Re: la pitonisa white decía que no era sabio tener hijos
Estimado gamma. Saludos cordiales.
Tú dices:
gabriel, Gabriel, tus esfuerzos por rebatir esta carta son estériles ya que el consejo de no tener hijos fue dado para esta pareja y ese consejo es afirmado con un "ahora" seguido de un punto que separa la frase que tu mencionas...te muestro.
Realmente no es sabio tener hijos ahora. El tiempo es corto y los peligros de los últimos días están sobre nosotros. Muchos de los niños pequeños serán puestos al descanso antes de que esos peligros ocurran.
Respondo: La historia se repetirá....
Jeremías también puso por escrito profecías que se realizarían mucho tiempo después. Dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘En Ramá se está oyendo una voz, lamentación y llanto amargo; Raquel que llora a sus hijos. Ha rehusado ser consolada acerca de sus hijos, porque ya no son’” (Jer. 31:15). Al parecer, los judíos cautivos fueron llevados a la ciudad de Ramá, a unos ocho kilómetros (cinco millas) al norte de Jerusalén, después de la desolación de la ciudad santa en 607 a.C. Es probable que algunos hasta fueran ejecutados allí. Esto habría marcado el cumplimiento inicial de la profecía, como si Raquel llorara la pérdida de sus “hijos”. Por otro lado, más de seis siglos después, el rey Herodes mandó matar a los niñitos que vivían en Belén. El evangelista Mateo explicó que las palabras de Jeremías anunciaron el amargo lamento por aquella matanza (Mat. 2:16-18).
«Se oyó una voz que se extendió por Ramá, y se oyeron lloros y gemidos, y a Raquel llorando por sus hijos y no pudiendo consolarse, porque éstos ya no existían.»
El profeta Jeremías recupera a Raquel, como figura simbólica que representa al reino del Norte. Dios le exhorta para que deje de llorar por sus hijos exiliados, pues ellos algún día regresarán a la tierra.
El llanto de Raquel no versa sobre de su propio dolor personal, sino que en su grito queda recogido todo el sufrimiento un conjunto de personas que están atenazadas y violadas en sus derechos fundamentales. El clamor de esta matriarca de Israel es, en primer lugar, un lamento colectivo. Este texto bíblico se convierte, en este sentido, en una provocación y en una invitación a transformar nuestra mirada y a ensancharla.
El Lamento de Raquel está personalizado en una mujer que, en realidad, ya había muerto en tiempos del profeta Jeremías.
Raquel es un ejemplo más del dolor bíblico puesto en boca de mujeres (1 Sam 1,10, Dn. 13, 22-23, Lam 1,16.21; 2,18-22, etc.).
En época de persecución viene el hambre y esto le ocurrió a quienes fueron rebeldes al Señor:
Jeremías 19:9 `Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su amigo durante el sitio y en la aflicción con que les afligirán sus enemigos y los que buscan su vida.
Lamentaciones 2:20 Mira, oh SEÑOR, y observa: ¿a quién has tratado así? ¿Habían de comer las mujeres el fruto de sus entrañas , a los pequeños criados con cariño? ¿Habían de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?
Lamentaciones 4:10 Las manos de mujeres compasivas cocieron a sus propios hijos, que les sirvieron de comida a causa de la destrucción de la hija de mi pueblo.
Tan atroz era el hambre, que los hombres roían el cuero de sus cintos, sus sandalias y las cubiertas de sus escudos.
Muchos salían durante la noche para recoger las plantas silvestres que crecían fuera de los muros, a pesar de que muchos de ellos eran aprehendidos y muertos por crueles torturas, y a menudo los que lograban escapar eran despojados de aquello que habían conseguido aun con riesgo de la vida. Los que estaban en el poder imponían los castigos más infamantes para obligar a los necesitados a entregar los últimos restos de provisiones que guardaban escondidos; y tamañas atrocidades eran perpetradas muchas veces por gente bien alimentada que sólo deseaba almacenar provisiones para más tarde.
Millares murieron a consecuencia del hambre y la pestilencia. Los afectos naturales parecían haber desaparecido: los esposos se arrebataban unos a otros los alimentos; los hijos quitaban a sus ancianos padres la comida que se llevaban a la boca, y la pregunta del profeta: "¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante?" recibió respuesta en el interior de los muros de la desgraciada ciudad, tal como la diera la Santa Escritura: "Las misericordiosas manos de las mujeres cuecen a sus mismos hijos! ¡éstos les sirven de comida en el quebranto de la hija de mi pueblo!" (Isaías 49: 15; Lamentaciones 4: 10)
Una vez más se cumplía la profecía pronunciada catorce siglos antes, y que dice: "La mujer tierna y delicada en medio de ti, que nunca probó a asentar en tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo será avariento para con el marido de su seno, y para con su hijo y su hija, así respecto de su niño recién nacido como respecto de sus demás hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerá ocultamente en la falta de todo, en la premura y en la estrechez con que te 36 estrecharán tus enemigos dentro de tus ciudades." (Deuteronomio 28: 56, 57)
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley.
Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Al contemplarlos, el corazón desfallece y la mente se abruma de estupor; horrendas han sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del Cielo; pero una escena aun más sombría nos anuncian las revelaciones de lo porvenir. La historia de lo pasado, la interminable serie de alborotos, conflictos y contiendas, "toda la armadura del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre" (Isaías 9: 5, V.M.), ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vio, los resultados del gobierno de Satanás.
Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado, porque serán salvos todos aquellos cuyo nombre esté "inscrito para la vida." (Isaías 4: 3, V.M.) Nuestro Señor Jesucristo anunció que vendrá la segunda vez para llevarse a los suyos: "Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro." (S. Mateo 24: 30, 31.) Entonces los que no obedezcan al Evangelio serán muertos con el aliento de su boca y destruídos con el resplandor de su venida. (2 Tesalonicenses 2:8.) Así como le sucedió antiguamente a Israel, los malvados se destruirán a sí mismos, y perecerán víctimas de su iniquidad. Debido a su vida pecaminosa los hombres se han apartado tanto del Señor y tanto ha degenerado su naturaleza con el mal, que la manifestación de la gloria del Señor es para ellos un fuego consumidor.
Deben guardarse los hombres de no menospreciar el aviso de Cristo respecto a su segunda venida; porque como anunció a los discípulos la destrucción de Jerusalén y les dio una señal para cuando se acercara la ruina, así también previno al mundo del día de la destrucción final y nos dio señales de la proximidad de ésta para que todos los que quieran puedan huir de la ira que vendrá. Dijo Jesús: " Y habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y sobre la tierra angustia de naciones." (S. Lucas 21: 25, V.M.;S. Mateo 24: 29; Apocalipsis 6: 12 - 17.) "Cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas." (S. Mateo 24: 33.) " Velad pues " (S.Marcos 13: 35), 42 es la amonestación del Señor. Los que le presten atención no serán dejados en tinieblas ni sorprendidos por aquel día. Pero los que no quieran velar serán sorprendidos, porque "el día del Señor vendrá así como ladrón de noche." (1 Tesalonicenses 5: 1-5.)
El mundo no está hoy más dispuesto a creer el mensaje dado para este tiempo de lo que estaba en los días de los judíos para recibir el aviso del Salvador respecto a la ruina de Jerusalén. Venga cuando venga, el día de Dios caerá repentinamente sobre los impíos desprevenidos. El día menos pensado, en medio del curso rutinario de la vida, absortos los hombres en los placeres de la vida, en los negocios, en la caza al dinero, cuando los guías religiosos ensalcen el progreso y la ilustración del mundo, y los moradores de la tierra se dejen arrullar por una falsa seguridad, - entonces, como ladrón que a media noche penetra en una morada sin custodia, así caerá la inesperada destrucción sobre los desprevenidos "y no escaparán." (Vers. 3.)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.