La vida de la iglesia un tesoro y una perla preciosa

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5 Septiembre 2001
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PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 5 --- Nuestra actitud para con las riquezas materiales
Miércoles --- Leer con oración: Hch 4:34-37; 9:26-27; 11:25-26
"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró" (Mt 13:44-46)
LA VIDA DE LA IGLESIA: UN TESORO Y UNA PERLA PRECIOSA
Hechos 4:34-35 dice:“Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad”. Esa no era una enseñanza de los apóstoles, sino ciertamente la voluntad de Dios para con ellos. Ese grupo de israelitas que se convirtieron al Señor fue grandemente tocado por la salvación. Tal vez dijeron:“Yo gané a este Señor tan maravilloso; Él es todo lo que necesito. Puesto que ahora tengo al Señor, eso me basta.¿Qué más necesito? Quiero vender todos mis bienes y vivir para el Señor”.
En Mateo 13:44-46, el Señor compartió dos parábolas relacionadas con el reino de los cielos: la del hombre que encontró un tesoro y la del mercader que busca buenas perlas:“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”. Cuando el hombre descubrió que en cierto campo estaba enterrado un tesoro, vendió todo lo que tenía y compró aquel campo. Cuando el mercader percibió que cierta perla tenía un gran valor, pensó:“¡Qué perla tan preciosa! No hay con qué pagar por ella en el mundo”. Entonces, vendió todo lo que poseía para comprarla.
Estas parábolas ejemplifican la práctica de los hermanos primitivos que vemos en el libro de los la Hechos. No obstante, esa no era la enseñanza del Señor Jesús ni de los apóstoles, pero sí, una reacción espontánea de cada uno, por percibir el gran valor de la comunión en la vida de la iglesia. Aún hoy existen situaciones como esta.
Ciertamente los hermanos citados en Hechos pensaron:“Yo ya creí en el Señor y lo recibí en mi espíritu, por tanto, ya estoy salvo y Él me suplirá todo.¿Para qué quedarnos con estos bienes? Eso puede desviar la atención de mi corazón, y tal vez yo no logre servir al Señor adecuadamente. El Señor dijo que necesitamos acumular riquezas en el cielo. El Señor vendrá un día, y¿ de qué me servirán tantas propiedades en la tierra? Cuando Él vuelva, no sólo serán inútiles todos los bienes, sino también la tierra será quemada en el fuego”. Entonces, ellos vendieron sus bienes, y el precio de lo vendido colocaron a los pies de los apóstoles. Esto se hizo una práctica común en medio de ellos.
Volvemos a repetir que ni el Señor Jesús ni los apóstoles les dieron esta enseñanza. Los mismos discípulos, conmovidos en su corazón y en su alma, se entusiasmaron y vendieron sus bienes y propiedades trayendo el precio de lo vendido a los apóstoles. Los que hacían esto amaban al Señor. De entre ellos, había un discípulo llamado“ José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles” (Hch 4:36-37). Este es el mismo Bernabé que, más adelante, presentó a Pablo a los hermanos de Jerusalén (9:26-27) y también lo llevó de Tarso hasta Antioquia (11:25-26).
Punto Clave: La reacción espontánea de cada uno
Pregunta: ¿Cuál era el motivo que llevó a los discípulos a vender todo lo que tenían?
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¡Jesús es el Señor!