Es mi palabra la que viene a dar calma a vuestro corazón y paz a vuestro espíritu. Lo más grande que tengo destinado para él es la paz; quien posee ese tesoro, lo tiene todo; quien conoce ese estado espiritual, no lo cambiaría por las posesiones o tesoros más grandes de la Tierra.
Yo vengo con mi nueva palabra a resucitar al mundo, porque la Humanidad, a través de eras y de siglos, ha visto reinar sólo a la muerte. ¿Cuál ha sido la causa de que la muerte haya imperado en vuestra existencia? La falta de amor.
Mi palabra es espada de luz que destruye las tinieblas. El libro de mi palabra es el libro del divino y verdadero amor, de la verdad inmutable.
Es mi palabra la voz que anima, es el grito de libertad, es el ancla salvadora.
Mi palabra se ha derramado abundantemente entre vosotros, a semejanza de una corriente de agua cristalina que a su paso todo lo limpia y vivifica.
Oíd mi palabra, oh pueblo, y saboread su dulzura; abrid vuestro corazón y sentiréis la visita de vuestro Padre. Confesaos espiritualmente delante de Mí y sentiréis una paz que os hará desear no perderla ya nunca más.
Mi palabra es de unificación y de paz para que, al inspiraros en ella, sepáis tender la mano a vuestros hermanos, sabiendo siempre respetar su fe como algo sagrado, porque su fe es un altar interior en el que Yo habito. Entonces sabréis ver en vuestros hermanos el desarrollo que a través de su lucha, de su esfuerzo y sus vicisitudes han alcanzado.
No confundáis más mi palabra, que es el pan de vida, con los símbolos que tan sólo representan una imagen de ella.
Mi palabra, que es sencilla y humilde en su forma, es profunda en su contenido, y así será hasta el último día. No me pidáis que os hable con palabras floridas porque no las necesita vuestro espíritu para comprender mi enseñanza.
Si alguno llegara a pensar que es demasiado simple mi palabra para venir de Dios, Yo le digo que tome en cuenta que son los sencillos y los rudos los que han venido a oírme y debo hablarles a ellos en forma que me entiendan; mas si queréis ideas y conceptos más profundos, os digo a todos los que han juzgado pobre mi manifestación, que se preparen y se comuniquen de espíritu a Espíritu con mi Divinidad, que es lo que estoy esperando de los hombres, y entonces a sus mentes vendrá una inspiración tan profunda, que tendrán que decirme que no les hable en esos términos que tan sólo Dios puede entender.
Mi palabra derramada sobre este pueblo ha sido sencilla y humilde en su forma, al alcance de vosotros, y su sentido, lleno de claridad, ha sido profundo para vuestro espíritu, porque Yo, aunque soy el Arcano, siempre me manifiesto y me expreso con sencillez y claridad. Yo no soy un secreto para nadie; el secreto y el misterio son hijos de vuestra ignorancia.
Mi palabra es el camino espiritual al que debéis penetrar con todos vuestros sentidos, con todo vuestro entendimiento y todo vuestro amor, si queréis saber de dónde habéis venido y hacia dónde camináis.
Yo os enseño con la palabra, porque ella lo contiene todo, puesto que procede de Mí que soy el Verbo. Vosotros aprended a hablar de lo espiritual en tal forma, que cada palabra que deis a los demás pase de vuestro corazón al corazón de vuestro hermano como si fuese una perla, una joya de infinito valor.
También mi palabra os enseña a leer en vuestro espíritu, a penetrar en él, a encontrar su esencia que es luz, verdad, amor, obediencia, limpidez.
A través de mi palabra presentís la armonía que existe entre el Padre y todo lo creado, comprendéis que Yo soy la esencia que alimenta todos los seres, y que vosotros sois parte de Mí mismo.
Almacenad mi palabra, oh pueblo bendito, mirad que ella tendrá que ser el cimiento firme de una nueva torre que los hombres habrán de levantar, mas no la torre que simbolice el orgullo humano, ni la que desafíe el poder y la justicia divinos, sino la torre inmaterial que simbolice la elevación espiritual, el amor, la caridad y la armonía entre los hombres.
Esta palabra es la misma que escucharon los profetas, la misma luz que inspiró a Moisés para que reuniera al pueblo escogido y lo preparase para la comunicación con su Señor.
Mi palabra de este tiempo es la misma que os di en Jesús, es la misma corriente cristalina que bañó a vuestro espíritu cuando me seguisteis por las tierras de Palestina. Su esencia os es conocida, su sabor jamás podréis confundirlo, pues quedó impreso en vuestro espíritu su sello divino.
Y mi palabra volverá a incomodar a los hombres como en los tiempos pasados, mas les diré la verdad. Sin delatar a nadie, dije hipócrita al hipócrita, adúltero al adúltero e inicuo al inicuo. Había sido vejada la verdad y era menester que resplandeciera, tal como ahora en que la verdad ha sido ocultada y por ello tiene que surgir nuevamente ante los ojos de los hombres.
Pueblo: También en este tiempo será juzgada mal la forma de comunicación bajo la cual habéis tenido mi palabra, y también la Doctrina y las revelaciones que os he hecho serán negadas por quienes dicen conocer la forma en que deberá ser mi retorno.
Ellos no analizarán mi palabra, no buscarán su esencia, ni tomarán en cuenta los prodigios y señales que os he dado de mi venida y de mi verdad, sino que tomarán como razón para negarme las obras imperfectas que encuentren en este pueblo, sus profanaciones y sus desobediencias.
Yo soy el camino, la verdad y la vida, os digo una vez más. Mi palabra es el pan que alimenta a vuestro espíritu, mi presencia os trae la paz anhelada. ¡Cuántas pruebas habéis vivido en el mundo! Buscáis la paz y el consuelo en placeres de la Tierra, y al no encontrarlos habéis vuelto a Mí para decirme: -Señor, sólo en Vos encontramos la paz y el consuelo para nuestro espíritu.
Discípulos: La palabra que en este tiempo os he dado, no debéis tomarla como el fundamento para una nueva religión, porque ella es sólo la explicación de la Ley que desde los primeros tiempos os revelé.
Yo vengo con mi nueva palabra a resucitar al mundo, porque la Humanidad, a través de eras y de siglos, ha visto reinar sólo a la muerte. ¿Cuál ha sido la causa de que la muerte haya imperado en vuestra existencia? La falta de amor.
Mi palabra es espada de luz que destruye las tinieblas. El libro de mi palabra es el libro del divino y verdadero amor, de la verdad inmutable.
Es mi palabra la voz que anima, es el grito de libertad, es el ancla salvadora.
Mi palabra se ha derramado abundantemente entre vosotros, a semejanza de una corriente de agua cristalina que a su paso todo lo limpia y vivifica.
Oíd mi palabra, oh pueblo, y saboread su dulzura; abrid vuestro corazón y sentiréis la visita de vuestro Padre. Confesaos espiritualmente delante de Mí y sentiréis una paz que os hará desear no perderla ya nunca más.
Mi palabra es de unificación y de paz para que, al inspiraros en ella, sepáis tender la mano a vuestros hermanos, sabiendo siempre respetar su fe como algo sagrado, porque su fe es un altar interior en el que Yo habito. Entonces sabréis ver en vuestros hermanos el desarrollo que a través de su lucha, de su esfuerzo y sus vicisitudes han alcanzado.
No confundáis más mi palabra, que es el pan de vida, con los símbolos que tan sólo representan una imagen de ella.
LA PALABRA DIVINA ES SENCILLA
Mi palabra, que es sencilla y humilde en su forma, es profunda en su contenido, y así será hasta el último día. No me pidáis que os hable con palabras floridas porque no las necesita vuestro espíritu para comprender mi enseñanza.
Si alguno llegara a pensar que es demasiado simple mi palabra para venir de Dios, Yo le digo que tome en cuenta que son los sencillos y los rudos los que han venido a oírme y debo hablarles a ellos en forma que me entiendan; mas si queréis ideas y conceptos más profundos, os digo a todos los que han juzgado pobre mi manifestación, que se preparen y se comuniquen de espíritu a Espíritu con mi Divinidad, que es lo que estoy esperando de los hombres, y entonces a sus mentes vendrá una inspiración tan profunda, que tendrán que decirme que no les hable en esos términos que tan sólo Dios puede entender.
Mi palabra derramada sobre este pueblo ha sido sencilla y humilde en su forma, al alcance de vosotros, y su sentido, lleno de claridad, ha sido profundo para vuestro espíritu, porque Yo, aunque soy el Arcano, siempre me manifiesto y me expreso con sencillez y claridad. Yo no soy un secreto para nadie; el secreto y el misterio son hijos de vuestra ignorancia.
LA PALABRA DIVINA ES EL CAMINO
Mi palabra es el camino espiritual al que debéis penetrar con todos vuestros sentidos, con todo vuestro entendimiento y todo vuestro amor, si queréis saber de dónde habéis venido y hacia dónde camináis.
Yo os enseño con la palabra, porque ella lo contiene todo, puesto que procede de Mí que soy el Verbo. Vosotros aprended a hablar de lo espiritual en tal forma, que cada palabra que deis a los demás pase de vuestro corazón al corazón de vuestro hermano como si fuese una perla, una joya de infinito valor.
También mi palabra os enseña a leer en vuestro espíritu, a penetrar en él, a encontrar su esencia que es luz, verdad, amor, obediencia, limpidez.
A través de mi palabra presentís la armonía que existe entre el Padre y todo lo creado, comprendéis que Yo soy la esencia que alimenta todos los seres, y que vosotros sois parte de Mí mismo.
Almacenad mi palabra, oh pueblo bendito, mirad que ella tendrá que ser el cimiento firme de una nueva torre que los hombres habrán de levantar, mas no la torre que simbolice el orgullo humano, ni la que desafíe el poder y la justicia divinos, sino la torre inmaterial que simbolice la elevación espiritual, el amor, la caridad y la armonía entre los hombres.
LA PALABRA DIVINA EN TODOS LOS TIEMPOS
Esta palabra es la misma que escucharon los profetas, la misma luz que inspiró a Moisés para que reuniera al pueblo escogido y lo preparase para la comunicación con su Señor.
Mi palabra de este tiempo es la misma que os di en Jesús, es la misma corriente cristalina que bañó a vuestro espíritu cuando me seguisteis por las tierras de Palestina. Su esencia os es conocida, su sabor jamás podréis confundirlo, pues quedó impreso en vuestro espíritu su sello divino.
Y mi palabra volverá a incomodar a los hombres como en los tiempos pasados, mas les diré la verdad. Sin delatar a nadie, dije hipócrita al hipócrita, adúltero al adúltero e inicuo al inicuo. Había sido vejada la verdad y era menester que resplandeciera, tal como ahora en que la verdad ha sido ocultada y por ello tiene que surgir nuevamente ante los ojos de los hombres.
Pueblo: También en este tiempo será juzgada mal la forma de comunicación bajo la cual habéis tenido mi palabra, y también la Doctrina y las revelaciones que os he hecho serán negadas por quienes dicen conocer la forma en que deberá ser mi retorno.
Ellos no analizarán mi palabra, no buscarán su esencia, ni tomarán en cuenta los prodigios y señales que os he dado de mi venida y de mi verdad, sino que tomarán como razón para negarme las obras imperfectas que encuentren en este pueblo, sus profanaciones y sus desobediencias.
Yo soy el camino, la verdad y la vida, os digo una vez más. Mi palabra es el pan que alimenta a vuestro espíritu, mi presencia os trae la paz anhelada. ¡Cuántas pruebas habéis vivido en el mundo! Buscáis la paz y el consuelo en placeres de la Tierra, y al no encontrarlos habéis vuelto a Mí para decirme: -Señor, sólo en Vos encontramos la paz y el consuelo para nuestro espíritu.
Discípulos: La palabra que en este tiempo os he dado, no debéis tomarla como el fundamento para una nueva religión, porque ella es sólo la explicación de la Ley que desde los primeros tiempos os revelé.