Hermanos en Cristo, comencemos a pensar en algunos temas que nos pueden ayudar. Ayudémonos a pensar y pensar y pensar. Invito a la reflexión a todos los hermanos en la FE de JESUCRISTO. (Especialmente ahora que sabemos más del hambre devorador de Roma, los evangélicos debemos sentarnos en una mesa redonda cibernética para ayudarnos y estar preparados para las arremetidas de los romanistas mariólatras).
Yo he venido pensando mucho en las Historia y he escrito lo siguiente:
Pronto va a terminar el año 2000, el año más temido. Tanto se dijo de este año que muchos casi como que llegaban a la desesperación. La Historia es muy interesante y el recuento de ella no sólo debe abarcar lo que pasó sino también lo que no pasó. Muchos presagios no pasaron, muchas calamidades no acontecieron; pero otras sí tuvieron lugar. Cuando todos creíamos que iba a haber paz en el Medio Oriente, vemos ahora que esa esperanza se ha desvanecido casi.
Jesús dijo, “Todo pasará pero mis palabras no pasarán”. Y eso lo estamos comprobando. El siglo pasado fue un siglo de avance tecnológico. Muchas industrias producen ahora sus artículos de consumo de una manera totalmente diferente de lo que lo hacían al comenzar el siglo diecinueve. Nos movilizamos de una manera completamente diferente de lo que hicieron nuestros abuelos. La capacidad de información que poseemos habría sido inimaginable hace 50 años.
Dios está en control de todo, del macrocosmos y del microcosmos. Su belleza y poder nunca se agotarán. El no obedece a modas ni caprichos, El es eterno.
Los cristianos tenemos que repensar nuestra historia; toda ella. El Cristianismo es Historia, y la Historia es Cristianismo. Sin embargo, el siglo pasado fue terriblemente anti-histórico. Las revoluciones y los grandes líderes nos hicieron pensar que con ellos empezaba la historia. Ha habido un desdén por lo histórico. Es toempo que recuperemos nuestra conciencia histórica.
Los cristianos no conocemos a los hombres que Dios usó en la preservación de su Evangelio. Podemos ser presa fácil de las sectas, mayores y menores, si no conocemos a nuestros antepasados. Debemos reconocer que Dios no ha usado, no usa ni usará a seres extraterrestres para hacernos conocer su voluntad. El ha usado a seres conm las misma características humanas que cada uno de nosotros llevamos. Esos hombres de ayer se enfrentaron a dificultades similares a las que estamos pasando o vamos a pasar en este siglo; podemos aprender muchas lecciones de ellos y seguir el camino de Cristo como ellos lo hicieron de acuerdo a las circunstancias. Con la ayuda de Dios y con el conocimiento que la historia nos puede brindar podremos abrir mejor los ojos y no dejarnos engañar por aquellas tendencias que se han apartado de la senda del Evangelio genuino.
Yo he venido pensando mucho en las Historia y he escrito lo siguiente:
Pronto va a terminar el año 2000, el año más temido. Tanto se dijo de este año que muchos casi como que llegaban a la desesperación. La Historia es muy interesante y el recuento de ella no sólo debe abarcar lo que pasó sino también lo que no pasó. Muchos presagios no pasaron, muchas calamidades no acontecieron; pero otras sí tuvieron lugar. Cuando todos creíamos que iba a haber paz en el Medio Oriente, vemos ahora que esa esperanza se ha desvanecido casi.
Jesús dijo, “Todo pasará pero mis palabras no pasarán”. Y eso lo estamos comprobando. El siglo pasado fue un siglo de avance tecnológico. Muchas industrias producen ahora sus artículos de consumo de una manera totalmente diferente de lo que lo hacían al comenzar el siglo diecinueve. Nos movilizamos de una manera completamente diferente de lo que hicieron nuestros abuelos. La capacidad de información que poseemos habría sido inimaginable hace 50 años.
Dios está en control de todo, del macrocosmos y del microcosmos. Su belleza y poder nunca se agotarán. El no obedece a modas ni caprichos, El es eterno.
Los cristianos tenemos que repensar nuestra historia; toda ella. El Cristianismo es Historia, y la Historia es Cristianismo. Sin embargo, el siglo pasado fue terriblemente anti-histórico. Las revoluciones y los grandes líderes nos hicieron pensar que con ellos empezaba la historia. Ha habido un desdén por lo histórico. Es toempo que recuperemos nuestra conciencia histórica.
Los cristianos no conocemos a los hombres que Dios usó en la preservación de su Evangelio. Podemos ser presa fácil de las sectas, mayores y menores, si no conocemos a nuestros antepasados. Debemos reconocer que Dios no ha usado, no usa ni usará a seres extraterrestres para hacernos conocer su voluntad. El ha usado a seres conm las misma características humanas que cada uno de nosotros llevamos. Esos hombres de ayer se enfrentaron a dificultades similares a las que estamos pasando o vamos a pasar en este siglo; podemos aprender muchas lecciones de ellos y seguir el camino de Cristo como ellos lo hicieron de acuerdo a las circunstancias. Con la ayuda de Dios y con el conocimiento que la historia nos puede brindar podremos abrir mejor los ojos y no dejarnos engañar por aquellas tendencias que se han apartado de la senda del Evangelio genuino.