Mario DiamentCrónicas norteamericanas El "Gran hermano" más grande del mundo
MIAMI.- Louis Brandeis, uno de los más distinguidos miembros de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, definió magistralmente el concepto de libertad individual que la Constitución garantizaba a los norteamericanos como "el derecho a ser dejado en paz".
Un siglo más tarde y 11 de septiembre de 2001 mediante, Derek Smith, CEO de una compañía que vende servicios de informática al gobierno, prefiere formular la prerrogativa de esta manera: "Creo que uno tiene el derecho a la privacidad, pero no al anonimato", le dijo al periodista Peter Jennings.
Esta sutil diferencia constituye el tema central de "No place to hide" ("No hay dónde esconderse", un provocativo libro de reciente aparición, escrito por el periodista Robert O´Harrow Jr., de The Washington Post).
O´Harrow examina la inquietante alianza entre los organismos de seguridad del gobierno y un grupo de empresas de alta tecnología que no sólo alimenta una industria de miles de millones de dólares, sino que está transformando a los Estados Unidos en la sociedad más vigilada del planeta.
Empresas como SeisInt, Acxiom y ChoicePoint están dándole al aparato de espionaje del gobierno los recursos tecnológicos y las alternativas legales como para que ningún adulto en los Estados Unidos escape al escalofriante escrutinio.
Los espías
El Acta de la Privacidad de 1974, sancionada a la luz de las revelaciones sobre espionaje doméstico que emergieron durante el caso Watergate, restringía el derecho del gobierno a crear y mantener bases de datos sobre individuos, pero la limitación no se extendía a la empresa privada. Fue a este sector al que precisamente recurrió el gobierno cuando los atentados del 11 de septiembre catapultaron el tema de la seguridad interior a la cabeza de la lista de prioridades.
Hasta el momento de ser convocadas, este grupo de empresas líderes en el campo de la informática se ocupaba esencialmente de servir a la industria y el comercio.
Axiom es una de las mayores empresas de datos del mundo y su actividad consiste en colectar toda la información posible acerca de la mayor número posible de personas -datos como valor de la vivienda, tipo de auto que maneja, sueldo, número y edad de los hijos, hábitos de consumo- de manera de ofrecerles a sus clientes un volumen de información que le permita focalizar certeramente su producto.
En los hoteles y casinos de Las Vegas, por ejemplo, en el instante en que un visitante da su nombre en la recepción, un complejo mecanismo de identificación se pone en marcha. Para el momento en que se encamina hacia su habitación, el casino ya conoce la identidad, posición, propiedades, finanzas y antecedentes policiales del individuo.
ChoicePoint, en cambio, va más allá y no solo ofrece información, sino también inteligencia. Esto significa que sus computadoras procesan y comparan los datos, de la misma manera que lo haría un analista de la CIA, estableciendo modelos de comportamiento, relaciones, hábitos y preferencias.
SerisInt, por su parte, es la inventora de un sistema llamado Matrix, siglas que corresponden a "Multistate Anti-Terrorism Information Exchange". Este sistema posibilita, por ejemplo, que si alguien ha sido secuestrado, la conjunción de información sobre el lugar del rapto, el color del vehículo y la altura aproximada de los secuestradores, permita al sistema procesar en segundos las variables y producir una lista reducida de individuos con la capacidad de llevar adelante una operación de esa naturaleza.
Otras empresas contratadas por el gobierno son pioneras en el campo de la biométrica, la tecnología que combina las huellas digitales con el reconocimiento facial, scanners de iris y analizadores de voz para establecer la identidad de las personas.
"Los ataques al World Trade Center y al Pentágono no sólo provocaron duelo e ira -escribe. O´Harrow-. Lo que hicieron fue encender un intenso debate acerca del uso apropiado del poder del gobierno para inmiscuirse en la vida de sus ciudadanos."
Otras sociedades han pasado por la experiencia y las devastadoras consecuencias de suspender las garantías constitucionales en nombre de la seguridad. La diferencia, en el caso de los Estados Unidos, es que esta persistente erosión de la privacidad se lleva a cabo en asociación con la más poderosa tecnología del planeta.
Para el momento en que la histeria se disipe, la privacidad habrá pasado a ser una noción tan remota como el derecho a ser dejado en paz.
Por Mario Diament
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/680913
MIAMI.- Louis Brandeis, uno de los más distinguidos miembros de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, definió magistralmente el concepto de libertad individual que la Constitución garantizaba a los norteamericanos como "el derecho a ser dejado en paz".
Un siglo más tarde y 11 de septiembre de 2001 mediante, Derek Smith, CEO de una compañía que vende servicios de informática al gobierno, prefiere formular la prerrogativa de esta manera: "Creo que uno tiene el derecho a la privacidad, pero no al anonimato", le dijo al periodista Peter Jennings.
Esta sutil diferencia constituye el tema central de "No place to hide" ("No hay dónde esconderse", un provocativo libro de reciente aparición, escrito por el periodista Robert O´Harrow Jr., de The Washington Post).
O´Harrow examina la inquietante alianza entre los organismos de seguridad del gobierno y un grupo de empresas de alta tecnología que no sólo alimenta una industria de miles de millones de dólares, sino que está transformando a los Estados Unidos en la sociedad más vigilada del planeta.
Empresas como SeisInt, Acxiom y ChoicePoint están dándole al aparato de espionaje del gobierno los recursos tecnológicos y las alternativas legales como para que ningún adulto en los Estados Unidos escape al escalofriante escrutinio.
Los espías
El Acta de la Privacidad de 1974, sancionada a la luz de las revelaciones sobre espionaje doméstico que emergieron durante el caso Watergate, restringía el derecho del gobierno a crear y mantener bases de datos sobre individuos, pero la limitación no se extendía a la empresa privada. Fue a este sector al que precisamente recurrió el gobierno cuando los atentados del 11 de septiembre catapultaron el tema de la seguridad interior a la cabeza de la lista de prioridades.
Hasta el momento de ser convocadas, este grupo de empresas líderes en el campo de la informática se ocupaba esencialmente de servir a la industria y el comercio.
Axiom es una de las mayores empresas de datos del mundo y su actividad consiste en colectar toda la información posible acerca de la mayor número posible de personas -datos como valor de la vivienda, tipo de auto que maneja, sueldo, número y edad de los hijos, hábitos de consumo- de manera de ofrecerles a sus clientes un volumen de información que le permita focalizar certeramente su producto.
En los hoteles y casinos de Las Vegas, por ejemplo, en el instante en que un visitante da su nombre en la recepción, un complejo mecanismo de identificación se pone en marcha. Para el momento en que se encamina hacia su habitación, el casino ya conoce la identidad, posición, propiedades, finanzas y antecedentes policiales del individuo.
ChoicePoint, en cambio, va más allá y no solo ofrece información, sino también inteligencia. Esto significa que sus computadoras procesan y comparan los datos, de la misma manera que lo haría un analista de la CIA, estableciendo modelos de comportamiento, relaciones, hábitos y preferencias.
SerisInt, por su parte, es la inventora de un sistema llamado Matrix, siglas que corresponden a "Multistate Anti-Terrorism Information Exchange". Este sistema posibilita, por ejemplo, que si alguien ha sido secuestrado, la conjunción de información sobre el lugar del rapto, el color del vehículo y la altura aproximada de los secuestradores, permita al sistema procesar en segundos las variables y producir una lista reducida de individuos con la capacidad de llevar adelante una operación de esa naturaleza.
Otras empresas contratadas por el gobierno son pioneras en el campo de la biométrica, la tecnología que combina las huellas digitales con el reconocimiento facial, scanners de iris y analizadores de voz para establecer la identidad de las personas.
"Los ataques al World Trade Center y al Pentágono no sólo provocaron duelo e ira -escribe. O´Harrow-. Lo que hicieron fue encender un intenso debate acerca del uso apropiado del poder del gobierno para inmiscuirse en la vida de sus ciudadanos."
Otras sociedades han pasado por la experiencia y las devastadoras consecuencias de suspender las garantías constitucionales en nombre de la seguridad. La diferencia, en el caso de los Estados Unidos, es que esta persistente erosión de la privacidad se lleva a cabo en asociación con la más poderosa tecnología del planeta.
Para el momento en que la histeria se disipe, la privacidad habrá pasado a ser una noción tan remota como el derecho a ser dejado en paz.
Por Mario Diament
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/680913