LÍBANO
TURQUÍA
«Los malvados, que no quisieron reconocerte,
fueron golpeados por tu brazo poderoso.
Fueron perseguidos por terribles tormentas
y por un granizo destructor;
el fuego los carbonizó a todos.
El agua debió apagar el fuego,
pero más bien le dio fuerza.
¡La naturaleza peleó a favor de los buenos!
A veces el fuego disminuía,
para no destruir a los animales
que enviaste contra los malos.
Eso les sirvió de lección a los malvados
para que se dieran cuenta
que la justicia de Dios los perseguía.
Otras veces, aun en medio del agua
las llamas ardían con fuerza,
para destruir las cosechas
de aquella nación malvada.
En cambio, a tu pueblo le enviaste
desde el cielo un pan listo para comer,
que a todos les encantó.
¡Fue un manjar digno de ángeles!
Por medio de ese alimento
les mostraste tu ternura,
pues al comerlo,
cada uno sentía el sabor
de su comida preferida.
Aunque esa comida
parecía nieve o hielo,
no se derretía con el fuego.
Así, el fuego perdía su fuerza
para que los buenos pudieran comer.
Pero ese fuego, al mismo tiempo,
ardía en forma de rayos y relámpagos,
para que el furor de la tempestad
destruyera las cosechas de los enemigos.
Los elementos de la creación se someten a ti,
pues tú eres su creador.
Estos mismos elementos
se enfurecen contra los malvados,
pero se calman para favorecer
a los que confían en ti.
Por eso la naturaleza se transformó
por completo y se puso
al servicio de tu bondad.
Así ayudó en todo a tu pueblo.
Dios nuestro, tú permitiste
que todo eso pasara
para que aprendieran tus amados hijos
que no son las cosechas
sino tu palabra la que alimenta
a los que en ti confían.»
Sabiduría 16:16-26 TLAI