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VANA E INÚTIL ES:LA REFORMA SIN REFORMA
"En descanso y reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis"
(Isaías 30:15).
Estas palabras, puestas por el Señor en la boca del profeta Isaías, hoy podrían tener como destinatarios la mayoría de los que se llaman hijos de la Reforma. El tiempo no pasa en vano, y la vanidad religiosa ha vuelto acampar en gran parte de las iglesias llamadas protestantes o evangélicas, como antes de la Reforma del siglo dieciséis acampaba en la iglesia papal.
Muchos líderes religiosos se hacen acreedores del reproche que el Señor hace a los hijos del pueblo de Israel: "¡Ay de los hijos que se apartan, dice JHWH, para tomar consejo, y no de Mí... y no de Mi Espíritu..." (Is. 30:1). El Señor condena la actitud de los hijos de Israel por seguir los consejos del hombre, y no preguntar a Dios en Su Palabra ni seguir la guía del Espíritu.
También hoy nos encontramos con "hijos" que gustan de tomar el consejo del hombre "sabio", despreciando el consejo de Dios en Su Palabra, y formulan pactos basados en sus propias conclusiones teológicas bajo las cuales, todos juntos y no unidos, se quieren cobijar, sin tener en cuenta lo que el Espíritu dice. Jamás podemos tomar consejos y hacer pactos que contradigan la Palabra de Dios y desprecien el consejo del Espíritu. Porque eso sólo servirá para vergüenza y confusión del pueblo cristiano.
Todo eso es una ayuda vana e inútil para la vida de fe de los creyentes. Aunque en estos tiempos se levantan por doquier voces que repiten lo mismo, que antaño decía el pueblo de Israel a sus profetas: "No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentira; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel" (v.10).
Cuando los hijos del pacto de otro tiempo, o de este tiempo, se expresan tan descarada y frívolamente, sus corazones están muy lejos de Dios, y su referencia de Dios "no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado".
A veces, uno tiene la impresión de que la Reforma tiene boca para acercarse a Dios y tiene labios para honrarle, pero parece que su corazón cada vez se acerca más a Roma, y se aleja del Señor. ¿No era esto lo que el Señor le decía al pueblo de Israel?: "Este pueblo se acerca a Mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí, y su temor de Mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Is. 29:13).
Por eso es necesario volver a tomar como nuestro el grito de los reformadores: Sólo somos salvos por gracia, por medio de la fe en la obra completa y perfecta, que Cristo ha consumado por nosotros como don de Dios, y así nos lo confirma Su Palabra y nos lo testifica el Espíritu Santo, que el Padre envía a nuestros corazones.
En estos tiempos de inquietudes y desconfianzas, debemos recuperar la quietud y la confianza en las promesas del Padre, hechas realidad en Su Hijo para vivir con la fortaleza del Espíritu y el poder del Evangelio.
Seamos fieles a la Palabra de Dios, y no permitamos que nuestra dureza de corazón abra un paréntesis de nuevo en nuestra historia, y nos hagamos acreedores de las palabras del Señor: "Por tanto, JHWH esperará para tener piedad de vosotros".
Muchos años dejó el Señor a la cristiandad en manos del Papado y de su filosofía religiosa. Es como si hubiese ocultado su rostro y su misericordia, hasta que en el siglo dieciséis hace revivir el esplendor de Su Palabra con todas sus promesas en boca de los hombres de la Reforma. Cuyo lema también fue: El Señor es Justo y el que nos justifica, "bienaventurados todos los que confían en Él" (Is. 30:18).
¡Qué hermosas palabras de presente y de futuro nos transmite el profeta!: "Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, anda por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda" (v.21).
Si con la Reforma el Señor nos mostró nuevamente, con toda claridad, el "camino nuevo y vivo", que durante años nos había ocultado la tradición religiosa del Papado, ¿por qué ahora hay tantas voces que invitan a las almas a echar a la mano derecha o torcer a la izquierda hacia Roma?
El saber popular español, siempre amamantado por Roma, dice: "Todos los caminos llevan a Roma".
Pero el único CAMINO que nos lleva al PADRE es CRISTO JESÚS. Él Mismo nos lo confirma: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí" (Jn. 14:6).
Este es el Camino, andemos por Él, sin echar a la mano derecha, ni tampoco torcer a la mano izquierda. Pues el que anda en este Camino, por "torpe que sea, no se extraviará". Ya que este Camino nos lleva directamente a la casa del Padre.
Fco. Rodríguez
VANA E INÚTIL ES:LA REFORMA SIN REFORMA
"En descanso y reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis"
(Isaías 30:15).
Estas palabras, puestas por el Señor en la boca del profeta Isaías, hoy podrían tener como destinatarios la mayoría de los que se llaman hijos de la Reforma. El tiempo no pasa en vano, y la vanidad religiosa ha vuelto acampar en gran parte de las iglesias llamadas protestantes o evangélicas, como antes de la Reforma del siglo dieciséis acampaba en la iglesia papal.
Muchos líderes religiosos se hacen acreedores del reproche que el Señor hace a los hijos del pueblo de Israel: "¡Ay de los hijos que se apartan, dice JHWH, para tomar consejo, y no de Mí... y no de Mi Espíritu..." (Is. 30:1). El Señor condena la actitud de los hijos de Israel por seguir los consejos del hombre, y no preguntar a Dios en Su Palabra ni seguir la guía del Espíritu.
También hoy nos encontramos con "hijos" que gustan de tomar el consejo del hombre "sabio", despreciando el consejo de Dios en Su Palabra, y formulan pactos basados en sus propias conclusiones teológicas bajo las cuales, todos juntos y no unidos, se quieren cobijar, sin tener en cuenta lo que el Espíritu dice. Jamás podemos tomar consejos y hacer pactos que contradigan la Palabra de Dios y desprecien el consejo del Espíritu. Porque eso sólo servirá para vergüenza y confusión del pueblo cristiano.
Todo eso es una ayuda vana e inútil para la vida de fe de los creyentes. Aunque en estos tiempos se levantan por doquier voces que repiten lo mismo, que antaño decía el pueblo de Israel a sus profetas: "No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentira; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel" (v.10).
Cuando los hijos del pacto de otro tiempo, o de este tiempo, se expresan tan descarada y frívolamente, sus corazones están muy lejos de Dios, y su referencia de Dios "no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado".
A veces, uno tiene la impresión de que la Reforma tiene boca para acercarse a Dios y tiene labios para honrarle, pero parece que su corazón cada vez se acerca más a Roma, y se aleja del Señor. ¿No era esto lo que el Señor le decía al pueblo de Israel?: "Este pueblo se acerca a Mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí, y su temor de Mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Is. 29:13).
Por eso es necesario volver a tomar como nuestro el grito de los reformadores: Sólo somos salvos por gracia, por medio de la fe en la obra completa y perfecta, que Cristo ha consumado por nosotros como don de Dios, y así nos lo confirma Su Palabra y nos lo testifica el Espíritu Santo, que el Padre envía a nuestros corazones.
En estos tiempos de inquietudes y desconfianzas, debemos recuperar la quietud y la confianza en las promesas del Padre, hechas realidad en Su Hijo para vivir con la fortaleza del Espíritu y el poder del Evangelio.
Seamos fieles a la Palabra de Dios, y no permitamos que nuestra dureza de corazón abra un paréntesis de nuevo en nuestra historia, y nos hagamos acreedores de las palabras del Señor: "Por tanto, JHWH esperará para tener piedad de vosotros".
Muchos años dejó el Señor a la cristiandad en manos del Papado y de su filosofía religiosa. Es como si hubiese ocultado su rostro y su misericordia, hasta que en el siglo dieciséis hace revivir el esplendor de Su Palabra con todas sus promesas en boca de los hombres de la Reforma. Cuyo lema también fue: El Señor es Justo y el que nos justifica, "bienaventurados todos los que confían en Él" (Is. 30:18).
¡Qué hermosas palabras de presente y de futuro nos transmite el profeta!: "Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, anda por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda" (v.21).
Si con la Reforma el Señor nos mostró nuevamente, con toda claridad, el "camino nuevo y vivo", que durante años nos había ocultado la tradición religiosa del Papado, ¿por qué ahora hay tantas voces que invitan a las almas a echar a la mano derecha o torcer a la izquierda hacia Roma?
El saber popular español, siempre amamantado por Roma, dice: "Todos los caminos llevan a Roma".
Pero el único CAMINO que nos lleva al PADRE es CRISTO JESÚS. Él Mismo nos lo confirma: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí" (Jn. 14:6).
Este es el Camino, andemos por Él, sin echar a la mano derecha, ni tampoco torcer a la mano izquierda. Pues el que anda en este Camino, por "torpe que sea, no se extraviará". Ya que este Camino nos lleva directamente a la casa del Padre.
Fco. Rodríguez