14 de septiembre Amigos de Dios – Primera parte
“…OS HE LLAMADO AMIGOS…” (Juan 15:15b)
La palabra: ‘amigo’ no significa ‘un conocido casual’, sino ‘una relación cercana’, de confianza. Se refiere al círculo íntimo de un rey. En la corte, los sirvientes deben mantener las distancias; pero los allegados disfrutan de:
(a) un contacto íntimo
(b) acceso directo
(c) información confidencial.
¿Pero cómo puedo llegar a ser un amigo de Dios?, te preguntarás.
¡Por medio de una conversación constante! Dios desea más que el derecho a visitas de fin de semana, o una breve cita en tu agenda.
Él quiere ser incluido en cada actividad, cada conversación, cada problema, y en cada pensamiento. Puedes mantener con Él una conversación continua a lo largo del día, hablando con Él de las cosas que haces en cada momento.
En su libro clásico, Practicando la Presencia de Dios, el hermano Lawrence, un humilde cocinero de un monasterio francés, escribió: “La clave de la amistad con Dios no está en cambiar lo que haces, sino en cambiar la actitud con la que lo haces. Lo que
normalmente haces para ti, ahora empiezas a hacerlo para Dios, sea
comer, bañarte, descansar, o sacar la basura”.
Algunas personas piensan que tienen que “aislarse” para poder experimentar intimidad con Dios; no han aprendido a practicar su Presencia en todas las cosas. ¡No hay otro lugar más cercano al Señor que donde te encuentras en este preciso momento!
En el Edén no habían rituales, sólo una sencilla relación amorosa entre Dios y las personas que Él creó. Libres de culpa o miedo, Adán y Eva gozaban de Dios y Él de ellos. ¿Es posible una relación así? ¡Absolutamente! Escucha: “...fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo...” (Romanos 5:10b).
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