Presentado como gran protector de la educación, el influjo del heresiarca alemán resultó ser en la práctica uno de sus peores enemigos. En contraste las indicaciones de San Ignacio de Loyola han resplandecido por siglos como grandes luces para formar intelectual y moralmente a todas las generaciones que le sucedieron. Un aspecto que es necesario conocer
Los protestantes suelen presentar a Lutero como el gran protector de la enseñanza y aún el fundador de las escuelas públicas. Sin avergonzarse por adulterar la historia tanto como las Escrituras, llevan estas afirmaciones con tal aplomo y seguridad que muchos acaban por creerlo. El paso de los siglos cubre con el polvo del tiempo sus ideas y asienta sus afirmaciones con el sólido refuerzo de una 'realidad afirmada desde antiguo'. Y en verdad que se viene repitiendo desde entonces, pero ha sido más por pereza de los católicos de denunciarla que por la veracidad de los argumentos.
Como seguidores del heresiarca alemán, aplican a la historia el tradicional método protestante de análisis de las Sagradas Escrituras a la historia: se fijan en unos textos y los descontextualizan sin fijarse en las circunstancias y contexto en que se escribieron.
Es un hecho comprobado y conocido que el llamado Renacimiento extendió mucho la enseñanza a principios del siglo XVI y que ésta decreció rápidamente en los primeros años del protestantismo. Ya antes del 'renacimiento' la educación era sumamente popular por depender ésta de la Iglesia y por tanto se contaba con colegios parroquiales por todos los rincones del mundo civilizado y aún con esa formidable invención católica que son las Universidades. El renacimiento extendió la educación de manos privadas y a cargo de las autoridades civiles.
Pero para los países sometidos a la Psedo-Reforma protestante el proceso de educación fue contrario a la Europa cristiana. Leamos de sus propias fuentes para que las declaraciones no sean motivo de sospecha para los recelosos de toda afirmación católica.
Así lo consigna el protestante Shieler: "El efecto inmediato de la predicación de Wittenberg (protestante) fue el colapso del sistema educacional que florecía en Alemania"
Las fuentes históricas nos revelan que las universidades alemanas tuvieron que cerrarse, y que en las demás disminuyó entre los años 1521 y 1530 el número de estudiantes:
- En la Universidad de Leipzig bajó de 340 a 100 estudiantes
- En la de Bostock bajó de 123 a 33 estudiantes
- En la de Frankfurt bajó de 73 a 32 estudiantes
y aún en la de Wittenberg bajó de 245 a 174 estudiantes.
En esta ultima - foco de la enseñanza luterana - no se confirió ningún grado teológico (diplomatura) entre los años 1523 y 1533, y así fue en otras.
Lutero y los suyos escribiendo contra las universidades, robando los bienes de la Iglesia y los de las becas y fundaciones de escuelas y universidades causaron esta decadencia.
"La facción luterana", escribe Erasmo de Rotterdan, "es la ruina de nuestra enseñanza (...) Esta gente (los predicadores) sólo suspiran por tener con qué vivir y una mujer, y ya no se cuidan de los demás"
En estas circunstancias, temiendo Lutero quedarse sin ministros, urgía la enseñanza como medio de recuperarlos. "Necesitamos - decía luego - hombres que dispensen la palabra de Dios y los sacramentos, y cuiden de las almas. Pero ¿cómo conseguirlo si permitimos las ruinas de las escuelas y no fundamos otras más cristianas?". Vistos los desastres, él quería escuelas religiosas cuya lengua principal fuera el latín y nada de ciencias o artes, es decir, lo contrario de las escuelas modernas. Al poco tiempo ya se desoían las recomendaciones de Lutero y este olvido fue la salvación de las escuelas bajo los países protestantes.
San Ignacio, caballero de la Contrareforma
Distintas como la luz de las tinieblas fueron las instrucciones dejadas por el declarado enemigo del protestantismo y verdadera antítesis de Lutero. San Ignacio de Loyola consigna en la cuarta parte de sus "Constituciones" un capítulo luminoso sobre la fundación de escuelas y universidades.
En 1555 su alma se abría para el cielo y dejaba en la tierra más de cien casas y colegios fundados por su espíritu de fuego. Su ardiente caridad había esparcido a sus hijos espirituales llevando la Ley del evangelio y la enseñanza cristiana por el Oriente hasta el Japón y por Occidente hasta Brasil.
Los jesuitas, fieles a los mandatos de su fundador, no olvidaron ni desoyeron sus instrucciones, sino que continuaron fundando colegios. En el mismo siglo XVI San Pedro Canisio - llamado el Martillo de los Protestantes - fundó e intervino en la fundación de unos veinte colegios y seminarios en el centro de Europa. Apenas dos siglos mas tarde los jesuitas tenían por todo el mundo 171 colegios sólo para jesuitas y 669 para seglares, además de 171 154 iglesias. 340 residencias, 271 misiones, 61 noviciados y 24 casas profesas. Toda esa magnifica obra quedó destruida con por consecuencia de la conspiración masónica que obtuvo la supresión de la Compañía de Jesús.
Pero tras su restablecimiento en 1814 se reiniciaron los trabajos, fundando por doquier instituciones de enseñanza, superando incluso lo logrado antes de la persecución.
En una palabra, las instrucciones de Lutero hoy son completamente desconocidas y si se aplicaran deberíamos cerrar todos los centros de educación moderna del mundo.
En cambio, las instrucciones de San Ignacio se han estado aplicando por cinco siglos con prodigiosos resultados.
¿Quien ha hecho más por la enseñanza e instrucción de los pueblos?