Las "tortas del chavo" saben mejor que el caviar :-)

Efe-E-Pe

Círculos concéntricos
4 Octubre 2008
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Me gusta mucho el libro de Kohélet, esto es, del predicador que experimentó todas las cosas que todo ser humano ha experimentado en este estado de humillación en que nos movemos.

De sus inútiles máximas, leemos acerca de las fatigas de un obrero como lo puede ser cualquiera de nosotros -los que vivimos con apenas menos de mil pesos por semana-.

Cuando de Dios tenemos el disfrute por las cosas más simples del existir, hasta una torta de jamón mal hecha nos puede saber tanto mejor que el más exquisito de los manjares. Semana llama a otra semana, y el taxímetro está corriendo constantemente, por lo cual nuestra piel y nuestros huesos pierden vigor y solidez, nuestras carnes y nuestras entrañas menguan diariamente, y así como llegamos al cenit de nuestra existencia, así lentamente se acercará la oscuridad. ¡Qué importa eso, cuando hay personas que, aún pudriéndose en bienes comprados o robados, viven como muertos en vida porque Dios no les concedió disfrutar de tales ganancias!

Aún tenemos tiempo para algunos hobbies: escribir una carta, dibujar, soñar... reñir, odiar, llenar de lágrimas nuestros ojos... Sonreír por las monerías de un muchacho harapiento de la calle, presenciar circunstancialmente la riña de la gente que no tiene esperanza, contemplar el cinismo de aquel gober precioso que se enseñorea de la gente que tiene lo que se merece...

La existencia en este tránsito que llamamos "vida", no es más que el puente hacia una realidad mucho más elevada a nuestras expectativas: risas y lágrimas, ira y pesar, emociones y pensamientos... Cielo, mar y tierra, cosmos y átomos, teorías y hechos, canciones y discursos, lluvias anegadoras y golpes de calor, frío invernal y esitaje, albas y ocasos, norte y sur, vientos y tempestades... inventos y descubrimientos... Todo lo que percibimos con los sentidos nos hablan de una inteligencia superior, muy superior a la nuestra. ¿Cómo poder conocerla? ¿Cómo poder llamarla?

Muchas veces, quienes nos reconocemos hechos como hijos de Dios, llegamos a ver tan comunes las cosas que hacemos, que perdemos de vista nuestra meta. Del mismo modo, damos por sentado que lo que vivimos es un hecho, sin detenernos a meditar que, si así el Señor lo quiere, se nos puede arrebatar en un momento lo que creíamos nadie nos quitaría, y así nos hallaríamos nuevamente en una situación desventajosa por faltarnos, digamos, una vivienda o un buen empleo... Peor aún, podríamos perder la buena salud, quedando como cuando no teníamos esperanza ni Dios de misericordia.

Hay dos cosas que, a la postre, deberíamos tener presente en todo momento:

1.- Dios es real. El mismo que con el poder de Su palabra formó los mundos y el cosmos, también pensó en dotarnos con algo de Su propio ser, poniéndonos misterios y acertijos, a veces sazonados de un poco de buen humor, para ver si así somos capaces de mostrar algún interés en querer entender y conocer al responsable de nuestra escala, breve escala, en este estado de humillación en que nos hallamos.

2.- En este mundo, nada es para siempre. Desnudos y pobres llegamos aquí. Dios nos deja en préstamo todo lo que ahora usamos, desde el juguete que nos llevamos a la boca, hasta el cuerpo codiciable para saciar nuestras pasiones, pasando por el coche último modelo y la mejor casa que se puede comprar con la divisa más valiosa del país. Y, en todo este proceso de aprendizaje, algunos pueden limitar su placer y su felicidad en delicias simples... como el gustar de una torta de jamón mal hecha para clamar el hambre y la fatiga del trabajo diario. Hemos de sudar para comer hasta que, con un último suspiro, vayamos al encuentro de Aquel que se interesó en nosotros para saber si nosotros nos interesamos en Él...

Si el día de mañana un hijo de mi sangre lee mis inútiles máximas, espero que sea tan astuto como los zorros, y tan humilde como las palomas...
 
Re: Las "tortas del chavo" saben mejor que el caviar :)

...Es la luz que hay en mi interior, la que a la vista de otros, son tinieblas. No más que eso.

Pero, para no dejar de lado a quien nos compró con sangre, afrenta y cruz, he de decir sin temor a errar:

Jesucristo es el Señor, Él hizo todo lo que hay y por Él existimos y vivimos. Aún si morimos, somos del Señor.

Saludos.