Las palabras impacientes
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia” Efesios 4.31
por Joyce Meyer
Todas las palabras descriptivas de este versículo identifican los elementos que nos colocan en problemas: ira, pasión, mal carácter, resentimiento, enojo, rencor, contienda, gritería, calumnia, charla perversa, malicia, odio, mala voluntad, o cualquier tipo de vileza.
¡Vaya que lista! ¿Cuál de estas actitudes representa el mayor problema para usted? En mi caso personal debo decir que la ira y el mal carácter. Yo solía tener un carácter terrible, pero ya no.
Sin embargo, para mí, el hábito o defecto más difícil de vencer y recibir sanidad fue ser dura y áspera. Fue una verdadera lucha renunciar a él y convertirme en una persona amable. Si el Señor pudo hacer un milagro en esa área, también puede hacerlo con usted. No tenemos por qué enojarnos cada vez que algo no sale como lo esperamos. El Espíritu Santo nos capacita para ser adaptables.
Vaya con la corriente
“Nadar con la corriente” tiene para mí un doble significado a causa de un incidente que ocurría con mucha frecuencia cuando mis hijos eran muy pequeños. Me parecía que cada vez que nos sentábamos a comer, alguien derramaba un vaso de leche. Cuando esto sucedía, el diablo utilizaba el incidente para que me disgustara. De inmediato me encolerizaba.
Pero no era mi familia quien me arruinaba cada comida. Era otra persona ¡Satanás! Yo creía que el problema era la leche derramada, pero en realidad el problema estaba en mí.
Cuando la leche se derramaba, invariablemente comenzaba a correr debajo de los platos y los cubiertos y se esparcía por toda la mesa. Me molestaba tanto que la lecha se derramara, por el trabajo pesado de la limpieza, primero de la mesa y luego del piso.
Como mis hijos eran pequeños, la rutina de la leche derramada parecía repetirse varias veces a la semana. Cuando alguno derramaba la leche, yo ya sabía lo que venía: Un arrebato de histeria. Un arrebato de cólera; entonces yo era cualquier cosa menos una “ama de casa feliz”. De hecho estaba tan enojada que casi explotaba.
¿Sabe que cuando estamos atrapados en una situación así, inmodificable, hagamos lo que hagamos, es cuando necesitamos aprender a aceptarla con alegría?. “Aceptación con alegría”. Es una frase corta y útil que yo he aprendido. El Señor me ha enseñado a decir en tales situaciones: “Bueno, ha ocurrido otra vez y solo Dios puede cambiarla. Y si Él no lo hace entonces mejor la acepto con alegría. Pero yo no sabía cómo hacerlo cuando tenía que recoger la leche derramada debajo de la mesa. Todo lo contrario, me metía allí, bajo un ataque de histeria y actuando como una adolescente malcriada.
Durante una de esas escenas el Espíritu Santo me habló justamente allí debajo de la mesa, diciendo: ¿“Sabes Joyce?, toda la histeria de este mundo no logrará que esa leche derramada siga la ruta de regreso desde el piso, por las patas de la mesa hasta la superficie y que luego vuelva al vaso. En otras palabras me dijo que el berrinche que yo estaba haciendo no cambiaría la situación en que me encontraba.
Si usted está atrapado en un atascamiento del tránsito, puede encolerizarse y desesperarse durante una hora, pero eso no agilizará la llegada a su destino ni un segundo siquiera. Pero sí es posible que le produzca un dolor de cabeza, tortícolis, dolor de espalda, úlcera, alergia, y finalmente un ataque de nervios o un síncope cardíaco. ¿Vale la pena?
Así que el Señor me dijo esa noche debajo de la mesa: ¿“Sabes Joyce?, deberías aprender a nadar con la corriente. Si la leche se resbala por las patas de la mesa, déjala correr y no pierdas tu paz”. Fue entonces cuando aprendí a “ir con la corriente”. Palabras mucho más agradables salen de mi boca cuando voy con la corriente, en vez de ir contra ella.
Sea adaptable.
“Vivan en armonía los unos con los otros; no sean arrogantes (petulantes, altivos, excluyentes), sino adáptense (a la gente y a las cosas) y sean humildes. No se sobreestimen ni sean sabios en su propia opinión”. Romanos 12:16
Según el apóstol Pablo, podemos aprender a ser adaptables y moldeables. Desde luego eso no significa que no existan ciertas cosas que debemos resistir o cambiar. Ni que debemos permitir que el mundo y el diablo pasen sobre nosotros.
En Efesios 4:31, Pablo hace una lista de las actitudes que nos colocan en problemas como el mal carácter, el resentimiento, el enojo, las disputas, la gritería y la contienda. Creo que cada una de ellas tiene una raíz común y un remedio: Es el orgullo, el egoísmo, enfocarnos en nosotros mismos etc. etc. Como Pablo lo señala en Romanos 12:16, tenemos una opinión nuestra tan inflada que nos creemos con el derecho a que todo se haga y ocurra a nuestro gusto y manera. Por eso es que nos enojamos tanto cuando las cosas no se hacen como queremos o esperamos. El enojo genera palabras iracundas y generalmente terminamos hiriendo a los demás