Meditaciones 18. de noviembre

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee

No seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra porque nosotros los comeremos como a pan”. Números 14:9.

Las pruebas que debemos enfrentar en el camino al pleno disfrute de nuestra herencia en Cristo, pueden ser tan gigantescas como los propios cananeos, pero Dios las utiliza para nuestro crecimiento. La fe las mira y considera como comida. ¡Si tan sólo nos diéramos cuenta que las dificultades nos prosperan y hacen crecer! Pero lo opuesto también es verdad. Los diez espías informaron con temor que Canaán es “tierra que traga a sus moradores” (13:32). Si abandonas tu fe en Dios y huyes de tu problema, te colocas en posición de ser devorado por aquello que fue designado para tu crecimiento. Muchos de nosotros nos equivocamos procurando una salida fácil, pero sólo postergamos el problema en lugar de enfrentarlo. No hacemos frente al peligroso cruce del Jordán, y los terrores que aguardan en la otra ribera. Si. escapamos de las pruebas, pero padecemos de hambre.

El alimento es nuestra vida, y no se obtiene por medio de vacaciones espirituales. No perdamos oportunidad alguna de probar la bondad del Señor. El enemigo nos podrá molestar, pero en ese camino hallaremos nutrición y progreso espiritual.
 
18 de noviembre - Profundízate en la Palabra de Dios - Cuarta parte



"QUE LA PALABRA DE CRISTO HABITE EN ABUNDANCIA EN VOSOTROS, CON TODA SABIDURÍA..." (Colosenses 3:16 - LBA)



Aquí tienes otras tres formas de ayudar a profundizarte en la Palabra de Dios:

(1) ¡Escudriñarla! Estudiar la Biblia implica - demandar más del texto y escribir tus pensamientos. La clave del aprendizaje está en hacer las preguntas adecuadas. ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo? ¡En otras palabras, estudiar debería llevarte al entendimiento!

(2) ¡Recordarla! Quizás pienses que tienes mala memoria, pero en realidad tienes millones de ideas, verdades y hechos memorizados. Recordamos lo que es importante para nosotros, ¿verdad? Obtenemos enormes beneficios memorizando las Escrituras. Nos ayudará a resistir las tentaciones, a tomar decisiones sabias, a reducir el estrés, a ganar confianza, a ofrecer buenos consejos, y a compartir nuestra fe con los demás. Tu memoria es como un músculo: cuanto más la usas, más fuerte se hace. Empieza por escribir un versículo que te ha ayudado y llévalo contigo en una pequeña tarjeta. Repítelo en voz alta mientras trabajas, haces deporte, conduces, esperas, o cuando vas a la cama. La clave para memorizar las Escrituras es: ¡releerlas, releerlas, releerlas!

(3) ¡Meditarla! Ningún otro hábito obrará más para transformarte que meditar diariamente las Escrituras. Mientras lo haces, literalmente estás siendo "...transformado... en su misma imagen..." (2 Corintios 3:18b). David fue llamado "... varón conforme a Mi corazón..." (Hechos 13:22b). ¿Por qué? ¡Porque le encantaba meditar la Palabra de Dios! Escucha: "¡Cuánto amo yo tu Ley! ¡Todo el día es ella mi meditación!" (Salmo 119:97). ¿Quieres saber la clave para las oraciones contestadas y el secreto de una vida cristina exitosa? ¡Profundízate en la Palabra de Dios!