Dios se ha manifestado a los hombres a través de lo que llamamos la revelación. Sin embargo, esa revelación no la ha hecho como nosotros podríamos pensarla.
Dios podría haberse manifestado a cada hombre en particular, de forma que cada hombre la experimentara de una manera inefable: tocar nuestro corazón para que aprendiésemos a amarle; adoctrinar nuestra voluntad sobre lo bueno y lo justo, para que encontrásemos el camino sin tener que depender de otros.
Pero no ha sucedido así. Dios ha querido que su mensaje llegue al hombre mediante palabras del hombre. Ciertos individuos debieron ser llamados, iluminados e instruidos, y luego tuvieron que decir a los otros lo que habían experimentado. Estos, a su vez, tuvieron que escuchar la palabra, creerla, y de este modo participar en la revelación.
¿quién debería ser el mensajero de la revelación? ¿en quién pensaríamos nosotros? Podríamos pensar en personas especialmente dotadas y santificadas, que todo el mundo reconoce como dignas de transmitir el mensaje divino. Todo eso sería posible y lógico; pero la revelación no se ha realizado así.
Dios no escogió para mensajeros de la revelación a hombres que ocupasen una posición fundamental o directora en el conjunto natural de la existencia: escogió justamente a los que él llamó. Nadie puede decir porqué fueron elegidos. Esto supone un problema. ¿por qué he de recibir yo la revelación a través de hombres de un pueblo que siendo como extraño? ¿porqué estos hombres se comportaron de una forma tormentosa, y no de una profundamente tranquila? Yo tengo la óbligación de escuchar el mensaje divino que me transmite una personalidad, a quien muchas veces yo creo que no tiene una categoría moral tan grande como la mía. Por ejemplo, algunos elegidos tenían graves defectos, como Jacob, que abusa de su padre y engaña a su hermano. Esto es malo, desde luego, pero no anula el hecho de que, cuando el mandato de Dios lo exige, da pruebas de una vigilancia infalible y de una fidelidad tranquila, que no se deja desalentar por nada.
Lo mismo pasa con la interpretación de la escritura: Dios podría haber hecho que la escritura fuera interpretada por cada hombre. Sin embargo, quiso que fuera el magisterio de la Iglesia el que guiara a los hombres en su interpretación. Y a menudo la Iglesia ha tenido representantes indignos, pecadores, etc. Ya en su misma fundación tuvo un traidor, Judas; siguieron los otros apóstoles abandonando a Jesús a la primera dificultad, y hasta Pedro le negó tres veces. Sin embargo, Jesús fundó su Iglesia sobre Pedro y los demás apóstoles, no porque fueran los mejores de su tiempo, sino porque los eligió.
Yo creo que esto explica las dificultades que tienen los evangelistas para reconocer el papel del Papa y de la Iglesia, pero no se dan cuenta que están interpretando la revelación como a ellos les hubiera gustado que fuera. Pero Dios no lo ha hecho así. Dios ha elegido a los que ha querido. ¿por qué los apóstoles y sus suceros y otros no? Eso es algo que está oculto en el misterio de la decisión divina.
Dios podría haberse manifestado a cada hombre en particular, de forma que cada hombre la experimentara de una manera inefable: tocar nuestro corazón para que aprendiésemos a amarle; adoctrinar nuestra voluntad sobre lo bueno y lo justo, para que encontrásemos el camino sin tener que depender de otros.
Pero no ha sucedido así. Dios ha querido que su mensaje llegue al hombre mediante palabras del hombre. Ciertos individuos debieron ser llamados, iluminados e instruidos, y luego tuvieron que decir a los otros lo que habían experimentado. Estos, a su vez, tuvieron que escuchar la palabra, creerla, y de este modo participar en la revelación.
¿quién debería ser el mensajero de la revelación? ¿en quién pensaríamos nosotros? Podríamos pensar en personas especialmente dotadas y santificadas, que todo el mundo reconoce como dignas de transmitir el mensaje divino. Todo eso sería posible y lógico; pero la revelación no se ha realizado así.
Dios no escogió para mensajeros de la revelación a hombres que ocupasen una posición fundamental o directora en el conjunto natural de la existencia: escogió justamente a los que él llamó. Nadie puede decir porqué fueron elegidos. Esto supone un problema. ¿por qué he de recibir yo la revelación a través de hombres de un pueblo que siendo como extraño? ¿porqué estos hombres se comportaron de una forma tormentosa, y no de una profundamente tranquila? Yo tengo la óbligación de escuchar el mensaje divino que me transmite una personalidad, a quien muchas veces yo creo que no tiene una categoría moral tan grande como la mía. Por ejemplo, algunos elegidos tenían graves defectos, como Jacob, que abusa de su padre y engaña a su hermano. Esto es malo, desde luego, pero no anula el hecho de que, cuando el mandato de Dios lo exige, da pruebas de una vigilancia infalible y de una fidelidad tranquila, que no se deja desalentar por nada.
Lo mismo pasa con la interpretación de la escritura: Dios podría haber hecho que la escritura fuera interpretada por cada hombre. Sin embargo, quiso que fuera el magisterio de la Iglesia el que guiara a los hombres en su interpretación. Y a menudo la Iglesia ha tenido representantes indignos, pecadores, etc. Ya en su misma fundación tuvo un traidor, Judas; siguieron los otros apóstoles abandonando a Jesús a la primera dificultad, y hasta Pedro le negó tres veces. Sin embargo, Jesús fundó su Iglesia sobre Pedro y los demás apóstoles, no porque fueran los mejores de su tiempo, sino porque los eligió.
Yo creo que esto explica las dificultades que tienen los evangelistas para reconocer el papel del Papa y de la Iglesia, pero no se dan cuenta que están interpretando la revelación como a ellos les hubiera gustado que fuera. Pero Dios no lo ha hecho así. Dios ha elegido a los que ha querido. ¿por qué los apóstoles y sus suceros y otros no? Eso es algo que está oculto en el misterio de la decisión divina.