Las preguntas importantes de la vida.

30 Marzo 2000
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El lenguaje poético.

“Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor
y el marinero se fue
por esos mares de Dios.”

Antonio Machado.

Existe un lenguaje poético por el cual se cuentan como son las cosas divinas y humanas. Debemos acercarnos a ese lenguaje que nos acerca a la sabiduría. Por medio de silogismos y de conceptos de este mundo, trata de contarnos cosas del “más allá”.
Este lenguaje se aprende solo, no se necesita estudiar. Proviene de la intuición a la que debemos abrirnos para poder abordar la sabiduría y el conocimiento que nos transmite. Las cosas que dice “no son las cosas a las que se refiere”. Eso representa haber despertado en nosotros la chispa divina interior. Sólo esa chispa entiende lo que estas palabras dicen. Es decir, que mi razón, mi lógica y todas las facultades del hombre mortal no sirven, no llegan al verdadero significado de esas palabras.

Por eso el estudio enciclopédico de cualquier conocimiento humano no sirve para llegar al conocimiento superior de las cosas. Se pueden leer, estudiar y aprender infinidad de libros y no saber nada. No porque no queramos hacerlo, sino porque estamos cerrados a lo que ese conocimiento despierta en nuestro interior y que después se filtra hasta nuestro consciente. Por eso, estudiar la Biblia como se estudia un libro de física no sirve de nada. El conocimiento oculto de esas palabras y frases va mucho más allá del significado primero que le encontramos. Es un significado que traspasa nuestro consciente y nuestro subconsciente y penetra en lo más profundo y más elevado de nosotros mismos. Ahí riega como un manantial y le hace recordar a lo más auténtico de nosotros mismos todos los conocimientos que ha olvidado, que no puede decirnos a nosotros porque nuestros mecanismos cerebrales y mentales le cierra la puerta y no puede establecer una comunicación fluida con nosotros.

[]Cedesin>
 
Érase de un marinero.


Indica que ya se era antes de nacer. Este ser, lo más auténtico de nosotros mismos, habitaba una zona indeterminada donde vivía protegido de toda inclemencia del tiempo, de todo padecer y de todo sufrir. Era intemporal e imperecedero. Era la Felicidad misma. Era el Amor mismo. Era la Alegría misma. Era la Paz misma. Era la Energía misma. Era una “idea” de Dios. Era Dios mismo.

Indica que era “marinero”. En la realidad de este mundo, el mar es el líquido que comunica los continentes. Es un fluido que baña la tierra, permitiendo la comunicación entre las diferentes partes de ella. Esta definición se aplica al éter que separa los planetas y los soles. Es la sustancia que permite la comunicación entre las diferentes partes del universo. Es la sustancia básica que ya existía antes de la creación del universo. A eso, poéticamente, se le asimila con el “mar”. Por eso se dice que era “marinero”, es decir que vivía en esa sustancia y se movía libremente por ella, como los barcos surcan los océanos libremente de un sitio a otro.

[]Cedesin>
 
Que hizo un jardín junto al mar.

Por algún motivo (caída de Adán en el pecado y expulsión de su grey del paraíso) este ser especial salió de su morada y por mandato del Padre bajó al mundo material, a la tierra a efectuar una misión. Retornar al hombre hacia Dios, hacia el paraíso. Se encarnó en un hombre pecador y comenzó a vivir en el mundo.

La criatura formada en el mundo fue hecha “a su imagen y semejanza”, pero sólo como imagen. Es decir, tiene cabeza, tronco y extremidades, pero por todo lo demás es animal, del mundo, en el mundo y para el mundo.

De esta forma, el espíritu de Dios hace un “jardín” junto al mar, es decir en un lugar material próximo al fluido etérico que lo envuelve todo.

Ese ser especial, “marinero”, que se encuentra en espíritu divino, en su encarnación en el mundo se descubre unido a componentes espirituales más densos, del mundo, de la materia. Se encuentra unido al hombre material. Al hombre caído, al hombre que fue expulsado del paraíso.

Durante su vida en la tierra, estos espíritus, divino por un lado, y del mundo por otro, conviven en su mente y en su alma (estructura espiritual que recoge los cuerpos espirituales que lo componen), siendo el resultado de cada idea que le surge al hombre, la lucha entre estas estructuras espirituales que luchan por meter baza en la mente del individuo, consiguiendo introducir su “idea” u opinión.


[]Cedesin>
 
Y se metió a jardinero.

Visto lo visto, se metió a jardinero. Se puso a limpiar de yerbas malas su “jardín”, es decir su alma.

Sigue el “método” de un tal Jesús de Nazaret que fue el primero que lo puso en practica y que lo consiguió a satisfacción. Se basa en los principios enunciados en su Evangelio:

Mantener al consciente en la ignorancia. “Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda”.
Llevar al consciente a la duda y a la incertidumbre.
Desligarse de las corrientes solidificantes del mundo.
Utilizar el mal exterior contra su mal interior: “poner la otra mejilla”.
Llevar al consciente hacia la introspección.
Actuar con sumo amor y sumo cuidado.
No hacer daño a nadie.
Tratar a los demás como a ti te gustaría ser tratado.
Utilizar la Cruz para deshacerse del pecado.
Llevar una vida ordenada en lo posible.
Morir en la Cruz.
Resucitar ya como él mismo “Emmanuel” = Dios en nosotros.


[]Cedesin>
 
Estaba el jardín en flor.

Cuando ha acabado con toda la mala hierva, con la cizaña, cuando su jardín, su alma, ha florecido, se dedica a construir un Nuevo Vestido. Entonces crea unas estructuras espirituales desde lo más bajo de lo material, hasta lo más elevado de lo espiritual. Entonces se hace un ser “íntegro” y cumple el mandato divino de “convertir sus vestiduras blancas”.

Este Nuevo Vestido, un cuerpo espiritual perfecto a todos los niveles, le permitirá, en el momento de la muerte física de su cuerpo animal, adentrarse en las capas más elevadas del Universo y viajar, sin ningún equipaje, al encuentro del Padre, ya no como una Idea de Dios, sino como la Idea ejecutada, puesta en practica.

El jardín ha florecido.

[]Cedesin>
 
Y el marinero se fue.

Este ser así formado ya no puede morir. A la hora de la muerte física no se produce la destrucción de la personalidad, porque Él ya la hizo en vida. Por lo tanto, con su nueva personalidad conquistada y con su nuevo cuerpo celeste, se despide del mundo y se va.

[]Cedesin>
 
Por esos mares de Dios.

Entonces se eleva sobre planetas y soles y se desliza a lo más recóndito del Universo. El “marinero” con su barca celestial se va del mundo para no volver. Ha quedado libre de la rueda de las reencarnaciones, de la vida y de la muerte. Y busca su auténtica morada. Encuentra el verdadero “océano” de vida de Dios.

Gracias, Antonio Machado, poeta.

[]Cedesin>
 
Cedesin:

Supongo que habrás leído a San Juan de la Cruz, ya que estás usando su mismo método.

El mismo era un poeta místico, elaboraba sus experiencias con Dios como poesías, y luego hacía em prosa los explicaciones de la poesía.

Pero como pasa con lo realmente denso y profundo, la poesía "dice mucho más" que la prosa o la glosa, porque los conceptos racionales son estrechos e insuficientes para abarcar estos "misterios del alma".

Yo prefiero quedarme con la poesía, aunque también es de provecho lo que intentas hacer.
Pero esa es "tu lectura" de Machado.
No "es" lo que Machado "quiso escribir".
Pero vale.



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Ev. San Mateo cap. 28,18-20
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré
siempre con ustedes hasta el fin del mundo".

Juan Manuel