LIBERTAD DE “expresion” ("Estúpidos hombres blancos")

9 Abril 2004
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www.yosoy.us
<?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:smarttags" /><st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">LIBERTAD</st1:City> <st1:State w:st="on">DE</st1:State></st1:place> “expresion” ("Estúpidos hombres blancos")<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>

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Michael Moore versus la "casta de gusanos perniciosos" ( por Roberto Bardini)<o:p></o:p>

http://www.angelfire.com/tn/tiempos/cultura/texto39.html<o:p></o:p>

Gracias a una tenaz bibliotecaria de Nueva Jersey, el escritor y cineasta Michael Moore vengó, sin proponérselo, a los trágicos Vincent van Gogh, Emilio Salgari y John Kennedy Toole, tres talentos -de una larga serie- malogrados por los "estúpidos hombres blancos" de siempre.<o:p></o:p>

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios conjuran contra él", afirmó el escritor irlandés Jonathan Swift (1667-1745). El autor de Viajes de Gulliver definía a la especie humana <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">como</st1:place></st1:City> "la más perniciosa casta de gusanos que la naturaleza permite que se arrastre por la tierra". Swift se refería especialmente a los ingleses. Esta historia intentará confirmar sus palabras en los casos de algunos editores "políticamente correctos".<o:p></o:p>

El holandés Vincent van Gogh -nacido el 30 de marzo de 1853 e hijo de un pastor protestante- pintó entre 800 y 900 cuadros. Sin embargo, sólo vendió una obra en toda su vida. Y hay quienes sostienen que en realidad cambió algunas telas por comida o materiales para pintar. Hoy sus óleos cuestan miles de dólares.<o:p></o:p>

El italiano Emilio Salgari -nacido el 25 de agosto de 1863, creador de Sandokán y El corsario negro- escribió más de 80 novelas (algunos biógrafos aseguran que fueron 200) y una enorme cantidad de cuentos. Si hubiera vivido en la actualidad, con certeza sería un millonario mimado por <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Hollywood</st1:place></st1:City>. Pero en su época sufrió una miseria atroz.<o:p></o:p>

Van Gogh y Salgari vivieron al borde de la locura y los dos se suicidaron. El pintor se disparó un balazo en el pecho el 27 de julio de 1890 y murió dos días después. El novelista se clavó un puñal en el estómago el 25 de abril de 1911. Uno y otro dejaron cartas. "Quizás hubiera preferido contarte muchas cosas pero el deseo de hacerlo me ha abandonado y me siento inútil", le escribió Van Gogh a su hermano Theo. Salgari se dirigió a sus editores: "A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semi miseria, sólo os pido que, en compensación por las ganancias que os he proporcionado, paguéis los gastos de mi entierro. Os saludo rompiendo la pluma".<o:p></o:p>

Gerentes con "visión de futuro"<o:p></o:p>

El estadounidense John Kennedy Toole -nacido en 1937 en Nueva Orleans, licenciado en literatura inglesa por la Universidad de Columbia- es considerado hoy como "uno de los escritores más ingeniosos y lúcidos del siglo XX" por su novela La conjura de los necios. Se suicidó en 1969 porque la obra fue rechazada por una editorial tras otra. Gracias al incansable peregrinar de su madre, el texto se publicó en 1980, once años después. La reacción de los críticos fue unánime y en 1981 ganó el premio Pulitzer. En Francia fue catalogada <st1:City w:st="on">como</st1:City> "la mejor novela en lengua extranjera <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> año". La conjura de los necios se tradujo a diez idiomas y se transformó en libro de culto.<o:p></o:p>

Hay casos menos trágicos. O, mejor dicho, bastante divertidos. Veintitrés editoriales rechazaron Dublinenses, de James Joyce, antes de que el escritor irlandés lograra finalmente publicarla. La obra se encuentra hoy en casi todas las librerías <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> mundo.<o:p></o:p>

"Señora, dedíquese a escribir recetas de cocina", le dijo un editor mexicano a una mujer llamada Laura Esquivel y le devolvió los originales de <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Como</st1:place></st1:City> agua para chocolate. Ella llevó los originales a otra empresa y el libro se transformó en best seller, con varias ediciones e, incluso, fue adaptada al cine por su esposo, el cineasta Alfonso Arau.<o:p></o:p>

"Esto es ilegible", sentenció un editor colombiano al rechazar, a comienzos de la década <st1:State w:st="on">del</st1:State> 60, la copia mecanografiada de Cien años de <st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">soledad</st1:City></st1:place>, escrita por un casi desconocido Gabriel García Márquez. Por gestiones de Julio Cortázar, la editorial Sudamericana -de <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Buenos Aires</st1:place></st1:City>- publicó la novela el 30 de mayo de 1967. La tirada inicial fue de 8 mil ejemplares y se agotó en menos de dos semanas; una segunda edición de 10 mil ejemplares dejó a la editorial sin papel. Durante dos meses en casi toda América Latina se hablaba de Cien años de <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">soledad</st1:place></st1:City>, sin que los interesados en leerla pudieran comprarla ya que no estaba en las librerías. Se tradujo a 35 idiomas y se calcula que a 36 años de su salida lleva vendidos más de 30 millones de ejemplares. Los originales, con correcciones manuscritas <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> propio García Márquez, están valuados hoy en medio millón de dólares.<o:p></o:p>

A esta altura ya es momento de preguntarse: ¿qué habrá sido de aquellos "visionarios" gerentes editoriales? Quizá se dedican a vender pizza, pescado o preservativos.<o:p></o:p>

Un símbolo "políticamente incorrecto"<o:p></o:p>

Michael Moore es un gordito de aspecto desgarbado que nació en <st1:City w:st="on">Flint</st1:City> (<st1:place w:st="on"><st1:State w:st="on">Michigan</st1:State></st1:place>) y vive en Nueva York. Periodista, autor de varios libros, guionista y director de cine y televisión, se hizo famoso por trabajos que exhiben los aspectos más enfermos de la sociedad estadounidense. Su largometraje Bowling for Columbine ganó el premio Oscar 2003 al Mejor Documental. Pero desde mucho antes, <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City> ya era un dolor de hígado para el presidente George W. Bush, políticos conservadores, gerentes de empresas transnacionales y dueños de la "gran prensa". Él es un símbolo contestatario, globalifóbico y "políticamente incorrecto" para millones de anónimos ciudadanos necesitados de un héroe que los represente.<o:p></o:p>

Al día siguiente de la entrega de los Oscar la asistencia a los cines de todo el país que exhibían Bowling for Columbine aumentó 110 por ciento, según el Daily Variety. Cuarenta y ocho horas más tarde, Amazon.com recibió más pedidos <st1:State w:st="on">del</st1:State> documental que de Chicago, premiada <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">como</st1:place></st1:City> la Mejor Película. Una semana después, la ganancia en taquilla subió a 73 por ciento, informó la revista Variety. También fue el lanzamiento comercial con más tiempo en cartel de Estados Unidos: veintiséis semanas consecutivas. En la semana posterior a la entrega del Oscar, el sitio en Internet del cineasta (http://www.michaelmoore.com) recibió entre diez y veinte millones de visitas diarias.<o:p></o:p>

Recientemente, por poco Moore casi termina como Van Gogh, Salgari y Toole. Todo comenzó con Estúpidos hombres blancos, su último libro.<o:p></o:p>

"Esta edición de Estúpidos hombres blancos, a diferencia de la primera, no se publica para América del Norte, el continente donde vive la amplia mayoría de los hombres penosamente estúpidos, vergonzosamente blancos y asquerosamente ricos", relata <st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">Moore</st1:City></st1:place> en el prólogo a la edición inglesa. Allí narra su <st1:City w:st="on">resistencia</st1:City> contra la censura de la editorial Regan Books -una filial de Harper Collins- y sus esfuerzos para que los cincuenta mil ejemplares <st1:place w:st="on"><st1:State w:st="on">del</st1:State></st1:place> libro dirigidos a Estados Unidos no terminaran juntando polvo en la bodega.<o:p></o:p>

Libertad de expresión y derecho a discrepar<o:p></o:p>

<st1:City w:st="on">Moore</st1:City> entregó Estúpidos hombres blancos a la editorial antes <st1:place w:st="on"><st1:State w:st="on">del</st1:State></st1:place> 11 de septiembre de 2001. Veinticuatro horas atrás habían salido de la imprenta los primeros 50 mil ejemplares. Al día siguiente <st1:State w:st="on">del</st1:State> ataque aéreo al <st1:place w:st="on"><st1:placeName w:st="on">World</st1:placeName> <st1:placeName w:st="on">Trade</st1:placeName> <st1:placeType w:st="on">Center</st1:placeType></st1:place>, se suspendió la distribución a las librerías de todo el país. El propio <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City> pidió a Regan Books que retrasara la entrega. <st1:City w:st="on">Como</st1:City> residente de <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Manhattan</st1:place></st1:City> -cuenta- no se sentía motivado para salir de gira a promocionar el libro mientras la nación estaba de luto.<o:p></o:p>

Semanas después, el escritor llamó por teléfono a Regan Books-Harper Collins para preguntar cuándo saldrían a la venta los ejemplares que acumulaban polvo en un depósito de <st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">Scranton</st1:City></st1:place> (Pensilvania). La respuesta lo dejó frío. Le dijeron que no podían sacar el libro a la venta tal <st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">como</st1:City></st1:place> estaba escrito. "El clima político <st1:place w:st="on"><st1:State w:st="on">del</st1:State></st1:place> país ha cambiado", le explicaron innecesariamente. Le solicitaron que rescribiera la mitad de Estúpidos hombres blancos y que eliminara todas las referencias desfavorables a George W. Bush. También le pidieron que desembolsara 100 mil dólares para la nueva edición. ¿Frío? No, <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City> sintió que el cerebro, el alma y el cuerpo se le congelaban. Fue <st1:City w:st="on">como</st1:City> si estuviera en la cima <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> monte Everest desnudo y en medio de una tormenta de nieve.<o:p></o:p>

Él mismo comenta en la introducción <st1:place w:st="on"><st1:State w:st="on">del</st1:State></st1:place> texto destinado a Inglaterra: "Sugirieron que eliminase el capítulo titulado «Querido George» y que cambiara el título de «A matar blancos». «Ahora mismo, el problema no son los blancos», adujeron. «Los blancos -respondí- siempre son el problema». Añadieron que sería «intelectualmente deshonesto» no admitir en el libro que desde el 11 de septiembre el señor Bush había hecho «un buen trabajo». La charla se cerró con estas palabras: «(...) Tu libro ya no encaja en nuestra nueva imagen»".<o:p></o:p>

<st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">Moore</st1:City></st1:place> preguntó si era una orden "de arriba". El magnate australiano Rupert Murdoch -conocido como "el emperador del mundo" por su control de negocios en la prensa, el cine y la televisión- es dueño de News Corporation, que al mismo tiempo posee Harper Collins.<o:p></o:p>

"No pienso cambiar el cincuenta por ciento siquiera de una palabra", fue la decisión inicial <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> escritor. "¿No es el momento de decir que, independientemente de los ataques que suframos, lo último que vamos a hacer es convertirnos en uno de esos países que suprimen la libertad de expresión y el derecho a discrepar?".<o:p></o:p>

Pero algunos amigos le recomendaron a <st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">Moore</st1:City></st1:place> que se dejara "torcer un poco el brazo o jamás vería el libro en un estante". Entonces él cedió. Le escribió al editor con una nueva propuesta: redactar material nuevo y revisar que no quedase una sola línea que resultara ofensiva para quienes perdieron algún ser querido el 11 de septiembre. "La respuesta que obtuve es el equivalente editorial de vete a la mierda", cuenta. Durante los dos meses siguientes intentó hablar con la presidenta de la empresa, Judit Regan. Ella nunca le devolvió las llamadas.<o:p></o:p>

La "policía empresarial <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> pensamiento"<o:p></o:p>

A fines de noviembre, el cineasta le avisó a su editor que iba a llevar su libro a otra compañía. Entonces se enteró que no podía: el contrato estipulaba que Regan Books tenía los derechos de publicación por un año. Él preguntó qué iban a hacer con los 50 mil ejemplares que continuaban llenándose de polvo en la bodega. La respuesta <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> editor no lo congeló; lo llenó de tórrida furia: "Supongo que los van a triturar para reciclar el papel".<o:p></o:p>

<st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City> comenta: "Todos sabemos algo que somos incapaces de confesarnos: estamos ante un estado policial en ciernes que se acerca a la pesadilla orwelliana de la mano de una fuerza mucho más eficaz que la Policía del Pensamiento: la policía empresarial. Mientras el gobierno hace redadas de ciudadanos con aspecto de árabes y los encierra sin cargos, la elite empresarial se entretiene idiotizando al pueblo".<o:p></o:p>

El primero de diciembre de 2001, el escritor tenía que hablar en una sala de Nueva Jersey sobre los derechos cívicos de los afroamericanos. Desmoralizado, les dijo a los cien asistentes que no sentía ánimos de pronunciar su discurso. A cambio, les propuso leer un par de capítulos de su inédito Estúpidos hombres blancos. Y les leyó precisamente los titulados "Querido George" y "A matar blancos". Cuando terminó, el auditorio lo recompensó con prolongados aplausos que lo conmovieron hasta los huesos. Salió apresuradamente <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> recinto para que el público no lo viera llorar. Y regresó a <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Manhattan</st1:place></st1:City> convencido de que su carrera de escritor había terminado.<o:p></o:p>

¡Silencio! Ratoncitos maniáticos trabajando<o:p></o:p>

"Entonces, sucedió algo milagroso", se emociona <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City>. Entre los asistentes había una bibliotecaria de <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Englewood</st1:place></st1:City> (Nueva Jersey), llamada Ann Sparanese. Esa misma noche, ella fue a su casa y redactó un mensaje que envió por Internet a todos sus amigos bibliotecarios. También "subió" la historia a dos páginas web dedicadas a temas literarios. Ann exhortó a sus destinatarios que escribieran a Harper Collins y exigieran que el libro se distribuyera a las librerías. Su llamado se transformó en una reacción en cadena. <o:p></o:p>

Muy pronto el escritor recibió una llamada de la editorial: "¡Estamos recibiendo un montón de correo hostil por parte de bibliotecarios!", lo recriminaron. "Vaya", pensó él, "los bibliotecarios son, sin duda, un grupo terrorista". Semanas después, su agente le avisó telefónicamente que el libro saldría a la venta. Y saldría en su versión original, sin cortes.<o:p></o:p>

"No debería sorprender a nadie que los bibliotecarios fueran la vanguardia de la ofensiva", afirma <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City>. "Mucha gente los ve <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">como</st1:place></st1:City> ratoncitos maniáticos obsesionados con imponer silencio a todo el mundo, pero en realidad lo hacen porque están concentrados tramando la revolución (...). Les pagan una mierda, les recortan sus subsidios y se pasan el día recomponiendo los viejos libros maltrechos. ¡Claro que fue una bibliotecaria quien acudió en mi ayuda!".<o:p></o:p>

La ofendida editorial decidió que no se imprimieran más ejemplares de Estúpidos hombres blancos, que no hubiera promoción en los diarios, que el libro no se mencionara en la radio y la televisión públicas y que la gira de presentación se limitara sólo a tres ciudades: Ridgewood (Nueva Jersey), <st1:City w:st="on">Arlington</st1:City> (<st1:State w:st="on">Virginia</st1:State>) y <st1:City w:st="on">Denver</st1:City> (<st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">Colorado</st1:place></st1:State>). <o:p></o:p>

Best seller, a pesar de todo<o:p></o:p>

¿Por qué <st1:place w:st="on"><st1:City w:st="on">Moore</st1:City></st1:place> cree en un "milagro"? A pesar de todas las disposiciones en contra, los 50 mil ejemplares se agotaron en pocas horas. Veinticuatro horas después el libro figuraba en el primer puesto en la lista de Amazon.com. Al quinto día, iba por la novena reimpresión. Hasta The New York Times, vocero oficioso <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> sistema, lo ubicó en el lugar número uno de la lista de libros más vendidos de Estados Unidos, donde permanece desde hace varios meses. Y la airada editorial continúa sin hacer publicidad. <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">Moore</st1:place></st1:City> cuenta que sólo asistió a dos programas de televisión: uno que se transmite a la una de la madrugada y otro que comienza a las siete de la mañana.<o:p></o:p>

"El ostracismo mediático no ha surtido el menor efecto", se alegra el escritor. "El público estadounidense, al que los medios pintan más burro que un canasto, ha demostrado que sabe estar a la altura de las circunstancias, y no hay más que agradecérselo a George W. Bush. Sus acciones desde aquel mes de septiembre han estremecido a todo americano pensante. Este libro ha vendido más ejemplares que ningún otro título de no ficción en Estados Unidos este año. La última noticia que tuve es que iba camino de su 25ª impresión. Ánimo, ciudadanos de este hermoso planeta: puede que, después de todo, haya todavía esperanza para nosotros, los americanos".<o:p></o:p>

En 1983, el periodista argentino -y hoy diputado- Miguel Bonasso estaba negociando en México y Buenos Aires, la publicación de su primera novela: Recuerdo de la muerte. "Tengo la impresión de que hay directores y gerentes que editan libros con el mismo criterio que podrían vender mortadela, alambre o calzoncillos", me dijo un día, desalentado porque sus originales continuaban inéditos. Al año siguiente el libro salió a la venta; poco después era best seller. Y no fue porque algún gerente editorial le metió mano al texto.<o:p></o:p>

Muchos de ellos son directivos con amplias oficinas, teléfonos que no contestan, secretarias que responden a medias. Están siempre ocupados, siempre apurados, siempre a punto de asistir a una feria local, estatal, regional, nacional o internacional <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> libro. Conozco a dos o tres especímenes de esta fauna. Aquí, entre nos: no valen un calcetín usado de cualquier artista suicida<o:p></o:p>
 
Otro estúpido hombre blanco

Otro estúpido hombre blanco

Otro estúpido hombre blanco

El último éxito de Michael Moore puede que sea el más destacable. En un momento en el que el público sigue apoyando decididamente a la administración Bush –y pocas voces disidentes se han dejado oír– su libro "Estúpidos hombres blancos" está en lo alto de la lista de éxitos de ventas del New York Times por tercera semana consecutiva.

<IMG SRC="http://www.liberalismo.org/img/estupidosblancos.jpg" BORDER=0 ALIGN="RIGHT">Y en un momento en el que los líderes republicanos están usando la popularidad de Bush para equiparar cualquier crítica a la política de los Estados Unidos con la traición, el éxito de Moore debería ser motivo de alegría para cualquier americano amante de la democracia.

Debería, pero no lo es.

"Estúpidos hombre blancos" está repleto de la sátira mordaz que Moore ha afilado a gran escala desde que la publicación en 1989 de su documental sobre el mal trato de la General Motors a sus empleados en Flint, Michigan, "Roger and Me", se convirtió en un éxito. De ahí siguió a mediados de los noventa con una serie de televisión, "TV Nation", el libro éxito de ventas "Downsize This!" y el documental "The Big One" en 1998, usando en todos ellos su característica defensa del hombrecillo contra las desalmadas grandes empresas americanas. [Nota: mi coeditor Brendan Nyhan y yo ayudamos a traer a Moore al Swarthmore College cuando nosotros estudiábamos allí. La facultad pagó a Moore unos honorarios por su conferencia]

Con el éxito de "Roger and Me" también vino una crítica: que se tomó libertades con la verdad, amañando la cronología para conseguir un efecto más dramático. Pero esa crítica no parece haber hecho ninguna mella en Moore, y eso resulta más evidente que nunca en "Estúpidos hombres blancos". En él, se dice a los lectores que diez millones de personas se quedaron sin subsidio por desempleo en la década de los 90 por la política brutal de Bill Clinton. Escribe que cinco sextos del presupuesto de defensa en 2001 se destinaron a la construcción de un único tipo de avión y que la reciente recesión no es más que una maquinación de los ricos para fastidiar a las clases trabajadoras. Y los lectores que acepten esos "hechos" sin cuestionarlos –así como una serie de otras distorsiones altisonantes y chapuceras– serán engañados. La buena sátira debería estar asentada también sobre hechos. Lamentablemente, los datos de Moore están mal una y otra vez, y otra y otra, y una simple consulta a las fuentes que él cita muestra que la culpa suele ser de una investigación perezosa.

Tomemos, por ejemplo, su aserto de que "dos tercios de [los más de 190 millones de dólares que el presidente Bush recaudó durante su campaña] provenían de poco más de setecientos individuos". Dado el límite federal de 2.000 dólares impuesto a las donaciones individuales, esta afirmación es obviamente falsa. Para refrendarla, cita el sitio web del Center for Responsive Politics (opensecrets.org) y un artículo de agosto de 2000 del New York Times. Sin embargo, como indica claramente opensecrets.org, sólo el 52,6% del total de 193 millones de financiación de la campaña de Bush provenían de individuos. El artículo del New York Times al que Moore hace referencia en realidad afirma que 739 personas dieron dos tercios del dinero recaudado por el Partido Republicano (que usa para hacer actividades "de partido" que dan apoyo a todos los candidatos republicanos, no sólo Bush) en el periodo electoral de 2000 hasta junio. Sea por malicia o por pereza, el hecho es que Moore confunde el dinero del partido con la financiación de la campaña de Bush.

Este patrón –que las propias fuentes que Moore cita vayan demostrando que él está equivocado– se va repitiendo a lo largo del libro.

En una discusión sobre los gastos del Pentágono, hace referencia a los "250.000 millones que el Pentágono planea gastar en 2001 para construir 2800 cazas del tipo Joint Strike Fighter" y afirma que "el aumento propuesto para el dinero destinado al Pentágono para los próximos cuatro años es de 1,6 billones de dólares." Para apoyar esta afirmación, hace referencia al sitio web del grupo pacifista activista Council for a Livable World. El propio análisis del presupuesto del año 2001 que hace el CLW, sin embargo, muestra que 250.000 millones de dólares es el coste multianual del programa Joint Strike Fighter, no la cantidad a gastar en un solo año. Los 1,6 billones de dólares, mientras tanto, era la suma total de dinero solicitado por el Pentágono para el periodo 2001-2005. Cubre cinco años, no cuatro, y es una solicitud de presupuesto total, no un "aumento propuesto" sobre niveles de presupuesto previamente solicitados. Ni siquiera debería hacer falta tanta investigación, sin embargo, para determinar que del total del presupuesto de defensa solicitado de 305.400 millones de dólares en 2001, nunca se tuvo la intención de destinar 250.000 millones a la construcción de un único tipo de avión, ni que el incremento de 400.000 millones al año en gasto de defensa jamás fue propuesto.

Los despropósitos más desconcertantes de Moore puede que se encuentren en una lista de categorías en las que Estados Unidos ocupa el primer lugar, tales como uso por cápita de energía y partos de madres adolescentes. En una descarada mala interpretación, afirma: "Somos el número uno en déficit presupuestario (como porcentaje del PIB)". Cuando Moore escribió su libro, el año pasado, los Estados Unidos tenían un superávit presupuestario, al igual que en los tres años anteriores.

¿Cómo es posible que Moore se equivoque en tantos de sus hechos? Plagiar perezosamente de la prensa y de Internet parece ser el motivo más probable, como pone de manifiesto una lista de cuatro páginas de políticas de éxito presuntamente dudoso del Presidente Bush, incluido el recorte de fondos para bibliotecas y el nombramiento de antiguos ejecutivos para cargos relacionados con la regulación. Todas menos una de las 48 acusaciones aparecen en el mismo orden y con un enunciado muy parecido en una lista que se ha publicado este invierno (antes de que saliera el libro de Moore) en sitios web izquierdistas y que, según el Dr. David A. Sprintzen (citado incorrectamente a menudo, aunque no por Moore, como su autor), estaba circulando por correo electrónico el pasado verano. Demostrando la ausencia de investigación original, Moore incluso reproduce muchas caracterizaciones negativas de individuos llamando, por ejemplo, "oponente de los derechos civiles" al encargado judicial Terrence Boyle (a quien la lista se refiere como un "enemigo de los derechos civiles"), sin contexto alguno de por qué Boyle merece tal calificativo (ciertamente uno tiene que preguntarse si el propio Moore lo sabe).

Curiosamente, Moore no cita ninguna fuente para esta lista. Sólo apunta que los lectores "pueden mantenerse al corriente de lo que Bush hizo y hace durante su administración" leyendo la columna de Molly Ivins y los sitios web smirkingchimp.com y bushwatch.com. Los dos últimos publicaron la lista, pero no hasta este invierno, cuando el libro de Moore ya estaba escrito, auque no publicado.

Tan preocupante como los frecuentes errores de Moore es la manera distorsionada en que presenta algunas de sus afirmaciones que sí están basadas en hechos reales. Consideren, por ejemplo, esta crítica de Bill Clinton.

"Ha sido capaz de dejar a diez millones sin el subsidio por desempleo", escribe en una lista de ataques contra el antiguo presidente. Si bien es cierto que el número de beneficiados por el subsidio disminuyó considerablemente mientras Clinton estuvo en el poder (aunque el número total en junio de 2000 era de 8,3 millones), muchas personas renunciaron a él voluntariamente para ponerse a trabajar mientras la economía crecía por otros motivos. Muchos menos se quedaron sin subsidio por los límites de cinco años que Clinton aprobó en 1996 o por límites estatales más estrictos.

Es recurrente la presentación de hechos bastante distorsionados para dar una mala imagen de Bill Clinton en el capítulo "Demócratas, donde dije digo." Moore también se mofa del feminismo de Clinton diciendo que "Clinton aprendió que soltando una buena frasecita feminista, podía arreglárselas para que ni una sola líder feminista criticase la orden que él firmo en 1999 para denegar fondos federales a cualquier grupo extranjero que discutiese sobre el aborto durante las consultas".

Moore está en lo cierto respecto a la ley en este punto (aunque Gloria Feldt de la Federación de Paternidad Planificada de América lo criticó). Al acusar falsamente a Clinton de tener una agenda antiaborto, sin embargo, ignora descaradamente que Clinton eliminó en 1993 la llamada "Política de la Ciudad de México" que prohibía la financiación estadounidense de clínicas extranjeras que practicaban o promocionaban el aborto y sólo volvió a aprobarla a regañadientes en 1999 como parte de un acuerdo para pagar casi mil millones de dólares que debía a las Naciones Unidas. Se restableció entonces la financiación en el presupuesto del año siguiente, aunque con concesiones para retrasar su implementación, cosa que Moore tampoco menciona.

Para entender de verdad cuan absurdamente Moore retuerce la verdad para favorecer su propia agenda, consideren la descripción que hace de la desaceleración económica. Tras describir los momentos difíciles por los que ha pasado el país en el último año, ofrece a los lectores este análisis:

"No hay recesión, amigos. Ni deterioro de la economía. No corren tiempos difíciles. Los ricos están chapoteand o en el botín que han ido acumulando durante las últimas dos décadas, y ahora quieren asegurarse de que nadie pida un trozo del pastel".

Olvídense de la sobreinversión durante la burbuja tecnológica, de la brusca caída del gasto de las empresas e incluso de los simples hechos del ciclo económico. Michael Moore tiene la respuesta acertada: "[Los ricos han] decidido lanzar un ataque preventivo con la esperanza de que nunca se os ocurrirá pensar siquiera en sus montones de dinero." No satisfecho con recriminar a los ricos por los desproporcionados avances de sus rentas durante el boom de los noventa, Moore lleva su jerga agresiva hasta el extremo al inventarse una conspiración en la que la elite simplemente creó una desaceleración económica, que él afirma que no existe. Eso no es sátira, es propaganda paranoica.

Por ser el éxito de ventas de libros de no ficción de este país, "Estúpidos hombres blancos" ha recibido sorprendentemente poco escrutinio y pocas reseñas serias. Moore es muy querido en Gran Bretaña y una reseña en un programa de la BBC dijo que su libro era "fantástico" y que "tenía mucha investigación". Desafortunadamente, no parece que el crítico lo haya leído mucho, aunque los miles de personas que han comprado su libro seguramente no lo saben.

Publicado originalmente en Salon.com. Puede leer la versión original en Spinsanity. Publicado por cortesía de su autor.

Autor: Ben Fritz
Fuente: Liberalismo.org.





El rapto de Europa

En Cannes nunca hubiera triunfado una película dedicada a denunciar las estrechas relaciones entre Sadam y Chirac, que a fin de cuentas estaba más cerca que Bush de los entusiastas que aplaudieron a rabiar el producto del nuevo apóstol de la izquierda. En París, donde lleva la esposa de Arafat una vida de lujo con el dinero que le regalamos los europeos al líder de las brigadas de los mártires de Al Aqsa. El París que gusta de acoger a tiranos comeniños del África. El París donde aprobaba las ejecuciones de los miembros del FLN argelino el entonces ministro de Justicia Mitterrand, el mismo que, siendo presidente, decidió la muerte de varios activistas de Greenpeace. El París donde se arrojaba de noche al Sena a los magrebíes que cazaban los gendarmes. Tierra de libertad.

Los que se dejaron las manos aplaudiendo el documental de Michael Moore representan, mal que nos pese, a la opinión pública europea, o al menos a la parte que más se oye. Es una lástima que la Europa de la abundancia, que se cree estupenda porque tiene en casa cubos de basura de varios colores y compra ladrillos de Saramago, no disponga ahora mismo de más imágenes del horror que las de las soldados americanas vejando cadáveres e inertes cuerpos desnudos de encapuchados. EEUU haría bien en sacar a la luz de una vez la sangre del 11-S. El mundo tiene derecho a ver –también– los cadáveres de Nueva York, la carne quemada, los miembros mutilados. Y las amputaciones de iraquíes a las que se refiere el extraordinario artículo de Daniel Henninger. Pero que sea en las portadas de los diarios, en los informativos de televisión del mediodía.

No creo que Sadam, responsable del exterminio de pueblos indefensos y de incontables torturas y asesinatos, en muchos casos con sus propias manos, haya dejado muchas fotografías de las sesiones del horror. Pintores hiperrealistas deberían recrearlas. Esta Europa que consagra sus escasas energías vitales a abominar de sí misma está perdiendo el sentido de la realidad y ha llegado a creer que, odiada y amenazada por tantos, no sólo no necesita defenderse sino que debe autoinculparse. Entregados a cualquier lógica siempre que ataque nuestros intereses, huérfanos de conocimientos históricos, respondemos ya sólo a las fotografías.

Las atrocidades propias sólo las juzgan y castigan los sistema democráticos, de acuerdo con los valores que defiende la coalición que acabamos de abandonar. En el Irak de Sadam y en el Afganistán de los talibanes, los dos regímenes que Bush decidió derrocar tras el 11-S, se torturaba y asesinaba sin tregua. Sin opinión pública, sin fotos, y sin el rechazo de la gente guapa de Cannes. Y sin ninguna posibilidad de juicio y de castigo.

Autor: Juan Carlos Girauta
Fuente: Libertad Digital.







El silencio de los mentirosos

Quienes manipulan la información y no cuentan toda la verdad inducen a error, o sea, mienten por omisión. Las informaciones en torno a Irak incluyen vídeos y fotografías de Abu Ghraib, masacres nupciales en Magr el-Deeb, guerrillas apoyando a Al Sadr o Chalabi traicionando a la coalición… Como eso parece que es lo único que ocurre en Irak, el ciudadano puede concluir que Irak es un desastre, Bush un mentiroso y Zapatero un valiente.

Ese es el objetivo de quienes odian la libertad de información, que es como decir quienes odian la justicia. Y en España, vamos constantando día a día quiénes odian la libertad, quiénes manipulan la información, quiénes mienten y quiénes logran confundir. Como mentir es también silenciar toda la verdad, no puedo resistirme a contarles algunas de las cosas hechas hasta hoy en Irak por la agencia federal USAID del Ministerio del Interior del Gobierno de los Estados Unidos de América. Todo esto pueden verlo uds. mismos en los documentos de esta agencia, que son públicos, y cuya veracidad está probada por la Ley.

En infraestructuras, en Irak se ha alcanzado una canalización de agua y unos proyectos de sanidad que equivalen a 183 millones de dólares y que beneficiarán a 14 millones de personas. Se han rehabilitado los puentes claves de Khazir, Tikrit y Al Mat, que son críticos para el paso de pasajeros y bienes de consumo. El puerto de Umm Qasr, abierto desde el pasado 17 de junio, cuenta con 40 barcos de carga al mes. Más de 5.000 vuelos han salido y llegado desde el Aeropuerto Internacional de Bagdad desde julio, con más de 20 vuelos diarios no militares. Los servicios telefónicos superan sólo en Bagdad más de 140.000 líneas.

En salud y educación, se han renovado en todo el país 2.356 escuelas, se han distibuido más de un millón y medio de paquetes escolares de secundaria, 808.000 de primaria y 81.375 para profesores de primaria. Se han repartido casi 9 millones de libros de texto revisados de matemáticas y ciencias por todo Irak. Se han educado a 860 maestros que han entrenado a 31.772 profesores de secundaria. Se han dado más 20 millones de dólares en becas para establecer acuerdos entre las universidades norteamericanas y las iraquíes. Se han equipado 600 centros en 7 gobernaciones claves de Irak para proporcionar servicios básicos de salud. Se han entrenado a 750 personas para que, a su vez, ayuden a otros 2.000 asistentes de servicios de salud y maternidad. Se han vacunado a más de 3 millones de niños iraquíes.

En economía, se ha reformado la moneda, las empresas estatales, el sistema bancario y la administración presupuestaria. Se han creado más de 77.000 puestos públicos a través del Programa Nacional de Empleo. Se ha puesto en marcha la actividad bancaria que permitió que 80 bancos reanudaran su actividad desde fines de octubre para crear riqueza entre los iraquíes.

En administración local y gubernamental, existen 18 gobernaciones bajo el unificado Consejo de Gobernación, 78 consejos de distrito, 192 consejos de ciudades y 392 consejos de vecinos que permiten a más de 19 millones de personas opinar y participar en las políticas locales y nacionales. Se han gastado más de 3 millones de dólares para lograr una transición democrática que devuelva la soberanía al pueblo iraquí, con elecciones antes del próximo enero. Se han otorgado 14 millones de dólares para que los gobiernos locales pongan en marcha servicios esenciales. Se han rehabilitado 9 ministerios de gobierno en la capital, edificios de municipalidades y secretarías de fomento encargadas de la eletricidad y el agua potable. Se han amueblado edificios ministeriales y centros de ayuda a los ciudadanos.

En ayuda humanitaria, justo después de la guerra se dieron 516.800 toneladas métricas de alimento que equivalen a casi 400 millones de dólares. Desde Estados Unidos han llegado médicos, profesionales de la salud, expertos en agua y sanidad, especialistas en distribución de alimentos y todo tipo de hombres y mujeres con experiencia en áreas de ayuda y auxilio.

De todo esto no les dicen nada los medios de comunicación antiamericanos ni quienes los controlan. Si por el socialismo español fuera, todavía hoy Saddam Hussein seguiría gaseando kurdos, asesinando a niños y violando a mujeres. Pero como hay que acabar con Bush, igual que hicieron con la derecha tras el 11-M, todo vale… hasta la mentira. Por eso, en vez de contarles todo esto, les hablan de farsantes como Michael Moore, le quitan el micrófono al discurso del Príncipe o les cuentan lo importante que es ir a Haití. Queda muy progre y, además, alimenta el bolsillo.

Autor: Alberto Acereda
Fuente: Libertad Digital.








Michael Moore es la misma esencia del capitalismo. Él identificó una necesidad en el mercado, produjo productos para resolver esa necesidad, y se ha hecho con montones de dinero. Bien por él.

Tengo algunas preguntas para los izquierdistas que leen esto.

¿Tiene Michael Moore la necesidad de cobrar $38.000 por dar discurso en una universidad?

¿Michael Moore necesita ganar más de $750 por noche para hacer un show en Londres?

¿Michael Moore necesita tomar agua embotellada francesa en vez de agua del grifo, o otro tipo de agua en botella? ¿Michael Moore necesita viajar para dar sus discursos en un jet privado, o en un todoterreno enorme?

¿Michael Moore necesita vivir en un apartamento de varios millones de dolares en el Upper West Side, o enviar a su hija a una escuela privada pija?

No. Él lo hace porque quiere. Es la esencia del sistema del capitalista. Pero los fans babeantes de Moore están dispuestos a mirar a otro lado de su evidente hipocresia para criticar el mismo sistema que le ha hecho apestosamente rico.

Yo amo el capitalismo. Moore también, pero él no tiene c******s para admitirlo.

Fuente: Ominae.
 
'Buried in the Sand', la película anti-Moore con atrocidades islamistas.

'Buried in the Sand', la película anti-Moore con atrocidades islamistas.

'Buried in the Sand', la película anti-Moore con atrocidades islamistas.

A menos de dos meses de las presidenciales del 2 de noviembre, llega una película que bien podría considerarse como el anti-Moore. Se titula "Buried in the Sand. The deception of America" ("Enterrado en la arena. El engaño de América") y se lanza en DVD el 21 de septiembre.

Su línea argumental: el salvajismo criminal con el que actuaban tanto las tropas de Sadam, como lo hacen hoy los activistas islámicos, matando, torturando, mutilando y dilapidando públicamente a personas.

Las imágenes son de una crudeza inimaginable, más propias de una película snuff, dominada por el sadismo y la muerte explícita, que de un documental informativo, tal como se presenta. Contiene, ciertamente, imágenes nunca vistas en los medios, que proceden de los militares, los extremistas islámicos y otras fuentes no identificadas (¿los servicios secretos?). Su conductor es un veterano comentarista político vinculado de ideas republicanas, Mark Taylor.

Su sitio web, www.buriedinthesand.com, permite hacerse una idea del contenido, al estar diseñado con motivos de sangre y presentar algunas fotos y un videoclip. Este material resulta inocente en comparación con el contenido del DVD, que nos ha sido enviado, como avance, a los medios. "Millones de americanos entenderán pronto porqué EE.UU. tenía la inevitable obligación de invadir Irak", señalan abiertamente los productores de la película. Rob Cartee, presidente de CYHL Pictures, de Los Ángeles, productora del documental, no oculta que se trata de contrarrestar los mensajes de "Farenheit 9/11", de Michael Moore.

Fuente: IBLNEWS.
 
Re: LIBERTAD DE “expresion” ("Estúpidos hombres blancos")

Michael More, el favorito de los terroristas, tiranos, marxistas, antiyankees, y comparsas.

Fidel Castro felicitó al director Michael Moore
Infoabe. Argentina, 28 de julio de 2004.
http://www.cubanet.org/CNews/y04/jul04/28o8.htm


Michael Moore, cazafantasmas
( Eliseo Alberto )
( 2004-08-10 )

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El pasado jueves 22 de julio, 127 copias piratas del documental “Fahrenheit 9/11”, del director Michael Moore (MM), ocuparon, en Cuba, la programación de 127 de salas de cine y video; sólo en el cine “Chaplin”, el mejor equipado de la capital, 12 mil 572 espectadores aplaudieron la cinta durante los primeros diez días de exhibición. Son datos oficiales. Noches después, la televisión nacional lo trasmitió en horario estelar: el de las telenovelas brasileñas. Para esta ocasión, fue presentado por el experto que mejor conoce (entre nosotros) los misterios y secretos de la “alta política” norteamericana: el diplomático Ricardo Alarcón Quesada, presidente de la Asamblea del Poder Popular de Cuba. Como parte de la campaña de publicidad, otras salas anunciaron los reestrenos de “Roger & Me” y “Bowling for Columbine”, documentales del mismo cineasta. Comenzaba así lo que un médico amigo, residente en La Habana, calificó como “La fiebre Moore”.
Vista desde la isla, la contundente denuncia cinematográfica resultaba un bombazo, sobre todo porque estallaba durante un periodo electoral particularmente belicoso: ¿Bush o Kerry? El tema de la guerra, y de la paz, ocupaba el centro de un debate tan trascendente que, incluso, podía condicionar el futuro del muy frágil proyecto cubano: socialismo o muerte. Defensores y detractores de la Revolución coincidían en el juicio de que, en efecto, el presidente George W. Bush era una calamidad para Estados Unidos –y, por tanto, para el planeta. “El gordo (MM) es un justiciero”, escribió mi amigo en su correo electrónico. Yo tenía (in)ciertas dudas, pero en mi respuesta desatendí cualquier corazonada y reconocí las agallas del cineasta: “No sólo un justiciero, doctor, también un cazafantasmas”.
MM acaba de enseñar el colmillo. Como era de esperar, los estrategas de la campaña de J. F. Kerry lo querían como estrella en el circo de la Convención Nacional del Partido Demócrata, sin saber que el tiro iba a salirles por la culata, al menos por la culata que apuntaba hacia el iracundo estado de La Florida. No venía al caso, seguramente tampoco estaba previsto en la Agenda de temas prioritarios, pero al hacer uso (y abuso) de la palabra, el altanero cazafantasmas arremetió a sablazos contra el exilio cubano (en particular la comunidad de millón y medio de compatriotas que vive en Estados Unidos), al tiempo que defendía de la legitimidad histórica de Fidel Castro. No quiero imaginar el gesto de hierático estupor que debe haber amuecado el rostro del candidato Kerry cuando escuchó decir a MM que una minoría blanca (un 38 por ciento de la población cubana, según sus datos) había huido de la isla porque “ellos sabían que no podían quedarse pues no tenían apoyo del pueblo”. Perdónenme la cita, humillante y grosera, pero así nos quiere el cineasta: los exiliados somos “una manga de cagones, porque cuando a alguien no le gusta el opresor de su país, se queda allí y trata de derrocarlo”.
El documentalista ofrece dos recetas para vencer a un dictador: por la fuerza o por medios pacíficos, pero “lo que no hace (la oposición) es meter la cola entre las patas y correr, como hicieron estos cubanos”. Para MM, somos herederos de la dictadura del presidente Fulgencio Batista. Sin duda, perdió una buena ocasión para quedarse callado. Errático e ignorante, simplista y prepotente, dijo que Cuba no era más que “una insignificante nación insular” y que Fidel Castro “liberó a su país del corrupto régimen de Batista al que apoyaban Estados Unidos y la mafia”. Para él, los exiliados merecemos el humillante calificativo de “peleles”. Los únicos “defectos” que reconoce en el mandato de medio siglo de revolución cubana, “a las órdenes del Comandante“ se reducen a tres: “represión política, discursos de cuatro horas y una tasa de alfabetismo del cien por ciento”. Ni siquiera la posible ironía que encierra la frase, justifica la torpeza y sinrazón del dictamen.
La respuesta del exilio no se hizo esperar y, en proporción directa a los improperios de MM, decenas de patriotas corajudos, articulistas apasionados y prestigiosos líderes de opinión esgrimen los machetes para dejarlo, como merece, en puras tiras de pellejo. Los de la isla también debieran rechazar las infames declaraciones, entre otras razones porque ellos saben que esos “peleles” se quitan el pan de la boca para enviarles ayuda, desde el otro lado del injusto y azulísimo horizonte que nos divide –por igual. Sé que allá, en mi digno paisito, muchos estarán de acuerdo conmigo (por ejemplo, mi amigo médico). Pobre MM, genial e idiota. Con perdón de los lectores: que se vaya al carajo. Ojalá que MM pueda filmar algún día el testimonio de su delirante ignorancia y su fantasmal decadencia. Yo lo aplaudiré, como siempre.

http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=138375
 
Re: LIBERTAD DE “expresion” ("Estúpidos hombres blancos")

OH, OH. No había visto una palabreja al final del escrito.

Si webmaster quiere quitarla, lo acepto con mucho gusto.