UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
Oísteis que fue dicho a los antiguos . .. pero yo os digo ... Mateo 5:21 Ss.
La esclavitud a la ley puede ser definida como un rígido apego a un antiguo código de vida que nos impide seguir las indicaciones del Señor en el presente. Consideramos a la ley como un nivel para nuestras vidas, pero es un nivel fijo.
Cuando éramos jóvenes, los profesores de gimnasia bajaban o subían la soga para nuestros ejercicios de salto en alto, dependiendo de nuestra edad y habilidad. El nivel estaba sujeto a ajuste, y nos dejaba campo para superarnos y saltar cada vez más alto.
“Pero yo os digo...“ Estas palabras contienen un principio que siempre tiene aplicación. He oído a ciertas personas responder a un determinado argumento diciendo: “Oh, pero ese asunto fue resuelto en los tiempos de Calvino (o Wesley o Darby, etc.)”. Pero sus días son “antiguos” así como lo es mi ayer y tu ayer. Si hago lo que hacía hace un mes, porque el Señor me dice que lo haga, está bien; eso es vida, pero si lo hago porque me lo dijo hace un mes, entonces se transforma en ley. La “ley” puede tener una semana o un siglo de vida, pero la dirección del Espíritu jamás puede tener veinticuatro horas de vida. La pregunta vital es: ¿Conocemos la frescura de andar con el Señor hoy?
Watchman Nee
Oísteis que fue dicho a los antiguos . .. pero yo os digo ... Mateo 5:21 Ss.
La esclavitud a la ley puede ser definida como un rígido apego a un antiguo código de vida que nos impide seguir las indicaciones del Señor en el presente. Consideramos a la ley como un nivel para nuestras vidas, pero es un nivel fijo.
Cuando éramos jóvenes, los profesores de gimnasia bajaban o subían la soga para nuestros ejercicios de salto en alto, dependiendo de nuestra edad y habilidad. El nivel estaba sujeto a ajuste, y nos dejaba campo para superarnos y saltar cada vez más alto.
“Pero yo os digo...“ Estas palabras contienen un principio que siempre tiene aplicación. He oído a ciertas personas responder a un determinado argumento diciendo: “Oh, pero ese asunto fue resuelto en los tiempos de Calvino (o Wesley o Darby, etc.)”. Pero sus días son “antiguos” así como lo es mi ayer y tu ayer. Si hago lo que hacía hace un mes, porque el Señor me dice que lo haga, está bien; eso es vida, pero si lo hago porque me lo dijo hace un mes, entonces se transforma en ley. La “ley” puede tener una semana o un siglo de vida, pero la dirección del Espíritu jamás puede tener veinticuatro horas de vida. La pregunta vital es: ¿Conocemos la frescura de andar con el Señor hoy?