UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
21 de agosto
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios. Hechos 7:55.
Las primeras palabras de Esteban al concilio fueron acerca de Dios y su gloria. “El dijo: Varones hermanos y padres oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham…” El hombre que ve esa gloria sabe que responder. No puede proceder de otra manera. Abraham respondió, y a través de todos los reveses y desaliento de su peregrinación, la visión de la gloria de Dios le condujo en victoria. Esteban se propuso, en primer lugar, recordar esta realidad a sus oyentes.
Oyeron el testimonio de Esteban y lo rechazaron, sólo para descubrir repentinamente, que él mismo estaba mirando aquello de lo cual hablaba. Lleno del Espíritu Santo, miró hacia arriba en forma fija y “vio la gloria de Dios”. Aquel que apareció a Abraham y aquel al cual Esteban vio, eran la misma persona, No hay cambio alguno en El. Ese mismo Dios cuyo esplendor no decae, condujo a Esteban a través de su terrible martirio. ¿Qué diferencia le hacen una o dos piedras más, a uno que está contemplando la gloria de Dios?
Meditaciones diarias
Watchman Nee
21 de agosto
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios. Hechos 7:55.
Las primeras palabras de Esteban al concilio fueron acerca de Dios y su gloria. “El dijo: Varones hermanos y padres oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham…” El hombre que ve esa gloria sabe que responder. No puede proceder de otra manera. Abraham respondió, y a través de todos los reveses y desaliento de su peregrinación, la visión de la gloria de Dios le condujo en victoria. Esteban se propuso, en primer lugar, recordar esta realidad a sus oyentes.
Oyeron el testimonio de Esteban y lo rechazaron, sólo para descubrir repentinamente, que él mismo estaba mirando aquello de lo cual hablaba. Lleno del Espíritu Santo, miró hacia arriba en forma fija y “vio la gloria de Dios”. Aquel que apareció a Abraham y aquel al cual Esteban vio, eran la misma persona, No hay cambio alguno en El. Ese mismo Dios cuyo esplendor no decae, condujo a Esteban a través de su terrible martirio. ¿Qué diferencia le hacen una o dos piedras más, a uno que está contemplando la gloria de Dios?