Dios te bendiga Israel Robles.
Mi preocupación es que quede la epístola de Santiago como inspirada y mostrar que efectivamente están Santiago y Pablo enfrascados en una pelea... ambos luchando contra el mismo enemigo y no el uno contra el otro. Eso trataré de defender.
Lo primero es que quiero dejar de lado el fundamentalismo, yo no soy fundamentalista ni apoyo el fundamentalismo y aún así abogo por la inspiración e inerrancia de La Palabra. Creo que Las Escrituras no muestran unicidad técnica ni de fondo ni de forma, pero aún así son perfectamente Inspiración del Espíritu Santo lo que las exime de cualquier error. Ciertamente sería muy ingenuo e infantil hacer de lado las divergencias, tensiones y a-primera-vista contradicciones que se encuentran en Las Escrituras; a esto decía Agustín de Hipona que ante cualquier aparente error debe asumirse un error del traductor, del copista o del que lee y en última instancia ofrecer una lectura mística, alegórica o comparativa de lo escrito. Lo obvio es que las tensiones están ahí. Es obvio, sobre todo en el Nuevo Testamento, que los escritos fueron originados por situaciones específicas y estaban dirigidos a comunidades específicas; al igual de obvio es que cada autor tiene una intención y dirección teológica-dogmática distinta y eso no se escapa del resultado final al que hemos considerado canónico, que algunas veces no parece estar tan bien acoplado como una Orquesta Sinfónica . En eso, creo, estaremos de acuerdo.
Antes de entrar de lleno en Santiago y Pablo le respondo a sus preguntas:
Bien. A Pablo Dios le hizo saber que ningún acto que el hombre hiciere le podría otorgar justificación; es decir, nada que el homber hiciese sería lo suficientemente eficiente como para ganarse la aprobación y el visto bueno de Dios, nada. No porque Dios no lo aceptaría sino precisamente por la imposibilidad del hombre de hacer algo que le pudiera cambiar el estado en el que estaba su alma, su vida y todo su cuerpo, él era un esclavo del pecado, vendido al demonio y nada que el hombre pudiera hacer lo libraría de esa esclavitud. Repito, no porque Dios se negara a recibirlo o porque el hombre fuese "indigno" sino por la total y abrumador imposibilidad para librarse a sí mismo. Bien, Cristo nos salvó (Aleluya!) y no hay ninguna otra forma para aceptar esa salvación más que creyendo en Él y lo que Él había hecho, nada más. Cuando creemos, que indiscutible e inevitablemente implica que hemos reconocido que necesitamos salvación porque no nos la podemos aplicar nosotros mismos, Dios envía su Espíritu a morar en nosotros y el Espíritu logra con total y plena eficacia en nosotros la libertad de la esclavitud del pecado aplicándono los méritos que Cristo logró en la cruz; a partir de entonces Él renueva nuestra mente, alma y cuerpo y nos otorga la fortaleza para fructificar para el espíritu y no para la carne. Claro está, no es extirpada de nosotros la concupiscencia, pero ella en sí misma no es pecado, sino cuando la canalizamos y la morada de el Espíritu en nosotros nos garantiza que no será más fuerte el impulso de la concupiscencia que el suyo que nos capacita para resistir.
Ojo y atención! No estoy diciendo que el estado en el que nos incluye el Espíritu es lo que nos justifica, sino que ese estado es producido indefectiblemente por el Espíritu Santo y eso mismo es lo que dice Santiago.
La "comunidad" a la que Santiago le escribe es una comunidad que creyó que la Fe de la que hablaba el mal-interpretado Pablo era un fe estrictamente jurídica (cualquier parecido con la actualidad o el siglo XVI es mera coincidencia
). Esta comunidad pensaba que la justificación consistía en satisfacer a un Dios malhumorado con algo que le agradara. Aquella comunidad, estrictamente legalista, pensaba que la justificación se había resuelto en un tribunal donde ya eramos declarados inocentes y no le debíamos nada a nadie y encima se nos había entregado una licencia para pecar y Don Santiago les viene a explicar que La Justificación no es un declararnos libres sino un hacernos libres y que si libres entonces ya no seguimos más bajo la servidumbre de nuestros miembros. También les recordó Don Santiago que la pereza y la in-dolencia son pecados, quizá de los peores de todos. En nigún momento les quiso hacer creer que sus obras les otorgarían justificación, sino que la justificación realmente les entregaría a buenas obras y que si no era así pues no habían recibido la Justificación de Cristo en su Espíritu. No es nada productivo ni conduce a ningún sitio preguntarse que qué pasa con los que creen y mueren rápidamente, pues es obvio que se salvaron y Santiago no dice que esto no sea así, sino que el que dice creer y no produce los frutos de la libertad que otorga el Espíritu es porque su creencia (fe) no es la que otorga el Señor para salvación. No porque ella precisa de las obras, sino porque las produce inevitablemente y ellas a su vez implican el perfeccionamiento del estado del que las cumple.
Sé que esto dá para largo, pero hasta ahora creo que he dicho lo suficiente.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.
Mi preocupación es que quede la epístola de Santiago como inspirada y mostrar que efectivamente están Santiago y Pablo enfrascados en una pelea... ambos luchando contra el mismo enemigo y no el uno contra el otro. Eso trataré de defender.
Lo primero es que quiero dejar de lado el fundamentalismo, yo no soy fundamentalista ni apoyo el fundamentalismo y aún así abogo por la inspiración e inerrancia de La Palabra. Creo que Las Escrituras no muestran unicidad técnica ni de fondo ni de forma, pero aún así son perfectamente Inspiración del Espíritu Santo lo que las exime de cualquier error. Ciertamente sería muy ingenuo e infantil hacer de lado las divergencias, tensiones y a-primera-vista contradicciones que se encuentran en Las Escrituras; a esto decía Agustín de Hipona que ante cualquier aparente error debe asumirse un error del traductor, del copista o del que lee y en última instancia ofrecer una lectura mística, alegórica o comparativa de lo escrito. Lo obvio es que las tensiones están ahí. Es obvio, sobre todo en el Nuevo Testamento, que los escritos fueron originados por situaciones específicas y estaban dirigidos a comunidades específicas; al igual de obvio es que cada autor tiene una intención y dirección teológica-dogmática distinta y eso no se escapa del resultado final al que hemos considerado canónico, que algunas veces no parece estar tan bien acoplado como una Orquesta Sinfónica . En eso, creo, estaremos de acuerdo.
Antes de entrar de lleno en Santiago y Pablo le respondo a sus preguntas:
Me imagino que usted me hace una pregunta general y no que me pide que le haga una exégesis de Eclesiastés; creo que usted se conoce a donde llevan estas disquisiciones del Autor y creo que acordará conmigo que es fácil distinguir cuando el autor se refiere a sus pensamientos humanos y cuando habla en nombre de Dios. La "inspiración" implica que el Autor dice lo que Dios quiere que diga y que Dios vela porque todo lo que se dice se diga libre de error, pero no implica que todo lo que se ha dicho lo ha dicho Dios, y esto pasa tanto en el Apocalipsis como cuando Jeremías hace sus berrinches.Todas estas palabras fueron dichas por Salomón después de haberle dado “vuelo a la hilacha”, al final de su camino termino turbado y sus palabras estan llenas de hastio, sin esperanza y al mismo lugar manda al justo que al impio, alla donde no hay memoria, la pregunta es, Acaso no anula este hablar el justo juicio y galardon de Dios? o porque esta dentro del Canon no percibes la amargura de sus palabras y todo te parece inspiración?
Hasta donde tengo entendido esta carta se perdió, al igual que la Proto-Carta a los Corintios (1 Corintios 5, 9-11), y en eso no veo mayor problema; no creo que cada vez que Pablo hablaba era infalible e inspirado, ni Pedro, ni ningún otro Apóstol. No creo que el Canon sea algo mágico, como si Dios lo hubiese orquestado como un "script" hasta que llegase al acto final, esta idea se la inventaron los luteranos, junto con la inspiración verbal y la consecuente inerrancia verbal. Decía una mujer dedicada a las letras y al estudio de las Sagradas Letras que "Dios escribe derecho en líneas torcidas" y la inspiración en la que yo creo es una inspiración que incluye el contexto antropológico, literario y netamente humano de la Iglesia, que contiene sus limitaciones, deficiencias y errores; ese es el ambiente en el que Dios inspira y así mismo como fue inspirado cada libro fue inspirada la recopilación del Canon, en la Iglesia y por La Iglesia.La segunda pregunta, tu crees que la carta a los laodicences que Pablo equipara en valor a la carta a los Colocenses, y encargo que fuera leida a los Colocenses, no fue inspirada por el Espiritu Santo? Y si si lo fue, porque no aparecio en el Canon?
Bien. A Pablo Dios le hizo saber que ningún acto que el hombre hiciere le podría otorgar justificación; es decir, nada que el homber hiciese sería lo suficientemente eficiente como para ganarse la aprobación y el visto bueno de Dios, nada. No porque Dios no lo aceptaría sino precisamente por la imposibilidad del hombre de hacer algo que le pudiera cambiar el estado en el que estaba su alma, su vida y todo su cuerpo, él era un esclavo del pecado, vendido al demonio y nada que el hombre pudiera hacer lo libraría de esa esclavitud. Repito, no porque Dios se negara a recibirlo o porque el hombre fuese "indigno" sino por la total y abrumador imposibilidad para librarse a sí mismo. Bien, Cristo nos salvó (Aleluya!) y no hay ninguna otra forma para aceptar esa salvación más que creyendo en Él y lo que Él había hecho, nada más. Cuando creemos, que indiscutible e inevitablemente implica que hemos reconocido que necesitamos salvación porque no nos la podemos aplicar nosotros mismos, Dios envía su Espíritu a morar en nosotros y el Espíritu logra con total y plena eficacia en nosotros la libertad de la esclavitud del pecado aplicándono los méritos que Cristo logró en la cruz; a partir de entonces Él renueva nuestra mente, alma y cuerpo y nos otorga la fortaleza para fructificar para el espíritu y no para la carne. Claro está, no es extirpada de nosotros la concupiscencia, pero ella en sí misma no es pecado, sino cuando la canalizamos y la morada de el Espíritu en nosotros nos garantiza que no será más fuerte el impulso de la concupiscencia que el suyo que nos capacita para resistir.
Ojo y atención! No estoy diciendo que el estado en el que nos incluye el Espíritu es lo que nos justifica, sino que ese estado es producido indefectiblemente por el Espíritu Santo y eso mismo es lo que dice Santiago.
La "comunidad" a la que Santiago le escribe es una comunidad que creyó que la Fe de la que hablaba el mal-interpretado Pablo era un fe estrictamente jurídica (cualquier parecido con la actualidad o el siglo XVI es mera coincidencia

Sé que esto dá para largo, pero hasta ahora creo que he dicho lo suficiente.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.