UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
Todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eterna 7fleflte. Juan 11:26.
Jesús vino para dar vida a los hombres. Examina los escritos de Juan teniendo esto en mente; todo aquel que en El cree tiene vida eterna. El es el agua de vida y el pan de vida que vino a darnos vida en abundancia. Además, como resultado de su disposición para morir, es también para nosotros la resurrección y la vida.
En un tiempo de calamidad y de crisis, nos aferramos a la vida, porque la vida es lo que importa por sobre todas las cosas. Durante los ataques aéreos japoneses en Nankín la destrucción y la muerte eran pavorosas. Donde antes había hogares agradables, sólo quedaron escombros. La pregunta que surgía en la mente de todos era: ¿Habrá alguien adentro? Repentinamente, un montón de escombros comenzó a moverse. Un tirante se movió a un lado y un hombre apareció sacudiendo polvo y trozos de tejas rotas. Lo pudo hacer, porque tenía vida.
Es por la vida de Jesús que vivimos, una vida que ha sido probada por la muerte. Jesús proclama: “Yo soy el que vive... tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Lo más seguro es confiar en un Dios que levanta los muertos.
Watchman Nee
Todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eterna 7fleflte. Juan 11:26.
Jesús vino para dar vida a los hombres. Examina los escritos de Juan teniendo esto en mente; todo aquel que en El cree tiene vida eterna. El es el agua de vida y el pan de vida que vino a darnos vida en abundancia. Además, como resultado de su disposición para morir, es también para nosotros la resurrección y la vida.
En un tiempo de calamidad y de crisis, nos aferramos a la vida, porque la vida es lo que importa por sobre todas las cosas. Durante los ataques aéreos japoneses en Nankín la destrucción y la muerte eran pavorosas. Donde antes había hogares agradables, sólo quedaron escombros. La pregunta que surgía en la mente de todos era: ¿Habrá alguien adentro? Repentinamente, un montón de escombros comenzó a moverse. Un tirante se movió a un lado y un hombre apareció sacudiendo polvo y trozos de tejas rotas. Lo pudo hacer, porque tenía vida.
Es por la vida de Jesús que vivimos, una vida que ha sido probada por la muerte. Jesús proclama: “Yo soy el que vive... tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Lo más seguro es confiar en un Dios que levanta los muertos.