El siguiente epígrafe es para dar a conocer algunas historias verídicas de niños ejemplares que no se doblaron ante las adversidades y mantuvieron viva la llama de su fe a pesar de todo.
La primera historia es de Águeda Yi de Corea:
"Fue arrestada con su padre, Agustín Yi, y su madre, Bárbara Knoen, el 8 de abril de 1839 a la edad de diecisiete años.
La policía trató de persuadirla de negar a Cristo y al no lograrlo usó la tortura.
En los tormentos sus compañeros de cárcel vieron con claridad la fortaleza que Dios le concedió para no renegar.
También fue un milagro que conservara su virginidad en la cárcel en medio de los soldados durante los nueve meses de prisión.
Un día los guardias intentaron engañarla. Le comunicaron a ella y a su hermano Damián que sus padres habían renegado de la fe y que habían sido puestos en libertad.
Ella replicó: "si mis padres reniegan o no, es cosa suya. Por lo que nosotros respecta, no podemos traicionar al Señor de los cielos a quien hemos servido siempre".
Fue azotada 300 veces y golpeada 90, además de pasar sed, hambre y enfermedad. Lo que más le hizo sufrir fue la muerte de su padre, decapitado el 24 de mayo y de su madre, martirizada el 3 de septiembre.
Águeda murió estrangulada en la cárcel de Seúl el 9 de enero de 1840".
La primera historia es de Águeda Yi de Corea:
"Fue arrestada con su padre, Agustín Yi, y su madre, Bárbara Knoen, el 8 de abril de 1839 a la edad de diecisiete años.
La policía trató de persuadirla de negar a Cristo y al no lograrlo usó la tortura.
En los tormentos sus compañeros de cárcel vieron con claridad la fortaleza que Dios le concedió para no renegar.
También fue un milagro que conservara su virginidad en la cárcel en medio de los soldados durante los nueve meses de prisión.
Un día los guardias intentaron engañarla. Le comunicaron a ella y a su hermano Damián que sus padres habían renegado de la fe y que habían sido puestos en libertad.
Ella replicó: "si mis padres reniegan o no, es cosa suya. Por lo que nosotros respecta, no podemos traicionar al Señor de los cielos a quien hemos servido siempre".
Fue azotada 300 veces y golpeada 90, además de pasar sed, hambre y enfermedad. Lo que más le hizo sufrir fue la muerte de su padre, decapitado el 24 de mayo y de su madre, martirizada el 3 de septiembre.
Águeda murió estrangulada en la cárcel de Seúl el 9 de enero de 1840".