La Iglesia protestante, más rápida de reflejos que la católica
15.01.09 | 07:19. Archivado en Publicidad
Mientras el cardenal de Madrid y presidente de la jerarquía católica española, Antonio María Rouco Varela, sigue deshojando la margarita, los protestantes pasan a la acción. Y contestan al “bus ateo” con un “bus cristiano”. La ocasión era de oro y han sabido aprovecharla, conscientes de que la publicidad es un instrumento más, amén de muy moderno y eficaz, para el testimonio cristiano en el espacio público.
La rapidez en la respuesta protestante contrasta con la lentitud de los católicos. Y se debe a razones de tipo coyuntural, pero también histórico-teológico. Y es que los protestantes, nacidos con la Contrarreforma y muy apegados a la realidad, siempre han sabido estar muy atentos a la evolución de los medios evangelizadores.
Maestros en el arte de la comunicación, los evangélicos utilizan todos los medios a su alcance para evangelizar. Desde los macroconciertos, hasta los telepredicadores, pasando por las giras musicales y hasta la ambivalente técnica del marketing y de la publicidad.
La católica, en cambio, es una Iglesia que huye de los medios y que sigue a la defensiva ante ellos. Por eso, tardó tanto en publicitarse y la primera campaña publicitaria salió a la calle hace sólo unos meses. Y casi obligada por la perentoria necesidad de pedir a la gente que marque la cruz en su casilla de la declaración de la renta.
Los protestantes en cambio, no pierden ocasión de salir en los medios. Y esta vez, lo tenían muy fácil: aprovechar la estela de la campaña de los ateos y responderles con la misma moneda. Guerra de eslóganes y guerra de autobuses. Los evangélicos saben perfectamente que a los medios les encantan los duelos y que la lógica mediática actual valora más la anécdota que la categoría o el contenido.
Además, formada por una constelación de pequeñas iglesias autónomas, la Iglesia protestantes es mucho más flexible, más ágil y menos burocrática en la toma de decisiones. La Iglesia católica, en cambio, vive en el tiempo teológico del “ya-todavía no” y, para tomar decisiones como institución, tiene que someterlas al criterio de los órganos de representación y decisión de la jerarquía. Órganos asamblearios y donde la toma de decisiones se eterniza.
Y si la jerarquía es lenta, las asociaciones católicas no le van a la zaga. Las más combativas gastan todas sus energías en descalificar la campaña de los ateos, pero sin proponer nada en positivo. Y las más moderadas o no están de acuerdo con entrar en un cuerpo a cuerpo con los ateos o su campaña las ha pillado con el paso cambiado. Y cuando reaccionen, ya será demasiado tarde.
De hecho, E-Cristians en Barcelona y Alternativa Española (AES) en Madrid amenazan con sacar autobuses “cristianos” a la calle. Pero, por ahora, se dedican a denunciar. Dicen que es “una agresión contra el catolicismo” y que se trata de “una campaña agresiva, que ofende a millones de creyentes y que, implícitamente, cuenta con apoyo público”.
Los protestantes, en cambio, son más propositivos y, sin condenar a nadie, no sufren de la “enfermedad” del catolicismo vergonzante, tan común entre los católicos actuales. Como dice Francisco Rubiales, el pastor del Centro Cristiano Reunión, la iglesia protestante que organizó el contraataque, “con el máximo respeto a todos, queremos expresar al mundo que Cristo existe, que es el camino para una vida mejor y que la única vida llena, rica y plena es aquella que sigue a Jesucristo”.
El autobús de la línea 493 proclama su mensaje: “Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo”. Mientras tanto, el cardenal Rouco se lo piensa y, por ahora, calla. Y el autobús de los ateos pasa por delante de su catedral.
José Manuel Vidal
15.01.09 | 07:19. Archivado en Publicidad
Mientras el cardenal de Madrid y presidente de la jerarquía católica española, Antonio María Rouco Varela, sigue deshojando la margarita, los protestantes pasan a la acción. Y contestan al “bus ateo” con un “bus cristiano”. La ocasión era de oro y han sabido aprovecharla, conscientes de que la publicidad es un instrumento más, amén de muy moderno y eficaz, para el testimonio cristiano en el espacio público.
La rapidez en la respuesta protestante contrasta con la lentitud de los católicos. Y se debe a razones de tipo coyuntural, pero también histórico-teológico. Y es que los protestantes, nacidos con la Contrarreforma y muy apegados a la realidad, siempre han sabido estar muy atentos a la evolución de los medios evangelizadores.
Maestros en el arte de la comunicación, los evangélicos utilizan todos los medios a su alcance para evangelizar. Desde los macroconciertos, hasta los telepredicadores, pasando por las giras musicales y hasta la ambivalente técnica del marketing y de la publicidad.
La católica, en cambio, es una Iglesia que huye de los medios y que sigue a la defensiva ante ellos. Por eso, tardó tanto en publicitarse y la primera campaña publicitaria salió a la calle hace sólo unos meses. Y casi obligada por la perentoria necesidad de pedir a la gente que marque la cruz en su casilla de la declaración de la renta.
Los protestantes en cambio, no pierden ocasión de salir en los medios. Y esta vez, lo tenían muy fácil: aprovechar la estela de la campaña de los ateos y responderles con la misma moneda. Guerra de eslóganes y guerra de autobuses. Los evangélicos saben perfectamente que a los medios les encantan los duelos y que la lógica mediática actual valora más la anécdota que la categoría o el contenido.
Además, formada por una constelación de pequeñas iglesias autónomas, la Iglesia protestantes es mucho más flexible, más ágil y menos burocrática en la toma de decisiones. La Iglesia católica, en cambio, vive en el tiempo teológico del “ya-todavía no” y, para tomar decisiones como institución, tiene que someterlas al criterio de los órganos de representación y decisión de la jerarquía. Órganos asamblearios y donde la toma de decisiones se eterniza.
Y si la jerarquía es lenta, las asociaciones católicas no le van a la zaga. Las más combativas gastan todas sus energías en descalificar la campaña de los ateos, pero sin proponer nada en positivo. Y las más moderadas o no están de acuerdo con entrar en un cuerpo a cuerpo con los ateos o su campaña las ha pillado con el paso cambiado. Y cuando reaccionen, ya será demasiado tarde.
De hecho, E-Cristians en Barcelona y Alternativa Española (AES) en Madrid amenazan con sacar autobuses “cristianos” a la calle. Pero, por ahora, se dedican a denunciar. Dicen que es “una agresión contra el catolicismo” y que se trata de “una campaña agresiva, que ofende a millones de creyentes y que, implícitamente, cuenta con apoyo público”.
Los protestantes, en cambio, son más propositivos y, sin condenar a nadie, no sufren de la “enfermedad” del catolicismo vergonzante, tan común entre los católicos actuales. Como dice Francisco Rubiales, el pastor del Centro Cristiano Reunión, la iglesia protestante que organizó el contraataque, “con el máximo respeto a todos, queremos expresar al mundo que Cristo existe, que es el camino para una vida mejor y que la única vida llena, rica y plena es aquella que sigue a Jesucristo”.
El autobús de la línea 493 proclama su mensaje: “Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo”. Mientras tanto, el cardenal Rouco se lo piensa y, por ahora, calla. Y el autobús de los ateos pasa por delante de su catedral.
José Manuel Vidal