Meditaciones 25 de septiembre

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee

25. de septiembre

Nuestra ciudadanía esta’ en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Filipenses 3:20.

Aunque podamos trabajar para cruzar el Océano Atlántico o el Pacífico, jamás podremos trabajar para llegar de la tierra al cielo. El cielo no es el lugar al cual la Iglesia arribará en alguna fecha futura. La Iglesia está allí. El cielo es tanto su origen como su lugar de permanencia, y no sólo su destino. Y dado que esto es así el problema de trabajar para llegar al cielo jamás podrá existir. Esta declaración, admito, puede aparentar extrema, pero es verdadera. Oh, miremos de nuevo las maravillas de nuestra vocación celestial. Esa vocación no nos llama para ir al cielo; nos hace saber que pertenecemos al cielo y que estamos en el cielo. De manera que nosotros los cristianos no estamos trabajando para abrirnos paso hacia ese destino. Somos ya ciudadanos del cielo, y tenemos nuestros afectos fijados firmemente allí.
 
25 de septiembre ¡Grabado en sus palmas!



"NUNCA ME OLVIDARÉ... QUE EN LAS PALMAS DE LAS MANOS TE TENGO ESCULPIDA"(Isaías 49:15b,16)


Liz Curtis Higgs cuenta la historia de una mujer que en uno de sus seminarios tenía escrita la palabra "REC" en su mano. Liz pensó: Tal vez esté dando clases de vuelo y necesita comprobar la Rapidez, la Energía, y la Capacidad. O a lo mejor sea una camarera y los platos especiales del día sean Raviolli, Espinacas y Calamares. Al final, optó por preguntarle a la mujer. Ésta la miró y exclamó: "¡Ay, madre mía, se me olvidó! Antes de salir hoy de casa tenía pensado poner el vídeo en "REC" para grabar un programa".

Dios no escribió tu nombre en sus manos por si Él te olvida. No, ¡simplemente es la muestra de que Le perteneces! Escucha: "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz? ¡Aunque ella lo olvide, Yo nunca me olvidaré de ti! He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida" (Isaías 49:15,16).

Nunca dejes que las circunstancias te convenzan de que no eres importante para Dios o de que otras personas más "espirituales" Le importan más. No, Él te ama como una madre quiere a su hijo, ¡y eso nunca cambiará!

J. I. Packer dijo: "Lo que cuenta no es que yo conozco a Dios, sino que Él me conoce. Mi nombre está esculpido en las palmas de sus manos. Nunca estoy lejos de sus pensamientos. Su amor por mí es absolutamente irrealista, basado totalmente en el conocimiento previo de lo peor acerca de mí, de modo que nada de lo que descubra de mí pueda desilusionarle a la manera en la que, a menudo, yo me desilusiono conmigo mismo, ni tampoco quitar su determinación de bendecirme".

Dios te ama. Mantén esto bien claro en tu mente, independientemente de lo que suceda. ¿Vale?