Liberio, Zósimo, Vigilio, Honorio- Infalibilidad papal

18 Noviembre 1998
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blogs.periodistadigital.com
Creo que este tema merece un epígrafe dedicado a él. Por eso reproduzco un primer mensaje mío y la respuesta de Jetonius


Luis:
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>
Maripaz:
Liberio era arriano (S IV)
Luis:
Mentira.
Liberio fue elegido Papa en una época en que el arrianismo controlaba Oriente y el emperador Constancio II era también arriano y pretendía forzar a todos los obispos católicos para que se convirtieran al arrianismo. Como quiera que Liberio no estaba dispuesto a someterse libremente a las disposiciones del emperador, éste decidió llevarlo por la fuerza a Milán y más tarde, ante la persistente negativa de Liberio, lo desterró a Berea. En su ausencia de Roma, Félix fue elegido obispo de la ciudad por tres obispos arrianos, lo cual provocó un levantamiento popular que provocó una especie de guerra civil en la ciudad. En ese estado de las cosas, Liberio acabó cediendo a las presiones de quienes le tenían secuestrado y aceptó la condena de Atanasio así como el credo de Sirmio, el cual no era arriano pero sí era bastante ambiguo. Precisamente acabaron por llevarle a Sirmio donde hizo algo muy curioso: negó el símbolo niceno a la misma vez que declaraba que el Hijo era como el Padre en ser y en todo -o sea, la fe trinitaria-.
Cuando volvió a Roma, la población de la ciudad le recibió con grandes aclamaciones -"un Dios, un Cristo, un Obispo"- y Félix tuvo que salir zumbando de la ciudad.
Ahora bien, ¿se puede saber en qué se basan aquellos que dicen que Liberio fue arriano?
Se le podría haber acusado de no tener la suficiente entereza para mantener su posición en medio de la persecución a la que estaba siendo sometido, pero nunca de ser arriano.
Maripaz:
Zósimo era pelagiano (S V)
Luis:
Otra mentira. Y más gorda.
Resulta que Pelagio y Celestio, que habían sido expulsados de la Iglesia, escribieron cartas a Zósimo -lo cual da idea de la autoridad que ya se le concedía entonces al Papa de Roma- buscando su restauración la Iglesia. Lo gracioso es que tanto Pelagio como Celestio no se pronunciaron en dichas cartas sobre el asunto del pecado original y la gracia. Zósimo pensó que los herejes se estaban arrepintiendo de sus errores y así se lo hizo saber a los obispos africanos, que estaban comandados por San Agustín en su lucha contra la herejía pelagiana. Los africanos respondieron que la sentencia condenatoria contra Pelagio y Celestio del anterior Papa, Inocencio I, debía considerarse válida y no revocarse. Zósimo volvió a estudiar el caso y confirmó la excomunión de los pelagianos.
Ahora bien, ¿en qué se basan los que dicen que Zósimo fue pelagiano?


Maripaz:
Virgilio era monofisita (S VI)
Luis:
Ni mucho menos.
Érase una vez un Papa que estaba celebrando misa (22-11-545) cuando la policía imperial interrumpió la ceremonia y lo prendió. Una vez apresado, lo llevaron a Sicilia primero y a Contantinopla después -llegó en enero del 547-.....
¿Porqué le habían apresado?
Pues porque se había negado a aceptar un rescripto imperial que favorecía a las tesis monofisitas. Y, claro, al emperador no le hizo gracia que el primero entre todos los obispos de la Iglesia católica no accediera a sus pretensiones. Como sabía muy bien que hasta que dicho Obispo no cediera, no habría forma de que nadie en su sano juicio pensara que dicho rescripto era de obligada aceptación para todos los cristianos, entonces se dijo "si el Papa no vien a mí para hacer lo que yo diga, yo voy al Papa, lo secuestro, lo traigo para acá, lo someto a torturas y presiones, y entonces veremos si sigue negándose a hacer lo que yo diga"....
¿sigo con la historia de Vigilio, Maripaz?

Maripaz:
Honorio era monotelita (S VII)
Luis:
El 634 Honorio recibió una carta del patriarca Sergio de Constantinopla en la que solicitaba o proponía una aclaración doctrinal en torno al modo de operar de la voluntad de Jesucristo. La fórmula propuesta por Cirilo de Alejandría y abrazada por Sergio, "dos naturalezas distintas en una sola operación", había sido denunciada por el monje Sofronio como una forma disfrazada de monofisismo. El griego causaba ciertas confusiones que no se daban en latín. Honorio se precipitó probablemente en su afán de dar una respuesta inmediata, sin esperar a disponer de más información, especialmente de la parte contraria. Decía que había que confesar sencillamente "un solo Jesucristo que obra en las dos naturalezas las obras de la divinidad y las de la humanidad. Es necesario, ante todo, poner a salvo la voluntad personal y debe reconocerse alguna `unidad de voluntad´, ya que el Verbo ha tomado nuestra naturaleza, mas no el pecado que hay en ella". El texto era claro, pero los términos griegos energía o telia (de donde viene monotelismo) no resultaban tan inequívocos. Cuando recibió al enviado de Sofronio, un presbítero llamado Esteban, intentó el papa evitar deformaciones con una segunda carta en la que recomendaba el silencio.
De esta segunda carta sólo se han conservado fragmentos, que son importantes: "No debemos definir ni una ni dos energías... sino confesar las dos naturalezas en unidad de un solo Cristo. Debemos confesar un único operante que es Cristo, el Señor, en las dos naturalezas; y en lugar de las dos energías que se proclame más bien con nosotros dos naturalezas... las dos operando lo que les es propio sin confusión, sin separación y sin cambio". Fue enviada a Sergio, a Ciro y a Sofronio. Pero ya entonces el patriarca y el emperador Heraclio habían entendido que con el texto de la primera el papa les daba la razón y publicaron un documento, Ekthesis, declarando el monotelismo como fórmula ortodoxa y obligatoria. Se trataba en realidad de un esfuerzo para atraer la buena voluntad de los monofisitas, fuertes en Egipto, en un momento de extraordinario peligro para el Imperio por persas y árabes.
Se había cometido un abuso: donde el papa hablaba de una unidad de voluntad moral trataban los monotelitas de entender unidad de voluntad física. Las Iglesias orientasles, especialmente después de que el monofisismo naufragó en la marea musulmana, consideraron herética la doctrina de Honorio y armaron un gran escándalo, consiguiendo que fuera condenada en el Concilio de Constantinopla del 680. León II, al aprobar sus actas, estableció que en el futuro los papas prestarían un juramneto, antes de subir al solio, de no incurrir en lo que se daba en llamar el "error de Honorio". Pero en el siglo XV el famoso cardenal español Juan de Torquemada, al estudiar con detenimiento los textos, advirtió que el error estaba en los que condenaban la fórmula de Honorio, que era absolutamente ortodoxa, y que el concilio, mal informado, había condenado una doctrina que jamás había sido sostenida por el papa. Honorio no había negado en modo alguno que Jesucristo estuviera desprovisto de voluntad humana, si bien en Él las dos voluntades actúan al unísono, como explica el Evangelio cuando dice que cumple "la voluntad de mi Padre". El caso Honorio fue esgrimido todavía en el Concilio Vaticano I, que hizo la aclaración de que la infalibilidad pontificia se refiere únicamente a los pronunciamientos ex-cathedra, una condición que no tiene la carta de Honorio a Sergio, que era simplemente explicativa.

(Datos sacados del Diccionario de los Papas y Concilios, ed Ariel, ISBN 84-344-0513-X)
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Jetonius:
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>

Estimados coforistas:
He aquí algunas precisiones, limitadas solamente a los casos planteados por Maripaz y refutados por Luis Fernando.
Podemos traer algunos otros deslices papales a colación si lo desean.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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A. El caso de Liberio, que terminó firmando una confesión de fe arriana y condenando a San Atanasio

Luego de las decisiones de Nicea, la cuestión arriana no quedó definitivamente zanjada, ni mucho menos. Cuando los arrianos ganaron las simpatías del nuevo emperador, Constancio, quien presionó a los obispos ortodoxos de Occidente para que condenasen a Atanasio, obispo de Alejandría y campeón de la fe nicena. La mayoría de los obispos claudicaron, y Liberio, obispo de Roma (352-366), quien se resistía a condenar a Atanasio sin escucharle primero, fue como muchos otros deportado a Asia.

Tras dos años de exilio, Liberio finalmente claudicó y suscribió una confesión de fe que, si bien era ambigua, era aceptable a los arrianos. La fórmula que Liberio firmó era una redactada por los obispos de la corte, la misma que el anciano Osio, obispo de Córdoba y antes consejero de Constantino, había sido obligado suscribir.

Lo que no resultó ambigua fue su condena de Atanasio. Liberio les escribió a los arrianos como sus “amadísimos hermanos” y se disculpó por haber defendido a Atanasio, sobre la base de que su predecesor, Julio, así lo había hecho. Decía: “Yo no defiendo a Atanasio... habiendo sabido cuando le plugo a Dios, que lo habéis condenado justamente, asentí a vuestra sentencia. Así que, habiendo sido Atanasio expulsado de la comunión de todos nosotros, de manera tal que no voy siquiera a recibir sus cartas, digo que estoy muy en paz y concordia con todos vosotros, y con todos los obispos orientales en las provincias. Pero para que sepáis mejor que en esta carta hablo en la verdadera fe lo mismo que mi común señor y hermano, Demófilo, quien fue tan bueno de conceder mostrarme vuestro credo católico, el cual en Sirmia fue por muchos de nuestros hermanos considerado, establecido y recibido por todos los presentes: esto recibí con mente bien dispuesta, sin contradecir nada. A esto le doy mi asentimiento; esto es lo que sigo; esto es sostenido por mí... Os ruego que obréis conjuntamente para que pueda ser librado de este exilio y pueda volver a la sede que me fue confiada por Dios.”

Testigos de la defección de Liberio son el propio Atanasio, Hilario de Poitiers, Jerónimo, Hermias Sozomeno, Faustino y Marcelino.

Atanasio menciona la resistencia inicial de Liberio (quien “era consciente de la conspiración formada contra nosotros&#8221
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y su claudicación después de dos años de exilio (Apología contra los arrianos, 89). En otra parte (Historia de los arrianos, 41) dice: “Así se esforzaron [los conspiradores arrianos] al principio para corromper la Iglesia de los romanos, deseando introducir la impiedad en ella así como en otras. Pero Liberio, después de haber estado en el exilio dos años, cedió, y por miedo a la amenaza de muerte suscribió. Aún así, esto sólo muestra la conducta violenta, y el odio de Liberio contra la herejía, y su apoyo de Atanasio, mientras se le permitió ejercitar una libre elección.”
Evidentemente Liberio no estaba hecho de la misma madera que algunos de sus antecesores y obispos contemporáneos, capaces de enfrentar el martirio por causa de su fe.

Jerónimo, en su Vidas de Varones Ilustres (97), dice: “Fortunatiano, africano de nacimiento, obispo de Aquilia durante el reino de Constancio, ... , es detestado porque, cuando Liberio obispo de Roma fue exiliado por la fe, fue inducido por la insistencia de Fortunatiano a suscribir la herejía.”

Sozomeno en su Historia de la Iglesia (IV,15) dice que Liberio había escrito una confesión de fe ortodoxa que fue aprobada “partcialmente”. “Pues cuando Eudoxio y sus partidarios en Antioquía, quienes favorecían la herejía de Aecio, recibieron la carta de Osio, circularon el informe de que Liberio había renunciado al término ‘consubstancial’ y había admitido que el Hijo es disimilar con el Padre. Luego de que estas sanciones habían sido hechas por los obispos occidentales, el emperador permitió a Liberio retornar a Roma.”

Faustino y Marcelino presentaron a los emperadores un librito en 383, en el que se contaba que dos años después de haber sido exiliado Liberio, Constancio visitó Roma. Cuando la gente le preguntó por Liberio, el emperador respondió que volvería, y mejor que cuando había partido. “De esta manera”, dicen los autores, “aludió el emperador al consentimiento de Liberio, mediante el cual estrechó las manos de la perfidia.”

Hilario de Poitiers, quien transcribe la carta de Liberio citada antes, interrumpe la transcripción con palabras muy severas: “Esta es la infidelidad arriana”, “anatema, te digo, Liberio y tus cómplices”, “de nuevo, por tercera vez, anatema al prevaricador Liberio.” Escribiendo a Constancio en 360, dice Hilario: “No sé si cometiste mayor impiedad cuando lo exiliaste [a Liberio] que cuando lo restauraste.”

La defección de Liberio era reconocida por los martirologios y breviarios romanos, hasta que en el siglo XVI –supongo que al calor de la controversia religiosa- fueron quitados. En uno de ellos se dice “Liberio, papa, había expresado su conformidad con la perfidia arriana.” Lo mismo reconoce Baronio en sus Anales (56:57).

Tomando en cuenta todos los datos, parece correcto afirmar que Liberio no era arriano en su corazón. Esto no lo exonera del hecho de haber suscripto el arrianismo y la condenación a Atanasio con tal de recuperar su sede. En otras palabras, aceptó lo que sabía que era injusto y erróneo , y lo comunicó oficialmente a los obispos orientales, para poder retornar a Roma, como efectivamente lo hizo. En esta compleja situación histórica, lo menos que puede decirse del obispo de Roma es que hizo un papel muy pobre y no defendió la ortodoxia nicena, que hubo de ser sostenida contra viento y marea por el obispo de Alejandría, Atanasio.

B. El caso de Zósimo, un “supremo maestro” que no sabía distinguir un documento pelagiano de uno ortodoxo, y que desconocía tanto los cánones de Nicea (que confundió con los de Sardis) como los límites de su propia autoridad, y hubo de ser enseñado por los obispos africanos.

Traduzco lo siguiente de la Catholic Encyclopedia:
“No mucho después de la elección de Zósimo el pelagiano Celestio , quien había sido condenado por el papa precedente , Inocencio I, vino a Roma para justificarse ante el nuevo papa, habiendo sido expulsado de Constantinopla. En el verano de 417, Zósimo realizó una reunión con la clerecía romana en la basílica de San Clemente, ante la cual compareció Celestio. Las proposiciones redactadas por el diácono Paulino de Milán, por causa de las cuales Celestio había sido condenado en Cartago en 411, fueron dispuestas ante él. Celestio se rehusó a condenar tales proposiciones, declarando al mismo tiempo en general que él aceptaba la doctrina expuesta en las cartas del papa Inocente y haciendo una confesión de fe que fue aprobada. El papa fue ganado por la conducta astutamente calculada de Celestio, y dijo que no estaba seguro de si el hereje había realmente mantenido la doctrina falsa rechazada por Inocente, y por tanto consideraba demasiado apresurada la acción de los obispos africanos contra Celestio. Escribió de inmediato en este sentido a los obispos de la provincia africana, y convocó a quienes tuviesen algo que decir contra Celestio para que compareciesen en Roma dentro de los dos meses. Poco después de esto, Zósimo recibió de Pelagio también una confesión de fe artificiosamente expresada, junto con un tratado del heresiarca sobre el libre albedrío. El papa reunió un nuevo sínodo de la clerecía romana, ante la cual ambos escritos fueron leídos. Las expresiones hábilmente escogidas de Pelagio ocultaban el contenido herético; la asamblea sostuvo que las afirmaciones eran ortodoxas, y Zósimo les escribió de nuevo a los obispos africanos defendiendo a Pelagio y reprobando a sus acusadores, entre los cuales se hallaban los obispos galos Hero y lázaro. El arzobispo Aurelio de Cartago rápidamente convocó un sínodo, el cual le envió a Zósimo una carta en la que se probaba que el papa había sido engañado por los herejes. En su respuesta, Zósimo declaró que no había determinado nada en forma definitiva, y que no deseaba establecer nada sin consultar a los obispos africanos. Luego de la nueva carta sinodal del concilio africano, del 1 de mayo de 418, al papa, y luego de las medidas tomadas en contra de los pelagianos por el emperador Honorio, Zósimo reconoció el verdadero carácter de los herejes. Ahora publicó su “Tractoria”, en el cual eran condenados el pelagianismo y sus autores. Así, finalmente, el ocupante de la Sede Apostólica en el momento exacto mantuvo con toda autoridad el dogma tradicional de la Iglesia, y protegió la verdad de la Iglesia contra el error.
“Poco después de esto, Zósimo se involucró en una disputa con los obispos africanos con respecto al derecho de apelación a la sede romana de clérigos que habían sido excomulgados por sus obispos. Cuando el sacerdote Apiario de Sica había sido excomulgado a causa de sus delitos, apeló directamente al papa, sin consideración por el curso regular de la apelación en África, que estaba exactamente prescrito. El papa aceptó la apelación de inmediato, y envió al África legados con cartas para investigar el asunto. Un procedimiento más sabio hubiese sido referir primero a Apiario al curso ordinario de apelación en la misma África. A continuación, Zósimo cometió el error añadido de basar su acción en un supuesto canon del Concilio de Nicea [ecuménico], que era en realidad un canon del Concilio de Sárdica [local]. En los manuscritos romanos, los cánones de Sárdica seguían a los de Nicea inmediatamente, sin un tpitulo independiente, en tanto que los manuscritos africanos contenían únicamente los cánones genuinos de Nicea, de modo que el canon al que apeló Zósimo no se hallaba en las copias africanas de los cánones nicenos. Así surgió un serio desacuerdo acerca de esta apelación, que se prolongó después de la muerte de Zósimo.”
J.P. Kirsch, Pope St. Zosimus (Catholic Encyclopedia , vol. XV).


Es probablemente un hecho afortunado para la Iglesia de Roma que el obispado de Zósimo (417-418) haya durado tan poco, pues de lo contrario es posible que hubiera cometido todavía más errores.

Aunque el autor del artículo citado pretende exonerar a Zósimo y presentarle como el guardián de la ortodoxia que “en el momento exacto mantuvo con toda autoridad el dogma tradicional de la Iglesia, y protegió la verdad de la Iglesia contra el error”, los hechos que él mismo narra son bien diferentes.

El titular de la sede romana examinó cuidadosamente lo expuesto por Celestio y Pelagio, y llegó a la conclusión de que ambos eran ortodoxos. Se ve que el Espíritu Santo no le asistió para distinguir la verdad del error. Como consecuencia de su evaluación, corrigió la condenación pronunciada por el obispo romano anterior (lo que muestra que en esta época los papas no se sentían aún obligados por las enseñanzas y decisiones de sus predecesores, que podían ser anuladas si era necesario) , censuró gravemente a los obispos galicanos acusadores –a los que calificó de maliciosos y turbulentos y pretendió excomulgar- , aconsejó paternalmente a los obispos africanos para que no se apresurasen a creer lo malo de su prójimo, y dijo que hubiera deseado que los africanos hubiesen podido oír las exposiciones de Celestio y Pelagio, a quienes llamó hombres de ortodoxia perfecta (absolutae fidei).

A pesar de la decisión del obispo romano, los obispos africanos se mantuvieron en su posición y reafirmaron la condenación de los errores pelagianos. Fue solamente frente a la firmeza de los africanos y a la condenación y destierro de Pelagio por la autoridad imperial (que vaticinaba un negro futuro para sus defensores) que Zósimo publicó su condenación de los pelagianos y sus escritos. Lo hizo muy tarde para defender la ortodoxia, que ya había sido reivindicada por los obispos de la Galia y del África, y apenas a tiempo para salvar su propio pellejo de la acusación de herejía.

Así que, si Zósimo no era pelagiano, al menos se tragó la carnada pelagiana con anzuelo y plomada, se atrevió a amonestar a los obispos que defendían la ortodoxia, y reaccionó en el instante final. Por cierto, un papel muy triste para un pastor y maestro supremo.
Y si bien el problema del pelagianismo fue mucho más grave, la nueva controversia sostenida con los africanos a propósito de las apelaciones, lo muestra al pobre Zósimo como muy poco avezado también en cuestiones de disciplina eclesiástica, otra área en la cual se enseña hoy que las decisiones de los papas son inapelables.

El Código de Derecho Canónico vigente establece:

“El Romano Pontífice es juez supremo para todo el orbe católico, y dicta sentencia o personalmente, o mediante los tribunales ordinarios de la Sede Apostólica, o por jueces en los cuales delega.” (# 1442)
“No cabe apelación: 1º contra la sentencia del mismo Sumo Pontífice o de la Signatura Apostólica...” (# 1629).
“No cabe apelación ni recurso contra una sentencia o un decreto del Romano Pontífice.” (# 333, § 3).
“Por razón del Primado del Romano Pontífice, cualquier fiel puede llevar o introducir ante la Santa Sede una causa, tanto conteciosa como penal, en cualquiera instancia del juicio y cualquiera que sea el estado en el que se encuentre el litigio.” (# 1417.1).

Parece que los obispos africanos del siglo V no estaban enterados de estas leyes .


C. El caso de Vigilio, un papa en extremo vacilante, muy poco apto para ser maestro supremo de la cristiandad.

A pesar de las definiciones de Calcedonia, el monofisitismo (doctrina de una única naturaleza divino-humana en Cristo) distaba de estar vencido. Mientras que las iglesias de Occidente se aferraban a lo proclamado por Calcedonia, el emperador Justiniano favorecía la herejía monofisita.

En esta situación el obispo de Roma, Vigilio, puesto allí por el mismo emperador, se hallaba en una incómoda posición. Aunque intentó resistir los decretos imperiales, una visita obligada a la corte bizantina hizo que , en 548, en el documento Iudicatum, suscribiese la condenación imperial de los escritos de tres teólogos antioquenos (detestados por los monofisitas) : Teodoro de Mopsuestia , Teodoreto de Ciro e Ibas de Edesa. Al mismo tiempo que hacía esto, intentaba sostener las decisiones de Calcedonia.

Aparentemente Vigilio deseaba quedar bien con ambas partes. Sin embargo, los obispos occidentales no estaban dispuestos a tolerar semejante actitud. Fue considerado un violador de la ortodoxia, y se lo tuvo por hereje en las Galias, Dalmacia, Iliria y en el África, donde en 550 fue excomulgado por un sínodo.

Ante esta reacción, Vigilio anuló su propio escrito y sugirió convocar un concilio general en el cual hubiese igual representación de los obispos occidentales que de los orientales. Esto le malquistó con el emperador y con los obispos orientales. Como respuesta a las pretensiones del obispo romano, Justiniano convocó a un concilio ecuménico, el II de Constantinopla de 553, del cual el papa quedó excluido. El Concilio le acusó de nestorianismo. Vigilio fue desterrado, y su nombre borrado de los registros y documentos oficiales.

Por tercera o cuarta vez, luego de seis meses de exilio, el desafortunado obispo romano cambió nuevamente de opinión y aceptó las resoluciones del II Concilio de Constantinopla. En una carta que dirigió al patriarca Eutiquio de Constantinopla, confesaba haber sido un instrumento en manos de Satán, pero había sido finalmente iluminado por Dios. Luego de esta capitulación, le fue permitido regresar a Roma, cosa que nunca llegó a hacer porque falleció en el camino.

De Vigilio puede decirse con justa razón que sus contemporáneos, primero de Occidente y luego de Oriente, le tuvieron por hereje . Sus marchas y contramarchas en el terreno doctrinal lo tornaban en extremo inepto como maestro y pastor supremo de la cristiandad (idea que, sospecho, le hubiera resultado entonces por igual de ridícula a los obispos de Oriente como a los de Occidente).


D. El caso del papa Honorio, cuya condenación como hereje permaneció en el breviario romano hasta el siglo XVIII , cuando fue piadosamente omitido.

Honorio sucedió a Bonifacio V, fue obispo de Roma entre octubre-noviembre de 625 y el 12 de octubre de 638. La condenación de Honorio por el III Concilio de Constantinopla muestra cabalmente de que el obispo de Roma estaba sujeto a la misma disciplina que los demás obispos, y que podía ser disciplinado si erraba como maestro y pastor. La Iglesia antigua no conoce nada de la actual doctrina de la infalibilidad sancionada por Roma hace poco más de un siglo.

El contexto histórico es el de la herejía monotelita, que enseñaba la existencia de una sola voluntad en Cristo, lo que tendía a minimizar la naturaleza humana de nuestro Señor como antes lo habían hecho los monofisitas.

El emperador Heraclio deseaba conciliar a los monofisitas con los ortodoxos, y una fórmula que parecía adecuada para ambos bandos le fue remitida a Sergio, patriarca de Constantinopla. A su vez Sergio le envió a Honorio de Roma una carta dogmática, solicitando su opinión.

Honorio aceptó la fórmula de compromiso entre monofisismo y ortodoxia (“Estas cosas predicará vuestra fraternidad con vosotros, así como nosotros las predicamos juntamente con vos”, dijo a Sergio). Lo que es peor, en lugar de “una energía” como los griegos, Honorio expresó: “También confesamos una sola voluntad de nuestro Señor Jesucristo” (ver Denzinger 251). La enseñanza de Honorio dio origen a la formulación del monotelismo (una voluntad).

Frente al hecho de que como obispo de Roma, consultado formalmente por el obispo de Constantinopla, confirmó a éste en su error en lugar de corregirlo, Honorio recibió de Sofronio, patriarca de Jerusalén, y de otros obispos, un documento que defendía la ortodoxia. Como respuesta, Honorio escribió una segunda carta a Sergio, donde ratificaba y ampliaba lo dicho; la carta concluía:

“y estas cosas hemos decidido manifestar a vuestra muy santa fraternidad para que, estableciendo esta confesión, podamos mostrarnos como de una misma mente con vuestra santidad, estando claramente de acuerdo en un mismo espíritu, con una misma enseñanza de la fe ... Y hemos escrito a nuestros colegas y hermanos, Ciro y Sofronio, para que no persistan en la nueva expresión de una o dos energías.”

Los defensores de la infalibilidad papal han empleado sin éxito diversas tácticas para soslayar la condenación de Honorio: a partir de la época de Torquemada, se cuestionaron las actas del Concilio que condenó a Honorio; posteriormente, al fracasar esto, se quiso reinterpretar lo dicho por Honorio para tomarlo en sentido ortodoxo (supongo que por esta razón su declaración se publica en el Denzinger). Otra artimaña de valor histórico fue tomar la enseñanza de Honorio como la opinión de un teólogo privado. Al respecto dice John Chapman, autor del artículo sobre Honorio en la Catholic Encyclopedia: “La carta [de Honorio] no puede ser tenida como privada, pues es una respuesta oficial a una consulta formal.”

Sin embargo, Chapman a su vez recurre a otro subterfugio, a saber, que la carta supuestamente no define ni condena nada, ni se presenta como vinculante para todos los cristianos, por lo cual no puede considerársela “ex cathedra” según la moderna definición del Concilio Vaticano I (1870). De hecho, Honorio suscribe plenamente, con toda su autoridad, a lo dicho por Sergio, y para más agrega la confesión de “una sola voluntad”.
Más allá de las sutilezas, la cuestión es que por muchos siglos nadie puso en duda que Honorio fuese hereje.

Chapman dice de Honorio que “Su mayor notoriedad le ha venido por el hecho de que fue condenado como hereje por el sexto concilio ecuménico (680).”...
“ En la Sesión 13ª del 28 de marzo, las dos cartas de Sergio fueron condenadas, y el concilio añadió: «A aquellos cuyos impíos dogmas execramos, juzgamos que sus nombres también sean expulsados de la santa Iglesia de Dios ... Y además de estos decidimos que Honorio también, quien fue papa de la antigua Roma, sea con ellos expulsado de la santa Iglesia de Dios, y anatematizado con ellos, porque hemos hallado en su carta a Sergio que siguió la opinión de éste en todo, y confirmó sus dogmas impíos». Estas últimas palabras son suficientemente verdaderas, y, si Sergio había de ser condenado, Honorio no podía ser rescatado. Los legados [papales] no objetaron su condenación.”
... “La condenación del papa Honorio fue retenida en las lecciones del Breviario para el 28 de junio (San León II) hasta el siglo XVIII ...”

(John Chapman, Pope Honorius I. Catholic Encyclopedia, vol. VII; negritas añadidas).

El Concilio dirigió una carta al entonces obispo de Roma, Agatón, en la cual se incluía a Honorio entre los que “erraron en la fe”.
En el Edicto imperial que otorgaba fuerza legal a las decisiones conciliares, se mencionaba como anatematizado a “Honorio, que fue papa de la antigua Roma, quien en todas las cosas promovió y cooperó y confirmó la herejía.”
La condenación de Honorio fue renovada por los Concilios II de Nicea (787) y IV de Constantinopla (869-870).
Aún antes del Concilio Ecuménico citado, un importante sínodo de Letrán en 649, presidido por un sucesor de Honorio, Martín (649-655) condenó a cualquiera que confesase una sola voluntad y operación en Cristo, lo cual de hecho incluía a Honorio, aunque quizá por vergüenza, su nombre no aparecía en la lista.
El papa León II (682-683), sucesor de Agatón, reiteró la condenación de Honorio. En una carta al emperador dice del papa hereje que Honorio “no santificó esta apostólica Iglesia con la enseñanza de la tradición apostólica sino que con profana traición trastornó su fe inmaculada”. En otra parte lo coloca junto a otros herejes como Arrio, Apolinar, Nestorio y Eutiques.
Durante varios siglos, el Liber Diurnus, que contenía los juramentos que cada obispo de Roma debía prestar, incluía un anatema contra “Honorio, que encendió el fuego de las afirmaciones impías.” Este anatema fue pronunciado por cerca de cincuenta papas que prestaron juramento en el lapso mencionado.


Honorio fue tenido por hereje durante siglos, y tal opinión generalizada, sostenida aún por decenas de sus sucesores, solamente ha sido cuestionada por su efecto pulverizador sobre la doctrina de la infalibilidad papal.

Que un obispo de Roma cayese en la herejía era una cosa poco frecuente, además de una gran desgracia; pero a nadie, ni siquiera a los propios obispos de Roma, se le pasaba por la cabeza que fuese imposible.

En definitiva, la historia muestra que la solución romanista para las diferencias en la interpretación de las Escrituras no es válida. La Iglesia hubiese admitido el arrianismo si hubiera capitulado con Liberio; hubiese afirmado el pelagianismo si los africanos no hubieran corregido a Zósimo; estaría aún vacilante si siguiese a Vigilio; y sería monotelita si de Honorio hubiese dependido.

Como lo expresa muy bien George Salmon:

“Cuando se sugirió que podríamos contentarnos con la guía de las Sagradas Escrituras, los abogados del romanismo han replicado que aunque la Biblia pueda ser infalible no es una guía infalible; es decir, no protege a quienes la siguen del peligro de errar. Ciertamente ahora podemos decir otro tanto del papa . Que sea infalible, si queréis; que sea en su corazón de la más admirable ortodoxia, aún así no es un guía infalible si por sus afirmaciones públicas lleva al error al pueblo cristiano. Es indisputable que ha habido casos en que el pueblo cristiano hubiese errado si seguía la guía del obispo de Roma. Aún si fuese posible demostrar que ningún obispo de Roma jamás albergó sentimientos que no fuesen de la más rígida ortodoxia, quedaría demostrado que el papa no es una guía infalible.
Podemos señalar caso tras caso en el cual se le ha otorgado autoridad papal a decisiones que sabemos erróneas, y en cada caso puede hacerse algún intento ingenioso para mostrar que la decisión errónea no compromete el atributo de la infalibilidad; pero tarde o temprano los hombres deben despertar para ver que el resultado de todos estos pedidos de excepción es que, mientras esperaban un guía que siempre los dirigiese correctamente, ellos tienen en su lugar un guía que siempre puede hallar alguna excusa plausible para cada vez que los extravía.”
(The Infallibility of the Church, pp. 441-442, vi; negritas añadidas).
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Bien, a partir de aquí espero que podamos seguir el debate sobre las acciones de esos papas.
Y, si no le importa a Jetonius, podemos ver en qué afecta al dogma católico de la infalibilidad papal cada uno de esos casos.

Bendiciones
 
Luis:


¿Según tu inmensa sabiduría fueron herejes Liberio, Zósimo, Vigilio y Honorio?


SI o NO

Maripaz
 
Zósimo no lo fue en ningún caso.

Liberio tampoco fue arriano aunque no debió haber cedido a las presiones (secuestro y aislamiento total) para condenar a Atanasio. Cuando fue libre, desde luego, no cometió ni enseñó ninguna herejía.

Lo de Vigilio me parece increíble que se llegue siquiera a plantear dado la situación personal por la que tuvo que pasar. En todo caso se le puede acusar de debilidad. Eso no lo niego.

El asunto de Honorio es le que más dudas me causa. El que fuera condenado como hereje por un concilio ecuménico es algo que tiene el suficiente peso como para no tomarlo en cuenta. Con todo, creo que la defensa de la postura de aquel papa dista mucho de ser débil.

Por tanto, tres "Noes" y un "es probable"
 
O sea Luis, que yo lo entienda bien:

Lo que afirman la Enciclopedia y el otro libro de reconocido renombre, que Jetonius ha citado, ¿es mentira?


Maripaz
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por Luis Fernando:
Zósimo no lo fue en ningún caso.

Liberio tampoco fue arriano aunque no debió haber cedido a las presiones (secuestro y aislamiento total) para condenar a Atanasio. Cuando fue libre, desde luego, no cometió ni enseñó ninguna herejía.

Lo de Vigilio me parece increíble que se llegue siquiera a plantear dado la situación personal por la que tuvo que pasar. En todo caso se le puede acusar de debilidad. Eso no lo niego.

El asunto de Honorio es le que más dudas me causa. El que fuera condenado como hereje por un concilio ecuménico es algo que tiene el suficiente peso como para no tomarlo en cuenta. Con todo, creo que la defensa de la postura de aquel papa dista mucho de ser débil.

Por tanto, tres "Noes" y un "es probable"

[/quote]


Un "es probable" para un hereje condenado por un concilio ecuménico??????????????
Esto es asombroso!!!!!!!!!!
Se equivocó el concilio?!?!?!?!?!?!?!
Se equivocó el hereje?!?!?!?!?!?!?!?!
O falló la "asistencia" del Espíritu Santo?!?!?!?!?!?!
Lutero, Calvino, Zwinglio, etc, etc: hay esperanza

Bueno, cuando dices una mentira, luego tendrás que decir otra para taparla.
 
Después de la magistral "pateadura" que ha sufrido Luis Fernando de parte del ilustre maestro Jetonius, lo único que queda por afirmar es acerca del estado espiritual del Capitán de Fragata, candidato a una diaconía y de la diaconía va a pasar a una cardenalatura. Según la PALABRA DE DIOS, los que están sin Cristo están muertos en sus pecados. El pobre LFP es un muerto que camina.

Los pecados de Liberio, Zósimo, Vigilio y Honorio y muchos otros quedan como "veniales" (según la categorización de la Secta Mayor). Luis Fernando es culpable de traición a la causa de JESUCRISTO.
 
Estimado Luis Fernando:
Me parece muy bien que hayas abierto un epígrafe separado. Me parece interesante ver cómo estos casos se relacionan con la moderna definición de infalibilidad papal. Sin embargo, como oportuno preludio y marco creo que convendría que proporcionases una lista de todas las declaraciones ex cathedra de los obispos de Roma.
Aprovecho la ocasión para un breve comentario a propósito de Honorio.

<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por Luis Fernando:
...
El asunto de Honorio es le que más dudas me causa. El que fuera condenado como hereje por un concilio ecuménico es algo que tiene el suficiente peso como para no tomarlo en cuenta. Con todo, creo que la defensa de la postura de aquel papa dista mucho de ser débil.
...
[/quote]

Dos observaciones:

1. Como lo hice notar, Honorio fue condenado no solamente en III Constantinopla. Esta condenación se ratificó en cada uno de los dos siglos siguientes por sendos Concilios tenidos por válidos por católicos y ortodoxos:
Siglo VII - III Constantinopla (680)
Siglo VIII - II Nicea (787)
Siglo IX - IV Constantinopla (869-870)

2. Como católico, es natural que pienses que la defensa de la postura de aquel papa diste de ser débil. Sin embargo, te hago notar algo muy importante:
Con toda la honestidad intelectual que me esfuerzo en preservar, no he sido capaz de hallar siquiera un obispo, un testimonio, una voz que se levantase en favor de Honorio en su propia época y en los siglos siguientes hasta la época de Torquemada (1388-1468)(y con este amigo, probablemente Honorio no necesite enemigos).

Es decir que entre el siglo VIII que fue condenado, hasta el siglo XV, nadie, y mucho menos los obispos romanos, presentaron defensa alguna, ni débil ni fuerte en favor de Honorio.

Esto de por sí creo que es un problema ineludible. Y para un católico, hay otro tanto o más grave. Si para sostener la infalibilidad papal se afirma que tres Concilios Ecuménicos se equivocaron (más decenas de papas, el Breviario, etc), se mina con ello irremediablemente la presunta infalibilidad de la Iglesia, ya que Honorio fue condenado manifiestamente por herejía.

Creo que son cosas que vale la pena sopesar cuidadosamente.

Bendiciones en Cristo,
Jetonius
<{{{><
 
Jetonius, dada la evidencia que yo conozco en estos momentos sobre el caso de Honorio, he de decir que efectivamente fue condenado por herejía acertadamente, ya que aunque su caso no fue el de una persona libre para tomar decisiones, eso no le exime de haber firmado lo que le firmó.

El cómo eso afecta al dogma de la infalibilidad papal es otra cosa. Sinceramente, no creo que nadie en su sano juicio crea que un Papa sometido a prisión y en situación de tortura continua esté en condiciones de establecer una dogma infalible. Ni el dogma de la infalibilidad papal dice eso, ni ha habido ninguna actuación ex-cathedra de algún Obispo de Roma en esas circunstancias.
Por tanto, alegar en contra de la infalibilidad papal el que hubo una vez un Papa que fue secuestrado, vejado y humillado hasta hacerle caer en herejía, me parece tan absurdo como decir que las epístolas de Pedro no pueden ser canónicas porque una vez llegó a negar al Señor tres veces para salvar el pescuezo.

Bendiciones
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por Luis Fernando:
Jetonius, dada la evidencia que yo conozco en estos momentos sobre el caso de Honorio, he de decir que efectivamente fue condenado por herejía acertadamente, ya que aunque su caso no fue el de una persona libre para tomar decisiones, eso no le exime de haber firmado lo que le firmó. [/quote]

Estimado Luis Fernando:

No entiendo en absoluto de qué hablas al decir de Honorio que "su caso no fue el de una persona libre para tomar decisiones".
Honorio fue tan perfecta y absolutamente libre como un obispo puede serlo cuando le escribió a Sergio.
No he escuchado jamás que Honorio fuese presionado para enseñar como lo hizo. Y, cabe notar, murió presuntamente en paz en 638, más de 10 años antes de la condenación del monotelismo por su sucesor Martín I en el Concilio de Letrán y más de 40 años antes de su condenación por el Concilio III de Constantinopla.

<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>
El cómo eso afecta al dogma de la infalibilidad papal es otra cosa. Sinceramente, no creo que nadie en su sano juicio crea que un Papa sometido a prisión y en situación de tortura continua esté en condiciones de establecer una dogma infalible. Ni el dogma de la infalibilidad papal dice eso, ni ha habido ninguna actuación ex-cathedra de algún Obispo de Roma en esas circunstancias.
Por tanto, alegar en contra de la infalibilidad papal el que hubo una vez un Papa que fue secuestrado, vejado y humillado hasta hacerle caer en herejía, me parece tan absurdo como decir que las epístolas de Pedro no pueden ser canónicas porque una vez llegó a negar al Señor tres veces para salvar el pescuezo.
[/quote]

¿Y quién alega tal cosa?
Si las cosas fueran como te las imaginas, sin duda que sería absurdo. Pero como lo he hecho notar, este no es el caso de Honorio. Hasta donde sé, no fue secuestrado, ni vejado, ni humillado. Se enredó solito, motu proprio. Precisamente por esto me parece que ciertamente afecta al dogma de la infalibilidad papal. Desde luego, no es el único problema de esta dudosa doctrina, pero sí uno importante.

Por ello rescato tu reconocimiento inicial, a saber, que Honorio "fue condenado por herejía acertadamente".

<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Bendiciones[/quote]

Y a ti,

Jetonius
<{{{><
 
Luis Fernando dice:


El cómo eso afecta al dogma de la infalibilidad papal es otra cosa. Sinceramente, no creo que nadie en su sano juicio crea que un Papa sometido a prisión y en situación de tortura continua esté en condiciones de establecer una dogma infalible. Ni el dogma de la infalibilidad papal dice eso, ni ha habido ninguna actuación ex-cathedra de algún Obispo de Roma en esas circunstancias.
Por tanto, alegar en contra de la infalibilidad papal el que hubo una vez un Papa que fue secuestrado, vejado y humillado hasta hacerle caer en herejía, me parece tan absurdo como decir que las epístolas de Pedro no pueden ser canónicas porque una vez llegó a negar al Señor tres veces para salvar el pescuezo.


Comento:


Solo hay que mirar la vida de los Apóstoles y en especial la del Apóstol Pablo de cómo sufrieron por el evangelio. Pablo escribió cartas desde la prisión, ya podemos imaginarnos las condiciones insalubres y desesperantes de esos hoyos subterráneos. Muchas veces con amenazas de muerte, maltratado y con presiones sicológicas, hambriento, enfermo y aun así escribió Infaliblemente, en cambio vemos los papas escribiendo sus infalibles decretos en el palacio mas lujoso del mundo o en sus casas de descanso en las montañas de Italia con todas sus comodidades.
Si este papa Honorio que se dice sucesor de los Apóstoles y que fue sometido a prisiones no veo porque no pudo establecer un dogma infalible bajo tales circunstancias que sus antepasados sufrieron, en cambio fue hereje mal punto para un supuesto sucesor del Apóstol Pedro.

Saludos
 
Perdón Jetonius, he confundido a Honorio con Vigilio
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por Luis Fernando:
Perdón Jetonius, he confundido a Honorio con Vigilio[/quote]

Y entonces??????
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por Luis Fernando:
Perdón Jetonius, he confundido a Honorio con Vigilio[/quote]

Ah, Vigilio... ¡Vaya!

VIGILIO

He aquí lo que le contestaste a Maripaz:

“Érase una vez un Papa que estaba celebrando misa (22-11-545) cuando la policía imperial interrumpió la ceremonia y lo prendió. Una vez apresado, lo llevaron a Sicilia primero y a Contantinopla después -llegó en enero del 547-.....
¿Porqué le habían apresado?
Pues porque se había negado a aceptar un rescripto imperial que favorecía a las tesis monofisitas. Y, claro, al emperador no le hizo gracia que el primero entre todos los obispos de la Iglesia católica no accediera a sus pretensiones. Como sabía muy bien que hasta que dicho Obispo no cediera, no habría forma de que nadie en su sano juicio pensara que dicho rescripto era de obligada aceptación para todos los cristianos, entonces se dijo "si el Papa no vien a mí para hacer lo que yo diga, yo voy al Papa, lo secuestro, lo traigo para acá, lo someto a torturas y presiones, y entonces veremos si sigue negándose a hacer lo que yo diga"....
¿sigo con la historia de Vigilio, Maripaz? “

Lo que dices es verdad, pero no es toda la verdad. Conviene comenzar la historia un poco antes y continuarla un poco más.

Vigilio procedía de una noble familia romana, y había sido ordenado diácono por Bonifacio II, quien quería que fuese su sucesor. Sin embargo, la nominación fue anulada por el propio Bonifacio por ser contraria a los cánones.

Hacia 535 ó 536, Vigilio fue enviado por Agapito I, sucesor de Bonifacio II, a Constantinopla como su representante ante la corte imperial. La emperatriz Teodora trató de ganárselo como aliado, para vengar la deposición del patriarca monofisita Antimo de Constantinopla por Agapito, y también para obtener ayuda en sus esfuerzos a favor de los monofisitas. Se dice que Vigilio estuvo de acuerdo con los planes de la ambiciosa emperatriz , quien le prometió la sede papal y una gran suma de dinero (700 libras de oro). Luego de la muerte de Agapito el 22 de abril de 536, Vigilio volvió a Roma equipado con cartas de la corte imperial y con dinero. Entre tanto, Silverio había sido hecho papa por influencia del rey de los godos. Poco después el comandante bizantino Belisario ocupó con tropas la ciudad de Roma, la cual fue empero nuevamente sitiada por los godos. Vigilio le dio a Belisario las cartas de la corte de Constantinopla, las cuales recomendaban al propio Vigilio para la sede papal. Ahora, falsas acusaciones hicieron que Belisario depusiese a Silverio. Debido a la presión ejercida por el comandante bizantino, Vigilio fue elegido papa en lugar de Silverio y consagrado y entronizado el 29 de marzo de 537. Vigilio se ocupó de que el injustamente depuesto Silverio fuese puesto bajo su cuidado, donde el antiguo papa pronto murió a causa del rudo tratamiento recibido. Luego de la muerte de su predecesor, Vigilo fue reconocido como papa por toda la clerecía romana.” (Catholic Encyclopedia, s.v. “Vigilius, Pope”).

Vigilio no solamente procedió de la manera más ruin contra Silverio, sino que rápidamente se olvidó de su compromiso con la emperatriz, a quien le debía el cargo, y no hizo nada en absoluto para restaurar a Antimo ni a favor del monofisismo. En cambio, se dedicó activamente a consolidar su poder metiendo las narices en diócesis ajenas.

En 540 se acordó del asunto, y escribió al emperador y al patriarca Menas de Constantinopla sendas cartas donde sostenía la ortodoxia de Éfeso y Calcedonia.
Cuando el emperador, a instancias del obispo Teodoro Askidas de Cesarea en Capadocia, condenó a tres teólogos antioquenos (los “tres capítulos”) probablemente para ganarse las simpatías de los monofisitas, exigió que los obispos de Oriente y Occidente suscribieran la condena. Vigilio se negó, y como respuesta el emperador le hizo comparecer ante la corte en Bizancio, como dice Luis Fernando. Mientras era llevado a la nave que le aguardaba en el Tíber, muchos le acompañaron arrojándole piedras y basura, mientras le gritaban: “¡Llévate el hambre, llévate la muerte! ¡Mal has hecho a los romanos; el mal sea contigo!”

Vigilio llegó finalmente a Constantinopla –tras una prolongada estancia en Sicilia- a fines de 546 o principios de 547. Si bien era un prisionero en la corte, ninguna de las fuentes consultadas dice que fuera objeto de tortura. Por el contrario, se puso a su disposición una residencia en la casa Placidiana. Se oponía a condenar los “tres capítulos” porque sabía que ello le traería serios inconvenientes en Occidente, pero al mismo tiempo le debía su obispado al poder imperial y no se hallaba en condiciones de resistir a la voluntad de Justiniano.
Tras muchas idas y vueltas, admitió condenar los “tres capítulos” al tiempo que sostenía las decisiones de Calcedonia, en su Iudicatum de 548. Con esto es evidente que quería quedar bien tanto con los obispos griegos y con el emperador , para que lo devolviese a su sede, como con sus pares occidentales.

Sin embargo, los obispos de Occidente no se tragaron el anzuelo, y reaccionaron en masa, considerándolo como hereje. Un sínodo de Cartago, presidido por el obispo de esa ciudad, Reparatum, excomulgó a Vigilio en 550 y le excluyó de la Iglesia católica hasta tanto se arrepintiese formalmente.
Ante esta reacción generalizada, el papa Vigilio se retractó de su Iudicatum y apeló a un concilio ecuménico, con representación equitativa de obispos occidentales y orientales, solicitando a los griegos que no emitieran juicio hasta la celebración del sínodo.

Esto causó la ira de Justiniano, quien reiteró la condenación de los “tres capítulos” en otro decreto de 551. Vigilio protestó y , temeroso del emperador, se refugió en una iglesia, donde permaneció hasta que se le garantizó su seguridad y su antigua residencia. Sin embargo, se daba cuenta de lo volátil de su situación, de modo que huyó a Calcedonia, donde se refugió en Santa Eufemia (donde había sesionado el concilio de 451). Se rehusó tenazmente a volver a Bizancio, a pesar de las órdenes de Justiniano.

Entonces el emperador retiró su decreto y convocó un concilio ecuménico, el II de Constantinopla. A pesar de que Vigilio había comprometido su participación, se negó a concurrir. En lugar de esto, junto con dieciseis obispos, en 553 condenó en el documento Constitutum sesenta proposiciones de Teodoro de Mopsuestia, pero prohibió la condenación de Teodoreto e Ibas.
En el siglo VI podía haber concilio ecuménico con obispo de Roma o sin él. “Sin su presencia, más aún, a pesar de su protesta, inauguró el patriarca Eutiquio el concilio –el segundo de Constantinopla- el 5 de mayo en la sacristía de la iglesia episcopal, en presencia de 150 obispos. Ciento sesenta y cuatro obispos suscribieron la octava sesión, de clausura, el 2 de junio de 553. “ (Hubert Jedin, S.I., Breve historia de los concilios. Barcelona: Herder, 1963; p. 39).

Contra la opinión de Vigilio, el Concilio condenó a los “tres capítulos” y de paso acusó a Vigilio de nestorianismo y lo condenó al destierro. “Su nombre fue borrado de los registros de los obispos, dípticos de las iglesias y documentos oficiales.” (Javier Gonzaga: Concilios. Grand Rapids: International Publications, 1965, 1: 213).

Ante el fracaso de todas sus cartas, y a fines de 553, tras seis meses de exilio, Vigilio acató la decisión conciliar: En un nuevo Constitutum condenó finalmente a los “tres capítulos” y reconoció las resoluciones del reciente concilio de Constantinopla. Poco después, en 554, le escribió a Eutiquio que él, Vigilio, “había sido un instrumento en manos de Satán, quien trabaja para destruir la Iglesia y así se separó de sus colegas, pero finalmente había sido iluminado por Dios.”

Como dije antes: De Vigilio puede decirse con justa razón que sus contemporáneos, primero de Occidente y luego de Oriente, le tuvieron por hereje . Sus marchas y contramarchas en el terreno doctrinal lo tornaban en extremo inepto como maestro y pastor supremo de la cristiandad (idea que, sospecho, le hubiera resultado entonces por igual de ridícula a los obispos de Oriente como a los de Occidente).

Añado ahora que usurpó su obispado (hecho interesante para quienes creen en la “sucesión apostólica ininterrumpida”), traicionó hasta a sus secuaces, y para obtener su restauración tuvo que someterse total e incondicionalmente a un concilio ecuménico que lo había condenado. ¡Cuán diferente de la actual enseñanza romana de que las enseñanzas del papa son irreformables en sí y no por el consentimiento de la iglesia!

Bendiciones en Cristo

Jetonius

<{{{><
 
Estimados coforistas:
Tal parece que he estado algo distraído, pues recién caigo en la cuenta de que Luis Fernando ha sido expulsado.
No cuestiono la decisión del Webmaster, que evidentemente fue cuidadosamente ponderada por él.
Pero considero justo decir que Luis Fernando siempre mantuvo una actitud respetuosa hacia mi persona.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

<{{{><
 
Creo que sería interesante que los participantes de este tema lo retomaran, porque no llegó a ninguna conclusión.
Aunque por ahora parece que según LFP, es "probable" que el dogma de la infabilidad papal sea una mentira, ya que es "probable" que el papa Honorio haya sido condenado por herejía. (Claro que el "probable" a la luz de que fue condenado por un concilio ecuménico me parece que se debe cambiar por "totalmente demostrado", pero veremos).
En fin, "resucito" este tema para ver si podemos llegar a alguna conclusión.
 
1- Honorio cometió herejía. Si un concilio ecuménico lo dijo, así fue. Tras estudiar el tema, para mí no son convincentes los argumentos que intentan exculpar a Honorio. Y punto.
2- Honorio no influyó para nada en la teología católica de su tiempo. No promulgó ningún dogma. Dios no lo permitió.
3- Peor fue lo que hizo Pedro al negar por tres veces a Cristo y sin embargo el Señor le dijo después que pastoreara y cuidara de su rebaño. Y seguro que nadie duda de la infalibilidad de 1ª y 2ª de Pedro por el hecho de que Pedro negara a su Señor.
 
Un Papa es Papa mientras está
dentro de la Iglesia.

Si sucediera, Dios no lo permita,
que un Papa se haga hereje, en ese mismo instante deja de ser Papa.

Y la Iglesia tiene su natural defensa de la ortodoxia en el conjunto de los Obispos, el Concilio Ecuménico.

Cuando se dice que "las enseñanzas del Papa no requieren el consentimiento de la Iglesia", obviamente esto no incluye un caso de herejía.

El principio anterior es jurídico y de validez general, pero no abarca los casos extraordinarios.

Si en 2000 años hubo UN SOLO PAPA HEREJE,

¡ Gloria a Dios !

Pues la excepción confirma la regla.
 
Entonces......


Si puede haber Papas herejes, que los hubo.......


¿Donde está la garantía de la sucesión papal y de la infalibilidad, supuestamente bajo la "supervisión" del Espíritu Santo?


Si un Papa puede ser hereje, ¿que garantía hay de que sus bulas sean voluntad divina y norma a seguir?


¿Pueden ser herejes entonces el los miembros de la Curia?


¿Puede ser que haya dogmas "fabricados" por herejes que no fueron descubiertos o que fueran debidamente "tapados" para evitar el escándalo?


Pregunto, no acuso, eh? ;)

Maripaz
 
Maripaz:
"Pregunto, no acuso, eh?"

Juan Manuel:

Sí, porque tu "catarsis" ya la hiciste en el tema de los cardenales, "sin ánimo de ofender", claro.
 
Originalmente enviado por Juan_Manuel:
Maripaz:
"Pregunto, no acuso, eh?"

Juan Manuel:

Sí, porque tu "catarsis" ya la hiciste en el tema de los cardenales, "sin ánimo de ofender", claro.


Juan Manuel:

En el tema que citas me limité a copiar la nota del periodico y a poner el texto bíblico.


Yo pregunto , y más que para que contesteis es para que mediteis y hagais introspección.Analiceis y veais los puntos a favor y en contra.


Dios te de paz.


Maripaz