ADOREN SÓLO A DIOS
 
»En Babilonia verán a la gente cargar 
sobre sus hombros ídolos de plata, 
de oro y de madera. 
Verán también cómo esa gente, 
que no cree en Dios, 
adora a esos ídolos.  
Cuando vean a esa gente 
marchar delante y detrás 
de esos ídolos para adorarlos, 
ustedes digan en voz baja: 
“Dios de Israel, 
solo a ti te debemos adorar”. 
Recuerden que el ángel de Dios 
está con ustedes, 
y que él sabe lo que ustedes piensan.  
»El escultor fabrica ídolos de oro y plata, 
y hasta les pone lengua, 
pero esos ídolos no pueden hablar 
porque son dioses falsos. 
La gente que no conoce a nuestro Dios 
adorna a sus dioses con diademas de oro, 
como si esos ídolos 
fueran muchachas coquetas. 
Además, a esos ídolos de oro, 
plata y madera los visten 
como si fueran personas; sin embargo, 
esos ídolos no pueden evitar 
que el óxido y la polilla los destruya. 
Aunque están cubiertos con ropa muy fina, 
no pueden protegerse del polvo 
que hay en el templo; 
por eso la gente tiene que limpiarles la cara. 
Hasta hay uno de esos ídolos 
con un bastón de mando en la mano, 
como si fuera el gobernador del país; 
pero si alguien lo insulta, 
no puede castigar al ofensor. 
Hay otro que lleva en la mano 
derecha una espada y un hacha; 
pero no se puede defender 
de sus enemigos ni de los ladrones. 
Como pueden ver, 
esos ídolos no son dioses; 
por lo tanto, no los adoren.  
»Los ídolos que están dentro 
de los templos no sirven para nada; 
son tan inútiles como un jarrón roto. 
Esos ídolos tienen los ojos llenos del polvo 
que levanta la gente al caminar. 
Los sacerdotes los encierran 
con todo tipo de cerraduras, 
para que nadie se los robe. 
¡Se parecen a los prisioneros 
condenados a muerte por haber ofendido al rey! 
En sus templos les encienden muchísimas lámparas, 
pero esos ídolos jamás las podrán ver, 
El humo que hay en sus templos 
les ha puesto negra la cara. 
Los murciélagos, las golondrinas 
y otros pájaros, se posan sobre ellos; 
¡hasta los gatos se echan sobre ellos! 
Como pueden ver, esos ídolos no son dioses; 
por lo tanto, no los adoren.  
»Cuando los estaban fabricando, 
ni se dieron cuenta; 
y aunque están recubiertos de oro, 
alguien tiene que pulirlos 
para que puedan brillar. 
Esos ídolos no tienen vida, 
pero salen muy caros. 
Si se caen, hay que levantarlos, 
y como no pueden caminar, 
hay que cargarlos. 
Para vergüenza de quienes los adoran, 
queda demostrado que no sirven para nada. 
Si los ponen de pie, no pueden moverse; 
si los acuestan, no pueden levantarse. 
Darles una ofrenda es como dársela a un muerto. 
También lloran a gritos delante de sus ídolos, 
como lo hace la gente en los funerales. 
Si la gente que los adora los trata bien o mal, 
esos ídolos no pueden responder. 
Si alguien les hace una promesa y no la cumple, 
ellos no pueden castigarlo por no cumplir. 
Esos ídolos no pueden hacer rico a nadie, 
ni siquiera darle unas monedas. 
Tampoco pueden poner o quitar reyes, 
ni librar al pobre del poderoso, 
ni salvar a nadie de la muerte. 
No pueden devolver la vista al ciego 
ni librar a nadie del peligro; 
tampoco pueden cuidar a las viudas 
ni ayudar a los huérfanos. 
Esos ídolos de madera, 
recubiertos de oro y plata, 
son tan inútiles como pedazos 
de piedra sacados de una montaña. 
Quienes los adoran quedarán en vergüenza. 
¡Qué ridículo es creer que esos ídolos son dioses!  
Y aunque se dan cuenta de que sus dioses 
no sirven para nada, 
los babilonios no se atreven a abandonarlos. 
¡No quieren reconocer que son unos tontos! 
»Los ídolos no son más que objetos 
hechos por artesanos; 
son lo que sus fabricantes quisieron que fueran. 
Y si los artesanos son simples mortales, 
¿cómo pueden pensar que sus obras son dioses? 
Lo único que esos artesanos les van a dejar 
a sus hijos son mentiras y fracasos.  
No se dan cuenta de que esos ídolos 
son falsos dioses, 
y que ni ellos mismos se pueden salvar. 
Tarde o temprano las naciones, 
junto con sus reyes, 
descubrirán que esos ídolos no son dioses, 
sino simples objetos 
hechos por simples mortales. 
No son más que madera recubierta de oro y plata, 
y no tienen ningún poder divino. 
¡Qué ridículo es creer que esos ídolos son dioses!  
Y si no pueden hacer justicia 
ni hacerle bien a la gente, 
es ridículo creer que son dioses. 
Por lo tanto, no los adoren.  
»Esos ídolos de madera, 
recubiertos de oro y plata, 
no sirven para nada; 
¡se parecen a un inútil espantapájaros 
en un campo de melones! 
También se parecen a los espinos en un jardín, 
donde se posan los pájaros; 
se parecen a un muerto 
abandonado en la oscuridad. 
Cuando ustedes vean cómo 
a esos ídolos se les pudren sus finos vestidos, 
podrán darse cuenta de que no son dioses. 
Finalmente, a ellos mismos se los comerá la polilla, 
y la gente que los adora quedará avergonzada.  
»La persona justa que no cree 
en dioses falsos es muy valiosa. 
A esa persona, Dios lo librará de todo castigo».
Carta de Jer 1:3, 5-8, 10-18, 20-26, 31, 33-39, 41, 45-47, 49-51, 63-64, 69-72 TLAI
https://bible.com/bible/178/lje.1_1.3-72.TLAI