¡¡¡PECADORES!!!
¡¡¡PECADORES!!!
Escribía yo en Julio de 1997, en una gacetilla que publicabamos los cristianos evangélicos en la Prisión de Pereiro de Aguiar, un artículo titulado ¡¡BASTA YA!! que más abajo reproduzco y que disgustó a los presos de ETA del Centro. Uno de ellos me dijo que me dedicara a predicar y dejara de hacer política. ¡Como si denunciar el pecado fuese hacer política! ¡Como si un cristiano pudiese callar ante tales monstruosidades!
Esta mañana el radio-reloj que me despertó con lamentos de muerte. Muerte próxima, que es la que más nos conmueve. Fue un despertar de lágrimas, al pensar en la angustia de miles de de convecinos en estos momentos ignorando si la ruleta criminal habría dejado caer su premio de muerte sobre sus seres queridos. Lágrimas por las familias rotas. Por los huérfanos. Por las viudas. Por los padres y madres que van a descubrir que en esta mañana casi de primavera la fría muerte, manejada por pecadores inmisericordes, ha lanzado una dentellada criminal sobre sus existencias, desgarrando sus proyectos, ilusiones, y robándoles el futuro. Esta noche muchos de los que salieron para trabajar ó estudiar no volverán a casa.
Imagino que durante la noche, los malvados del crimen y de la muerte recogieron los explosivos que otros malvados habían transportado, siguiendo las instrucciones de otros malvados que lo habían planeado, en el provecho de no sé qué maldad que otros malvados ideológicamente habían justificado, con la legitimidad de otros malvados que les habían apoyado con su voto, y la complicidad de otros malvados que les han alimentado cuando languidecían.
La criminal ruleta rusa de estos impíos eligió estas tres estaciones, pero pudieron ser otras. Sus manos pusieron el temporizador para las 7,45, pudieron ponerlo para las 7,30, las 7,50. Esa simple nimiedad y la sangre bañaría otros hogares, rompería otras familias. Y es que la maldad no tiene conciencia ni misericordia. Por eso debemos pensar que han atentado esta mañana contra todos nosotros y no solo contra los que cayeron. No hay lógica en el pecado como no la hay para la elección de una matanza como esta. Pudo ser en tres autobuses, ó en la calle. Fue en Madrid, pero pudo ser en Valencia, Sevilla ó La Coruña. Solo parece que no pudo ser en Barcelona porque otro impío selló un pacto estrechando la mano del inicuo que ordenó esta carnicería (si matas en otro lado nosotros os daremos cobertura política y apoyaremos vuestras demandas, que son las mismas nuestras). En fin, esto es una simple recreación de un diálogo entre impíos. Pero en realidad hemos podido caer sus tramas cualquiera de nosotros. ¿Te das cuenta que has podido ser tú? ¡Esta mañana han atentado contra todos nosotros! Como Pablo en la carne tambien exclamo que la iniquidad del hombre engrandece la justicia de Dios, y que el pecado no puede quedar sin castigo.
Pero cuando uno es cristiano y se ve sobrecogido por los ramalazos mas crudos de la barbarie humana, por el fruto del odio y del pecado y no puede evitar derramar lagrimas de rabia e impotencia, tiene que acudir a la Fuente de su fe, para encontrar consuelo, para orar por las víctimas, y aunque cueste a rabiar hacerlo también por las alimañas.
Como cristiano ya sé que en el mundo opera la iniquidad humana y que si las tragedias no son mayores y más frecuentes, es porque la Providencia de Dios frustra muchas de las obras inicuas del adversario. Por eso en momentos así, me asusta imaginar como sería este mundo si no estuviese aun bajo la misericordia de Dios, que impide que todas las iniquidades que los hombres conspiran unos contra otros se materialicen, y que por el poder del evangelio muchos de sus hijos sigan llamando al mundo al arrepentimiento y vivan en los valores de Cristo, que son el fruto del Espíritu.
También me hace pensar que a la mayoría de estos pobres los han matado dos veces. Les arrebataron la vida física pero también la oportunidad de alcanzar a Cristo, que es la vida eterna y pasado a la eternidad sin esperanza y sin Dios. Me hace pensar en que debemos renovar nuestros esfuerzos por llevar el evangelio a nuestros vecinos y amigos, con los que solo hablamos a veces de futbol, de política ó del tiempo. Me hace pensar en que tal vez hubiese cambiado la historia si alguien hubiese predicado el evangelio a todos los que han participado en esta barbarie (ejecutores, planificadores, pactantes y votantes), y que si ya no podemos cambiar el pasado todavía podemos cambiar el futuro.
Pablo Blanco
¡¡BASTA YA!!
Esta frase ha sido el clamor mas pronunciado durante las ultimas semanas por la sociedad española. Es lo que podría denominarse como la frase del año. En imnumerables capitales, ciudades, villas y pueblos a lo largo y ancho del país, muchedumbres que han sumado millones de personas, de todas las edades, condición social y pensamiento político, se han manifestado expresando su repulsa ante el último asesinato cometido por la organización terrorista ETA en la persona de Miguel Angel Blanco Garrido.
Un crimen Alevoso
Este crimen solo ha sido uno más dentro de la violencia que el terrorismo ha desplegado por España en los ultimos años. Sin embargo, bajo el punto de vista social, el hecho de que se tratase de un hombre jóven, procedente de las clases humildes del apís, sin ninguna relevancia política excepto ser concejal de un pequeño pueblo, quizas haya sido el desencadenante de la indignación popular. Ha sido un poco el asesinato del hijo de todos. Hijo de un albañil, emigrante por añadidura, que estaba lleno de satisfacción al ver como había logrado terminar una carrera universitaria. Un jóven que se estaba abriendo paso en la vida. Que hacía poco tiempo que había conseguido un buen empleo y que ahora ya podría casarse y fundar una familia de clase media, desahogada, sin los agobios que sus padres habían padecido.
Pero un día el nombre de Miguel Angel se cruzó por la mente de algunos que carecen de los más basicos sentimientos que corresponden a un ser humano creado por Dios. Algunos cuyo odio y locura irracional ya han encallecido su conciencia. Algunos que han sembrado y abonado en su mente el odio y la crueldad sujetándose a los principios de la prepotencia de las armas, y de un fanatismo irracional, quienes alevosamente, con la sangre fría propia de quien ya parece que ha perdido todo sentimiento de humanidad y de respeto a la vida, le mataron, con dos tiros en la nuca.
Quienes conocían a Miguel Angel y a su familia aseguraban que era un buen chico. Alegre, expontáneo y con preocupación social, aunque nada de eso importó a quienos lo mataron. No puedo negar que durante estos días he derramado en más de una ocasión lágrimas de rabia, y también de dolor, pensando en su familia y que, como muchísimos españoles, el primer pensamiento reflejo es de ira hacia los que cometieron el crimen. Pero dejando paso a esos primeros momentos, como cristiano, he tenido que elevar mi forma de pensar a otra dimensión. Pasar de la dimensión moral y social a la espiritual.
Otro crimen incalificable
El asesinato alevoso de Miguel Angel, me hizo recordar otro asesinato del que fue víctima otro hombre jóven. De treinta y pocos años. Tambien era de clase humilde. Era hijo de un carpintero. Para todos los que le conocían no había nadie mejor y, sin embargo, le quitaron la vida. En su persona no podìan encontrar nada que le hiciese merecedor de tal fin.
Como el lector habrá adivinado me estoy refiriendo al crimen cometido contra Jesús de Nazaret hace casi dos mil años. Lo estoy planteando también bajo el punto de vista de aquellos que no pudieron ver en él más que a un hombre bueno, honesto, honrado, amigo de los pobres y de los maginados. Un hombre que hizo maravillas sanando a mendigos y alimentando a multitudes famélicas. Un hombre cuyo discurso maravillaba a todos. alguien pacífico, pero al mismo tiempo consecuente en todos sus actos con los principios que proclamaba. Sin embargo, unos pocos se confabularon contra él y decidieron matarlo.
Ya sé que no hay muchas semejanzas en los hechos entre Miguel angel y Jesús de Nazaret, pero si en los principios. Fue la manifestación de la misma lacrea quien mató a uno y a otro, y la que ha cometido todos los crímenes de la humanidad. Teologicamente se llama pecado, y es una tara, un defecto, una incapacidad que tenemos todos los seres humanos desarrollada groseramente en mayor ó menor grado, pero de la que estamos todos infectados. Lo único que cambia es la manifestación del pecado.
¿Por qué se mana?
Los crímenes siempre son crímenes. Representan el desprecio a la vida que es el don más precioso que Dios nos ha hecho después de su amado Hijo. Es un desprecio que viene como consecuencia del otro.
¿Cuales son las causas para que el hombre mate?
Uno puede encontrar un amplio catálogo que va desde el orio a una incontable relación de los más nobles principios y de buenas intenciones para justificar el crimen, el asesinato y la barbarie. Por ejemplo, en Argelia están degollando diariamente a decenas de personas, hombres, mujeres, niños, embarazadas, ancianos, enfermos en nombre de Alá y de instaurar una república islámica. En Yugoslavia, se ha asesinado y ejercido una despiadada limpieza étnic, en virtud de una revancha histórica. En Sri Lanka se mata en nombre de una revolución popular. En Irlanda del Norte en nombre de la religión y de una reunificación territorial. En el país vasco es en nombre de lo contrario, de la segregación, del nacionalismo. Durante la II Guerra mundial se gasearon a millones de judíos, gitanos, homosexuales, minusválidos, en nombre de mejorar la especie humana y alcanzar el superhombre. A principios de siglo se asesinaron millones de rusos en nombre de reclamar el poder para el pueblo. En los siglos XVIII y XIX, en los EEUU se masacraron a los indios en nombre del progreso. En la Edad Media se quemaban a judíos, protestantes ó moros para preservar la pureza de una doctrina. Etc etc.
Cuando pasan los años, nos damos cuenta de que realmente no es más que un pretexto.
¿Qué es lo que puede convertir a una persona normal en un criminal?
Incluso los más detestables nazis sentían cariño por sus hijos, cuidaban a sus padres, se ocupaban de sus mascotas ó admiraban el arte. La razón realmente hay que buscarla y está en lo más profundo de la personalidad humana. Es la tara congénita con la que nacemos todos los seres humanos. Se manifiesta principalmente como una forma de rebeldía hacia el cumplimiento del plan que Dios, nuestro Creador, preparó para el hombre. Se expresa en su actitud más grosera en la parábola que Jesús relató a sus seguidores que versa de unos labrdores malvados. Dice así:
Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se ausentó por muchos tiempos. Y al tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío. Y volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío. Y volvió a enviar al tercero; mas ellos también a éste echaron herido. Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado; quizás cuando a éste vieren, tendrán respeto. Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué pues, les hará el señor de la viña?
Un pescador galileo llamado Simón, mas conocido como Pedro, denunció así el crimen cometido con Jesús de Nazaret, emparado bajo la tapadera legal de un juicio:
Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole.
Esta es una acusación universal, de la que hay unos ejecutores materiales de la vileza, pero es un crimen del que la humanidad completa ha sido cómplice. Esto es así porque lahumanidad dejándo de lado los principios morales de que fue dotada por su Creador, se complace en vivir en los criterios de injusticia, inmoralidad y maldad que forman la gran masa oculta del iceberg, cuya punta visible y escándalizable la constituyen este tipo de crímenes espantosos y puntuales.
La humanidad ha decidido que no quiere que reine Dios, y por lo tanto, reina el pecado y la maldad.
La indignación
Cuando al rey David, que había planeado y llevado a la practica una acción inicua que le costó la vida a uno de sus más fieles subditos, por el mero hecho de que se había enamorado de su mujer, al oír de labios del profeta Natán aquella historia de que un rico que tenía multitud de ovejas para agasajar a una visita y darle de comer, no había sacrificado una de las suyas, sino que había ido a quitar la única oveja de un hombre pobre, se encendió de ira y de indignación, y exclamó: "Vive Dios que el que hizo tal cosa merece morir". La respuesta fría e inapelable que tuvo que oír fue: Tú eres ese hombre.
Cuando crucificaron a Jesús no hubo manifestaciones pidiendo clemencia, sino que la multitud que presenciaba aquel crimen, manejada habilmente por os impíos y necios líderes, gritaba: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Después que Jesús entregó su espíritu sobre la cruz, regresaban a Jerusalén golpeándose el pecho, diciendo algo así como: ¿Qué hemos hechos?
Muchas veces nos irritan las acciones njustas que cometen los demás, y está bien que el mal nos irrite, pero sobre todo debe hacernos reflexionar en la raíz del mal que gobierna la mayoría de nuestros actos cotidianos. En la envidia, el odio, el rencor, los deseos de venganza, el engaño, la mentira, el fraude, etc. ¿Cual es mi parte en los crímenes y en las injusticias de la humanidad? ¿Soy en alguna forma responsable personal de cuanto sucede a mí alrededor? ¿Qué puedo hacer yo?
¡¡Basta ya!!
Entonces es el momento de decir ¡¡Basta ya!! Esta frase no es de nuevo cuño, sino antigua y bíblica. Ya fue pronunciada por Dios, en boca del profeta Ezequiel, diciendo ¡Basta ya! a un pueblo que vivía feliz en medio de la injusticia, y solo se escandalizaba y se quejaba cuando sucedían cosas muy destacables. Como hoy. "Basta ya de todas vuestras abominaciones" (Ez. 44:6) Esa misma frase fue proferida contra los gobernantes que eran el espejo en el que se mirada el pueblo, reclamándoles honradez: ¡Basta ya, oh principes...! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia. (Ez. 45:9).
El perdón
Es cierto que muchas de las acciones injustas de los hombres merecerían castigos tremendos, incluso la muerte, pero Jesús dijo que todo aquel que este libre de pecado está facultado para ser juez y verdugo, tirándo la primera piedra. Jesúcristo, el unico justo, era el que podría haberla tirado y, sin embargo, demostró misericordia, gracia y perdón. Le dijo a la mujer adúltera: "Ni yo te condeno, vete y no peques más". Cuando le crucificaban exclamó: "Padre perdonalos porque no saben lo que hacen".
Esta no es una actitud para la indulgencia, sino una nueva oportunidad para la vida, y para la justicia. Cuando los judíos escucharon la acusación de Pedro haciéndoles responsables de la muerte de Jesús, lo entendieron y se estremecieron, exclamando: "¿Que haremos?" Y la respuesta aún permanece. Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en elnmbre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Es el momento de empezar una nueva vida fuera de la ignorancia, pero también de la maldad. Abandonar el camino del error y cambiar la forma de pensar, como lo expresa Isaías en 55:7: "Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestros, el cual será amplio en perdonar".
Hay consecuencias derivadas de nuestros actos de pecado que ya no se pueden restaurar. Nadie puede devolverle la vida a Miguel Angel, aunque se arrepienta, pero si puede vivir de aquí en adelante para agradar a Dios y servir a los principios de su justicia.
Bajo el punto de vista de Dios, Jesucrito fue sacrificado para llevar sobre él nuestros pecados, y el castigo que nuestras maldades merecían, por lo que en el plano espiritual, Dios ofrece perdón a todo aquel que arrepentido de corazón vuelve a El. No hay pecado, por grosero, violento ó repugnante que no pueda ser perdonado, ni pecador, por cruel, sanguinario ó monstruoso, cuya vida no pueda ser restaurada por el poder del Espíritu de Dios.
La exclamación es: ¡Basta ya! Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestrs obras de delante de mis ojos. Dejad de hacer lo malo. Aprended a hacer el bien. Buscad el juicio. Restituid al agraviado. Haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: Si vuestros pecados fuesen como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. (Is. 1:16-18).
Pablo Blanco
Revista Ven
Julio 1997