¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? (Santiago 3:11)
Fue sólo una palabra, dicha sin vacilación, en el contexto adecuado y con buena intención. Pero sorprendió por lo menos a un pequeño oyente.
David, de 5 años de edad, estaba sentado en la iglesia con sus padres, dibujando y mirando sus dibujos felizmente, al parecer indiferente al mensaje del pastor. Pero entonces el pastor usó la palabra "estúpido". David se enderezó de un salto en su asiento, le dio golpecitos a su mamá en el brazo frenéticamente, y le informó: «¡Dijo estúpido!» Parece que esa era una palabra que los padres de David le habían enseñado que no usase en la casa. Así que cuando escuchó al pastor decirla, precisamente al pastor, mostró toda la sorpresa e indignación que puede mostrar un niño de 5 años.
David no tenía el discernimiento para saber que el pastor no había usado la palabra en la forma detestable que disgustaba a sus padres. No esperaba que alguien como el pastor usara esa palabra nunca.
La gente tiene derecho a esperar que nuestro lenguaje sea diferente del lenguaje del mundo porque somos seguidores de Cristo. Es incongruente que nosotros, que somos morada de Cristo, usemos palabras de odio, blasfemas u obscenas. Eso es lo que dice Santiago en el texto de hoy. Nuestras palabras deberían ser siempre dulces, no amargas, palabras que no ofendan a un niño. JDB
LOS HIJOS DEL REY DEBERIAN USAR EL LENGUAJE DE LA CORTE.
(Extraído de Nuestro Pan Diario-Edición especial)
Fue sólo una palabra, dicha sin vacilación, en el contexto adecuado y con buena intención. Pero sorprendió por lo menos a un pequeño oyente.
David, de 5 años de edad, estaba sentado en la iglesia con sus padres, dibujando y mirando sus dibujos felizmente, al parecer indiferente al mensaje del pastor. Pero entonces el pastor usó la palabra "estúpido". David se enderezó de un salto en su asiento, le dio golpecitos a su mamá en el brazo frenéticamente, y le informó: «¡Dijo estúpido!» Parece que esa era una palabra que los padres de David le habían enseñado que no usase en la casa. Así que cuando escuchó al pastor decirla, precisamente al pastor, mostró toda la sorpresa e indignación que puede mostrar un niño de 5 años.
David no tenía el discernimiento para saber que el pastor no había usado la palabra en la forma detestable que disgustaba a sus padres. No esperaba que alguien como el pastor usara esa palabra nunca.
La gente tiene derecho a esperar que nuestro lenguaje sea diferente del lenguaje del mundo porque somos seguidores de Cristo. Es incongruente que nosotros, que somos morada de Cristo, usemos palabras de odio, blasfemas u obscenas. Eso es lo que dice Santiago en el texto de hoy. Nuestras palabras deberían ser siempre dulces, no amargas, palabras que no ofendan a un niño. JDB
LOS HIJOS DEL REY DEBERIAN USAR EL LENGUAJE DE LA CORTE.
(Extraído de Nuestro Pan Diario-Edición especial)