Lectura de Hoy 9-4-01

tejano

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5 Octubre 1999
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Lectura del libro del profeta Isaías 42, 1-7

Así habla el Señor:
Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley.
Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella.
Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.

Palabra de Dios.


SALMO Sal 26, 1. 2. 3. 13-14 (R.: 1a)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.

Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron. R.

Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza. R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R.



X Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.»
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

Palabra del Señor.

tejano
 
Isaías 42, 1-7

Así habla el Señor:
Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley.
Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella.
Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.

Comentario de la Biblia del diario vivir. Ed Caribe.

42.1–4 Estos versículos se citaron en Mateo 12.18–21 en referencia a Cristo. El siervo escogido revela un carácter de mansedumbre, aliento, justicia y verdad. Cuando se sienta herido y quebrantado, o consumido en su vida espiritual, Dios no lo aplastará ni lo echará a un lado como algo inútil, sino que con amor lo levantará. La humanidad actual necesita con desesperación los atributos amorosos de Dios. Podemos mostrar dicha sensibilidad mediante su Espíritu a la gente que nos rodea, reflejando la bondad y la sinceridad de Dios hacia ellos.

42.1–9 Estos versículos, algunas veces llamados el cántico del Siervo, hablan acerca del Siervo-Mesías, no del siervo Ciro (como en el capítulo 41). Tanto a Israel como al Mesías se les llama a menudo Siervo. Israel, como siervo de Dios, tenía que ayudar al mundo a conocer a Dios. El Mesías, Jesús, cumpliría esta tarea y mostraría al mundo a Dios mismo.
42.6, 7 Parte de la misión de Cristo en la tierra era demostrar la justicia de Dios y ser luz para los gentiles (todas las naciones). A través de Cristo, toda la gente tiene la oportunidad de abrazar su misión. Dios nos llama a ser siervos de su Hijo, demostrando la justicia de Dios y llevando su luz. ¡Qué privilegio tan extraordinario ayudar al Mesías a cumplir su misión! Sin embargo, debemos buscar su justicia (Mateo 6.33) antes de demostrarla a los demás y permitir que su luz brille en nosotros antes de que podamos ser luz (Mateo 5.16; 2 Corintios 4.6).

Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.
 
SALMO Sal 26, 1. 2. 3. 13-14 (R.: 1a)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.

Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron. R.

Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza. R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R.


Comentario Biblia del diario vivir. Ed Caribe

Salmo 27,(26 en las biblias católicas)

27.1 El temor es una sombra negra que nos envuelve y finalmente nos aprisiona dentro de nosotros mismos. Cada uno de nosotros hemos sido prisioneros del temor en un momento dado: temor al rechazo, a ser mal interpretados, a la inseguridad, a la enfermedad e incluso a la muerte. Pero se puede vencer el temor por medio de la luz libertadora del Señor que nos da salvación. Si quiere disipar la oscuridad del temor en su vida, recuerde junto con el salmista que el Señor es su luz y su salvación.

27.4 Al decir «la casa de Jehová» y «su templo», David pudo estar refiriéndose al tabernáculo de Gabaón, al santuario que había levantado para guardar el arca del pacto o al templo que su hijo Salomón construiría. David probablemente tenía el templo en mente ya que había trazado muchos planes para su construcción (1 Crónicas 22). Sin embargo, pudo haber usado la palabra templo para referirse a «la presencia del Señor». Su deseo más grande era vivir cada día de su vida en la presencia de Dios. Tristemente, este no es el deseo más grande de muchos que dicen ser creyentes. Pero aquellos que pueden vivir diariamente en la presencia de Dios podrán hacerlo eternamente.

27.10 Muchos han tenido la triste experiencia de ser abandonados por su padre o su madre. Los hogares destruidos, las diferencias de creencia, el vicio de las drogas o el alcohol, y aun el aislamiento sicológico pueden dejar a los niños afectados por esta pérdida. Este dolor puede persistir aun siendo adultos. Dios puede ocupar ese lugar en nuestras vidas, llenar ese vacío y sanar esa herida. Él puede dirigirnos hacia adultos que pueden ser para nosotros padres o madres. El amor de Dios basta para todo.

27.13 La «tierra de los vivientes» significa simplemente esta vida. Es obvio que David estaba pasando por una prueba, pero tenía la confianza de que en esta vida presente Dios lo ayudaría a salir del apuro.

27.14 David sabía por experiencia lo que significaba esperar al Señor. Había sido ungido rey a la edad de dieciséis años, pero no fue rey sino hasta que tuvo treinta. Mientras tanto, el celoso rey Saúl lo estuvo persiguiendo por todo el desierto. David tuvo que esperar en Dios en cuanto al cumplimiento de su promesa de que algún día sería rey. Más tarde, después de convertirse en rey, se vio perseguido por Absalón, su hijo rebelde.
Esperar en Dios no es fácil. A menudo parece que no está respondiendo a nuestras oraciones o que no comprende la urgencia de nuestra situación. Esa clase de pensamiento implica que Dios no lleva las riendas o que no es justo. Pero vale la pena esperar en Dios. Lamentaciones 3.24–26 nos hace un llamado a la esperanza y a esperar en el Señor ya que a menudo Dios utiliza la espera para refrescarnos, renovarnos y enseñarnos. Use esos momentos de espera para descubrir lo que Dios puede estar tratando de enseñarle en el proceso.


Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.
 
Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.»
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

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12.3 El nardo puro era un ungüento aromático importado de las montañas de la India. Por lo tanto, era muy costoso. El valor de la cantidad que usó María equivalía al salario de un año.


12.4–6 Judas a menudo metía la mano en la bolsa de dinero de los discípulos para uso propio. Seguramente Jesús sabía lo que hacía Judas (2.24, 25; 6.64), pero nunca dijo nada al respecto. De manera similar, cuando escogemos la senda del pecado, es posible que Dios no haga nada para detenernos de inmediato, pero esto no significa que apruebe nuestras acciones. Lo que nos merezcamos nos llegará.

12.5, 6 Judas usó una frase piadosa para ocultar lo que en verdad lo motivaba. Pero Jesús sabía lo que había en su corazón. La vida de Judas se convirtió en una mentira y el diablo entró en él (13.27). Satanás es el padre de la mentira, y una mentira abre la puerta a su influencia. Lo que Jesús sabe acerca de nosotros debiera movernos a querer mantener nuestras acciones en concordancia con nuestras palabras. Al no tener motivo para temerle, no debiéramos ocultarle nada.

12.7,8 Este acto y la respuesta de Jesús no nos enseñan a olvidarnos de los pobres para gastar dinero de manera extravagante para Cristo. Este fue un acto singular en una ocasión específica. Era una unción que anunciaba el entierro de Jesús y una declaración pública de fe en Él como el Mesías. Las palabras de Jesús tras este incidente debieran haber enseñado a Judas una valiosa lección con respecto al valor del dinero. Es lamentable, pero Judas no prestó atención; poco tiempo después vendería la vida de su Mesías por treinta piezas de plata.




12.10,11 La ceguera y la dureza de corazón de los principales sacerdotes los llevaron a hundirse en el pecado a una profundidad cada vez mayor. Rechazaron al Mesías y tramaron matarlo, luego conspiraron para matar a Lázaro también. Un pecado conduce a otro. Desde el punto de vista de los líderes judíos, podían acusar a Jesús de blasfemia porque declaraba ser igual a Dios. Pero Lázaro no había hecho nada por el estilo. Querían verlo muerto por el simple hecho de ser un testimonio viviente del poder de Jesús. Esto nos sirve de advertencia para evitar el pecado. El pecado lleva a pecar más, a una espiral descendente que solo se puede detener mediante el arrepentimiento y el poder del Espíritu Santo para cambiar nuestra conducta.


Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.