Re: la ramera de apocalipsis 17
TENGO UNA DUDA ¿AQUIEN SE REFIERE APOCALIPSIS 17 CUANDO MENCIONA:
Entonces me llevó en espíritu al desierto, y allí vi a una mujer sentada sobre una Bestia escarlata. La Bestia estaba cubierta de leyendas blasfemas y tenía siete cabezas y diez cuernos. Daniel 7, 7 Apocalipsis 12, 3 Apocalipsis 13, 1
17:4 La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en su mano una copa de oro Jeremías 51, 7 colmada de la abominable impureza de su fornicación.
17:5 Sobre su frente tenía escrito este nombre misterioso: "Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra".
17:6 Y vi que la mujer se emborrachaba con la sangre de los santos y de los testigos de Jesús, y al verla, quedé profundamente asombrado.
En la Biblia se considera a Jehová Dios como el creador del universo y de todas las cosas que hay en él, incluida la entera humanidad.. Respecto a esta última, que es una creación muy especial por cuando su creador la hizo a su propia semejanza, en sentido espiritual, para que pudiera conocerlo y amarlo como él se merece, por lo cual podían tener una estrecha relación recíproca entre uno y otra que con ninguna otra de sus creaciones no inteligente podría Dios tener. Para ello dotó Dios a los seres humanos de facultades y cualidades semejantes a las suyas propias, capacidad de amar, de pensar, de razonar y hasta de forjar planes y propósitos creativos, por los cuales, los hombres podrían entender e imitar los pensamientos y sentimientos de su creador, y comunicarse con él en sentido espiritual.
A esta relación entre el Creador y su creación humana se le compara en la Biblia como a la relación que debe existir entre el esposo y la esposa, o relación matrimonial, en la cual el esposo busca una esposa para compartir con ella su amor, su tiempo, y todo lo bueno que él tiene y puede crear, sus propósitos y sus esperanzas, y el deseo de ser felices; también tiene el deber de cuidar de ella, protegerla e instruirla en todo cuanto él sabe y contribuye al la felicidad de ambos. Por su parte, la esposa también está obligada a aceptar la dirección de su esposo, respetándolo y apoyándolo en todas sus decisiones y proyectos, para que esta unión y relación matrimonial pueda resultar en completo éxito. Así, Dios, quiso compartir con su creación humana su amor y su sabiduría, y hacerla partícipe de sus planes y propósitos para el futuro, para lograr su eterna felicidad. Pero al igual que en un matrimonio, la esposa puede llegar a ser una fiel y amante compañera, o no serlo, por cuanto tiene también su libre albedrío para actuar como quiera, y llegar a convertirse en una esposa infiel y adúltera; la humanidad, esta esposa figurativa de Dios, optó por querer independizarse de su dueño y señor, no porque él la tratara mal, sino que ella no supo o no quiso apreciar todo el valor de las cosas que de él había recibido. De este modo, la creación humana se comportó casi desde el principio de ser creada, como una mala esposa, ingrata e infiel, pues se buscó otros dioses imaginarios, que nada podían enseñarle ni protegerla porque no tenían existencia real, y a los cuales dio su adoración y su obediencia sin tener motivos para ello.
Pero Dios no desistió por eso en tener una compañera fiel y agradecida como se había propuesto desde el principio, y utilizó a personas fieles que sí le buscaron agradecidamente y se dejaron guiar por su señor para mostrarle su devoción y amor sincero. Primero fueron individuos aislados tales como Noé, Abrahán, Moisés, y otros; después, de la descendencia del fiel Abrahán, se formó un pueblo numeroso, los israelitas, a los que Dios escogió como pueblo especial suyo para instruirlo, protegerlos y hacer de ellos una nación poderosa, justa y santa como él lo era, y que cumplirá los deberes y requisitos que la anterior esposa figurativa no quiso cumplir. Por lo tanto, liberó a ese pueblo, que había caído en cautividad de los egipcios, y los condujo por mediación de Moisés a la tierra prometida, ayudándoles con sus actos poderosos, a expulsar a sus moradores, los cananeos, que se habían hecho indignos de poseer esta buena tierra por sus costumbres degradadas y crueles más allá de todo sentido moral. De este modo los convirtió, de ser un pueblo de esclavos, en una nación libre y próspera mediante un código de leyes y estatutos justos y sabios.
Sin embargo, este pueblo tampoco se mantuvo fiel por mucho tiempo, pues con frecuencia abandonaba a su Dios y protector, y la observancia de sus justas leyes, para participar en las costumbres corruptas de los pueblos de su entorno. Con ello perdían el favor y la protección de su libertador, y pronto caían bajo el dominio de otros pueblos que los esclavizaban y oprimían de nuevo. Y cuando se veían en estas condiciones tan desesperadas, entonces se acordaban de aquel Dios tan generoso que tanto había hecho por ellos, le suplicaban ayuda de nuevo, y él se la concedía liberándolos vez tras vez de sus opresores. Pero todo tiene un límite, hasta la paciencia divina, pues cuando Dios vio que reincidían una y otra vez en su deslealtad y rebeldía, hasta el extremo de perseguir y matar a su propio hijo, Jesucristo, tuvo que repudiarlos definitivamente como un pueblo irreformable, abandonándolos a su suerte.
De nuevo, Jehová, se propone constituir una nueva compañera, no para sí mismo esta vez, sino como futura esposa para su fiel hijo, Jesucristo, a quien se había propuesto nombrar rey sobre toda la humanidad obediente para que la redimiera y perfeccionara cabalmente. Utilizando nuevamente al resto de personas que se mantuvieron fieles y aceptaron a Jesús como redentor suyo, juntamente con sus enseñanzas, formó la congregación cristiana primitiva, fiel observadora, al principio, de todas sus leyes e instrucciones amorosas. Los discípulos de Cristo, después de la muerte de éste, predicaron y practicaron estas enseñanzas de Jesús extendiéndola por toda la Tierra entonces conocida, y así se formó la nueva nación cristiana parecida a una esposa leal de la que Cristo sería el cabeza y esposo fiel en el futuro. Pero tampoco esta nueva compañera llegó a mantenerse sumisa a su dueño, pues después de la muerte de los apóstoles, al final del primer siglo, fueron apartándose de las enseñanzas puras que Jesús les dejó, corrompiéndolas y alterándolas de tal manera hasta que finalmente no tenían nada en común con la doctrina primitiva que Cristo enseñó; y aunque continuaron llamándose cristianos, actuaron completamente en oposición a estas enseñanzas, cometiendo las mismas atrocidades e injusticias que las demás naciones apartadas de Dios; a esto se le llamó la gran apostasía que ya, tanto Jesús como los apóstoles habían anunciado que sucedería, yendo a formar parte de las demás naciones infieles que habían rechazado a su Dios y formador fiel y amoroso.
Teniendo en cuenta todos estos datos, podemos ya identificar sin lugar a dudas a esta simbólica ramera que, como su nombre indica. fue infiel a su legítimo dueño, causándole vergüenza y oprobio como a todo esposo escarnecido por este comportamiento cruel y vergonzoso de la que pudo ser su más fiel compañera para dicha de los dos. En este mismo capítulo de Apocalipsis 17:1- 2, y en el versículo 5 se la denomina Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra, que refleja perfectamente su condición degradada. Con ella se hace referencia a la antigua Babilonia, capital del imperio babilónico, que en su tiempo ejerció su supremacía sobre todos los demás pueblos o naciones que entonces existían. En esta ciudad populosa surgieron multitud de religiones paganas, todas ellas opuestas a los principios y normas justas del Dios verdadero, y por lo tanto infieles a él, donde se adoraban a numerosos dioses y diosas de hechura humana, y se permitían toda clase de prácticas vergonzosas y crueles. De manera similar, en los tiempos más modernos, cuando se corrompió la entera cristiandad, llegó a ser igual, por no decir peor, que todas las demás religiones, con sus guerras santas, su cruelísima inquisición, sus luchas por el poder y por las riquezas, en completa contradicción con las enseñanza justas de Jesucristo, que llevó una vida humilde y se dedicó enteramente a promover la paz y el amor entre todos los hombres. Por lo tanto, esta simbólica ramera representa a todas las religiones de la tierra, tanto las llamadas cristianas como las no cristianas, pues todas ellas han sido infieles a su verdadero Dios, corrompiéndose y prostituyéndose en sentido espiritual al dar su adoración a otros dioses que no lo merecen, pues nada le han dado, ni nada han hecho por ella, porque nada son, traicionando y avergonzando a su legítimo dueño, que sí le dio todo cuanto podía honrarla y dignificarla.
No obstante, a pesar de todas estas infidelidades, el propósito divino tiene que cumplirse, pues en el capítulo 21 de Apocalipsis, versículos 2 y 9, se muestra simbólicamente a la novia del Cordero, Jesucristo, preparada para ser su esposa, lo que significa que al fin se ha encontrado la compañera ideal que honra a su real esposo, pues Jesús llega a ser rey de reyes y señor de señores. A los miembros de la congregación cristiana del primer siglo, se les considera en conjunto como la novia o prometida de Cristo, según lo expresa el apóstol Pablo en 2ª a los Corintios 11:2, pues han de participar con él en su reinado milenario (Apocalipsis 20: 4 y 6), y aunque aquella congregación se corrompió con el tiempo, los que individualmente se mantuvieron fieles durante toda su vida, ellos cumplieron los requisitos exigidos para formar parte de esta novia simbólica, y por lo tanto se unirán al resto fiel de los que en tiempos modernos hayan buscado y aceptado cabalmente estas enseñanzas verdadera de Jesús, para que se cumpla enteramente el plan divino. Aunque la cristiandad se haya dividida en estos tiempos modernos en multitud de fracciones o grupos religiosos, todos opuestos unos a otros por discrepancias doctrinales, alguno de ellos deben cumplir todos estos requisitos que se esperan encontrar en una esposa fiel y digna de ser aceptada por el que ha de ser rey de toda la humanidad obediente. ¿Quien es esta novia figurativa, y cómo podríamos identificarla? que cada creyente sincero se examine a sí mismo, y también examine a la institución religiosa a la que pertenece, para comprobar, tanto a nivel individual como a nivel colectivo, si están cumpliendo en conjunto todos estos requisitos que Dios y Cristo espera de ellos.