La vida completa de Abraham

Dorian7

Miembro senior
6 Octubre 2025
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Compilada desde el Libro de los Jubileos, las revelaciones de Anna Catalina Emmerich y la Biblia.

(Abstenerse anticatólicos)


En los días de Taré, padre de Abram, que era hijo de Nacor y hermano de Harán, nació Abram en Ur de los caldeos, en el año mil ochocientos setenta y seis desde la creación del mundo, según la cuenta de los jubileos. Taré, poseedor de un linaje pastoral fuerte y migrante de tierras fértiles, criaba ídolos de oro hallados en la tierra, y su casa se llenaba de la idolatría que Satanás, el príncipe de los espíritus malignos, había sembrado entre las naciones tras la dispersión de Babel. Pero Abram, desde su niñez, fue un joven robusto y sabio, oculto por su madre en una cueva secreta durante los primeros diez años, amamantado por la nodriza Maraha en una choza apartada, como si el cielo mismo lo guardara de las matanzas profetizadas contra él por los reyes impíos. Heredó el don de discernir las estrellas, no para astrología pagana, sino para glorificar al Dios del cielo, y su espíritu rechazaba los ídolos mudos de su padre.

A los catorce años, el fuego del celo divino ardió en él. Mientras su familia adoraba las imágenes forjadas, Abram suplicó a Taré y a sus hermanos: "¡Padre mío, por qué adoráis lo que no os oye ni os salva? ¡El Dios verdadero es el Señor de los cielos, que hizo las estrellas por las que navegamos!" Pero ellos se mofaron, y Abram, solo bajo el firmamento nocturno, clamó al Altísimo, quien le respondió con voz clara, restaurándole la lengua hebrea primordial, perdida desde Babel, y sellando un pacto eterno de amistad. Aquella noche, el Señor le mostró en visión la tierra prometida, fértil y luminosa, y un ángel como Gabriel descendió en rayo solar, confiriéndole el Misterio del Antiguo Testamento: un germen de luz en su pecho derecho, signo de la redención futura, que pasaría a los primogénitos como pan y vino de sacrificio eterno. Abram, fortalecido, tomó una antorcha y quemó el santuario de ídolos en Ur, huyendo por su vida al desierto, donde Taré, conmovido, lo bendijo y lo envió en pos de la "tierra hermosa".

A los setenta y cinco años, el Señor le dijo: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición" (Génesis 12:1-3). Abram partió de Harán con Sarai su mujer, su sobrino Lot, y todos sus bienes: siervos, rebaños y posesiones, cruzando el gran río Éufrates hacia Canaán. Llegaron a Siquem, junto al encino de Moré, donde el Señor se le apareció y dijo: "A tu descendencia daré esta tierra" (Génesis 12:7). Edificó allí altar al Señor que se le había aparecido. De allí pasó a Betel, al monte al oriente, y tendió su tienda, poniendo altar al Señor e invocando su nombre (Génesis 12:8). Pero una gran hambre azotó la tierra, y Abram descendió a Egipto para morar allí como extranjero.

Allí, temiendo por su vida a causa de la belleza de Sarai —su media hermana, estéril por maldición antigua que Satanás había impuesto sobre las mujeres postdiluvianas—, Abram le dijo: "He aquí ahora que te tengo por hermana, para que me vaya bien por causa tuya" (Génesis 12:13). El Faraón, al verla, la tomó para su casa, pero el Señor plagó al Faraón y a su casa con grandes plagas por causa de Sarai. El rey llamó a Abram y dijo: "¿Qué es esto que me has hecho? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?" (Génesis 12:18). Así la devolvió sana, y Abram salió de Egipto enriquecido en ganado, plata y oro, volviendo a Betel al lugar donde antes había tendido su tienda. Pero surgió contienda entre los pastores de Abram y los de Lot, pues la tierra no los podía sostener juntos. Abram, el mayor, dijo a Lot: "No haya ahora pleito entre nosotros... ¿No está ante ti toda la tierra? Apártate de mí; si al izquierdo, yo al derecho; y si al derecho, yo al izquierdo" (Génesis 13:8-9). Lot alzó sus ojos y vio la llanura del Jordán, fértil como el huerto del Señor, y escogió Sodoma, separándose de Abram.

Entonces el Señor dijo a Abram: "Alza ahora tus ojos y mira... Toda la tierra que ves, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre... Levántate, anda por la tierra en sus longitudes y en sus anchuras; porque a ti la daré" (Génesis 13:14-17). Abram se mudó a Hebrón, al encino de Mamre, y edificó allí altar. En aquellos días, un fugitivo vino y dijo a Abram: "Han tomado Sodoma y Gomorra... y a Lot tu hermano" (Génesis 14:12, adaptado). Abram, con trescientos dieciocho siervos entrenados, y aliados como Aner, Escol y Mamre, persiguió a los cuatro reyes —gigantes insolentes descendientes de los nefilim postdiluvianos— hasta Dan, los atacó de noche, los derrotó y liberó a Lot con todo el botín. El rey de Sodoma salió a recibirlo en el valle de Save, pero Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, trajo pan y vino —el Cáliz eterno de piedra transparente, crecido no hecho, con seis copas luminosas— y lo bendijo: "Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano" (Génesis 14:19-20). Abram le dio los diezmos de todo, y rechazó el botín del rey de Sodoma, diciendo: "No quiero... que digas: Yo enriquecí a Abram" (Génesis 14:23). En la misa profética sobre altar cubierto de telas roja y blanca, Melquisedec elevó el pan oval y el vino, imponiendo manos sobre Abram como sacerdote eterno, transfiriendo el Misterio luminoso que ardía en su pecho, prefigurando el sacrificio del Cordero.

Aconteció que, mientras contemplaba las estrellas, el Señor le dijo: "Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar... Así será tu descendencia" (Génesis 15:5). Abram creyó al Señor, y le fue contado por justicia. El Señor hizo pacto con él: "A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates" (Génesis 15:18). Sarai, estéril, dio a Agar su sierva a Abram, y concibió Ismael a los ochenta y seis años de Abram (Génesis 16:16). Pero el Señor se apareció a Abram en visión de primicias y dijo: "No temas, Abram; yo soy tu escudo... Tu galardón será sobremanera grande" (Génesis 15:1). En el año dos mil cuarenta y nueve desde la creación, cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor le cambió el nombre: "Abram no te llamarás más, sino Abraham, porque serás padre de muchedumbre de gentes... Y haré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti... Serás circuncidado... y será por señal del pacto entre mí y vosotros" (Génesis 17:5-11). Abraham circuncidó a todos los varones de su casa, y a Ismael de trece años, como signo eterno en las tablas celestiales, prohibiendo la mezcla con incircuncisos, hijos de Beliar.

Tres varones se levantaron ante Abraham en los llanos de Mamre, bajo el encino, y él corrió a recibirlos con hospitalidad: lavó pies, trajo ternero, leche cuajada, pan redondo y miel. Uno de ellos, como el Señor, dijo: "Volveré a ti por el tiempo de la vida; y he aquí Sara tu mujer tendrá un hijo" (Génesis 18:10). Sara, tras la tienda, rio en su corazón, pero el Señor reprendió: "¿Hay algo demasiado difícil para el Señor?" (Génesis 18:14). En visión, el ángel principal reveló la Virgen sin pecado de su linaje, cubriendo a Abraham con nube luminosa como Arca de la Alianza; el segundo impartió el Misterio eucarístico en su pecho; el tercero prometió a Isaac. Abraham suplicó por Sodoma, pero los dos ángeles llegaron allí, y por su fornicación y abominación —que contaminaba la tierra como en los días de Noé—, el Señor hizo llover azufre y fuego sobre las ciudades, salvando a Lot y su familia, aunque sus hijas lo embriagaron en cueva para perpetuar su linaje en moabitas y ammonitas (Génesis 18-19).

Sara concibió y parió a Isaac al año siguiente, cuando Abraham tenía cien años, y el niño fue circuncidado al octavo día (Génesis 21:1-5). En la fiesta del destete de Isaac, Agar e Ismael se mofaron, y Sara dijo: "Echa a esta sierva y a su hijo" (Génesis 21:10). Abraham, entristecido, obedeció al mandato divino, y el ángel salvó a Ismael en el desierto de Beerseba. Pasados muchos días, Dios probó a Abraham: "Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac... y ofrécelo allí por holocausto en uno de los montes que yo te diré" (Génesis 22:2). Abraham se levantó de madrugada, cortó leña de olivo y ciprés, y subió a Moriah con Isaac, quien llevaba el fuego y el cuchillo. Ató a su hijo sobre el altar de ramas, y alzó la mano, pero el ángel del Señor clamó: "Abraham, Abraham... No extiendas tu mano sobre el muchacho... Ahora sé que temes a Dios" (Génesis 22:11-12). Proporcionó un carnero en lugar, y el Señor juró: "Por mí mismo he jurado... que por cuanto has hecho esto... multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo" (Génesis 22:16-17). Satanás, avergonzado, vio cómo el sacrificio prefiguraba la Cruz, y el Misterio pasó de Abraham a Isaac con óleo sacramental en frente, hombros y pecho.

Abraham envió a su siervo mayor a Mesopotamia para tomar mujer a Isaac de su parentela, y halló a Rebeca, hija de Betuel, quien lo recibió con hospitalidad al pozo (Génesis 24). Abraham vivió en Beerseba, celebrando las fiestas eternas: Pascua con cordero, Primicias con ofrendas, Cabañas con ramas y guirnaldas, como Noé y los patriarcas antes de él, guardando el sabbath y la pureza contra fornicio y gentiles. En su testamento, instruyó: "No tomen vuestras hijas de los hijos de los gentiles... Guardad mis mandamientos, y vivid en justicia". Amó a Isaac sobre todo, y al saber de Esaú y Jacob, profetizó el dominio de Jacob sobre Sem. A los ciento treinta y siete años, enviudó de Sara, enterrándola en la cueva de Macpela por cuatrocientos siclos de plata (Génesis 23). Tomó a Cetura como concubina, engendrando a Zimram, Jocsán y otros seis hijos, a quienes dio dones y envió al oriente, reservando todo a Isaac (Génesis 25:1-6).

Finalmente, a los ciento setenta y cinco años, Abraham expiró "en buena vejez, viejo y lleno de días", y fue sepultado junto a Sara por Isaac y Ismael en Macpela (Génesis 25:7-10). Su alma, según la visión, ascendió en luz, uniendo su linaje al de la Virgen María, portadora del Misterio eterno. Así Abraham, padre de los fieles, de idólatra en Ur a amigo de Dios en Canaán, bendijo a todas las naciones, como el Señor había prometido, guardando la Ley celestial en jubileos de justicia y redención.