http://www.lavanguardia.es/web/20021115/82828764.html
RELIGIÓN
Martí Alanis dice que incinerar implica negar la resurrección
El obispo de Urgell defiende los entierros tradicionales y advierte que con las cenizas se pueden dispersar "otros auténticos valores"
LA VANGUARDIA - 03.47 horas - 15/11/2002
El Código de Derecho Canónico aconseja la sepultura del cuerpo de los difuntos pero no prohíbe la cremación
JAVIER RICOU
La Seu d’Urgell
Incinerar a los difuntos es negar "la inmortalidad del alma y la esperanza de resurrección", escribe el obispo de Urgell y copríncipe episcopal de Andorra, Joan Martí Alanis, en el editorial de la revista diocesana "Esglèsia d’Urgell".
Martí Alanis opina que esta moda de reducir a cenizas a nuestros muertos "maquilla la muerte y niega la esperanza cristiana". Advierte, además, que con la dispersión de estas cenizas "se podrían dispersar otros auténticos valores".
El obispo de Urgell no cree que el recurso a la incineración, en detrimento de los entierros tradicionales, sea una casualidad, y sospecha que esta nueva tendencia esconde "ideas subyacentes más profundas" que conducen "a una cultura poscristiana".
Quemar los cuerpos puede interpretarse como una afirmación "de la insignificancia del individuo más allá de la muerte", escribe Joan Martí Alanis en este editorial. Va incluso más lejos al afirmar que la costumbre de incinerar se inscribe en "la cultura de usar y tirar, como se hace con un bolígrafo o con un mechero". Y después se pregunta: "¿Hay que correr tanto para destruir el testimonio último de la memoria histórica de una persona que podría ser un valor para la humanidad?".
El prelado del Alt Urgell recuerda que para los cristianos el eje central de la fe de la Iglesia es creer en la inmortalidad y la resurrección. Banalizar sobre la vida y el hecho de la muerte "estaría en la línea de un pensamiento poscristiano".
El obispo se refiere, asimismo, a los problemas familiares que pueden generar las cenizas de los difuntos. "¿Quién se las queda? -se pregunta- ¿La esposa del segundo matrimonio, la del primero, los hijos...? Alanis admite que se pueden repartir en diferentes partes, pero la medida tampoco le convence. Incluso recuerda que el reparto de algunas de estas cenizas han llegado a los tribunales.
El obispo de Urgell no esconde que en algunos países, como el Reino Unido, las incineraciones alcanzan ya el 71 por ciento de los fallecimientos, pero destaca que en otras partes del mundo, como Italia, sólo se queman el 5 por ciento de los cadáveres.
Martí Alanis reconoce, sin embargo, que el Código Canónico permite la incineración, aunque recomienda más la sepultura de los cuerpos.
En efecto, el canon 1176 del Código de Derecho canónico, señala: "Los fieles difuntos han de tener exequias eclesiásticas conforme al derecho". Después de indicar que las exequias eclesiásticas han de celebrarse según las leyes litúrgicas, establece: "La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana".
RELIGIÓN
Martí Alanis dice que incinerar implica negar la resurrección
El obispo de Urgell defiende los entierros tradicionales y advierte que con las cenizas se pueden dispersar "otros auténticos valores"
LA VANGUARDIA - 03.47 horas - 15/11/2002
El Código de Derecho Canónico aconseja la sepultura del cuerpo de los difuntos pero no prohíbe la cremación
JAVIER RICOU
La Seu d’Urgell
Incinerar a los difuntos es negar "la inmortalidad del alma y la esperanza de resurrección", escribe el obispo de Urgell y copríncipe episcopal de Andorra, Joan Martí Alanis, en el editorial de la revista diocesana "Esglèsia d’Urgell".
Martí Alanis opina que esta moda de reducir a cenizas a nuestros muertos "maquilla la muerte y niega la esperanza cristiana". Advierte, además, que con la dispersión de estas cenizas "se podrían dispersar otros auténticos valores".
El obispo de Urgell no cree que el recurso a la incineración, en detrimento de los entierros tradicionales, sea una casualidad, y sospecha que esta nueva tendencia esconde "ideas subyacentes más profundas" que conducen "a una cultura poscristiana".
Quemar los cuerpos puede interpretarse como una afirmación "de la insignificancia del individuo más allá de la muerte", escribe Joan Martí Alanis en este editorial. Va incluso más lejos al afirmar que la costumbre de incinerar se inscribe en "la cultura de usar y tirar, como se hace con un bolígrafo o con un mechero". Y después se pregunta: "¿Hay que correr tanto para destruir el testimonio último de la memoria histórica de una persona que podría ser un valor para la humanidad?".
El prelado del Alt Urgell recuerda que para los cristianos el eje central de la fe de la Iglesia es creer en la inmortalidad y la resurrección. Banalizar sobre la vida y el hecho de la muerte "estaría en la línea de un pensamiento poscristiano".
El obispo se refiere, asimismo, a los problemas familiares que pueden generar las cenizas de los difuntos. "¿Quién se las queda? -se pregunta- ¿La esposa del segundo matrimonio, la del primero, los hijos...? Alanis admite que se pueden repartir en diferentes partes, pero la medida tampoco le convence. Incluso recuerda que el reparto de algunas de estas cenizas han llegado a los tribunales.
El obispo de Urgell no esconde que en algunos países, como el Reino Unido, las incineraciones alcanzan ya el 71 por ciento de los fallecimientos, pero destaca que en otras partes del mundo, como Italia, sólo se queman el 5 por ciento de los cadáveres.
Martí Alanis reconoce, sin embargo, que el Código Canónico permite la incineración, aunque recomienda más la sepultura de los cuerpos.
En efecto, el canon 1176 del Código de Derecho canónico, señala: "Los fieles difuntos han de tener exequias eclesiásticas conforme al derecho". Después de indicar que las exequias eclesiásticas han de celebrarse según las leyes litúrgicas, establece: "La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana".