A continuación, parte del testimonio de un ex-sacerdote, Cipriano Valdés Jaimes, publicado en el libro de Editorial Portavoz “Lejos de Roma, cerca de Dios”, pagina 213-214
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>En ese día, mediante la imposición de las manos del obispo, se me otorgaron los poderes increíbles, engañosos y falsos que la Iglesia Católica Romana pretende dar a un hombre para engañar a otros. Se me otorgó la capacidad de perdonar los pecados de los hombres, tanto adentro como afuera del horrible confesionario. En ese día recibí el poder sacrificar a Cristo una y otra vez en un altar a mi gusto y antojo. Ahora podía librar almas del purgatorio, un lugar inventado por Roma, mediante un ritual mentiroso y lucrativo. Esta es la innegable enseñanza de la Iglesia Romana de que antes de ir al cielo las almas de los hombres deben pasar a través de dicho lago de fuego. ¡Cuan lejos de la verdad! !Qué error! No obstante, eso es lo que yo creía como resultado de la obra penetrante y meticulosa en Dogmática y Teología Moral. Por tanto cuando se me dijo que tenía poder para perdonar los pecados de mis congéneres, acepté el hecho de todo corazón, sin darme cuenta de que perdonar pecados es un atributo divino. Esto no puede delegarse a un hombre. La Escritura dice: «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi mismo, y no me acordaré de tus pecados» (Isaías 43:25); «¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?" (Marcos 2:7). Durante veinte años en el sacerdocio católico romano yo participé en esta práctica ridícula, vergonzosa y antibíblica de escuchar diariamente las flaquezas de la sociedad, incluyendo a militares, profesionales y políticos. Yo era el director espiritual en las escuelas. Durante un año ocupé el cargo de Cura Párroco Adjunto, y durante diecinueve años fui Cura Párroco. Tenía sacerdotes asistentes y de confianza que me ayudaban a llevar a cabo mis absurdas obligaciones.
A fin de repetir el sacrificio no cruento de Cristo sobre el altar, se me había dado el poder de convertir el pan en su cuerpo y el vino en su sangre mediante las palabras mágicas de la consagración. Con gozo y profundo respeto acepté esa autoridad. En mis manos se hallaría al mismo Creador del universo, el Dios eterno, hecho hombre por nosotros. ¿Es posible que durante veinte años continué sacrificando a Cristo? Y lo hice hasta cuatro veces los domingos. Qué parodia más asombrosa y vergonzosa era esto para mí y para todos los que tomaban parte en lo que Roma llama la Misa. El hombre jamas podría repetir la obra de Cristo en la cruz. Pensar que puede hacerlo es una invención del diablo. En Romanos 6:9, la Biblia dice, "Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él" Entonces, ¿cómo puede un sacerdote hacer que Cristo muera una muerte no cruenta [sin sangre]? Hebreos 9:22 declara que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión(perdón de pecados)" Por tanto, ¿que se logra con la misa? ¿Purifica y libra almas del purgatorio? La Biblia declara, " la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).[/quote]
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>En ese día, mediante la imposición de las manos del obispo, se me otorgaron los poderes increíbles, engañosos y falsos que la Iglesia Católica Romana pretende dar a un hombre para engañar a otros. Se me otorgó la capacidad de perdonar los pecados de los hombres, tanto adentro como afuera del horrible confesionario. En ese día recibí el poder sacrificar a Cristo una y otra vez en un altar a mi gusto y antojo. Ahora podía librar almas del purgatorio, un lugar inventado por Roma, mediante un ritual mentiroso y lucrativo. Esta es la innegable enseñanza de la Iglesia Romana de que antes de ir al cielo las almas de los hombres deben pasar a través de dicho lago de fuego. ¡Cuan lejos de la verdad! !Qué error! No obstante, eso es lo que yo creía como resultado de la obra penetrante y meticulosa en Dogmática y Teología Moral. Por tanto cuando se me dijo que tenía poder para perdonar los pecados de mis congéneres, acepté el hecho de todo corazón, sin darme cuenta de que perdonar pecados es un atributo divino. Esto no puede delegarse a un hombre. La Escritura dice: «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi mismo, y no me acordaré de tus pecados» (Isaías 43:25); «¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?" (Marcos 2:7). Durante veinte años en el sacerdocio católico romano yo participé en esta práctica ridícula, vergonzosa y antibíblica de escuchar diariamente las flaquezas de la sociedad, incluyendo a militares, profesionales y políticos. Yo era el director espiritual en las escuelas. Durante un año ocupé el cargo de Cura Párroco Adjunto, y durante diecinueve años fui Cura Párroco. Tenía sacerdotes asistentes y de confianza que me ayudaban a llevar a cabo mis absurdas obligaciones.
A fin de repetir el sacrificio no cruento de Cristo sobre el altar, se me había dado el poder de convertir el pan en su cuerpo y el vino en su sangre mediante las palabras mágicas de la consagración. Con gozo y profundo respeto acepté esa autoridad. En mis manos se hallaría al mismo Creador del universo, el Dios eterno, hecho hombre por nosotros. ¿Es posible que durante veinte años continué sacrificando a Cristo? Y lo hice hasta cuatro veces los domingos. Qué parodia más asombrosa y vergonzosa era esto para mí y para todos los que tomaban parte en lo que Roma llama la Misa. El hombre jamas podría repetir la obra de Cristo en la cruz. Pensar que puede hacerlo es una invención del diablo. En Romanos 6:9, la Biblia dice, "Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él" Entonces, ¿cómo puede un sacerdote hacer que Cristo muera una muerte no cruenta [sin sangre]? Hebreos 9:22 declara que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión(perdón de pecados)" Por tanto, ¿que se logra con la misa? ¿Purifica y libra almas del purgatorio? La Biblia declara, " la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).[/quote]