E encontrado este articulo en una pagina es quiero que opineis soobre el.
Los evangelios no son reconstrucciones históricas
El trallazo fue importante. Coincidió que por esa época aparecieron numerosas vidas de Jesús. Las primeras eran románticas y en ellas pervivían algunos elementos sobrenaturales: un curandero-médico cuyos tratamientos los hace pasar por milagros (K. F. Bahrdt), o una marioneta en manos de los esenios que inventaron la historia que hoy conocemos (K. H. Venturini)… Más adelante, Jesús fue presentado como un elevado maestro de moral (H. E. G. Paulus), donde los milagros que podían ser explicados dentro de las leyes naturales se admitían y el resto se negaban.
Toda esta etapa culminaría con la primera gran obra sobre Jesús, Vida de Jesús, de David Friedrich Strauss, discípulo de Hegel y para quien los relatos evangélicos no son más que un mito, entendido como una narración destinada a explicar una idea, la proyección de lo creado por los discípulos. Juan es prescindible pues lleva al extremo el mito, y todas las “vidas de Jesús” escritas hasta entonces también lo son pues, o bien asumen explicaciones piadosas, o historias que aceptan la intervención sobrenatural en la historia humana, o meras “explicaciones” racionales a hechos aparentemente sobrenaturales. Esta interpretación mítica resuelve, de un plumazo, todos los problemas.
En los años siguientes, las miradas se dirigen a lo que se conoce desde entonces como la cuestión sinóptica, destinada a resolver las relaciones existentes entre los evangelios de Marcos, Lucas y Mateo, y su cronología. Entonces surge el paradigma de la investigación neotestamentaria actual, al cual pocos se oponen: la teoría de las dos fuentes, planteada simultánea e independientemente por el discípulo de Strauss Christian Hermann Weisse y por Christian Gottlob Wilke en 1838: Mateo y Lucas, aparte del material que les es propio, beben profusamente de Marcos y de una colección de dichos hoy perdida y bautizada con el nombre de Q –del alemán Quelle, fuente–.
Los evangelios no son reconstrucciones históricas
El trallazo fue importante. Coincidió que por esa época aparecieron numerosas vidas de Jesús. Las primeras eran románticas y en ellas pervivían algunos elementos sobrenaturales: un curandero-médico cuyos tratamientos los hace pasar por milagros (K. F. Bahrdt), o una marioneta en manos de los esenios que inventaron la historia que hoy conocemos (K. H. Venturini)… Más adelante, Jesús fue presentado como un elevado maestro de moral (H. E. G. Paulus), donde los milagros que podían ser explicados dentro de las leyes naturales se admitían y el resto se negaban.
Toda esta etapa culminaría con la primera gran obra sobre Jesús, Vida de Jesús, de David Friedrich Strauss, discípulo de Hegel y para quien los relatos evangélicos no son más que un mito, entendido como una narración destinada a explicar una idea, la proyección de lo creado por los discípulos. Juan es prescindible pues lleva al extremo el mito, y todas las “vidas de Jesús” escritas hasta entonces también lo son pues, o bien asumen explicaciones piadosas, o historias que aceptan la intervención sobrenatural en la historia humana, o meras “explicaciones” racionales a hechos aparentemente sobrenaturales. Esta interpretación mítica resuelve, de un plumazo, todos los problemas.
En los años siguientes, las miradas se dirigen a lo que se conoce desde entonces como la cuestión sinóptica, destinada a resolver las relaciones existentes entre los evangelios de Marcos, Lucas y Mateo, y su cronología. Entonces surge el paradigma de la investigación neotestamentaria actual, al cual pocos se oponen: la teoría de las dos fuentes, planteada simultánea e independientemente por el discípulo de Strauss Christian Hermann Weisse y por Christian Gottlob Wilke en 1838: Mateo y Lucas, aparte del material que les es propio, beben profusamente de Marcos y de una colección de dichos hoy perdida y bautizada con el nombre de Q –del alemán Quelle, fuente–.