¿Latinoamérica se hace protestante?
Historia del Protestantismo en Hispanoamérica (I)
Hace más de una década el conocido sociólogo norteamericano David Stoll se hacía esta misma pregunta. En la actualidad se calcula que los protestantes son ya el 16 % de la población de Latinoamérica. En países como Guatemala o El Salvador el número asciende al 20 %. ¿Cuál es la problemática que este nuevo fenómeno religioso-social supone? La amplitud del campo a estudiar y la diversidad cultural, étnica y social, así como la poca bibliografía sobre el tema, dificultan enormemente su análisis. Por otro lado, el que la mayoría de los países de América Latina tengan un idioma y una historia común hasta el proceso de independencia, facilitan el estudio general del tema, ya que tienen acontecimientos históricos similares.
América Latina, tal y como la conocemos en la actualidad, es el resultado de una serie de transformaciones sociales, políticas y culturales. El protestantismo, como movimiento religioso minoritario, influyó en mayor o menor medida en la formación de esa realidad, pero su espectacular crecimiento en los últimos treinta años, le consolida como una fuerza a tomar en cuenta en el futuro próximo de la mayor parte de los países latinoamericanos.
Un cambio tan rápido y general ha producido un gran número de tensiones. En este breve ensayo queremos acercarnos a esta realidad y teniendo como fuente principal las noticias periodísticas de los dos últimos años, centrando nuestro estudio en la problemática social que este cambio religioso supone. Pero antes, un poco de historia.
Antecedentes históricos
Los antecedentes del protestantismo en América Latina nos llevan a los primeros años de la colonización del Continente. Por un lado podemos ver los intentos de algunas potencias protestantes por instalarse en América y por el otro, la llegada de personas de forma aislada a las colonias españolas.
La primera de las formas de instalación del protestantismo en América fracasó. Como ejemplo tenemos el caso de la colonia de los Welser en Venezuela (1528-1546), apoyada por el mismo Carlos I de España para pagar una de sus deudas bancarias, y que fue desmantelada por la Corona años después al convertirse en un foco de luteranos. También están las colonias hugonotas en la Bahíade Guanabara (1555-1560) en Brasil y en La Florida (1562-1565), todas destruidas por la Corona Española. Por último el Brasil holandés (1630-1654) gobernado por calvinistas.
La segunda forma fue la llegada espontánea de trabajadores protestantes. La Corona controlaba estrechamente quien se instalaba en las colonias, pero algunos protestantes lograron burlar a la Inquisición, aunque el número de personas acusadas de "herejías" luteranas en los tribunales de la Inquisición Americana es muy pequeño en los siglos XVI al XVIII.
Tras la Independencia la mayoría de las nuevas naciones americanas abolieron los tribunales de la Inquisición, pero no incluyeron en sus constituciones la libertad de cultos hasta varios años más tarde. Los padres de las naciones americanas eran en un alto índice anticlericales, pero seguían viendo en la religión un elemento de integración nacional.
La llegada de los liberales al poder facilitó la entrada de los primeros misioneros protestantes a los países de América Latina. Entre los misioneros destaca la figura de James Thomson, representante de las Sociedades Bíblicas Británicas. Thomson llegó al puerto de Buenos Aires en 1819 y desde el principio recibió el apoyo del presidente Bernardo Rivadavia. De Argentina Thomson pasa a Chile en 1821, donde también recibió el apoyado del presidente Bernardo O’Higgins, en 1822 llega a Perú, donde fue nombrado director de educación pública. En 1824, Thomson pasa a Ecuador y un año después a Colombia. Por último continuó su labor en México y las Antillas españolas e inglesas.
Tras las huellas de Thomson fueron numerosos los agentes de las Sociedades Bíblicas que extendían la difusión de las Sagradas Escrituras en lengua vulgar.
Las relaciones comerciales entre las nuevas naciones y varios países protestantes fueron suavizando el trato a los extranjeros evangélicos, pero ningún país cambió en esta etapa sus constituciones para admitir la libertad religiosa. La mayoría de los inmigrantes protestantes no veían la necesidad de difundir su fe y se contentaba con la simple práctica de la misma, pero algo iba a cambiar.
El ultramontanismo católico y el nacimiento de un movimiento liberal más radical y secular, abrieron la puerta a la libertad de cultos. Casi todas las constituciones hacia la mitad del siglo XIX habían incluido la libertad religiosa en su articulado.
En Brasil y México nacieron las primeras sociedad protestantes estrechamente ligadas a los movimientos anticlericales y masónicos. Los primeros misioneros presbiterianos, metodistas y congregacionalistas empezaron a llegar hacía el 1872. A los primeros protestantes sudamericanos en México y Brasil, se les unieron otros en países como Argentina, Cuba y Chile.
Durante el siglo XIX habían surgido numerosas sociedades misioneras en Estados Unidos para difundir su mensaje en América Latina. Estas agencias se centraron en dos puntos básicos: la creación de escuelas y de centros médicos.
La difusión evangélica durante el siglo XIX fue lenta y difícil. La presión social sobre los nuevos conversos, las persecuciones y linchamientos, empezaron a generalizarse en diferentes países americanos. Pero el protestantismo había arraigado en todos los países. En México, por ejemplo, 1892 había 566 iglesias y en el 1908 había 700 congregaciones.
El protestantismo al comenzar el siglo XX era una pequeña minoría en la mayoría de los países, compuesta en su mayor parte por clases medias, pero tenía una amplia red educativa y médica y buena relación con los políticos de corte liberal.
El siglo XX fue fundamental en la expansión de las iglesias evangélicas en América Latina. Para poder explicar brevemente el increíble desarrollo del protestantismo americano, dividiremos el siglo en tres periodos: 1º de 1916-1961; 2º de 1961- 1992; y 3º de 1992 – 2000.
CONTINUARÁ
Mario Escobar Golderos es licenciado en Historia y director de la revista “Historia para el debate”
(c) M. Escobar, ProtestanteDigital.com (España, 2004)
Historia del Protestantismo en Hispanoamérica (I)
Hace más de una década el conocido sociólogo norteamericano David Stoll se hacía esta misma pregunta. En la actualidad se calcula que los protestantes son ya el 16 % de la población de Latinoamérica. En países como Guatemala o El Salvador el número asciende al 20 %. ¿Cuál es la problemática que este nuevo fenómeno religioso-social supone? La amplitud del campo a estudiar y la diversidad cultural, étnica y social, así como la poca bibliografía sobre el tema, dificultan enormemente su análisis. Por otro lado, el que la mayoría de los países de América Latina tengan un idioma y una historia común hasta el proceso de independencia, facilitan el estudio general del tema, ya que tienen acontecimientos históricos similares.
América Latina, tal y como la conocemos en la actualidad, es el resultado de una serie de transformaciones sociales, políticas y culturales. El protestantismo, como movimiento religioso minoritario, influyó en mayor o menor medida en la formación de esa realidad, pero su espectacular crecimiento en los últimos treinta años, le consolida como una fuerza a tomar en cuenta en el futuro próximo de la mayor parte de los países latinoamericanos.
Un cambio tan rápido y general ha producido un gran número de tensiones. En este breve ensayo queremos acercarnos a esta realidad y teniendo como fuente principal las noticias periodísticas de los dos últimos años, centrando nuestro estudio en la problemática social que este cambio religioso supone. Pero antes, un poco de historia.
Antecedentes históricos
Los antecedentes del protestantismo en América Latina nos llevan a los primeros años de la colonización del Continente. Por un lado podemos ver los intentos de algunas potencias protestantes por instalarse en América y por el otro, la llegada de personas de forma aislada a las colonias españolas.
La primera de las formas de instalación del protestantismo en América fracasó. Como ejemplo tenemos el caso de la colonia de los Welser en Venezuela (1528-1546), apoyada por el mismo Carlos I de España para pagar una de sus deudas bancarias, y que fue desmantelada por la Corona años después al convertirse en un foco de luteranos. También están las colonias hugonotas en la Bahíade Guanabara (1555-1560) en Brasil y en La Florida (1562-1565), todas destruidas por la Corona Española. Por último el Brasil holandés (1630-1654) gobernado por calvinistas.
La segunda forma fue la llegada espontánea de trabajadores protestantes. La Corona controlaba estrechamente quien se instalaba en las colonias, pero algunos protestantes lograron burlar a la Inquisición, aunque el número de personas acusadas de "herejías" luteranas en los tribunales de la Inquisición Americana es muy pequeño en los siglos XVI al XVIII.
Tras la Independencia la mayoría de las nuevas naciones americanas abolieron los tribunales de la Inquisición, pero no incluyeron en sus constituciones la libertad de cultos hasta varios años más tarde. Los padres de las naciones americanas eran en un alto índice anticlericales, pero seguían viendo en la religión un elemento de integración nacional.
La llegada de los liberales al poder facilitó la entrada de los primeros misioneros protestantes a los países de América Latina. Entre los misioneros destaca la figura de James Thomson, representante de las Sociedades Bíblicas Británicas. Thomson llegó al puerto de Buenos Aires en 1819 y desde el principio recibió el apoyo del presidente Bernardo Rivadavia. De Argentina Thomson pasa a Chile en 1821, donde también recibió el apoyado del presidente Bernardo O’Higgins, en 1822 llega a Perú, donde fue nombrado director de educación pública. En 1824, Thomson pasa a Ecuador y un año después a Colombia. Por último continuó su labor en México y las Antillas españolas e inglesas.
Tras las huellas de Thomson fueron numerosos los agentes de las Sociedades Bíblicas que extendían la difusión de las Sagradas Escrituras en lengua vulgar.
Las relaciones comerciales entre las nuevas naciones y varios países protestantes fueron suavizando el trato a los extranjeros evangélicos, pero ningún país cambió en esta etapa sus constituciones para admitir la libertad religiosa. La mayoría de los inmigrantes protestantes no veían la necesidad de difundir su fe y se contentaba con la simple práctica de la misma, pero algo iba a cambiar.
El ultramontanismo católico y el nacimiento de un movimiento liberal más radical y secular, abrieron la puerta a la libertad de cultos. Casi todas las constituciones hacia la mitad del siglo XIX habían incluido la libertad religiosa en su articulado.
En Brasil y México nacieron las primeras sociedad protestantes estrechamente ligadas a los movimientos anticlericales y masónicos. Los primeros misioneros presbiterianos, metodistas y congregacionalistas empezaron a llegar hacía el 1872. A los primeros protestantes sudamericanos en México y Brasil, se les unieron otros en países como Argentina, Cuba y Chile.
Durante el siglo XIX habían surgido numerosas sociedades misioneras en Estados Unidos para difundir su mensaje en América Latina. Estas agencias se centraron en dos puntos básicos: la creación de escuelas y de centros médicos.
La difusión evangélica durante el siglo XIX fue lenta y difícil. La presión social sobre los nuevos conversos, las persecuciones y linchamientos, empezaron a generalizarse en diferentes países americanos. Pero el protestantismo había arraigado en todos los países. En México, por ejemplo, 1892 había 566 iglesias y en el 1908 había 700 congregaciones.
El protestantismo al comenzar el siglo XX era una pequeña minoría en la mayoría de los países, compuesta en su mayor parte por clases medias, pero tenía una amplia red educativa y médica y buena relación con los políticos de corte liberal.
El siglo XX fue fundamental en la expansión de las iglesias evangélicas en América Latina. Para poder explicar brevemente el increíble desarrollo del protestantismo americano, dividiremos el siglo en tres periodos: 1º de 1916-1961; 2º de 1961- 1992; y 3º de 1992 – 2000.
CONTINUARÁ
Mario Escobar Golderos es licenciado en Historia y director de la revista “Historia para el debate”
(c) M. Escobar, ProtestanteDigital.com (España, 2004)