Re: Necesito escritos del Patriarca Focio
Subo un análisis dogmático que ha sido de mucha controversia desde tiempos de Focio hasta los presentes días entre Roma y Grecia, que luego estudiaré minuciosamente:
Sobre la procedencia del Espíritu Santo.
La enseñanza ortodoxa antigua sobre las cualidades personales del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo fue deformada por la iglesia latina con la creación de la doctrina de la procedencia atemporal y eterna del Espíritu Santo, del Padre y del Hijo (Filioque). La expresión que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo tiene su origen en San Agustín, quien en sus reflexiones teológicas se expresó de esa manera en algunos lugares de sus trabajos, aunque en otros confiesa que el Espíritu Santo procede del Padre. Habiendo aparecido esta expresión en occidente, empezó a difundirse allí en el siglo séptimo y se afirmó allí definitivamente en el siglo noveno. Aunque todavía en el comienzo del siglo 9, el papa León III aunque personalmente era partidario de esta enseñanza, prohibió modificar el texto del Símbolo de la fe Niceo Constantinopolitano a favor de la doctrina del Filioque y por ello ordenó grabar el símbolo de la Fe en su versión ortodoxa antigua (es decir, sin el Filioque) en dos tablas metálicas: en una en griego y en la otra en latín. Estas tablas fueron colocadas en la Basílica de San Pedro con la siguiente inscripción: "Yo, León, he puesto esto por amor a la fe ortodoxa y para su conservación." Esto ocurrió después del Concilio de Aajén (ocurrido en el siglo noveno, bajo el Emperador Carlomagno), como respuesta al pedido hecho al Papa por dicho concilio para que proclame el Filioque como doctrina de toda la Iglesia.
A pesar de ello, el nuevo dogma continuó dispersándose en Occidente, y cuando a mediados del siglo 9 los misioneros latinos fueron a Bulgaria, su credo contenía el Filioque.
A medida que las relaciones entre los Papas y la Ortodoxia Oriental se hacían más tensas, el dogma latino se fortalecía más y más en Occidente y, finalmente, fue declarado obligatorio. Esta doctrina luego fue heredada por el Protestantismo y la Iglesia Romana.
El dogma latino del Filioque es una desviación importante y sustancial de la verdad ortodoxa. Este dogma fue analizado en detalle y desechado especialmente por los Patriarcas
Fosio y Miguel, al igual que por el obispo Marcos de Efeso, quien participó del Concilio de Florencia. Adán Zernikav (siglo 18), convertido del catolicismo romano a la Ortodoxia, en su obra "Sobre la procedencia del Espíritu Santo" cita cerca de mil testimonios de las obras de los Santos Padres de la Iglesia a favor de la enseñanza ortodoxa del Espíritu Santo.
Más adelante, la iglesia romana, con fines "misioneros" aplaca la diferencia (mejor dicho, su substancialidad) entre la doctrina ortodoxa y la romana sobre el Espíritu Santo. Con ese mismo fin, los papas dejaron para los uniatas y el "rito oriental" el texto ortodoxo antiguo del Símbolo de la Fe, sin las palabras "y del Hijo." Tal procedimiento no debe comprenderse como una semi-negación oir part de Roma de su dogma. En el mejor de los casos, ello es sólo una visión encubierta de Roma, que la Ortodoxia Oriental está atrasada en lo que respecta a su desarrollo dogmático, y que hay que comportarse hacia este atraso con condescendencia ya que el dogma expresado en Occidente en su forma desarrollada (explicite, de acuerdo con la teoría romana "del desarrollo de los dogmas") está implícito en el dogma ortodoxo en su estado todavía no descubierto (implícito). Pero en los libros de Dogmática latinos, destinados al uso interno, encontramos un tratado especial sobre el dogma ortodoxo sobre la procedencia del Espíritu Santo como una "herejía." En la dogmática latina, oficialmente reconocida, del doctor en Teología A. Sandi, leemos: "Los griegos cismáticos son los opositores de dicha doctrina romana. Ellos enseñan que el Espíritu Santo procede del Padre. Ya en el año 808 los monjes griegos protestaban en contra de la inclusión por parte de los latinos de la palabra Filioque en el símbolo... No se sabe quién fue el iniciador de esta herejía" (Sinopsis Theologiae specialis. Autore D-re A. Sanda. Volum. I, pág. 100, Edit. Gerder, 1916).
Entretanto, el dogma latino no se corresponde ni con las Sagradas Escrituras, ni con la Sagrada Tradición, no se corresponde siquiera con la antigua tradición de la iglesia romana local.
Los teólogos romanos citan en su defensa una serie de pasajes del Santo Evangelio donde el Espíritu Santo es llamado "de Cristo," donde se dice que Él es otorgado por el Hijo de Dios: de allí sacan la conclusión que procede y del Hijo.
El más importante de estos pasajes, citados por los teólogos romanos son las palabras del Salvador a sus discípulos sobre el Espíritu Santo Consolador: "recibirá de lo mío y se lo anunciará a vosotros" (Jn. 16:14-15); las palabras del Apóstol Pablo: "envió Dios el Espíritu de Su Hijo a vuestros corazones" (Gál. 4:6); y del mismo Apóstol : "el que no tiene el Espíritu de Cristo, no puede ser de Cristo" (Rom. 8:9); y el evangelio de San Juan: "sopló sobre ellos y dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn. 20:22).
Del mismo modo, los teólogos romanos encuentran en las obras de los Santos Padres de la Iglesia lugares donde con frecuencia se habla del envío del Espíritu Santo "por medio del Hijo," y a veces hasta de la "procedencia a través del Hijo."
Empero, ningún razonamiento puede cubrir las palabras absolutamente precisas del Salvador: "Consolador, el cual os enviaré del Padre" y las palabras: "Espíritu de Verdad, Quien procede del Padre." Los Santos Padres de la Iglesia no pudieron colocar otra cosa en las palabras "a través del Hijo" más de lo que contienen la Sagradas Escrituras.
En este caso, los teólogos católico-romanos confunden dos dogmas: el dogma de la existencia personal de las Hipóstasis y el dogma, inmediatamente ligado con este, pero al mismo tiempo singular, de la Consubstancialidad. Es una verdad cristiana irrefutable que el Espíritu Santo es consubstancial con el Padre y el Hijo, que por ello Él es el Espíritu del Padre y del Hijo, ya que Dios es Trinidad Consubstancial e Indivisible.
San Teodorito expresa esta idea de manera clara: "Del Espíritu Santo se dice, que no del Hijo, ni por el Hijo tiene existencia, sino que del Padre procede, es propio del Hijo como consubstancial con Él" (San Teodorito: Sobre el Tercer Concilio Ecuménico).
En los oficios Divinos ortodoxos con frecuencia escuchamos las palabras dirigidas a Nuestro Señor Jesucristo: "con Tu Espíritu Santísimo ilumínanos, guíanos, consérvanos…" También ortodoxa es la expresión "Espíritu del Padre y del Hijo." Pero estas expresiones se refieren al dogma de la consubstancialidad e imprescindiblemente se diferencian del otro dogma, es decir del nacimiento y procedencia, que según los Santos Padres muestran la primera Causa del Hijo y del Espíritu Santo. Todos los Padres orientales admiten, que el Padre es "m o n o V a i t i o V " — causa única del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso, cuando algunos Padres de la Iglesia usan la expresión "por el Hijo" justamente con esa expresión están protegiendo el dogma de la procedencia del Padre y la inalterabilidad de la formula dogmática "del Padre procede." Los Santos Padres utilizan la expresión "por el Hijo" para diferenciarla "del", referida sólo al Padre.
Es necesario añadir, que en las obras de algunos Santos Padres la expresión "por el Hijo" en la mayoría de los casos se refiere definitivamente a la aparición del Espíritu Santo en el mundo, es decir, a los actos providenciales de la Santísima Trinidad y no a la vida de Dios en Sí mismo. Cuando la Iglesia Oriental advirtió por primera vez la alteración de la doctrina del Espíritu Santo en Occidente y empezó a censurar a los teólogos occidentales en la innovación, se levantó San Máximo, el Confesor (siglo VII), queriendo defender a los latinos, justificando que ellos, con las palabras "del Hijo" tienen en vista indicar que el Espíritu Santo "por medio del Hijo se dispensa a la creación, se presenta, se envía," y no que el Espíritu Santo tenga en Él su existencia. El mismo San Máximo el Confesor, se erigió como estricto defensor de la doctrina de la Iglesia Oriental sobre la procedencia del Espíritu Santo del Padre y escribió un tratado especial sobre este dogma.
Sobre el envío Providencial del Espíritu Santo por el Salvador se dice en las palabras: "el cual Yo os enviaré de junto al Padre." Y de esta forma oramos: "Señor, que en la hora de tercia enviaste tu santísimo Espíritu a los discípulos, no lo quites de nosotros, ¡oh, Bueno! sino renuévanos a los que rogamos a ti."
Al mezclar los textos de las Sagradas Escrituras, donde se habla de la "procedencia" y el "envío" del Espíritu Santo, los teólogos romanos trasladan la idea de la relación providencial a la profundidad misma de la relación entre las Personas de la Santísima Trinidad.
Al introducir un nuevo dogma, la iglesia romana, transgredió no sólo la parte dogmática, sino también las disposiciones del Tercer Concilio Ecuménico y subsiguientes (IV — VII Concilios), que prohibían introducir cualquier clase de modificaciones en el Símbolo de la fe de Nicea, una vez que el Segundo Concilio Ecuménico le dio su forma definitiva. De esta manera, ella cometió una aguda infracción al Derecho Canónico.
Cuando los teólogos católico-romanos tratan de infundir la idea de que toda la diferencia entre el catolicismo romano y la Ortodoxia está en la enseñanza sobre el Espíritu Santo, es decir, que una enseña que el Espíritu procede "y del Hijo" y la otra "por el Hijo"; en esta afirmación se encubre por lo menos una incomprensión (aunque a veces nuestros escritores eclesiales también, siguiendo a los católico-romanos, se permiten repetir esta idea): ya que la expresión "por al Hijo" no es un dogma de la Iglesia Ortodoxa, sino solamente un procedimiento explicativo usado por alguno Santos Padres en la enseñanza acerca de la Santísima Trinidad. El sentido mismo de la enseñanza de la Iglesia Ortodoxa y la iglesia católico romana es sustancialmente diferente.
http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/teologia_dogmatica_pomazansky.htm#_Toc38173501