Por eso se te hacen preguntas que nunca respondes
Queremos conocer la abundancia de tu corazón en cuanto a la honestidad de tus observaciones
¿Tú, hubieras acompañado a tu madre?
¿Preguntas que nunca respondo?
PARA QUE REFLEXIONES
Mi honestidad está asociada a la pureza del nacimiento de Jesús considerando un principio bíblico sobre el Creador:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles...
todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.
Este texto no solo declara la preeminencia de Cristo en la creación, sino que establece que
toda la realidad tiene una finalidad Cristo céntrica. Por tanto, discernir a Cristo en toda la revelación bíblica no es una licencia interpretativa, sino una exigencia teológica.
Cristo como el Logos eterno (Juan 1:1-3): Toda Palabra revelada tiene su origen en Él, y por tanto, toda Escritura apunta hacia Él.
Cristo como el centro del propósito divino: Desde Génesis hasta Apocalipsis, cada pacto, cada figura, cada sombra, cada juicio y cada redención tiene su cumplimiento en Él.
Cristo como el sustento de toda existencia: No solo creó, sino que
sostiene todas las cosas.
Esto implica que incluso los procesos biológicos, como la gestación del Mesías, están bajo su dominio soberano.
Es sobre este punto que quiero profundizar, de acuerdo a la profecía, sobre la gestación del embrión en el vientre de una virgen de Israel.
El discernimiento que Cristo me ha dado sobre estas escrituras como el Salmo 139:16, Salmo 71:6 y Nehemías 9:21 no es forzado, sino profundamente coherente con esta visión del cuidado del Padre sobre su Hijo en el vientre de María.
Comencemos:
Sal 139:16
Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
El Hijo Eterno está monitoreando su propia gestación como Jesús en el vientre de María.
¿Qué base bíblica tengo para afirmar esto?
Cristo es el Verbo eterno (Juan 1:1), que conoce perfectamente el plan del Padre desde antes de la fundación del mundo.
Jesús es la encarnación del Verbo, y por tanto,
su conciencia mesiánica incluye el conocimiento del propósito divino incluso desde el vientre, Isaías 49:1-5 habla de Israel como Siervo infiel, pero en Cristo se cumple todo lo que Israel no pudo cumplir.
De manera que en la asociación existente a Cristo
antes de su encarnación, entonces la expresión: “mi embrión”, no es solo una referencia biológica, sino una
declaración teológica: el Hijo contempla con reverencia el cuerpo preparado para Él (Hebreos 10:5), y contemplando que todo está escrito en el libro de la vida del Cordero, escrito por el Padre.
María como vaso honroso, no fuente genética (Gálatas 4:4 + Isaías 7:14)
Hebreos 10:5: “Me preparaste cuerpo” — indica que el cuerpo de Jesús fue formado por voluntad divina, no por herencia adámica, esto separa a María de su Humanidad, pues aquí se observa la Humanidad del primer Adán antes de su caída.
Juan 17:5: “Glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” — muestra la conciencia pre-encarnada del Hijo.
Isaías 49:1: “Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria” — refuerza la idea de un llamado consciente desde antes de nacer.
Pasemos ahora al Salmo 71, leemos:
Sal 71:6 En ti he sido sustentado desde el vientre;
De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;
De ti será siempre mi alabanza.
Dos cosas:
1. Así como Israel fue sustentado 40 años en el desierto (Neh.9:21), de la misma manera el embrión de Jesús lo fue por el Espíritu Santo.
2. Y cuando el Salmo afirma que desde el vientre fue sacado por Dios Padre, significa que María no necesito partera, fue asistida por los ángeles.
De manera que cuando ustedes hacen esta pregunta:
¿Tú, hubieras acompañado a tu madre?
Sencillamente están deshonrando al Creador de María al fijar los ojos en la criatura por medio de sentimentalismo de la descendencia de Adán, sin comprender que Adán jamás tuvo madre.