ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: 1 Co.3:10-13
"Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará" (1 Co 3: 12- 13)
LA SANTIFICACIÓN POSICIONAL
Y LA SANTIFICACIÓN DISPOSICIONAL
Hay muchos en la iglesia que son como vasos de madera, que viven por su naturaleza humana caída no transformada. Necesitamos ver que el Señor Jesús fue crucificado por nosotros. Él derramó Su sangre y nos justificó. El problema de nuestro pecado fue resuelto, porque Él derramó Su sangre por nosotros. Por tanto, ya no somos más pecadores; ahora somos justos. El Señor Jesús nos justificó y nuestra posición cambió. No estamos más en una posición común, en el mundo, en el pecado y mucho menos en el lago de fuego. Nuestra posición cambió. Ahora estamos en una posición santa.
Podemos ilustrar la posición santa de la siguiente manera: si un vaso está sucio y caído en una zanja, tenemos dos problemas, dos situaciones: la suciedad y la zanja. La suciedad prefigura el pecado; la zanja, la posición no santa. Cuando sacamos el vaso de la zanja y lo ponemos en el lavaplatos, debajo del grifo, nosotros lo "santificamos", es decir, lo separamos de la posición no santa y lo colocamos en Una posición santa, separada, distinta. A esto le denominamos santificación posicional. Pero el vaso aún está sucio y necesita ser limpio, por eso debemos abrir el grifo y dejar que el agua lo lave y saque toda la suciedad del vaso. De esta manera él es santificado disposicionalmente, y no sólo posicionalmente. Por un lado el agua saca la suciedad, por otro, ella entra, satura y transborda. Esto es lo que la naturaleza santa de Dios hace en nosotros. Cuando creímos en el Señor fuimos salvos del mundo y nuestros pecados fueron perdonados. No obstante, muchas veces aún vivimos por nuestra naturaleza humana caída y por nuestro viejo hombre. Nuestro ser y naturaleza necesitan ser saturados de la vida y naturaleza divinas para expresar a Dios. Por eso, mientras más disfrutamos al Señor y de Su rica provisión en el espíritu, somos más santificados disposicionalmente, y por tanto, transformados.
Aún después de ser salvos, si todavía vivimos por nuestra constitución natural y naturaleza caída, somos como vasos de madera. Esto puede basarse en 1 Corintios 3 cuando Pablo dijo que puso el fundamento, el verdadero fundamento que es Cristo. Ahora cada quien debe ver cómo edifica sobre ese fundamento. Algunos edifican con oro, plata y piedras preciosas, otros con madera, heno y hojarasca, que representan la naturaleza humana. La hojarasca es lo más vil, lo más bajo, mientras que la madera está en una posición más elevada. La naturaleza humana más elevada está representada por la madera, especialmente por el cedro del Líbano, porque éste pasa por muchas aflicciones como el frío de las montañas. El cedro encuentra mucha dificultad para crecer. La madera es castigada por los vientos, por las tempestades, por la nieve. Esta madera se vuelve resistente y es muy noble, pero aunque sea la naturaleza humana más elevada, aún es naturaleza humana. No podemos edificar la iglesia con esa naturaleza.
En la iglesia no podemos invitar a alguien a ser un anciano sólo porque él tiene una naturaleza humana muy elevada, tiene una ética elevada, buena conducta, es muy respetado en la sociedad y muy elocuente. Aun así, es una persona con una humanidad elevada, como el cedro de Líbano. En el Antiguo Testamento, una madera noble como la acacia aún necesitaba ser revestida de oro, que representa la naturaleza divina. Gracias al Señor, en el Nuevo Testamento necesitamos dar un paso más. Debemos edificar con la naturaleza divina.
Pregunta: ¿Qué es la santificación disposicional?
Dong Yu Lan
Todos los derechos reservados a la:
Editora Arvore da Vida
Leer con oración: 1 Co.3:10-13
"Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará" (1 Co 3: 12- 13)
LA SANTIFICACIÓN POSICIONAL
Y LA SANTIFICACIÓN DISPOSICIONAL
Hay muchos en la iglesia que son como vasos de madera, que viven por su naturaleza humana caída no transformada. Necesitamos ver que el Señor Jesús fue crucificado por nosotros. Él derramó Su sangre y nos justificó. El problema de nuestro pecado fue resuelto, porque Él derramó Su sangre por nosotros. Por tanto, ya no somos más pecadores; ahora somos justos. El Señor Jesús nos justificó y nuestra posición cambió. No estamos más en una posición común, en el mundo, en el pecado y mucho menos en el lago de fuego. Nuestra posición cambió. Ahora estamos en una posición santa.
Podemos ilustrar la posición santa de la siguiente manera: si un vaso está sucio y caído en una zanja, tenemos dos problemas, dos situaciones: la suciedad y la zanja. La suciedad prefigura el pecado; la zanja, la posición no santa. Cuando sacamos el vaso de la zanja y lo ponemos en el lavaplatos, debajo del grifo, nosotros lo "santificamos", es decir, lo separamos de la posición no santa y lo colocamos en Una posición santa, separada, distinta. A esto le denominamos santificación posicional. Pero el vaso aún está sucio y necesita ser limpio, por eso debemos abrir el grifo y dejar que el agua lo lave y saque toda la suciedad del vaso. De esta manera él es santificado disposicionalmente, y no sólo posicionalmente. Por un lado el agua saca la suciedad, por otro, ella entra, satura y transborda. Esto es lo que la naturaleza santa de Dios hace en nosotros. Cuando creímos en el Señor fuimos salvos del mundo y nuestros pecados fueron perdonados. No obstante, muchas veces aún vivimos por nuestra naturaleza humana caída y por nuestro viejo hombre. Nuestro ser y naturaleza necesitan ser saturados de la vida y naturaleza divinas para expresar a Dios. Por eso, mientras más disfrutamos al Señor y de Su rica provisión en el espíritu, somos más santificados disposicionalmente, y por tanto, transformados.
Aún después de ser salvos, si todavía vivimos por nuestra constitución natural y naturaleza caída, somos como vasos de madera. Esto puede basarse en 1 Corintios 3 cuando Pablo dijo que puso el fundamento, el verdadero fundamento que es Cristo. Ahora cada quien debe ver cómo edifica sobre ese fundamento. Algunos edifican con oro, plata y piedras preciosas, otros con madera, heno y hojarasca, que representan la naturaleza humana. La hojarasca es lo más vil, lo más bajo, mientras que la madera está en una posición más elevada. La naturaleza humana más elevada está representada por la madera, especialmente por el cedro del Líbano, porque éste pasa por muchas aflicciones como el frío de las montañas. El cedro encuentra mucha dificultad para crecer. La madera es castigada por los vientos, por las tempestades, por la nieve. Esta madera se vuelve resistente y es muy noble, pero aunque sea la naturaleza humana más elevada, aún es naturaleza humana. No podemos edificar la iglesia con esa naturaleza.
En la iglesia no podemos invitar a alguien a ser un anciano sólo porque él tiene una naturaleza humana muy elevada, tiene una ética elevada, buena conducta, es muy respetado en la sociedad y muy elocuente. Aun así, es una persona con una humanidad elevada, como el cedro de Líbano. En el Antiguo Testamento, una madera noble como la acacia aún necesitaba ser revestida de oro, que representa la naturaleza divina. Gracias al Señor, en el Nuevo Testamento necesitamos dar un paso más. Debemos edificar con la naturaleza divina.
Pregunta: ¿Qué es la santificación disposicional?
Dong Yu Lan
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