UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
Es, pues, la fe la sustanciación de lo que se espera. Hebreos 11:1.
(Traducción de J. N. Darby).
¿Cómo podemos “sustanciar” algo? Todos los días 1o estamos haciendo. No podemos vivir en el mundo sin hacerlo. Una “sustancia” es un objeto, algo que está delante de mi, aunque no sea algo más tangible que el sonido o el olor. “Sustanciarlo” significa que tengo cierta facultad de oír o de ver que hace que lo intangible sea “sustancia” real para mí. Por ejemplo, el color amarillo es bien real, pero si cierro mis ojos, pierde su realidad para mi, viene a ser nada. Sin embargo, con mi facultad visual para sustanciarlo, el amarillo se hace amarillo para mí. No sólo está allí el color, sino que le he dado realidad en mi conciencia. ¡Qué precioso es el don de la vista!
Pero las “cosas que se esperan” de Cristo, son mucho más que la música y el color, porque son eternas y por lo tanto son reales, y se me ha dado una preciosa facultad que puede sustanciarlos. Fe, la fe del Hijo de Dios, es esa facultad. Hace que las cosas divinas se transformen en cosas reales de mi experiencia. Descansando en la fidelidad de Dios la fe “sustancia” para mí las cosas invisibles que yo hasta ahora, apenas esperaba.
Watchman Nee
Es, pues, la fe la sustanciación de lo que se espera. Hebreos 11:1.
(Traducción de J. N. Darby).
¿Cómo podemos “sustanciar” algo? Todos los días 1o estamos haciendo. No podemos vivir en el mundo sin hacerlo. Una “sustancia” es un objeto, algo que está delante de mi, aunque no sea algo más tangible que el sonido o el olor. “Sustanciarlo” significa que tengo cierta facultad de oír o de ver que hace que lo intangible sea “sustancia” real para mí. Por ejemplo, el color amarillo es bien real, pero si cierro mis ojos, pierde su realidad para mi, viene a ser nada. Sin embargo, con mi facultad visual para sustanciarlo, el amarillo se hace amarillo para mí. No sólo está allí el color, sino que le he dado realidad en mi conciencia. ¡Qué precioso es el don de la vista!
Pero las “cosas que se esperan” de Cristo, son mucho más que la música y el color, porque son eternas y por lo tanto son reales, y se me ha dado una preciosa facultad que puede sustanciarlos. Fe, la fe del Hijo de Dios, es esa facultad. Hace que las cosas divinas se transformen en cosas reales de mi experiencia. Descansando en la fidelidad de Dios la fe “sustancia” para mí las cosas invisibles que yo hasta ahora, apenas esperaba.