eterna es una de esas piedras indispensables. Cuando un constructor quiere levantar una casa, debe ante todo limpiar y nivelar el terreno; el Padre celestial procede de igual manera con el alma elegida que, desde toda la eternidad ha sido concebida para el fin que El se propone; por eso tiene que emplear el martillo y el cincel. Esos golpes de cincel son las sombras, los miedos, las tentaciones, las penas, los temores espirituales y también las enfermedades corporales. Dad pues, gracias al Padre celestial por todo lo que impone a vuestra alma. Abandonaos a Él totalmente. Os trata como trató a Jesús en el Calvario."



 
Re: Padre Pío de Pietrelcina

Si el Padre Pio como la historia lo demuestra enseño mentiras con la doctrina católica porque debería ser salvo, sí mintió y ayudo al Espíritu del Error a propagarse y es lo mismo que le sucedió a Juan Pablo II y con este sí testifico que fue "no" justificado porque fui testigo al tercer día de su muerte.
Mis bendiciones.
 
MILAGRO DEL PADRE PIO

Un hijo espiritual del Padre Pio, el sacerdote frances Jean Derobert fue fusilado pero un milagro del Padre Pío le devolvió a la vida y explica lo que vio en el Cielo.

Se trata del testimonio acreditado que el sacerdote aportó con vistas a la canonización del padre Pío y que se reproduce íntegro a continuación:
Querido padre:

Me habéis solicitado un resumen por escrito de la evidente protección de la que fui objeto en agosto de 1958, durante la guerra de Argelia.
En aquel momento formaba parte de los servicios sanitarios del ejército. Había observado que, en los momentos importantes de mi vida, el padre Pío, que me había tomado como su hijo espiritual desde 1955, me hacía llegar una carta en la que me prometía su oración y apoyo. Lo hizo antes de mi examen en la Universidad Gregoriana de Roma, y lo volvió a hacer en el momento en que tuve que unirme a los combatientes de Argelia.
El momento del fusilamiento

Una noche, un comando del FLN (Frente de Liberación Nacional argelino) atacó nuestro pueblo y rápidamente fui arrestado. Me llevaron a una puerta junto a otros cinco militares y allí nos fusilaron. Recuerdo que no pensé ni en mi padre ni en mi madre, a pesar de ser hijo único, sino que sólo experimenté una gran alegría puesto que “me disponía a ver lo que hay al otro lado”. Aquella misma mañana había recibido una carta del padre Pío con dos líneas manuscritas que decían: “La vida es una lucha, pero conduce a la luz” (subrayado dos o tres veces).
Inmediatamente experimenté la descorporeización. Vi mi cuerpo a mi lado, que yacía, cubierto de sangre, entre mis camaradas asesinados. Y empecé una curiosa ascensión por una especie de túnel.

De la nube que me rodeaba surgían rostros conocidos y desconocidos. Al principio aquellos rostros eran sombras; se trataban de personas poco recomendables, pecadores poco virtuosos. A medida que ascendía, los rostros con los que me encontraba eran cada vez menos luminosos.
Me sorprendía el hecho de poder caminar. Me dije que estaba fuera del tiempo y que por tanto había resucitado. Me sorprendía poder ver todo lo que me rodeaba sin tener que mover la cabeza. Me sorprendía sentir el dolor de las heridas producidas por las balas de los fusiles. Y comprendí que habían penetrado en mi cuerpo tan deprisa que no pude sentirlas.De pronto, mis pensamientos se dirigieron a mis padres. Inmediatamente me encontré en mi casa, en Annecy, en la habitación de mis padres, a los que contemplé mientras dormían. Intenté hablarles, pero sin éxito. Recorrí el apartamento y advertí que un mueble había sido cambiado de sitio. Unos días después escribí a mi madre y le pregunté por qué había cambiado aquel mueble. Ella me contestó por carta: “¿Cómo lo sabes?”.

Pensé en el Papa Pío XII, al que conocía bien (estudié en Roma) y, de pronto, me encontré en su habitación. Acababa de acostarse. Hablamos intercambiando pensamientos, pues era un hombre muy espiritual. Continué mi ascensión hasta que me encontré en medio de un paisaje maravilloso, envuelto en una luz dulce y azulada. Sin embargo, no había sol, "porque el Señor los alumbrará”, como dice el Apocalipsis.
Vi a miles de personas, todas de unos treinta años, pero me encontré con algunas a las que había conocido cuando estaban vivas. Una había muerto con ochenta años y parecía tener treinta, otra había muerto con dos años y todas tenían la misma edad.
Dejé aquel “paraíso” repleto de flores extraordinarias y desconocidas en la tierra. Y ascendí aun más. Allí perdí mi naturaleza humana y me convertí en una “gota de luz”.

Vi a muchas otras “gotas de luz” y supe que una era San Pedro, otra Pablo, otra Juan, o un apóstol, o un santo.
Después vi a María, maravillosamente bella con su manto de luz, que me recibió con una sonrisa indecible. Detrás de ella estaba Jesús, maravillosamente bello, y detrás, una zona de luz que supe que era el Padre, y en la que me sumergí.
Allí sentí la satisfacción total de todos mis deseos. Conocí la dicha perfecta.

De vuelta a la vida

Y bruscamente me encontré en la tierra, con el rostro en el polvo, entre los cuerpos cubiertos de sangre de mis camaradas.
Advertí que la puerta ante la que me encontraba estaba acribillada de balas, las balas que me habían atravesado el cuerpo, que mis ropas estaban agujereadas y cubiertas de sangre, que mi pecho y mi espalda estaban manchados de sangre prácticamente seca y ligeramente viscosa. Pero que estaba intacto. Fui a ver al comandante con aquella pinta. Él se acercó a mí y gritó: “¡Milagro!”.

Sin duda, esta experiencia me marcó mucho. Más tarde, cuando, liberado del ejército, fui a visitar al padre Pío, este me divisó desde lejos en la sala de San Francisco. Me hizo un gesto para que acercara y me ofreció, como siempre, una pequeña muestra de cariño.
A continuación me dijo estas sencillas palabras: “¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar! ¡Pero lo que viste fue muy bello!”. Y ahí se acabó su explicación.
Ahora puede entenderse por qué no tengo miedo a la muerte… Porque sé lo que hay al otro lado.

[Jean Derobert fue hijo espiritual del padre Pío. Falleció en el año 2013 y escribió un libro sobre la vida de este santo titulado Padre Pío, transparente de Dios. El padre Pío fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II con el nombre de San Pío de Pietrelcina.]
Derobert falleció en 2013 y escribió un libro sobre el Padre Pío, difundiendo su testimonio de esta experiencia milagrosa.
 
MILAGRO DEL PADRE PIO

Un hijo espiritual del Padre Pio, el sacerdote frances Jean Derobert fue fusilado pero un milagro del Padre Pío le devolvió a la vida y explica lo que vio en el Cielo.

Se trata del testimonio acreditado que el sacerdote aportó con vistas a la canonización del padre Pío y que se reproduce íntegro a continuación:
Querido padre:

Me habéis solicitado un resumen por escrito de la evidente protección de la que fui objeto en agosto de 1958, durante la guerra de Argelia.
En aquel momento formaba parte de los servicios sanitarios del ejército. Había observado que, en los momentos importantes de mi vida, el padre Pío, que me había tomado como su hijo espiritual desde 1955, me hacía llegar una carta en la que me prometía su oración y apoyo. Lo hizo antes de mi examen en la Universidad Gregoriana de Roma, y lo volvió a hacer en el momento en que tuve que unirme a los combatientes de Argelia.
El momento del fusilamiento

Una noche, un comando del FLN (Frente de Liberación Nacional argelino) atacó nuestro pueblo y rápidamente fui arrestado. Me llevaron a una puerta junto a otros cinco militares y allí nos fusilaron. Recuerdo que no pensé ni en mi padre ni en mi madre, a pesar de ser hijo único, sino que sólo experimenté una gran alegría puesto que “me disponía a ver lo que hay al otro lado”. Aquella misma mañana había recibido una carta del padre Pío con dos líneas manuscritas que decían: “La vida es una lucha, pero conduce a la luz” (subrayado dos o tres veces).
Inmediatamente experimenté la descorporeización. Vi mi cuerpo a mi lado, que yacía, cubierto de sangre, entre mis camaradas asesinados. Y empecé una curiosa ascensión por una especie de túnel.

De la nube que me rodeaba surgían rostros conocidos y desconocidos. Al principio aquellos rostros eran sombras; se trataban de personas poco recomendables, pecadores poco virtuosos. A medida que ascendía, los rostros con los que me encontraba eran cada vez menos luminosos.
Me sorprendía el hecho de poder caminar. Me dije que estaba fuera del tiempo y que por tanto había resucitado. Me sorprendía poder ver todo lo que me rodeaba sin tener que mover la cabeza. Me sorprendía sentir el dolor de las heridas producidas por las balas de los fusiles. Y comprendí que habían penetrado en mi cuerpo tan deprisa que no pude sentirlas.De pronto, mis pensamientos se dirigieron a mis padres. Inmediatamente me encontré en mi casa, en Annecy, en la habitación de mis padres, a los que contemplé mientras dormían. Intenté hablarles, pero sin éxito. Recorrí el apartamento y advertí que un mueble había sido cambiado de sitio. Unos días después escribí a mi madre y le pregunté por qué había cambiado aquel mueble. Ella me contestó por carta: “¿Cómo lo sabes?”.

Pensé en el Papa Pío XII, al que conocía bien (estudié en Roma) y, de pronto, me encontré en su habitación. Acababa de acostarse. Hablamos intercambiando pensamientos, pues era un hombre muy espiritual. Continué mi ascensión hasta que me encontré en medio de un paisaje maravilloso, envuelto en una luz dulce y azulada. Sin embargo, no había sol, "porque el Señor los alumbrará”, como dice el Apocalipsis.
Vi a miles de personas, todas de unos treinta años, pero me encontré con algunas a las que había conocido cuando estaban vivas. Una había muerto con ochenta años y parecía tener treinta, otra había muerto con dos años y todas tenían la misma edad.
Dejé aquel “paraíso” repleto de flores extraordinarias y desconocidas en la tierra. Y ascendí aun más. Allí perdí mi naturaleza humana y me convertí en una “gota de luz”.

Vi a muchas otras “gotas de luz” y supe que una era San Pedro, otra Pablo, otra Juan, o un apóstol, o un santo.
Después vi a María, maravillosamente bella con su manto de luz, que me recibió con una sonrisa indecible. Detrás de ella estaba Jesús, maravillosamente bello, y detrás, una zona de luz que supe que era el Padre, y en la que me sumergí.
Allí sentí la satisfacción total de todos mis deseos. Conocí la dicha perfecta.

De vuelta a la vida

Y bruscamente me encontré en la tierra, con el rostro en el polvo, entre los cuerpos cubiertos de sangre de mis camaradas.
Advertí que la puerta ante la que me encontraba estaba acribillada de balas, las balas que me habían atravesado el cuerpo, que mis ropas estaban agujereadas y cubiertas de sangre, que mi pecho y mi espalda estaban manchados de sangre prácticamente seca y ligeramente viscosa. Pero que estaba intacto. Fui a ver al comandante con aquella pinta. Él se acercó a mí y gritó: “¡Milagro!”.

Sin duda, esta experiencia me marcó mucho. Más tarde, cuando, liberado del ejército, fui a visitar al padre Pío, este me divisó desde lejos en la sala de San Francisco. Me hizo un gesto para que acercara y me ofreció, como siempre, una pequeña muestra de cariño.
A continuación me dijo estas sencillas palabras: “¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar! ¡Pero lo que viste fue muy bello!”. Y ahí se acabó su explicación.
Ahora puede entenderse por qué no tengo miedo a la muerte… Porque sé lo que hay al otro lado.

[Jean Derobert fue hijo espiritual del padre Pío. Falleció en el año 2013 y escribió un libro sobre la vida de este santo titulado Padre Pío, transparente de Dios. El padre Pío fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II con el nombre de San Pío de Pietrelcina.]
Derobert falleció en 2013 y escribió un libro sobre el Padre Pío, difundiendo su testimonio de esta experiencia milagrosa.
Si la historia es cierta, hay 2 alternativas, o las balas no le hicieron el daño como para matarlo y solo lo dejaron inconsciente o fue sin duda alguna una resurrección genuina reciente. Investigare mas.
 
Si la historia es cierta, hay 2 alternativas, o las balas no le hicieron el daño como para matarlo y solo lo dejaron inconsciente o fue sin duda alguna una resurrección genuina reciente. Investigare mas.

Mira luego de 13 años sigo dando testimonio de las mentiras de su Iglesia y sobre el Padre Pio también se escribió un libro de un periodista que hizo la investigación y compraba ácido carbólico para abrirse las heridas al farmacéutico cercano y cuando murió no tenía ningún rastro de sus falsos estigmas y a la muerte no se le pude engañar​

El ácido carbólico, conocido comúnmente como fenol ( C6H5OHcap C sub 6 cap H sub 5 cap O cap H), es un compuesto orgánico tóxico, de olor dulce, que se presenta como un sólido cristalino blanco y es usado históricamente como potente desinfectante y antiséptico, además de ser precursor en la fabricación de plásticos, resinas (como la baquelita), nilón, epoxis, detergentes y fármacos. Es cáustico y debe manipularse con cuidado, causando quemaduras químicas, y su intoxicación requiere atención médica inmediata.​

Me siento orgulloso del Espíritu Santo y que no ha dejado de acompañarme en tantos años de mi ministerio y que el fin del Padre Pio fue la adoración y el pecado de la idolatría a una nueva criatura y no pedirle a Dios y a Jesucristo y porque ellos no solo sanaran su cuerpo, sino también su alma y no morirán jamás.​

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Hasta mintieron que estaba incorrupto y lo que ven es una mascara de cera y como si la incorrupción por elementos quimicos o naturales sean prueba de su santidad y es toda una falsa construccion de las enseñanzas de la Iglesia Católica.​

 

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