Lo no escrito en la Biblia no vale?

22 Septiembre 2000
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Debe la Iglesia olvidar
lo que no quedó escrito?

Una pregunta a un hermano evangélico serio

P. Juan Carlos Sack, VE


Es por todos conocido el hecho que tantas religiones y movimientos religiosos evangélicos veneran las Sagradas Escrituras con una reverencia y amor encomiables. De ellos, creo yo, bien pueden aprender tantos católicos que, por un motivo u otro, no llevan a la practica aquellas palabras del último Concilio Universal de la Iglesia, a saber, el Concilio Vaticano II, cuando nos enseña que "es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual… Los fieles deben tener fácil acceso a la Sagrada Escritura" (DV 21 y 22).

Ahora bien, también es conocido por todos el rechazo que estos hermanos nuestros manifiestan, en general, por todo aquello que no se contiene explícita o, al menos, implícitamente en las Sagradas Escrituras.

Es decir, coincidimos con estos hermanos nuestros en el amor y la veneración a las Sagradas Escrituras, pero diferimos cuando ellos dicen que solo aquello que se encuentra en las Sagradas Escrituras es digno de ser tomado como mensaje cierto de Dios para nuestra salvación. El católico afirma que la Palabra de Dios escrita se contiene, si, exclusivamente en las Sagradas Escrituras, pero que la Palabra de Dios no es solo aquella que se puso por escrito en las Escrituras, sino que la Palabra de Dios excede las Escrituras: la prueba esta en que Jesús, el gran revelador del Padre, "hizo y dijo muchas otras cosas que no se encuentran escritas en este libro", y que, obviamente, podemos considerar como Palabra de Dios, aunque no escrita, sino oral. Esta Palabra de Dios trasmitida por Jesús y los Apóstoles oral y literalmente es llamada técnicamente Tradición, escrita aquí a propósito con mayúscula, para diferenciarla de lo que entendemos habitualmente por "tradiciones", es decir, costumbres de origen más o menos desconocido que se van repitiendo de generación en generación, y cuya sola autoridad es "que así se hace", y basta. Semejantes "tradiciones", cuando son de carácter religioso, pueden ser buenas o malas, pueden cambiar o permanecer, pueden aumentar o disminuir, pueden desaparecer.

La Tradición (con mayúsculas) de la Iglesia tiene su origen en Jesucristo y los Apóstoles y se entrega de generación en generación por medio de la predicación y la celebración de los misterios de salvación, bajo la guía del Espíritu Santo. La palabra "tradición", como se sabe, viene del latín "tradere", que significa "entregar". En este sentido las Sagradas Escrituras son parte de la Tradición que hemos recibido de nuestros antepasados en la fe; es decir, la Biblia es un mensaje que ha sido "entregado" de generación en generación, bajo la guía del Espíritu Santo.

Pero, según hemos dicho, los cristianos así llamados "evangélicos" niegan que debamos prestar oído a cualquier otra "Tradición" que no sea esta Tradición escrita, o sea la Biblia. La Iglesia Católica, en cambio, sostiene que aquella Sagrada Tradición (o "enseñanza de salvación entregada") que debemos mantener y conservar es más amplia que la Sagrada Escritura, y, digámoslo desde ya, no se opone a ella ni la contradice, ya que se trata de una misma Tradición que se "entrega" bajo dos formas distintas: escrita y oral. Creo que no hay mejor manera de decirlo que como lo dijo el mismo San Pablo: "hermanos: estad firmes y mantened las tradiciones que habéis recibido como enseñanza ya sea de palabra ya sea por nuestras cartas" (2 Tes. 2,15). Algunas traducciones de este pasaje, dicho sea de paso, vierten la palabra del texto original "paradoseis" como "doctrinas", lo cual es perfectamente licito en caso de no tratarse de una traducción tendenciosa: no se debe olvidar que la palabra "paradosis" significa inequívocamente "tradición" (al margen del significado de "traición", "arresto" que no aplica aquí), de la raíz verbal "para-didomi", y que es la misma palabra que usa Jesús al decirle a los fariseos: "Así habéis invalidado la palabra de Dios por causa de vuestra tradición (paradosis)".

Como se ve, la palabra "tradición" puede ser tomada como sinónimo de la doctrina de Jesús y de los apóstoles y también como sinónimo de las doctrinas de los fariseos o de sus antepasados. En una palabra, el termino "tradición" puede usarse en un sentido positivo y también en un sentido más peyorativo, de donde no tiene lugar el escandalizarse cuando en la Iglesia se habla de Tradición, como hablaba San Pablo. (En 2 Tes 3,6 también se usa el termino griego "paradosin", que, otra vez, en algunas versiones españolas se traduce como "doctrinas": "…conforme a las doctrinas que recibieron de nuestra parte" - Reina de Valera -; también vale aquí lo que dijimos para 2,13: si, podemos traducir "paradosin" como "doctrina", pero no perdamos de vista que lo que dice el texto original es: "…conforme a la tradición que recibieron de nuestra parte"; podríamos agregar que el texto de Mt 15,3 y 6, donde tenemos en el original la misma palabra que en 2 Tes 3,6, es decir, "paradosin", es traducido por casi todas la versiones españolas - incluso la Reina de Valera - como "tradiciones". Nos preguntamos: ¿porqué no traducir aquí "paradosin" como "doctrinas", como se traduce 2 Tes 3,6, que hace referencia a una realidad similar - enseñanzas, tradiciones, doctrinas -? Ciertamente la sospecha de imparcialidad de la traducción no es del todo infundada: parecería que cuando el termino "paradosin" aparece para indicar la enseñanza de Jesús o de los Apóstoles se lo traduce como "doctrinas", mientras cuando se trata de las enseñanzas y preceptos humanos de los judíos se lo traduce como "tradiciones". Repetimos una vez más que, si bien el traductor puede elegir los sinónimos que él crea conveniente, sin embargo en este caso me parece que se cumple el dicho "traduttore tradittore", pues puede llevar a los lectores sencillos a pensar que "tradición" es una suerte de "mala palabra" que hace alusión a las tradiciones humanas, en contra de la doctrina de Jesús, cuando de hecho en el texto original se trata de una misma palabra, la cual cobra su valor positivo o negativo según el "contenido" de la mencionada tradición. Sin embargo no es tanto sobre cuestiones de exégesis que quería atraer la atención del lector, sino más bien sobre cuestiones de historia de la doctrina cristiana en sus primeros pasos, apenas recibido el Espíritu Santo en Pentecostés.

Es un hecho obvio y aun registrado en las Sagradas Escrituras que "hay muchas otras cosas que hizo Jesús que, si se escribieran una por una, pienso que no cabrían ni aun en el mundo los libros que se habrían de escribir" (Jn 21,25). Jesús pasó los años de su vida publica predicando y obrando el bien, cosa que luego hicieron también los Apóstoles del Señor, que son considerados por todas las iglesias cristianas como fuentes de la Revelación, es decir, la Revelación publica del misterio de Jesucristo culmina con la muerte del ultimo de los Apóstoles, que fue Juan.

Nadie puede decir basado en ningún texto bíblico que los autores de los textos del Nuevo Testamento quisieron limitar la enseñanza de Jesús o de los Apóstoles a lo que ellos estaban escribiendo. O puesto de otra manera, ni a Mateo, ni a Marcos, ni a Lucas, ni a Juan, ni a Pedro, ni a Pablo, ni a Santiago, ni a Judas ni a ningún otro que haya podido formar parte de los autores del Nuevo Testamento jamás se les ocurrió poner por escrito todo lo que Jesús enseñó, pues eso hubiese sido algo de nunca acabar, como lo dice Juan (21,25). Jesús tampoco les había mandado escribir nada. Ni siquiera todos los Apóstoles escribieron algo, sino solo cinco, alguno de los cuales escribieron apenas dos o tres paginas (ver la carta de Judas, o de Santiago; de Pedro tenemos dos cartas).

Jesús, sin embargo, les dio a sus Apóstoles el mandamiento de ir por todo el mundo anunciando el Evangelio a toda la creación, "enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mt. 28,20). Los Apóstoles y también los otros discípulos del Señor, una vez recibido el Espíritu Consolador, cumplieron con lo que el Señor les había ordenado y predicaron día y noche, aun a precio de su Sangre, lo que ellos habían "visto y oído" acerca de Jesús. Ahora bien, como queda claro los Apóstoles hicieron esto predicando, es decir, entregando oralmente el misterio de la Salvación, ya que, como dijimos, solo algunos de los Apóstoles, pasado ya mucho tiempo de predicación, y sin pretender resumir en sus escritos aquel "todo" que Jesús les había mandado (ver arriba la cita de Mt. 28,20) escribieron algo de lo que predicaban (notemos que muchos de los escritos del Nuevo Testamento son cartas circunstanciales). Con esto queremos decir que:

A ninguno de los Apóstoles se le ocurrió jamás limitar las enseñanzas de Jesús a lo que estaban escribiendo en ese momento;
La comunidad cristiana del comienzo no se fundó sobre los escritos del Nuevo Testamento, sino sobre la enseñanza oral de los Apóstoles y discípulos del Señor;
Miles de cristianos de la primitiva Iglesia nunca leyeron ningún texto del Nuevo Testamento.
¿Podríamos concluir de esto que la comunidad de los primeros cristianos no conocía la Palabra de Dios? Claro que no. La conocía y muy bien, pero para ellos (y para muchas iglesias particulares durante siglos) la Palabra de Dios fue entregada de manera oral, al menos en su casi totalidad.
He sentido decir por ahí que, llegado el tiempo, Dios hizo que se pusiesen por escrito las enseñanzas evangélicas, para que no fuesen tergiversadas por el correr de los años; hoy debemos quedarnos con lo que quedó escrito, que sin duda no contiene error, todo lo demás es peligroso, poco confiable.

Con respecto a esto digamos que tal afirmación queda aun por demostrarse: no se basa en ningún mandamiento - al menos que conozcamos - del Señor, ni en ninguna decisión de algún Concilio de la Iglesia (como por ejemplo el Concilio de Jerusalén, en Hch. 15, donde la Iglesia decide cuestiones que iban apareciendo y sobre las cuales Jesús, aparentemente, no había dejado una norma clara de comportamiento). Es decir, la afirmación de que "Dios, viendo que algunas doctrinas corrían el riesgo de irse desviando, nos da los escritos del Nuevo Testamento" puede sonar muy bien para alguno, pero a menos que conozcamos los pensamientos de Dios directamente, no la podemos defender con ningún dato ni histórico ni bíblico, es una hipótesis. Yo podría decir, como hipótesis, que no, que ese no fue el pensamiento de Dios, que ese no fue el motivo por el cual aparecieron los escritos del Nuevo Testamento, y ¿quién me podría decir que me equivoco?.

Sobre este punto podríamos aducir otros aspectos, pero no es lo que más nos concierne ahora.

Dejamos por asentado, pues, que Jesús y los Apóstoles dijeron e hicieron muchísimo más de lo que esta escrito, y que en la vida de los apóstoles se dieron hechos importantes que no quedaron por escrito (¿o acaso alguien puede pensar que la labor de los Doce se limita a lo poco que el libro de los Hechos de los Apóstoles relata, casi exclusivamente, sobre Pedro y Pablo?). Y dejamos por asentado también que si alguno piensa que lo único importante para nosotros es lo que quedo escrito, ese pensamiento no es ni bíblico - no esta en ninguna parte en la Biblia, ni siquiera insinuado, más bien al contrario; ni es tampoco histórico - nunca nadie pensó así hasta los últimos siglos de nuestra era.

Ahora bien, supongamos que en la comunidad cristiana del comienzo sucede un hecho que no quedó por escrito, y pongamos ya mismo un ejemplo para hacer la cuestión más practica y entendible: digamos que la Madre del Señor, conocida y querida por todos los Apóstoles, que había estado junto a Jesús durante toda su vida, llegado el día determinado por Dios murió, y que cuando fue visitada en su tumba por algunas personas, digamos para los ritos propios de los funerales judíos, se encontraron con que su cuerpo no estaba más. Este hecho, que los católicos toman por una "enseñanza entregada", una "Tradición" con mayúscula (la Asunción de la Virgen), lo tomamos acá pura y exclusivamente como una suposición, ya que, según hemos visto, ciertamente sucedieron cosas que no quedaron por escrito.

En este supuesto caso, y en todos los demás casos que ciertamente ocurrieron, es decir, en los miles de hechos acaecidos durante la vida de Jesús y de los Apóstoles, y en la extensísima enseñanza de Jesús y los Apóstoles que no quedó por escrito (que "no cabrían en el mundo los libros que se escribiesen" Jn 21,25) ¿qué cosa debía hacer la Iglesia, es decir, la comunidad de creyentes? ¿Olvidarse? ¿Porqué debía olvidarse, si su misión era precisamente transmitir todo lo que ellos habían visto y oído? ¿En qué momento de la historia de la Iglesia se tomó la decisión de "olvidar" los eventos que los autores sagrados no habían dejado por escrito?

Que debe hacer un creyente del siglo XX al leer 2 Tes 2,13-15?

"...así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta."

¿Basado en qué principio debo decir ahora que aquello que se enseñó "de viva voz" hay que olvidarlo y quedarse solo con lo que se entrego "por carta"?

¿No se dio cuenta San Pablo de lo "peligroso" que era decir que había que obedecer las tradiciones orales…?

* * *

Los católicos, por su parte, siguen manteniendo que hay que conservar ambas doctrinas, la que fue entregada por carta y la que fue entregada oralmente por los pastores de la Iglesia; "ambas" doctrinas que son una misma doctrina comunicada por distintos canales, pero que se complementan, se perfeccionan, se explican mutuamente. Así era en el comienzo y ellos no ven porqué ahora deban limitar la enseñanza a lo que quedo escrito. Si Dios así lo enseñase, por ejemplo a través de alguno de los Apóstoles, entonces habría que aceptarlo con gusto. Pero, como dijimos, no existe ningún motivo que nos permita pensar razonablemente que ahora debemos dejar de prestar atención a la Tradición oral.

¿En que consiste esa Tradición? En todo el mensaje evangélico de salvación que predicó la Iglesia comenzando con los Apóstoles a lo largo de los siglos a través de sus pastores, quienes deben predicar a toda la creación, "enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo", aun desaparecidos ya los Apóstoles del Señor, como por ejemplo en el siglo XX… También hoy Jesús esta con aquellos a los cuales los Apóstoles imponían las manos, obispos, presbíteros y diáconos (1 Tim 5:22; Tito 1,7; Fil 1,1), que tienen la obligación de predicar en nombre de Jesús, de tal modo que "quien a vosotros oye a mi me oye, y quien a vosotros rechaza a mi me rechaza, y rechaza a aquel que me envío" (Lc 10:16). Pero ese ya es otro tema, que con gusto trataremos, si Dios quiere, en otro escrito.

Querido hermano evangélico que me has leído hasta este punto: te agradezco tu interés y paciencia, que hablan bien de tu empeño por la verdad que nos hará libres a ti y a mi. Te pido que reflexiones estas cosas, porque son asuntos importantes, de vida eterna. Te agradecería enormemente me envíes alguna línea de respuesta a estos interrogantes que te he planteado, o sobre algún otro tema sobre el que estés profundizando, o alguna traducción que quieras corroborar, etc. Gracias a Dios puedo leer (¡al menos intentarlo!) los textos originales en hebreo y griego, y te puedo ayudar. Tengo un solo interés: hacerte el bien.

Un abrazo a todos en Cristo Jesús.
 
Que debe hacer un creyente del siglo XX al leer 2 Tes 2,13-15?

"...así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta."

Mt:28:18: Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Mt:28:19: Por tanto, id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo:
Mt:28:20: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (RVA)


¿Basado en qué principio debo decir ahora que aquello que se enseñó "de viva voz" hay que olvidarlo y quedarse solo con lo que se entrego "por carta"?

¿La institucion romanista ha guardado las "tradiciones" de viva voz de manera confiable? Por supuesto que no, la institucion romanista fue desechada, por hereje, mentirosa y corrupta.

¿No se dio cuenta San Pablo de lo "peligroso" que era decir que había que obedecer las tradiciones orales…?

¿Los cristianos fueron siempre cristianos? es decir ¿nunca dejaron de serlo? si no fue asi ¿porque el oscurantismo? çporque la retractacion 3 siglos despues? ¿porque promulgar una "asencion" 19 siglos despues?

No hay duda a la institucion romanista le viene como anillo al dedo Dn:5:23: Antes contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, é hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus príncipes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos: demás de esto, á dioses de plata y de oro, de metal, de hierro, de madera, y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben, diste alabanza: y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.
Dn:5:24: Entonces de su presencia fué enviada la palma de la mano que esculpió esta escritura.
Dn:5:25: Y la escritura que esculpió es: MENE, MENE, TEKEL, UPHARSIN.
Dn:5:26: La declaración del negocio es: MENE: Contó Dios tu reino, y halo rematado.
Dn:5:27: TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.
Dn:5:28: PERES: Tu reino fué rompido, y es dado á Medos y Persas.


Solo que necesitas bajarte del camino para ver que se te poncharon las llantas, dicho de otra forma lo podrido de esa intitucion solo se ve de afuera, mientras estes ahi, no quieres, ni puedes verlo.

Mizpa
Daniel Ortega
 
Estimado Abraham

Entiendo perfectamente hacia donde van dirigidas sus afirmaciones, pero me afloran algunas preguntas que quizas me puedas contestar.

Que hay de incorrecto en que nosotros los protestantes nos apeguemos mas a la Biblia que a sus "Tradiciones". Porque la misma Iglesia Católica nos condeno recientemente.. me puede decir donde está lo malo¨..

No fue por apartarse de la verdadera doctrina que ocurrió la reforma Luterana.. Como es que teniendo tan claro estos conceptos (orales y escritos) había que pagar para salvarse (que habia de los pobres en esa época)...

Si la Virgen María (Madre de Dios) fue arrebata al cielo... porque despues de 1800 años reconocen esto... y no promulgaron los discipulos su maravillosa partida (justamente Juan que debe haber muerto mucho despues de María) podría haberlo relatado en una de sus cartas....

Porque lago tan imporatnte "se les olvido comentarselo al resto de las iglesias"

Todo eso me parece muy extraño... O no
 
Estimado Abraham

Entiendo perfectamente hacia donde van dirigidas sus afirmaciones, pero me afloran algunas preguntas que quizas me puedas contestar.

Que hay de incorrecto en que nosotros los protestantes nos apeguemos mas a la Biblia que a sus "Tradiciones". Porque la misma Iglesia Católica nos condeno recientemente.. me puede decir donde está lo malo¨..

No fue por apartarse de la verdadera doctrina que ocurrió la reforma Luterana.. Como es que teniendo tan claro estos conceptos (orales y escritos) había que pagar para salvarse (que habia de los pobres en esa época)...

Si la Virgen María (Madre de Dios) fue arrebata al cielo... porque despues de 1800 años reconocen esto... y no promulgaron los discipulos su maravillosa partida (justamente Juan que debe haber muerto mucho despues de María) podría haberlo relatado en una de sus cartas....

Porque lago tan imporatnte "se les olvido comentarselo al resto de las iglesias"

Todo eso me parece muy extraño... O no
 
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Hace algún tiempo envié esta respuesta a la "pregunta".
Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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Una pregunta para un hermano evangélico serio

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El P. Juan Carlos Sack es un sacerdote católico misionero en Rusia, actualmente cursando sus estudios exegeticos en Roma. Contestará gustoso a sus preguntas o sugerencias. Su dirección de e-mail es [email protected]
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[Juan Carlos] Es por todos conocido el hecho que tantas religiones y movimientos religiosos evangélicos veneran las Sagradas Escrituras con una reverencia y amor encomiables. De ellos, creo yo, bien pueden aprender tantos católicos que, por un motivo u otro, no llevan a la practica aquellas palabras del último Concilio Universal de la Iglesia, a saber, el Concilio Vaticano II, cuando nos enseña que "es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual… Los fieles deben tener fácil acceso a la Sagrada Escritura" (DV 21 y 22).

Ahora bien, también es conocido por todos el rechazo que estos hermanos nuestros manifiestan, en general, por todo aquello que no se contiene explícita o, al menos, implícitamente en las Sagradas Escrituras.

[Jetonius] Este “rechazo” no es generalizado ni indiscriminado, sino que se refiere a considerar en pie de igualdad con las Sagradas Escrituras doctrinas o prácticas que, como correctamente dices, no se contienen explícita o implícitamente en aquéllas.

[ Juan Carlos] Es decir, coincidimos con estos hermanos nuestros en el amor y la veneración a las Sagradas Escrituras, pero diferimos cuando ellos dicen que solo aquello que se encuentra en las Sagradas Escrituras es digno de ser tomado como mensaje cierto de Dios para nuestra salvación. El católico afirma que la Palabra de Dios escrita se contiene, si, exclusivamente en las Sagradas Escrituras, pero que la Palabra de Dios no es solo aquella que se puso por escrito en las Escrituras, sino que la Palabra de Dios excede las Escrituras: la prueba esta en que Jesús, el gran revelador del Padre, "hizo y dijo muchas otras cosas que no se encuentran escritas en este libro", y que, obviamente, podemos considerar como Palabra de Dios, aunque no escrita, sino oral.

[Jetonius] No puede negarse que la Palabra de Dios exceda las Escrituras, ni tampoco que existan muchas otras cosas que hizo y dijo Jesús que no se hallan en el Evangelio según San Juan (obviamente, “este libro” no se refiere a todo el Nuevo Testamento). En realidad, muchas de estas otras cosas se encuentran en los Evangelios sinópticos, a los cuales Juan complementa, y en datos dispersos en los Hechos, las Epístolas y el Apocalipsis. Sin embargo, nadie en su sano juicio afirmaría que allí está absolutamente todo lo que Dios ha dicho y hecho.
Lo que el evangélico serio se pregunta y le pregunta a su no menos serio hermano católico es: ¿Hasta qué punto pueden ser relevantes para la doctrina y la práctica las cosas que los autores del Nuevo Testamento, inspirados por el Espíritu Santo, declinaron incluir en sus escritos?
Una segunda pregunta estrechamente relacionada sería ¿cuáles fueron los criterios que guiaron a los autores del Nuevo Testamento para la selección del material proveniente de la revelación divina que finalmente incluyeron?
Otra pregunta más que el evangélico se hace es: ¿con qué criterio habrá de extraerse de la tradición oral, lo que realmente corresponde a las enseñanzas de Jesús y de sus Apóstoles de adiciones posteriores o extrañas? Simplemente para dar un ejemplo, Ireneo y otros autores citan dichos de Papías de Hierápolis que supuestamente se remontan a los Apóstoles, pero que casi ciertamente son erróneos (por ejemplo, sobre la muerte de Judas Iscariote, Felipe y sus hijas, o el reino milenario).

[Juan Carlos] Esta Palabra de Dios trasmitida por Jesús y los Apóstoles oral y literalmente es llamada técnicamente Tradición, escrita aquí a propósito con mayúscula, para diferenciarla de lo que entendemos habitualmente por "tradiciones", es decir, costumbres de origen más o menos desconocido que se van repitiendo de generación en generación, y cuya sola autoridad es "que así se hace", y basta. Semejantes "tradiciones", cuando son de carácter religioso, pueden ser buenas o malas, pueden cambiar o permanecer, pueden aumentar o disminuir, pueden desaparecer.
La Tradición (con mayúsculas) de la Iglesia tiene su origen en Jesucristo y los Apóstoles y se entrega de generación en generación por medio de la predicación y la celebración de los misterios de salvación, bajo la guía del Espíritu Santo. La palabra "tradición", como se sabe, viene del latín "tradere", que significa "entregar". En este sentido las Sagradas Escrituras son parte de la Tradición que hemos recibido de nuestros antepasados en la fe; es decir, la Biblia es un mensaje que ha sido "entregado" de generación en generación, bajo la guía del Espíritu Santo.

[Jetonius] En mi opinión, la distinción debe trazarse entre una tradición doctrinal y una tradición interpretativa y usual, es decir, entre lo que constituye la enseñanza inspirada por el Espíritu Santo (sería la Tradición con mayúscula) y lo que es la forma de interpretarla y la manera en que se hacen las cosas (costumbres). La Biblia es, para todos los cristianos, el depósito de la Revelación, la verdadera y segura Tradición de la Iglesia de Jesucristo. Todo lo demás puede tenerse en cuenta –por ejemplo, los escritos de los Padres primitivos- pero debe ser juzgado a la luz de la Escritura.

[Juan Carlos] Pero, según hemos dicho, los cristianos así llamados "evangélicos" niegan que debamos prestar oído a cualquier otra "Tradición" que no sea esta Tradición escrita, o sea la Biblia. La Iglesia Católica, en cambio, sostiene que aquella Sagrada Tradición (o "enseñanza de salvación entregada") que debemos mantener y conservar es más amplia que la Sagrada Escritura, y, digámoslo desde ya, no se opone a ella ni la contradice, ya que se trata de una misma Tradición que se "entrega" bajo dos formas distintas: escrita y oral.

[Jetonius] Cualquier grupo humano desarrolla cierta tradición y es natural y lógico que así sea. Esta tradición se transmite de generación en generación, en general modificándose a través de desarrollos y adiciones.
El problema que un evangélico serio ve aquí es que los cristianos así llamados “católicos” consideran a la supuesta Tradición oral como una fuente de revelación divina a la par de la Palabra Escrita de Dios, “recibidas por los Apóstoles de boca de Cristo mismo, o por los mismos Apóstoles bajo la inpiración del Espíritu Santo transmitidas como de mano en mano...”
Esta doctrina comenzó a enseñarse con claridad, por influencia de Cirilo de Alejandría, en el II Concilio de Constantinopla de 553, es decir, algunos siglos después de la época apostólica. Se reafirmó en el II de Nicea (787) y en el IV de Constantinopla (869). Se enseña en el Símbolo de León IX (1053) y en una carta de Gregorio IX , entre otros documentos papales. El Concilio de Trento ratificó la doctrina en la Sesión IV (8 de abril de 1546), en el I Vaticano (1870) y recientemente en el II Vaticano, que concluye que “se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.” (Const. Dogm. Dei Verbum, II,9).
Un evangélico serio no cree en realidad que no deba prestársele atención a toda tradición extraescritural. En cambio cree que toda supuesta tradición debe examinarse a la luz de lo revelado por escrito. En este sentido, simplemente sigue el ejemplo del Señor Jesús, para quien la declaración “Está escrito” concluía una discusión con sus discípulos, con los fariseos, con los saduceos y con el mismo Satanás (Mateo 4 y paralelos). Es la misma actitud que tenían los de Berea cuando, luego de escuchar la enseñanzas del mismísimo San Pablo y de Silas, “estudiaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. San Lucas elogia esta actitud (Hechos 17: 10-12).

[Juan Carlos] Creo que no hay mejor manera de decirlo que como lo dijo el mismo San Pablo: "hermanos: estad firmes y mantened las tradiciones que habéis recibido como enseñanza ya sea de palabra ya sea por nuestras cartas" (2 Tes. 2,13). Algunas traducciones de este pasaje, dicho sea de paso, vierten la palabra del texto original "paradoseis" como "doctrinas", lo cual es perfectamente licito en caso de no tratarse de una traducción tendenciosa: no se debe olvidar que la palabra "paradosis" significa inequívocamente "tradición" (al margen del significado de "traición", "arresto" que no aplica aquí), de la raíz verbal "para-didomi", y que es la misma palabra que usa Jesús al decirle a los fariseos: "Así habéis invalidado la palabra de Dios por causa de vuestra tradición (paradosis)".

Como se ve, la palabra "tradición" puede ser tomada como sinónimo de la doctrina de Jesús y de los apóstoles y también como sinónimo de las doctrinas de los fariseos o de sus antepasados. En una palabra, el termino "tradición" puede usarse en un sentido positivo y también en un sentido más peyorativo, de donde no tiene lugar el escandalizarse cuando en la Iglesia se habla de Tradición, como hablaba San Pablo. (En 2 Tes 3,6 también se usa el termino griego "paradosin", que, otra vez, en algunas versiones españolas se traduce como "doctrinas": "…conforme a las doctrinas que recibieron de nuestra parte" - Reina de Valera -; también vale aquí lo que dijimos para 2,13: si, podemos traducir "paradosin" como "doctrina", pero no perdamos de vista que lo que dice el texto original es: "…conforme a la tradición que recibieron de nuestra parte"; podríamos agregar que el texto de Mt 15,3 y 6, donde tenemos en el original la misma palabra que en 2 Tes 3,6, es decir, "paradosin", es traducido por casi todas la versiones españolas - incluso la Reina de Valera - como "tradiciones". Nos preguntamos: ¿porqué no traducir aquí "paradosin" como "doctrinas", como se traduce 2 Tes 3,6, que hace referencia a una realidad similar - enseñanzas, tradiciones, doctrinas -? Ciertamente la sospecha de imparcialidad de la traducción no es del todo infundada: parecería que cuando el termino "paradosin" aparece para indicar la enseñanza de Jesús o de los Apóstoles se lo traduce como "doctrinas", mientras cuando se trata de las enseñanzas y preceptos humanos de los judíos se lo traduce como "tradiciones". Repetimos una vez más que, si bien el traductor puede elegir los sinónimos que él crea conveniente, sin embargo en este caso me parece que se cumple el dicho "traduttore tradittore", pues puede llevar a los lectores sencillos a pensar que "tradición" es una suerte de "mala palabra" que hace alusión a las tradiciones humanas, en contra de la doctrina de Jesús, cuando de hecho en el texto original se trata de una misma palabra, la cual cobra su valor positivo o negativo según el "contenido" de la mencionada tradición. Sin embargo no es tanto sobre cuestiones de exégesis que quería atraer la atención del lector, sino más bien sobre cuestiones de historia de la doctrina cristiana en sus primeros pasos, apenas recibido el Espíritu Santo en Pentecostés.

[Jetonius] Sin duda, la palabra “tradición”puede tomarse en sentido positivo, peyorativo o neutro. La traducción Reina-Valera es –como lo reconoce Menéndez y Pelayo y cualquiera que aprecie el castellano- una joya del siglo de oro de la literatura española. Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (ninguno de ellos se llamaba “Reina de Valera” como das a entender) optaron efectivamente por traducir “tradición” en ciertas partes y “doctrina” en otras tal vez como resultado de la controversia originada en la Reforma del siglo XVI y su respuesta romana en Trento, que ratificó la validez de las presuntas revelaciones extrabíblicas recibidas por tradición oral. Habría que añadir que a pesar de alguna elección discutible –que todas las versiones las tienen- en materia de traducir al español la Biblia a partir de las lenguas originales y ponerlas al alcance de la gente, los cristianos protestantes les sacaron algunos siglos de ventaja a los cristianos católicos.
Retornando al problema principal, Efesios 2: 19-22 y otros pasajes nos enseñan que:
1. Jesucristo es la Piedra angular
2. Los Apóstoles y los Profetas son el cimiento
3. Los demás creyentes son el edificio que, sobre dicha Piedra angular y Cimiento, se levanta como “templo santo al Señor”.
Los Apóstoles insisten una y otra vez en la conservación de sus enseñanzas y en la fidelidad a ellas. Algunos ejemplos:
“habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados” (Rom 6:17)
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis, por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano” (1 Cor 15:1-2)
“Vivid, pues, según Cristo Jesús, el Señor, tal comolo habéis recibido” (Col 2:6)
“Por lo demás, hermanos, os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús a que viváis como conviene para agradar a Dios, según aprendisteis de nosotros, y a que progreseis más “ (1 Tesal 4:1, cf. 2:13)
“Todo cuanto habéis aprendido y oído y visto en mí, ponedlo por obra, y el Dios de paz estará con vosotros” (Filip 4:9)
“Pues más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia que, una vez conocido, volverse atrás del santo precepto que les fue transmitido” (2 Ped 2:21)

Es claro que los Apóstoles deseaban que lo que ellos enseñaban, tanto oralmente como por escrito, fuese recibido por los cristianos. Entre Pentecostés y la primera de las Epístolas transcurrieron por lo menos 15 años, y hasta donde sabemos en este período la predicación apostólica se propagó de manera exclusivamente oral, con el apoyo, desde luego, de las Escrituras del Antiguo Testamento. Hay que admitir asimismo que hasta la recolección del grueso del corpus que hoy constituye el Nuevo Testamento, probablemente en la primera mitad del siglo II (Clemente de Roma cita 1 Corintios e Ireneo considera axiomática la existencia de cuatro Evangelios), predominó la transmisión oral de la enseñanza característicamente cristiana.

[Juan Carlos] Es un hecho obvio y aun registrado en las Sagradas Escrituras que "hay muchas otras cosas que hizo Jesús que, si se escribieran una por una, pienso que no cabrían ni aun en el mundo los libros que se habrían de escribir" (Jn 21,25). Jesús pasó los años de su vida publica predicando y obrando el bien, cosa que luego hicieron también los Apóstoles del Señor, que son considerados por todas las iglesias cristianas como fuentes de la Revelación, es decir, la Revelación publica del misterio de Jesucristo culmina con la muerte del ultimo de los Apóstoles, que fue Juan.

[Jetonius] Un evangélico serio se preguntaría aquí por qué citas otra vez el mismo versículo de la Biblia (Juan 21:25) en favor de la posición que defiendes, como si no hubiera otro del cual aferrarse. En realidad, este versículo, probablemente una adición editorial a lo escrito por el discípulo amado, puede interpretarse cabalmente a la luz de Juan 20: 30-31,
“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.”
Si vamos al caso, ni la Biblia ni la tradición oral puede agotar lo que Dios ha hecho, hace y hará. De hecho, esta línea de argumentación tiene un doble filo. Por ejemplo, algunos grupos cristianos marginales y también sectas derivadas del cristianismo (como los mormones) apelan a un razonamiento similar para enseñar que Dios sigue revelándose hasta hoy a través de sus “profetas”. El punto es que no necesitamos –ni podríamos- saber todo lo que Dios ha dicho y ha hecho. La Escritura es altamente selectiva, y tiene en su conjunto el mismo propósito que Juan: dar testimonio de Jesucristo y llevarnos a la salvación en Su santo nombre.

[Juan Carlos] Nadie puede decir basado en ningún texto bíblico que los autores de los textos del Nuevo Testamento quisieron limitar la enseñanza de Jesús o de los Apóstoles a lo que ellos estaban escribiendo. O puesto de otra manera, ni a Mateo, ni a Marcos, ni a Lucas, ni a Juan, ni a Pedro, ni a Pablo, ni a Santiago, ni a Judas ni a ningún otro que haya podido formar parte de los autores del Nuevo Testamento jamás se les ocurrió poner por escrito todo lo que Jesús enseñó, pues eso hubiese sido algo de nunca acabar, como lo dice Juan (21,25). Jesús tampoco les había mandado escribir nada. Ni siquiera todos los Apóstoles escribieron algo, sino solo cinco, alguno de los cuales escribieron apenas dos o tres paginas (ver la carta de Judas, o de Santiago; de Pedro tenemos dos cartas).

[Jetonius] Me parece que no has leído con atención lo que San Juan escribió al final del Apocalipsis: “Yo advierto a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19).
Esto significa que, en contra de lo que dices, al menos un autor bíblico, y uno muy importante, consideró apropiado restringir taxativamente los límites de esta revelación. Claro está que en sentido estricto esta advertencia solamente es válida para el Apocalipsis, pero por otra parte el hecho de haber sido probablemente el último libro bíblico en escribirse, y que la Iglesia primitiva haya considerado apropiado ubicarlo al final de la Biblia no puede pasarse livianamente por alto.

[Juan Carlos] Jesús, sin embargo, les dio a sus Apóstoles el mandamiento de ir por todo el mundo anunciando el Evangelio a toda la creación, "enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mt. 28,20). Los Apóstoles y también los otros discípulos del Señor, una vez recibido el Espíritu Consolador, cumplieron con lo que el Señor les había ordenado y predicaron día y noche, aun a precio de su Sangre, lo que ellos habían "visto y oído" acerca de Jesús. Ahora bien, como queda claro los Apóstoles hicieron esto predicando, es decir, entregando oralmente el misterio de la Salvación, ya que, como dijimos, solo algunos de los Apóstoles, pasado ya mucho tiempo de predicación, y sin pretender resumir en sus escritos aquel "todo" que Jesús les había mandado (ver arriba la cita de Mt. 28,20) escribieron algo de lo que predicaban (notemos que muchos de los escritos del Nuevo Testamento son cartas circunstanciales). Con esto queremos decir que:

1.A ninguno de los Apóstoles se le ocurrió jamás limitar las enseñanzas de Jesús a lo que estaban escribiendo en ese momento;
2.La comunidad cristiana del comienzo no se fundó sobre los escritos del Nuevo Testamento, sino sobre la enseñanza oral de los Apóstoles y discípulos del Señor; 3.Miles de cristianos de la primitiva Iglesia nunca leyeron ningún texto del Nuevo Testamento.

¿Podríamos concluir de esto que la comunidad de los primeros cristianos no conocía la Palabra de Dios? Claro que no. La conocía y muy bien, pero para ellos (y para muchas iglesias particulares durante siglos) la Palabra de Dios fue entregada de manera oral, al menos en su casi totalidad.

{Jetonius] Estos hechos ya han sido comentados. Aquí cabe recordar que los primeros cristianos –aún en la época Apostólica- poseían un conjunto de Escrituras que hoy llamamos Antiguo Testamento.

[Juan Carlos] He sentido decir por ahí que, llegado el tiempo, Dios hizo que se pusiesen por escrito las enseñanzas evangélicas, para que no fuesen tergiversadas por el correr de los años; hoy debemos quedarnos con lo que quedó escrito, que sin duda no contiene error, todo lo demás es peligroso, poco confiable.

Con respecto a esto digamos que tal afirmación queda aun por demostrarse: no se basa en ningún mandamiento - al menos que conozcamos - del Señor, ni en ninguna decisión de algún Concilio de la Iglesia (como por ejemplo el Concilio de Jerusalén, en Hch. 15, donde la Iglesia decide cuestiones que iban apareciendo y sobre las cuales Jesús, aparentemente, no había dejado una norma clara de comportamiento).

[Jetonius] Es un hecho que el concilio de Jerusalén que citas puso por escrito su decisión en lugar de confiar solamente en su transmisión oral, aun cuando la carta fue llevada por hermanos irreprochables con San Pablo a la cabeza:
“Por lo cual yo juzgo” –dice Santiago- “que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que SE LES ESCRIBA que se aparten ...” (Hechos 15: 19-20).
“Entonces les pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir a algunos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé; a Judas, que tenía por sobrenombre Barsabás, a Silas, hombres principales entre los hermanos, y ESCRIBIR por conducto de ellos ... [sigue el texto de la carta]. Así pues. Los que fueron enviados descendieron a Antioquía y, reuniendo a la congregación, entregaron LA CARTA. Habiéndola LEÍDO, se regocijaron por la consolación.” (Hechos 15: 22-23, 30-31).

[Juan Carlos] Es decir, la afirmación de que "Dios, viendo que algunas doctrinas corrían el riesgo de irse desviando, nos da los escritos del Nuevo Testamento" puede sonar muy bien para alguno, pero a menos que conozcamos los pensamientos de Dios directamente, no la podemos defender con ningún dato ni histórico ni bíblico, es una hipótesis. Yo podría decir, como hipótesis, que no, que ese no fue el pensamiento de Dios, que ese no fue el motivo por el cual aparecieron los escritos del Nuevo Testamento, y ¿quién me podría decir que me equivoco?.

[Jetonius] Tu razonamiento puede dividirse en dos partes. Primero, los cristianos creemos que Dios actúa en la historia y la dirige hacia Sus propios fines. En este sentido, me parece que ningún cristiano cabal negaría que las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, fueron providencialmente preservadas por Dios hasta nuestros días. La documentación textual de Biblia excede ampliamente en calidad y cantidad a la de cualquier otro documento de antigüedad comparable. Por otra parte, cabe preguntarse por qué Dios hizo esto. Allí sí hay lugar para las conjeturas. A mí me parece muy razonable eso que has “sentido decir por ahí” , a saber, que la conservación providencial tenía al menos como uno de sus objetivos preservar la enseñanza original libre de corrupción, adición o enmiendas. No niego que pueda existir una mejor explicación, pero todavía no la he escuchado.

[Juan Carlos] Sobre este punto podríamos aducir otros aspectos, pero no es lo que más nos concierne ahora.
Dejamos por asentado, pues, que Jesús y los Apóstoles dijeron e hicieron muchísimo más de lo que esta escrito, y que en la vida de los apóstoles se dieron hechos importantes que no quedaron por escrito (¿o acaso alguien puede pensar que la labor de los Doce se limita a lo poco que el libro de los Hechos de los Apóstoles relata, casi exclusivamente, sobre Pedro y Pablo?). Y dejamos por asentado también que si alguno piensa que lo único importante para nosotros es lo que quedo escrito, ese pensamiento no es ni bíblico - no esta en ninguna parte en la Biblia, ni siquiera insinuado, más bien al contrario; ni es tampoco histórico - nunca nadie penso así hasta los últimos siglos de nuestra era.

[Jetonius] Parece que Jesús, Pablo y el resto de los Apóstoles de hecho pensaron así con respecto al Antiguo Testamento –única Escritura en sus días- ya que no apelaron jamás a fuentes extrabíblicas para probar, explicar o enseñar acerca de Cristo.
El argumento de que Dios debe de haber hecho y dicho mucho más de lo que está escrito se aplica también al período mucho más extenso que la Era Cristiana de lo que Él hizo desde la creación del mundo hasta la época del Nuevo Testamento. De hecho, los hebreos poseían en tiempos de Jesús una amplia variedad de tradiciones orales, que algunas sectas como la de los fariseos, ponían a la altura de las Escrituras (de hecho, se decía que en el monte Sinaí Moisés había recibido tanto la Ley escrita como la Ley oral). Jesucristo no era al parecer de igual opinión. Para Él la tradición no podía ponerse a igual nivel, ni mucho menos por encima, de la Escritura. La tradición era subordinada, optativa; la Escritura era soberana y obligatoria. Ésta debía juzgar a aquélla.
Por lo tanto, el punto de vista evangélico ciertamente es bíblico. Lo que Jesús y los Apóstoles hicieron con respecto al Antiguo Testamento, los cristianos evangélicos lo aplicamos, por analogía, al Nuevo Testamento.
También es histórico. Se ha dicho que si se perdiesen todas las copias del Nuevo Testamento, se lo podría reconstruir sobre la base de las citas patrísticas. Los escritores cristianos primitivos, apologistas, pastores y teólogos de los primeros siglos, no apelaban a supuestas tradiciones doctrinales sino a las Escrituras. Es cierto que hallamos numerosas alusiones a la “regla de fe de la Iglesia” y a la “tradición eclesiástica”, pero no se trata de una tradición doctrinal aparte de las Escrituras, sino de la forma tradicional de interpretarlas y a los usos y costumbres. Para los Padres de los primeros siglos, la Sagrada Escritura es la tradición doctrinal de la Iglesia, y el auténtico registro de la tradición Apostólica. Así, Tertuliano (160-220) dice que a los herejes no debe concedérseles el uso de las Escrituras para redargüir, porque no les pertenece; las Escrituras son patrimonio de la Iglesia, base y fundamento de su doctrina (J. Quasten, Patrología I, p. 569). “Porque donde veamos ciertamente la verdad de la doctrina y de la fe cristianas, allí indudablemente se hallan también las verdaderas Escrituras, la verdadera interpretación, las verdaderas tradiciones cristianas.” (De Prescriptione Haereticorum, 20).
Por ejemplo, en los escritos conservados de Orígenes, hombre de vastísima erudición, no hallamos apelaciones a tradiciones doctrinales extrabíblicas, y eso que, dadas las especulaciones de este Padre, tales tradiciones podrían haber sido muy interesantes. Eusebio de Cesarea (Hist Ecl VI, 25:11-14) ha conservado las reflexiones de Orígenes a propósito del autor de Hebreos, y todas ellas se basan en evidencias internas de la epístola. Al parecer en su tiempo (segunda mitad del siglo III) no había tradición confiable al respecto.
Ireneo de Lion (ca. 140-205) escribió: “...las Escrituras son en verdad perfectas, siendo que ellas fueron habladas o dictadas por la Palabra de Dios y Su Espíritu...” (Adv Haer II, 28)
“No hemos aprendido de ningunos otros el plan de nuestra salvación, sino de aquellos por quienes el evangelio nos ha venido, el cual ellos en un tiempo proclamaron en público y, en un período posterior, por la voluntad de Dios, los transmitieron a nosotros en las Escrituras, para ser el fundamento y la columna de nuestra fe.” (Adv Haer III, 1,1).
Ireneo también tiene a la Iglesia como depositaria de las Escrituras y poseedora de un entendimiento correcto de éstas: “... pero mejor es que nos refugiemos en la Iglesia, seamos educados en su seno, y nos alimentemos de la Escritura del Señor.” (Adv Haer V,20:2).
En una carta a Florino conservada por Eusebio, Ireneo recuerda a Policarpo –según la tradición discípulo de San Juan Apóstol- y lo alaba porque “todo lo relataba en consonancia con las Escrituras” (Hist Ecl V, 20:6).
Todavía Juan Crisóstomo (347-407) escribió: “Las cosas que se inventan bajo el nombre de la tradición apostólica, sin la autoridad de las Escriuras, son castigadas por el estoque de Dios.” (Hom. Mat 49). Al parecer el insigne predicador no estaría de acuerdo contigo. Quasten recalca: “el mayor orador sagrado de la Iglesia antigua basa toda su predicación en la Escritura.” (o.c., p. 528).
Por la misma época, Gregorio de Nisa (330-395) afirmó: “No nos está permitido afirmar lo que nos plazca. La Sagrada Escritura es, para nosotros, la norma y la medida de todos los dogmas. Aprobamos solamente aquello que podemos armonizar con la intención de estos escritos.” ; “hay algo más confiable que cualquiera de estas conclusiones artificiales, a saber, aquello que señalan las enseñanzas de la Sagrada Escritura; y así yo considero necesario averiguar, además de lo que se ha dicho [una discusión metafísica] hasta qué punto esta enseñaza inspirada armoniza con todo ello.” (De anima et resurr.)
Asimismo Jerónimo (345-419), traductor de la Vulgata y el más erudito de su tiempo, dijo: “Es una arrogancia criminal añadir algo a las Escrituras; lo que está escrito, créelo; lo que no está escrito, no lo busques.” (Adv Helv).
También el gran Agustín de Hipona (354-430) era del mismo parecer. El obispo puso fin a su controversia con los donatistas con el siguiente argumento: “ nada más queremos oír de «tú dices» y «yo digo», sino oigamos el «Así dice el Señor». Indudablemente existen Libros del Señor, a cuya autoridad ambos damos nuestro consentimiento, sumisión y obediencia; en ellos pues busquemos la iglesia, y en ellos discutamos nuestra disputa.” En sus Confesiones (VI, 5: 2-3) declara: “Me persuadiste de que no eran de reprender los que se apoyan en la autoridad de esos libros que Tú has dado a tantos pueblos, sino más bien los que en ellos no creen ... Porque en ese divino origen y en esa autoridad me pareció que debía yo creer ... Por eso, siendo yo débil e incapaz de encontrar la verdad con las solas fuerzas de mi razón, comprendí que debía apoyarme en la autoridad de las Escrituras; y que Tú no habrías podido darle para todos los pueblos semejante autoridad si no quisieras que por ella te pudiéramos buscar y encontrar...”
Los ejemplos podrían multiplicarse. De manera que los Padres a partir del siglo II basan sus doctrinas en las Escrituras y, aunque se muestran celosos de conservar la tradición interpretativa eclesiástica, no apelan a tradiciones orales doctrinales. De haber existido tal cosa, debería haber sido de naturaleza independiente y secreta; pero es precisamente este género de tradición el que Ireneo severamente condena, por su origen espurio (Adv Haer III, 3:1).


[Juan Carlos] Ahora bien, supongamos que en la comunidad cristiana del comienzo sucede un hecho que no quedó por escrito, y pongamos ya mismo un ejemplo para hacer la cuestión más practica y entendible: digamos que la Madre del Señor, conocida y querida por todos los Apóstoles, que había estado junto a Jesús durante toda su vida, llegado el día determinado por Dios murió, y que cuando fue visitada en su tumba por algunas personas, digamos para los ritos propios de los funerales judíos, se encontraron con que su cuerpo no estaba más. Este hecho, que los católicos toman por una "enseñanza entregada", una "Tradición" con mayúscula (la Asunción de la Virgen), lo tomamos acá pura y exclusivamente como una suposición, ya que, según hemos visto, ciertamente sucedieron cosas que no quedaron por escrito.

[Jetonius] Es un ejemplo muy interesante el que has elegido, ya que las doctrinas marianas son un tema que separa profundamente a católicos y evangélicos. Como bien sabes, la última vez que en el Nuevo Testamento se menciona a la Bienaventurada María es en Hechos 1:14, donde la hallamos orando con los demás discípulos antes de Pentecostés. Luego del “nacimiento”de la Iglesia en dicha ocasión, no se la menciona más por nombre. Nada se nos dice de sus hechos posteriores, ni mucho menos de su muerte o asunción. Pueden aducirse muchos razonamientos al respecto, y en lo que a mí concierne, si Enoc y Elías fueron arrebatados a los cielos, no veo por qué no pudiera serlo Santa María.
Sin embargo, lo que aquí se discute es la validez de la tradición que respalda este dogma. Si uno lee en el Denzinger la definición de la Asunción hecha en 1950 –tomó 19 siglos decidir que era un dogma de fe- notará que se recurre a los textos bíblicos e incluso a la más antigua tradición patrística (por ejemplo Ireneo) para justificar ciertos razonamientos, pero en modo alguno para demostrar con el testimonio de los Padres, que esta doctrina fuese creída por ellos o parte de la supuesta tradición extrabíblica conservada en la Iglesia.
Que no hay evidencia de que nadie supiese nada de la asunción corporal de María durante los primeros siglos es un asunto de todos reconocido; de hecho, esta noción aparece por vez primera en fuentes extremadamente dudosas, en las cuales no confiarían los católicos en otros respectos. En su Manual de Teología Dogmática dice Ludwig Ott: “ La idea de la asunción corporal de la Virgen se halla expresada primeramente en los relatos apócrifos sobre el tránsito de la Virgen, que datan de los siglos V y VI... El primer escritor eclesiástico que habla de la asunción corporal de María, siguiendo un relato apócrifo del Transitus B.M.V. es Gregorio de Tours (m. 594)...” (p. 328).
Es decir que en este caso, como en muchos otros en los que se apela a la tradición oral para fundamentar lo que hoy se cree, no existe un ápice de evidencia de que la información provenga de los Apóstoles. Es más, en algunos casos como el del ejemplo que escogiste, la evidencia disponible señala su origen marginal y extraapostólico, de escritos desprovistos de valor con respecto a los hechos del primer siglo. Si este criterio se aplicase consistentemente a toda la teología, y no selectivamente a parte de ella, quién sabe dónde estaríamos, doctrinalmente hablando.


[Juan Carlos] En este supuesto caso, y en todos los demás casos que ciertamente ocurrieron, es decir, en los miles de hechos acaecidos durante la vida de Jesús y de los Apóstoles, y en la extensísima enseñanza de Jesús y los Apóstoles que no quedó por escrito (que "no cabrían en el mundo los libros que se escribiesen" Jn 21,25) ¿qué cosa debía hacer la Iglesia, es decir, la comunidad de creyentes? ¿Olvidarse? ¿Porqué debía olvidarse, si su misión era precisamente transmitir todo lo que ellos habían visto y oído? ¿En qué momento de la historia de la Iglesia se tomó la decisión de "olvidar" los eventos que los autores sagrados no habían dejado por escrito?

Que debe hacer un creyente del siglo XX al leer 2 Tes 2,13-15?

"...así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta."

¿Basado en qué principio debo decir ahora que aquello que se enseñó "de viva voz" hay que olvidarlo y quedarse solo con lo que se entrego "por carta"?

¿No se dió cuenta San Pablo de lo "peligroso" que era decir que había que obedecer las tradiciones orales…?

Los católicos, por su parte, siguen manteniendo que hay que conservar ambas doctrinas, la que fue entregada por carta y la que fue entregada oralmente por los pastores de la Iglesia; "ambas" doctrinas que son una misma doctrina comunicada por distintos canales, pero que se complementan, se perfeccionan, se explican mutuamente. Así era en el comienzo y ellos no ven porqué ahora deban limitar la enseñanza a lo que quedo escrito. Si Dios así lo enseñase, por ejemplo a través de alguno de los Apóstoles, entonces habría que aceptarlo con gusto. Pero, como dijimos, no existe ningún motivo que nos permita pensar razonablemente que ahora debemos dejar de prestar atención a la Tradición oral.

¿En que consiste esa Tradición? En todo el mensaje evangélico de salvación que predicó la Iglesia comenzando con los Apóstoles a lo largo de los siglos a través de sus pastores, quienes deben predicar a toda la creación, "enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo", aun desaparecidos ya los Apóstoles del Señor, como por ejemplo en el siglo XX… También hoy Jesús esta con aquellos a los cuales los Apóstoles imponían las manos, obispos, presbíteros y diáconos (1 Tim 5:22; Tito 1,7; Fil 1,1), que tienen la obligación de predicar en nombre de Jesús, de tal modo que "quien a vosotros oye a mi me oye, y quien a vosotros rechaza a mi me rechaza, y rechaza a aquel que me envío" (Lc 10:16). Pero ese ya es otro tema, que con gusto
trataremos, si Dios quiere, en otro escrito.

[Jetonius] Para un evangélico serio, es llamativo que desde el establecimiento de la Iglesia de Roma como más que una “primera entre iguales” , no se haya delimitado, definido y expuesto claramente cuál es el contenido preciso de la presunta tradición doctrinal apostólica; es decir, cuáles son exactamente sus límites. Tal como se han dado las cosas, se han definido como parte de dicha tradición dogmas –como la inmaculada concepción de María o la infalibilidad papal- que no pueden trazarse claramente ni en las Escrituras ni en los Padres y que de hecho mucho antes de su definición, fueron objeto de amplia y animada discusión entre los propios teólogos católicos. El “depósito de la Tradición” oral permanece hasta hoy con límites difusos, y las pocas definiciones que sí se han hecho muestran cuán poco confiable es tal presunta tradición. Los evangélicos mostramos hacia ella la misma actitud que Jesús y los Apóstoles mostraron hacia las tradiciones orales de su tiempo. Creemos que la sucesión Apostólica se expresa en la conformidad con la doctrina de los Apóstoles, y ésta se halla expresada perpetuamente de modo confiable y cierto solamente en el Nuevo Testamento.

[Juan Carlos] Querido hermano evangélico que me has leído hasta este punto: te agradezco tu interés y paciencia, que hablan bien de tu empeño por la verdad que nos hará libres a ti y a mi. Te pido que reflexiones estas cosas, porque son asuntos importantes, de vida eterna. Te agradecería enormemente me envíes alguna línea de respuesta a estos interrogantes que te he planteado, o sobre algún otro tema sobre el que estés profundizando, o alguna traducción que quieras corroborar, etc. Gracias a Dios puedo leer (¡al menos intentarlo!) los textos originales en hebreo y griego, y te puedo ayudar. Tengo un solo interés: hacerte el bien.

[Jetonius] Es en ese espíritu que dices que yo también he contestado. Desde ya, espero tus observaciones sobre mis comentarios. Gracias por el esfuerzo que has hecho, y que Dios bendiga tu vida y servicio. En el amor, el servicio y la fraternidad de Cristo,
 
A la respuesta anterior recibí una réplica del P. Juan Carlos, que a mi vez contesté.
Este diálogo prosiguió hasta que el P. Juan Carlos debió interrumpirlo debido a sus muchas ocupaciones.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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[Juan Carlos] Te había escrito una carta mucho más extensamente, pero cambié de opinión, y creo que sería más conveniente nos limitemos a algún aspecto del tema, y según creo este es el aspecto central del artículo que escribí, y que no me parece hayas respondido directamente, a saber, en qué momento la Iglesia pasó de aceptar toda la tradición, la oral y la escrita, a lo meramente escrito. Con respecto a todo lo demás que me dices, y que he leído con gran atención, debo decirte que hay cosas que me parecen muy oportunas, observaciones muy claras. Por otro lado hay también muchos razonamientos que no encuentro lógicos, pues tratan de probar cosas que yo acepto, junto con toda la Iglesia Católica, como que las Escrituras son inspiradas por Dios. No comprendo porqué insistes en que "la predicación debe estar basada en la Biblia", etc., pues eso lo aceptamos también nosotros, y podría citarte Padres y Concilios que dicen eso. Lo que NO aceptamos es la doctrina de la SOLA scriptura, como sabes.

[Jetonius] No recuerdo haber escrito la frase que citas entre comillas. Sin duda, no tiene mucho sentido esforzarse por convencer a alguien de lo que ya cree. Desde luego, el tema central es si Sola Scriptura es un principio válido o no lo es.
Antes de proseguir nuestro diálogo, conviene resumir –para evitar malentendidos- lo que los evangélicos entendemos por Sola Scriptura. Digo esto porque si bien “Sola Scriptura” –solamente la Biblia- podría tomarse como una declaración que no necesita comentarios, en realidad no es así. Ocurre más o menos como con la teoría de la Relatividad ... que no significa que “todo es relativo.”
Sola Scriptura significa:
1. Que la Biblia es la única regla infalible de la fe (doctrina) y la práctica (costumbres)
2. Que la enseñanza de la Biblia es suficiente para que las personas acepten a Jesucristo como Señor y Salvador, y haciendo lo que ella dice, alcancen la vida eterna.
Corolarios:
1. La Iglesia de Jesucristo no necesita revelaciones que no se hallen explícitamente o por lógica y clara implicación en la Biblia.
2. No hay otra regla infalible de fe fuera de las Escrituras.

Por otra parte, Sola Scriptura NO significa:
1. Que la Biblia contenga absolutamente todo lo que Dios ha dicho y hecho.
2. Que la Palabra de Dios no se haya transmitido oralmente en muchas ocasiones y situaciones históricas.
3. Que la Iglesia carezca de autoridad para interpretar, enseñar y defender la Palabra de Dios.
4. Que toda tradición no escrita deba ser rechazada a priori y a fortiori.

Los cristianos evangélicos creemos que la Iglesia es columna y fundamento de la verdad, que debe tener maestros piadosos y conocedores de las Escrituras, y que muchas tradiciones son expresiones válidas de la fe cristiana. Aceptamos las expresiones normativas de los Credos de los primeros concilios ecuménicos, y tomamos seriamente las enseñanzas de los Padres, así como de los muchos y muy buenos maestros, doctores y comentaristas que Dios le ha dado a la Iglesia a lo largo de los siglos. No creemos que la Escritura sea de interpretación privada (libre interpretación), pero sí sostenemos el principio del Libre Examen.
Si aceptamos algunas cosas y rechazamos otras, lo hacemos sobre la base de lo que consideramos son las enseñanzas de las Escrituras. La enseñanza de la tradición –sí, aún de nuestra propia tradición- , de los concilios, de los Padres, etc, debe conformarse a las Escrituras, que son la Palabra final, inspirada e infalible de Dios.


[Juan Carlos] De modo que, si te parece, te propongo delimitar el diálogo a la pregunta misma del artículo: ¿cuál sería entonces tu fundamento para pensar que lo que no quedó escrito en la Biblia - por ejemplo, la supuesta Asunción de María a los cielos -, al no encontrarse explícitamente relatado allí deba ser olvidado por la Iglesia? En otras palabras, ¿CUANDO comenzó la doctrina de la sola biblia?
Tu me escribes, por ejemplo:
“ ¿Hasta qué punto pueden ser relevantes para la doctrina y la práctica las cosas que los autores del Nuevo Testamento, inspirados por el Espíritu Santo, declinaron incluir en sus escritos?”
Según escribes, daría la impresión que para ti lo que los autores del NT no pusieron por escrito es al menos "poco relevante". Estás diciendo, con bastante claridad, que lo que no quedó escrito no es relevante.

[Jetonius] Te sugiero que leas de nuevo el párrafo que precede a la pregunta que citas. Con respecto a tu comentario, en efecto, mi respuesta es, ciertamente, que lo que no quedó escrito no es relevante para la doctrina o la práctica.
Ahora bien, el hecho de que yo tenga una respuesta no significa que la pregunta sea retórica. Dado que se trata de un diálogo acerca de ciertas diferencias, la pregunta exige una respuesta fundada.
Yo admitiría como respuesta válida una lista de aquellas cosas enseñadas por Jesús o los Apóstoles que, no conteniéndose explícitamente o por clara implicación en las Escrituras, son absolutamente necesarias para la salvación desde el punto de vista doctrinal o práctico. Desde luego, tal lista debería acompañarse de la documentación probatoria de que tales cosas de veras se remontan a Jesús o a los Apóstoles.
Con respecto a las cosas que allí no se enseñan y que hoy algunas Iglesias creen, pues, muchas de ellas podrían ser admitidas como creencias piadosas siempre y cuando no se opongan a las Escrituras, pero en modo alguno como algo que es necesario para la salvación. Ello no exime a la Iglesia de investigar diligentemente el origen de tales creencias, si es que ha de cumplir su función como proclamadora de la Verdad revelada por Dios. Si el origen es dudoso o directamente espurio, pues... habrá que discernirlo y enseñarlo claramente.


[Juan Carlos] Te hubiese gustado que los escritores sagrados hubiesen terminado sus escritos con palabras de este tenor: "Pues bien, aquí termina mi evangelio-carta-hechos, todo lo que yo no escribí en mi libro, sea considerado irrelevante, aunque haya sido enseñado por Jesús y los Apóstoles". Te resultará ridículo tal expresión. Pero parece que no te es tan ridículo el contenido, pues te preguntas hasta qué punto puede ser relevante lo que no escribieron, sugiriendo claramente la respuesta: "poco relevante, o más bien totalmente irrelevante, pues el Espíritu Santo les mandó que lo dejaran afuera". Es decir, te hubiese gustado que cada libro bíblico hubiese terminado como te dije más arriba.

[Jetonius] Supongo que un poco de reflexión te convencerá de lo débil de este argumento; me parece que no se corresponde con el nivel de esta discusión. Mi respuesta breve es no, no me gustaría, y además encontraría muy difícil de creer que cualquier escritor inspirado por el Espíritu Santo hubiese escrito tal cosa: “...sea considerado irrelevante, aunque haya sido enseñado por Jesús y los Apóstoles.” En cuanto a la idea subyacente no se trata de mi gusto personal, sino de los hechos tal como están registrados en la historia. Creo que un examen de la evidencia permite concluir razonablemente que nada importante “para la vida y para la piedad” quedó fuera, y quien opine lo contrario deberá proveer evidencia de que verdades o mandamientos fundamentales fueron excluidas con el consentimiento del Espíritu Santo para ser transmitidas por vía oral.

[Juan Carlos] Sin embargo eso no es así, Dios no tuvo ese plan. TODO lo que dijo e hizo Jesús es relevante. "Id y enseñad a guardar TODO lo que os he dicho", dijo Jesús. ¿Hubo algún apóstol que al menos haya sugerido que lo que él escribió trasmite TODO? ¿De veras crees que es irrelevante lo que no quedó escrito? La cuestión es esta: ¿fue intención de Dios REDUCIR lo relevante de la doctrina a lo que quedó por escrito o no? Tú dices que sí, según toda tu carta, yo digo que no.

[Jetonius] Decir que todo lo que dijo e hizo Jesús es relevante puede sonar muy piadoso, pero creo que un instante de reflexión mostrará que es poco realista. La Biblia calla por completo todo lo que Jesús hizo y dijo hasta los doce años, y desde allí hasta los (tradicionalmente) treinta años. La Biblia calla incluso el contenido preciso de las enseñanzas concernientes a mucho de lo que Jesús dijo luego de resucitar (Lucas 24: 25-27, 44-47; Hechos 1:3). Con toda probabilidad, estas cosas fueron, sin embargo, incorporadas en la paradosis apostólica, inicialmente oral y luego cristalizada por escrito en el Nuevo Testamento. Yo creo muy razonable afirmar que, aunque ningún Apóstol individualmente haya transmitido TODO lo que Jesús enseñó y mandó, su labor conjunta en el Nuevo Testamento es un registro confiable y perpetuo del cumplimiento de ese mandato del Señor resucitado.
Aunque se trate de una hipérbole, estimo que hay mucho de sustancia en lo dicho en Juan 21:25, “Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que si cada una de ellas se escribiera, pienso que los libros que podrían escribirse no cabrían en el mundo.” Hace poco leí que se han escrito algo así como 65000 libros sobre Jesús.
Ahora bien, el argumento que tú aplicas a las Escrituras se aplica también a la tradición oral: tampoco podría contener TODO lo que hizo y dijo Jesús. Aún cuando pudiera, sería imposible para cualquier cristiano individual, por erudito y consagrado que fuese, tener un conocimiento adecuado de semejante hipotético cúmulo de información. Por otra parte, como antes te señalaba, a diferencia de las Escrituras, jamás Iglesia alguna ha determinado siquiera aproximadamente el contenido de la presunta tradición oral de origen apostólico.
De modo que, volviendo al tema, creo que en la revelación escrita en su conjunto –Antiguo y Nuevo Testamento- se contiene TODO lo que Dios quiso que supiésemos para nuestra salvación y vida de fe. Se aplica aquí aquello de “Las cosas secretas pertenecen a Yahveh nuestro Dios; pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para que cumplamos todas las palabras de esta Ley” (Deut 29:29).

[Juan Carlos] No interesa en absoluto lo que a ti o a mí nos parezca, como tú bien dices citando a San Agustín, pues en cuestiones de religión debemos buscar lo que DIOS ha establecido, no lo que NOSOTROS creemos ser lo mejor (Jesús, todo lo que estableció, lo estableció de modo oral... curioso, verdad?.

[Jetonius] Acabas de sacar de contexto la cita a la que te refieres, ya que el buen obispo de Hipona continúa diciendo “Indudablemente existen Libros del Señor, a cuya autoridad ambos damos nuestro consentimiento, sumisión y obediencia; en ellos pues busquemos la iglesia, y en ellos discutamos nuestra disputa.” Es decir, que las Escrituras eran el árbitro final, y esto debido a que son lo que Dios ha establecido.
Dios le mandó a Moisés que escribiese todo cuanto le había mandado, sin quitar ni sustraer (Deut 4:2). También a Isaías, etc. Jesús y los Apóstoles emplearon las Escrituras, no la tradición oral, para enseñar y refutar falsas creencias.
Es cierto que Jesús no escribió nada, como también es cierto que, desde la creación del mundo hasta el tiempo de Moisés no hubo un registro inspirado de lo que Dios quiso que supiésemos... y no se trata de una crónica exhaustiva de la historia del mundo ni de TODO lo que Dios hizo en ese tiempo, sino de la historia de la salvación. En el caso de las enseñanzas de Jesús, el intervalo entre los hechos y su registro escrito es de unas pocas décadas cuanto mucho.
Ambos admitimos que los Apóstoles no actuaron caprichosamente, sino en obediencia al mandato del Señor de transmitir fielmente Sus enseñanzas. Cuando San Juan recibió la Revelación o Apocalipsis, Jesús le mandó que la escribiese: Apoc 1: 3, 11, 19; 2:1, 12 etc.).
En otra parte, San Juan afirma que escribe “lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos con respecto al Verbo de vida.” (1 Juan 1:1).

[Juan Carlos] En mi artículo yo decía que hay que ver lo que Dios ha querido hacer y cómo Dios lo ha querido hacer. Él pudo haber excluido de la doctrina revelada - como lo hacen, de hecho, los evangélicos - todo lo que no estuviese escrito explícitamente en la Biblia, o puesto mejor, pudo haber querido que nosotros nos quedemos con lo que explícitamente dice la Biblia, y basta. Pero... ¿de dónde sacamos esa doctrina? ¿Es evangélica? ¿Fue enseñada por Jesús o los apóstoles? ¿me puedes dar algunas citas? ¿Qué me dices de las citas donde se habla de conservar la doctrina oral, de las cuales citas no mencionas nada?

[Jetonius] . Creo que podemos conocer lo que Dios ha querido hacer sobre la base de lo que efectivamente ha hecho, ya que Sus propósitos no pueden ser torcidos por la voluntad del hombre. Es un error grave sostener que los evangélicos excluyen de la doctrina revelada todo lo que no está explícitamente escrito en la Biblia. Un ejemplo obvio de este error es la doctrina de la Santísima Trinidad, que no se enseña explícitamente en la Biblia, pero puede deducirse de ella como una necesidad lógica de las afirmaciones que sostienen que hay un solo Dios verdadero, que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Dios y a la vez Personas diferentes.
Del mismo modo, la doctrina de la Sola Scriptura puede deducirse como lógicamente necesaria a partir de los datos de la Biblia y de la historia. Más adelante me ocupo de la historia; por ahora veamos cómo se deduce de la Biblia, porque
[1] Jesús adivirtió muy seriamente contra invalidar las Escrituras –obligatorias e inspiradas- por causa de la tradición oral (Mar 7: 8-9 y par.). No estamos hablando aquí de cualesquiera tradiciones, sino de las tradiciones religiosas piadosamente transmitidas y conservadas por los maestros de su tiempo.
[2] Además de Su propia Palabra de plena autoridad, el Señor recurrió siempre a las Escrituras para decidir cualquier controversia.
[3] Porque Jesucristo acusó a los judíos no de ignorar las tradiciones orales, sino de no comprender que las Escrituras daban testimonio de Él (Juan 5:39)
[4] Porque a los Saduceos, que rechazaban la tradición oral de los fariseos, el Señor no les reprochó esto, sino el desconocer “las Escrituras y el poder de Dios” (Mar 12: 24-27 y par.).
[5] Los Apóstoles y algunos de sus condiscípulos (como Marcos o Lucas) consideraron apropiado –inspirados seguramente por el Espíritu Santo- poner por escrito sus enseñanzas, como Moisés, Isaías y el resto de los autores humanos del AT pusieron por escrito las suyas;
[6] San Pablo afirma la naturaleza esencialmente inspirada de las Escrituras y su absoluta suficiencia cuando escribe a Timoteo (2 Tim 3: 15-17); el hecho de que el Apóstol se refiriese al AT no modifica su juicio sobre la naturaleza de la Escritura en cuanto a su carácter normativo.
[7] Los escritos apostólicos son considerados “Escritura” (2 Pedro 3: 15-16; 1 Tim 5:18 comparado con Lucas 10:7).
[8] Se considera encomiable que quienes oían a los Apóstoles viesen por sí mismos si la predicación era consistente con lo ya revelado por escrito en el AT (Hechos 17:11).
[9] Al dirigirse a los corintios a propósito de las contiendas entre facciones, San Pablo recomienda que, “como está escrito, el que se gloría, gloríese en el Señor” (1:31, cf. Jer 9: 23-24). Y más adelante, en el mismo contexto, aconseja “no ir más allá de lo que está escrito.” (4:6). Como quiera que se vea este versículo, parece claro que para San Pablo lo escrito tenía un carácter normativo que iba más allá de los pareceres individuales.
[10] La misma Biblia da testimonio de lo poco confiable de la tradición oral en el mediano o largo plazo. “Por eso el dicho se propagó entre los hermanos que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no dijo que no moriría...” (Juan 21:23). San Juan obviamente corrige aquí, por escrito, una tradición oral errónea.

[Juan Carlos] O al menos, ¿fue enseñada por la Iglesia en algún momento de la historia? ¿Tú sabes cuándo los cristianos comenzaron a guiarse exclusivamente por lo que dice la Biblia, dejando de lado las enseñanzas de la Iglesia que no estaba contenida explícitamente en la Biblia?

[Jetonius] Como lo he indicado antes, “explícitamente” es una calificación que no conviene ni a las creencias católicas romanas, ni a las cristianas evangélicas (ni a las ortodoxas orientales si vamos al caso).
Además, no estábamos discutiendo las enseñanzas de la Iglesia. Como ya dije, los evangélicos no cuestionamos el derecho o mejor dicho la obligación kerigmática, docente y disciplinaria de la Iglesia, sino que las colocamos en subordinación a la clara enseñanza escritural.
El foco de la discusión era la Sola Scriptura (tal como la he delimitado antes) y en consecuencia, las supuestas enseñanzas orales de origen apostólico que no se encuentran en la Biblia.
El problema es que tal tradición oral, si es que existe, carece de la precisión, claridad, incorruptibilidad y confiabilidad de la revelación escrita. Si ponemos como ejemplo los dichos y hechos de Jesús y los Apóstoles que no aparecen en el NT, sabes perfectamente que hay un gran cúmulo de literatura apócrifa que intentó llenar este vacío. Diversos estudiosos han intentado identificar posibles dichos auténticos de Jesús que pudieran haberse transmitido por esta vía, con un éxito muy escaso (por ejemplo, el luterano Joachim Jeremias en su “Palabras desconocidas de Jesús” ). Estas fuentes seguramente confiarían en diversas tradiciones –como la refutada por San Juan que ya mencioné- que no eran en absoluto confiables. Con muy buen criterio, la antigua Iglesia católica rechazó tempranamente todas estas leyendas y especulaciones.
No he insistido, como señalas, en los mandatos apostólicos de recibir lo que ellos enseñaron tanto por escrito como verbalmente (aunque en mi primera carta incluí una serie de citas al respecto) por una razón muy sencilla. Los Apóstoles recibieron del Señor su misión como Testigos del Cristo resucitado. En tanto ellos vivían, era natural que tanto sus enseñanzas orales como escritas fuesen recibidas como la doctrina autorizada por Dios mismo. Esto no está en discusión: los Apóstoles enseñaron con autoridad tanto oralmente como por escrito. Sin embargo, hay una diferencia importante entre autoridad e infalibilidad. Como católico, puedes fácilmente entender esta diferencia, pues se aplica al magisterio ordinario y extraordinario (ex cathedra) del Papa.
El hecho de que los Apóstoles poseyeran tal autoridad no significa que fuesen infalibles en todas sus enseñanzas y conductas. En realidad existen indicaciones de que éste no era el caso, como cuando San Pablo hubo de exhortar a San Pedro por su comportamiento reprochable en Antioquía (Gálatas 2:11-14). También San Pablo, en sus consejos a los corintios, distingue entre lo que es mandamiento del Señor de lo que es su propia postura, sin duda valedera y autorizada pero aún así no necesariamente inspirada (1 Cor 7: 10,12).
En consecuencia, cabe trazar una distinción entre todo lo que los Apóstoles hicieron y dijeron, y sus enseñanzas inspiradas y por tanto infalibles. Estas últimas se encuentran con certeza en el Nuevo Testamento. De las otras, poco sabemos. Las presuntas tradiciones orales, por su propia naturaleza, no son fuentes confiables, mucho menos infalibles, de lo que los Apóstoles enseñaron. La Biblia sí.
Debiera ser evidente que la Iglesia primitiva comprendió claramente la diferencia entre la autoridad y vigencia permanente de lo escrito. No se puede señalar con precisión un “momento”, porque no lo hubo. Luego de morir los Apóstoles , persistieron por un tiempo algunas de sus enseñanzas orales, transmitidas por sus oyentes directos. A juzgar por algunas de ellas que menciona Ireneo, tales enseñanzas sufrieron rápida corrupción. El ejemplo de las tradiciones supuestamente apostólicas conservadas por el ilustre pero poco crítico obispo de Hierápolis, Papías, debería bastar como advertencia.
Ya desde el siglo II los maestros de la Iglesia, como Justino, Ireneo, Tertuliano, Cipriano, etc., prueban sus doctrinas mediante las Escrituras. Sin dudas que defienden el papel fundamental de la Iglesia, así como su tradición interpretativa, pero no la colocan jamás por encima de las Escrituras. En otras palabras, aunque no emplearon la expresión “Sola Scriptura” buscaban basar sus enseñazas en lo escrito, y no en presuntas tradiciones apostólicas independientes. Este feliz estado de cosas se mantuvo por siglos, y dio como resultado global (sin discutir detalles como el bautismo infantil) el sostenimiento de la ortodoxia bíblica por el conjunto de la Iglesia, expresada entre otras cosas por los Credos históricos.
Ya en el segundo siglo –es decir, apenas muerto el último Apóstol- se perfila el núcleo de lo que ha de constituir el NT. La autoridad apostólica, la consistencia interna, la antigüedad y la catolicidad de estos Escritos sagrados fueron algunos de los factores que influyeron en su pronta aceptación. Hacia fines del siglo IV el canon alcanzó su forma actual, pero ya existía desde mucho antes un amplio consenso en términos generales. Al fijar el canon, la Iglesia universal no le otorgó a los escritos ninguna autoridad que no tuviesen intrínsecamente, como Palabra inspirada de Dios. Lo que la Iglesia hizo fue dar testimonio al mundo de tal cualidad. Notablemente, en cambio, la Iglesia primitiva no hizo otro tanto con ninguna tradición oral.
Un par de siglos más tarde, sin embargo, comenzó a propiciarse la noción de la tradición como “otra fuente de revelación” . El éxito de tal innovación se evidencia en el curso posterior de los hechos. Cuando llegamos al siglo XVI el clamor de reforma dentro de la Iglesia de Occidente (gobernada desde Roma) era tan intenso como extenso. Los Reformadores no hicieron sino reformular un principio que había sido informalmente admitido ya por la Iglesia subapostólica.

[Juan Carlos] Mi posición es esta: la misma Biblia - tomada por ti y por mí como la Palabra de Dios escrita - enseña todo lo contrario: nunca limita la revelación a un libro o a cien libros.

[Jetonius] Pues, querido hermano, este es un argumento peligrosísimo. Tanto los católicos como los evangélicos sostenemos que la revelación de Dios en Cristo es la Palabra divina final y definitiva para la humanidad, y que no debemos esperar otra revelación antes de que el Señor vuelva. Que la Biblia no lo diga explícitamente no significa que no pueda rectamente inferirse de ella (Hebreos 1:1-3, etc).
Desde la perspectiva evangélica, las desviaciones doctrinales más graves han ocurrido no por la adhesión a Sola Scriptura, sino precisamente por su abandono. Esto se aplica tanto a los católicos como a los protestantes. Por ejemplo, en el mormonismo las revelaciones de Joseph Smith toman precedencia sobre la Escritura. Entre los Testigos de Jehová poco importa lo que los miembros interpreten: su Cuerpo Gobernante decide por ellos cuál es LA interpretación de las Escrituras (y las cambian con frecuencia). De igual modo, en el catolicismo romano es el abandono de Sola Scriptura lo que hace tan difícil de conciliar las diferencias con otros cristianos que comparten con él muchas doctrinas fundamentales.

[Juan Carlos] (lo que dices de Apocalipsis 22 es una aplicación que tú haces a toda la Biblia de lo que San Juan escribió con respecto a las profesías de UN libro: ¿con qué autoridad lo haces? ¿puedo yo pensar que NO se refería a toda la Biblia? ¿quién decide la cuestión?).

[Jetonius] Me parece que no has leído esta parte con cuidado. Mi alusión a Apocalipsis 22 era una respuesta concreta a esta afirmación tuya: “Nadie puede decir basado en ningún texto bíblico que los autores de los textos del Nuevo Testamento quisieron limitar la enseñanza de Jesús o de los Apóstoles a lo que ellos estaban escribiendo.”
Ahora lee CON CUIDADO lo que yo escribí al respecto (luego de citar el texto): “Esto significa que, en contra de lo que dices, al menos un autor bíblico, y uno muy importante, consideró apropiado restringir taxativamente los límites de esta revelación. Claro está que en sentido estricto esta advertencia solamente es válida para el Apocalipsis, pero por otra parte el hecho de haber sido probablemente el último libro bíblico en escribirse, y que la Iglesia primitiva haya considerado apropiado ubicarlo al final de la Biblia no puede pasarse livianamente por alto.”
De la advertencia de Juan se observa que él consideraba fundamental que este documento no fuese alterado en modo alguno. ¿No crees que este principio es apropiado para todo el NT?