ALGUNOS LO DISFRUTARAN OTROS LO DEBATIRAN SOLO LES PIDO QUE TENGAN LA DELICADEZ DE LEERLO PRIMERO.
La Gracia Eficaz
Exposición:
Presentamos la doctrina de "LA GRACIA EFICAZ", de la siguiente
manera: A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida y a ellos solamente, tiene a bien llamar eficazmente en su tiempo señalado y oportuno, por su Palabra y Espíritu, de aquel estado de pecado y muerte en que se
encuentran por naturaleza, a la Gracia y salvación en Jesucristo; alumbrando sus mentes de una manera espiritual y salvadora, para que entiendan las cosas
de Dios; quitando de ellos el corazón de piedra y dándoles uno de carne; renovando sus voluntades e inclinándolas al bien por su infinito poder, y atrayéndolas eficazmente a Jesucristo de modo que acudan a él libremente,
siendo hechos voluntarios, por la Gracia de Dios.
Este llamamiento eficaz se debe únicamente a la Gracia libre y
Soberana de Dios, y no a alguna cosa prevista en el hombre, quien se encuentra completamente pasivo hasta que, siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, es hecho capaz de responder a este llamamiento y de
abrazar la Gracia otorgada e impartida por dicho llamamiento. En respuesta a la pregunta ¿Qué es el llamamiento eficaz?, respondemos:
"El llamamiento eficaz es la obra del Espíritu de Dios, mediante el cual, convenciéndonos de nuestro pecado y miseria, alumbrando nuestras mentes con el conocimiento de Cristo, y renovando nuestras voluntades, nos convence y capacita a abrazar a
Jesucristo, quien nos es otorgado gratuitamente en el Evangelio".
LA NECESIDAD DEL CAMBIO
Los méritos de la obediencia de Cristo y su sufrimiento son
suficientes, adecuados y ofrecidos gratuitamente a todos los hombres. Pero surge la pregunta: ¿Porqué unos se salvan y otros se pierden?, ¿Porqué unos se arrepienten y creen, mientras que otros con los mismos privilegios externos,
rechazan el evangelio y continúan endurecidos en su incredulidad?.
Nosotros sostenemos que es Dios quien causa la diferencia entre el uno y el otro; Dios convence eficazmente a unos a venir a él. El arminiano en cambio, atribuye la diferencia a los hombres mismos. Sostenemos que la condición de los hombres desde la caída es tal que de ser dejados por si solos continuarían en
su pecado de rebeldía, rechazando toda oferta de salvación. En tal caso Cristo hubiera muerto en vano, pero como le fue prometido que vería el fruto de la aflicción de su alma y quedaría satisfecho, los resultados de su sacrificio, no
pueden depender del capricho o la voluntad cambiadiza y pecaminosa del hombre; más bien, la obra de Dios en la Redención se ha hecho eficaz mediante el Espíritu Santo, quien obra en los elegidos de tal modo que son
conducidos a la fe y al arrepentimiento y así son hechos herederos de la vida eterna.
Las escrituras enseñan que el hombre en su estado natural esta
totalmente corrompido y que nunca puede alcanzar la Santidad y la felicidad
por sus propias fuerzas. El hombre está muerto espiritualmente y si ha de ser salvo tendrá que serlo a través de Cristo. La razón misma nos dice que si un hombre está perdido y en completa enemistad con Dios, como lo esta el hombre en su estado natural, necesita ser librado antes de tal condición, para
que pueda tener deseo alguno de hacer la voluntad de Dios. Si el pecador ha de desear la salvación a través de Cristo, tiene que nacer de nuevo y de lo alto
(Juan 3:3). En el caso del Diablo y los demonios, por ejemplo, es fácil ver como sus naturalezas, tendrían que ser cambiadas si fueran a ser salvos; los principios innatos pecaminosos, que mueven al hombre caído son de la misma naturaleza, aunque no tan intensos todavía, como los que mueven a los ángeles
caídos. Si el hombre está muerto en pecado únicamente el poder sobrenatural y vivificante del Espíritu Santo, podrá moverlo a hacer aquello que es espiritualmente bueno, si el hombre pudiera entrar al cielo sin este cambio, sería para él como el infierno, ya que estaría en desacuerdo con su medio ambiente, y aborrecería intensamente el ambiente celestial y se sentiría
miserable en la presencia de Dios. Por lo tanto, la obra interna del Espíritu Santo, es una necesidad absoluta. La regeneración es un don soberano de Dios, concedido gratuitamente a los escogidos; y solo Dios posee el poder para llevar a cabo esta obra de recreación. El hombre no regenerado nunca se
da cuenta adecuadamente de su condición de impotencia total, sino que se imagina que puede regenerarse a sí mismo y volverse a Dios si lo desea. Pero el pecador no necesita de incentivos ni de ayudas para salvarse a sí mismo, lo
que necesita precisamente es la "Salvación", y Jesucristo no a venido a aconsejar, estimular, solicitar, ni a ayudar al hombre a salvarse a sí mismo, sino a salvarlo.
UN CAMBIO INTERNO REALIZADO POR EL PODER SOBRENATURAL DE DIOS
Las escrituras llaman a este cambio REGENERACION (Tito 3:5),
una resurrección espiritual, efectuada por el mismo poder que Dios obró en Cristo, cuando le levantó de los muertos (Ef.1:19,20), un llamamiento de las tinieblas a la luz admirable de Dios (1Ped.2:9), un pasar de muerte a vida
(Juan 5:24), un nuevo nacimiento (Juan 3:3), dar vida (Col.2:13), un quitar el corazón de piedra y dar uno de carne (Eze.11:19), y el que experimenta dicho cambio, es llamado una nueva criatura (2Cor.5:17). Tales descripciones refutan por completo la enseñanza arminiana de que la regeneración es
primordialmente obra del hombre quien, según ellos, es movido por una persuasión moral, o por la simple influencia de la verdad presentada de manera general por el Espíritu Santo, pero como este cambio es producido por un poder de lo alto, el cual es la fuente de la nueva vida, dicho cambio es irresistible y permanente. La regeneración del alma es algo efectuado en
nosotros y no una obra realizada por nosotros. Es un cambio instantáneo de muerte espiritual a vida espiritual y ni aún estamos conscientes de él, en el momento en que se efectúa, ya que ocurre a un nivel más allá del estado consciente, en el momento en que se realiza, el alma está tan pasiva como
estaba Lázaro, al ser llamado nuevamente a la vida por Jesús. Respecto al estado del alma en el momento de la regeneración, como dice H. Hodge, "El alma es el sujeto y no el agente del cambio, pero el cambio mismo es algo que se experimenta, y no algo que se hace.
Los ciegos y cojos que vinieron a Cristo, puede que hayan ejercido grandes esfuerzos para llegar a él, y luego gozosamente ejercieron el nuevo poder que les fue impartido; sin embargo, estuvieron completamente pasivos en el momento de la curación; en ninguna manera cooperaron, en la realización
de dicho efecto. Igualmente sucede en la Regeneración, las escrituras enseñan esta misma verdad en otras palabras cuando nos dicen que la regeneración es un nuevo nacimiento.
El niño al nacer entra a un nuevo estado de existencia, el nacimiento no es obra suya, el niño simplemente nace, sale de un estado de oscuridad, en el cual los objetos adaptados a su naturaleza no son percibidos por él, ni pueden despertar sus facultades, pero en cuando ocurre su nacimiento, todas
sus aptitudes empiezan a despertar; comienza a ver, sentir, oír y, gradualmente comienzan a desarrollarse todas sus facultades como un ser racional y moral, así como un ser físico.
Las escrituras enseñan, que el requisito para entrar al Reino de Dios, es una transformación radical obrada por el mismo Espíritu de Dios. Como esta obra en el alma es soberana y sobrenatural, es decir, la salvación de los elegidos es totalmente por Gracia, el creyente que ha nacido de nuevo se da cuenta que es Dios en realidad "El autor y consumador" de su fe (Heb.12:2).
En respuesta a la pregunta, ¿porque quién te distingue, o que tienes que no hayas recibido? (1Cor:4:7), el creyente responde que es Dios quien ha establecido la diferencia entre los hombres, especialmente entre los redimidos y los que se pierden.
Así como el ojo físico que ha quedado ciego, no se le puede restaurar la vista, no importa la cantidad o intensidad de luz que se arroje sobre el, del mismo modo el alma muerta en pecado, no puede tener visión espiritual no importa la cantidad del evangelio que se le presente, a menos que el bisturí del cirujano o un milagro restaure el ojo a su condición normal, jamás podrá ver; y
a menos que el alma quede restaurada mediante la regeneración, jamás comprenderá y aceptará la verdad del evangelio. Bajo los términos del plan de Dios, entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Cristo fue exaltado a la posición de Gobernador y mediador de toda la tierra a fin de que dirigiera el
reino en su desarrollo. Esta es una de las recompensas por su obediencia y sufrimiento, su gobierno es ejercido mediante el Poder del Espíritu Santo, quien aplica los frutos de la redención a aquellos para los cuales fueron comprados, bajo las condiciones del tiempo y las circunstancias predeterminadas en el consejo Divino.
Tanto el mundo físico como el espiritual, son la creación de Dios. En el mundo físico, Cristo convirtió soberanamente el agua en vino, y al simple toque de su mano, sanó al leproso.
El arminiano acepta este poder milagroso de Dios en el mundo físico; por qué, entonces lo niega en el mundo espiritual, como si los espíritus de los hombres estuvieran más allá del control Divino. Creemos que Dios puede cambiar a un
hombre malo y hacerlo bueno cuando le agrade. En el pacto concertado con Adán, la vida del hombre dependía de sus obras, sabemos cuales fueron los resultados de dicha prueba, si el hombre no pudo realizar su salvación en un
estado de justicia, ¿qué posibilidad tiene de lograr su salvación por sus propias obras ahora que es un ser caído?. Afortunadamente para nosotros, Dios ha tomado este asunto en sus propias manos. Sabemos que ninguna propiedad
puede surgir en la voluntad del hombre, sea caído o no, que le coloque fuera del alcance del control soberano de Dios. Saulo fue llamado cuando ardía intensamente en él, su celo perseguidor y fue transformado en un Pablo santo.
El ladrón en la cruz fue llamado en los últimos momentos de su vida terrenal.
Cuando Pablo predicó en Antioquía, "Creyeron todos los que estaban ordenados (y sólo ellos) para vida eterna" (Hech.13:48), ciertamente si Dios hubiera querido salvar a todos los hombres, los hubiese traído a todos a la salvación.
Pero por razones que han sido reveladas solo parcialmente, el deja a muchos en su estado de impenitencia, sin embargo, mediante todas sus obras, Dios no hace nada que sea inconsistente con la naturaleza del hombre
como ser racional y responsable.
Una de las grandes fallas del arminianismo, ha sido que ha dejado de reconocer la necesidad de la obra "Sobrenatural del Espíritu Santo", en el corazón. El arminianismo ha convertido la regeneración en un cambio mas o menos gradual efectuado por la persona misma, un simple cambio de propósito en la mente del pecador, que surge debido a la persuasión moral y
al poder general de la verdad. Además ha insistido en el "Libre albedrío", y ha enseñado que, en última instancia, es el pecador quien determina su propio
destino, es decir, ha convertido al hombre en un Co-Salvador con Cristo, como si la gloria de la redención pudiera dividirse entre la Gracia de Cristo y la voluntad del hombre, el hombre repartiendo despojos con Cristo.
Si, como dicen los arminianos, Dios esta tratando sinceramente de convertir a cada ser humano, entonces esta fracasando gravemente en sus intentos; ya que, entre la
población adulta del mundo, hasta el presente, donde ha logrado salvar a uno solo, ha permitido a veinticinco quizá caer al infierno, tal creencia da muy poca Gloria a la Majestad Divina. Es absurdo suponer que el pecador pueda derrotar el poder creador del Dios Todopoderoso. "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra", dijo el Señor resucitado. Estas palabras
enseñan inequívocamente la autoridad ilimitada del Señor. ¿Hay para Dios alguna cosa difícil?, En vista de este pasaje y en otros muchos al mismo efecto, no debemos imaginarnos a Dios luchando con sus criaturas, persuadiéndolas,
exhortándoles, suplicándoles, pero incapaz de lograr su propósito, debido a la obstinada oposición de sus criaturas. Si en realidad el llamado de Dios no es eficaz, pudiéramos imaginarnos a Dios diciendo, "Quiero que todos los hombres sean salvos, mas en última instancia, debe ser no como yo quiero,
sino como ellos quieran".
Ningún creyente familiarizado con las Escrituras, que sabe lo que estas enseñan, acerca de la Soberanía de Dios, creerá que Dios pueda ser derrotado en tan indigna manera por sus criaturas.
EL EFECTO PRODUCIDO EN EL ALMA
El efecto inmediato e importante de este cambio interno y
purificador de nuestra naturaleza es que la persona ama la justicia y confía en Cristo, para la salvación. En tanto, que el elemento natural de la persona era el pecado, ahora lo es la santidad; el individuo ahora aborrece el pecado, y ama
el bien.
Esta "GRACIA EFICAZ" e irresistible convierte la voluntad misma y
produce en el individuo, mediante un acto creador, un carácter santo. La obediencia se ha convertido no solo en un bien obligatorio sino en el bien deseable. Cabe señalar sin embargo, que mientras la persona permanezca en este mundo estará expuesta a tentaciones, ya que habrá en ella vestigios de la
vieja naturaleza; por consiguiente a menudo será engañada y pecará; pero dichos pecados son solo las convulsiones de la vieja naturaleza, que agonizante se estremece por haber recibido ya el golpe mortal.
Los regenerados también padecen dolor, enfermedad, desaliento y aún la muerte misma, aunque continúan avanzando hacia la salvación plena.
En este punto muchas personas confunden la regeneración con la santificación. La regeneracion es exclusivamente la obra de la libre Gracia de Dios, mediante la cual es implantado un nuevo principio de vida espiritual en el alma.
La regeneración es efectuada por el poder sobrenatural y se completa en un instante. La santificación, en cambio es un proceso a través del cual los restos
del pecado en la vida del creyente son gradualmente erradicados, de modo que, somos puestos en capacidad de morir más y más al pecado y de vivir santamente. La santificación es la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente, el cual es responsable de vivir una vida santa. La justicia perfecta es
la meta que tenemos delante en esta vida y todo creyente debe mantener un constante progreso hacia dicha meta. La santificación no obstante, no se logra completamente hasta la muerte, cuando el Espíritu Santo, limpia el alma de
todo vestigio de pecado, la santifica totalmente y la coloca mas allá de toda posibilidad de pecado, estrictamente hablando, podemos decir que la redención no se logra totalmente hasta que los salvos hayan recibido sus cuerpos glorificados en la resurrección.
En cierto sentido la redención fue completa cuando Cristo murió en el Calvario; sin embargo, es aplicada gradualmente por el Espíritu Santo y como es aplicada eficazmente a los elegidos, los méritos del sacrificio de Cristo, la salvación de estos es infaliblemente segura y, la voluntad de Dios en cuanto a
la salvación de su pueblo no puede ser jamás frustrada ni anulada por la
criatura.
BENDICIONES
La Gracia Eficaz
Exposición:
Presentamos la doctrina de "LA GRACIA EFICAZ", de la siguiente
manera: A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida y a ellos solamente, tiene a bien llamar eficazmente en su tiempo señalado y oportuno, por su Palabra y Espíritu, de aquel estado de pecado y muerte en que se
encuentran por naturaleza, a la Gracia y salvación en Jesucristo; alumbrando sus mentes de una manera espiritual y salvadora, para que entiendan las cosas
de Dios; quitando de ellos el corazón de piedra y dándoles uno de carne; renovando sus voluntades e inclinándolas al bien por su infinito poder, y atrayéndolas eficazmente a Jesucristo de modo que acudan a él libremente,
siendo hechos voluntarios, por la Gracia de Dios.
Este llamamiento eficaz se debe únicamente a la Gracia libre y
Soberana de Dios, y no a alguna cosa prevista en el hombre, quien se encuentra completamente pasivo hasta que, siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, es hecho capaz de responder a este llamamiento y de
abrazar la Gracia otorgada e impartida por dicho llamamiento. En respuesta a la pregunta ¿Qué es el llamamiento eficaz?, respondemos:
"El llamamiento eficaz es la obra del Espíritu de Dios, mediante el cual, convenciéndonos de nuestro pecado y miseria, alumbrando nuestras mentes con el conocimiento de Cristo, y renovando nuestras voluntades, nos convence y capacita a abrazar a
Jesucristo, quien nos es otorgado gratuitamente en el Evangelio".
LA NECESIDAD DEL CAMBIO
Los méritos de la obediencia de Cristo y su sufrimiento son
suficientes, adecuados y ofrecidos gratuitamente a todos los hombres. Pero surge la pregunta: ¿Porqué unos se salvan y otros se pierden?, ¿Porqué unos se arrepienten y creen, mientras que otros con los mismos privilegios externos,
rechazan el evangelio y continúan endurecidos en su incredulidad?.
Nosotros sostenemos que es Dios quien causa la diferencia entre el uno y el otro; Dios convence eficazmente a unos a venir a él. El arminiano en cambio, atribuye la diferencia a los hombres mismos. Sostenemos que la condición de los hombres desde la caída es tal que de ser dejados por si solos continuarían en
su pecado de rebeldía, rechazando toda oferta de salvación. En tal caso Cristo hubiera muerto en vano, pero como le fue prometido que vería el fruto de la aflicción de su alma y quedaría satisfecho, los resultados de su sacrificio, no
pueden depender del capricho o la voluntad cambiadiza y pecaminosa del hombre; más bien, la obra de Dios en la Redención se ha hecho eficaz mediante el Espíritu Santo, quien obra en los elegidos de tal modo que son
conducidos a la fe y al arrepentimiento y así son hechos herederos de la vida eterna.
Las escrituras enseñan que el hombre en su estado natural esta
totalmente corrompido y que nunca puede alcanzar la Santidad y la felicidad
por sus propias fuerzas. El hombre está muerto espiritualmente y si ha de ser salvo tendrá que serlo a través de Cristo. La razón misma nos dice que si un hombre está perdido y en completa enemistad con Dios, como lo esta el hombre en su estado natural, necesita ser librado antes de tal condición, para
que pueda tener deseo alguno de hacer la voluntad de Dios. Si el pecador ha de desear la salvación a través de Cristo, tiene que nacer de nuevo y de lo alto
(Juan 3:3). En el caso del Diablo y los demonios, por ejemplo, es fácil ver como sus naturalezas, tendrían que ser cambiadas si fueran a ser salvos; los principios innatos pecaminosos, que mueven al hombre caído son de la misma naturaleza, aunque no tan intensos todavía, como los que mueven a los ángeles
caídos. Si el hombre está muerto en pecado únicamente el poder sobrenatural y vivificante del Espíritu Santo, podrá moverlo a hacer aquello que es espiritualmente bueno, si el hombre pudiera entrar al cielo sin este cambio, sería para él como el infierno, ya que estaría en desacuerdo con su medio ambiente, y aborrecería intensamente el ambiente celestial y se sentiría
miserable en la presencia de Dios. Por lo tanto, la obra interna del Espíritu Santo, es una necesidad absoluta. La regeneración es un don soberano de Dios, concedido gratuitamente a los escogidos; y solo Dios posee el poder para llevar a cabo esta obra de recreación. El hombre no regenerado nunca se
da cuenta adecuadamente de su condición de impotencia total, sino que se imagina que puede regenerarse a sí mismo y volverse a Dios si lo desea. Pero el pecador no necesita de incentivos ni de ayudas para salvarse a sí mismo, lo
que necesita precisamente es la "Salvación", y Jesucristo no a venido a aconsejar, estimular, solicitar, ni a ayudar al hombre a salvarse a sí mismo, sino a salvarlo.
UN CAMBIO INTERNO REALIZADO POR EL PODER SOBRENATURAL DE DIOS
Las escrituras llaman a este cambio REGENERACION (Tito 3:5),
una resurrección espiritual, efectuada por el mismo poder que Dios obró en Cristo, cuando le levantó de los muertos (Ef.1:19,20), un llamamiento de las tinieblas a la luz admirable de Dios (1Ped.2:9), un pasar de muerte a vida
(Juan 5:24), un nuevo nacimiento (Juan 3:3), dar vida (Col.2:13), un quitar el corazón de piedra y dar uno de carne (Eze.11:19), y el que experimenta dicho cambio, es llamado una nueva criatura (2Cor.5:17). Tales descripciones refutan por completo la enseñanza arminiana de que la regeneración es
primordialmente obra del hombre quien, según ellos, es movido por una persuasión moral, o por la simple influencia de la verdad presentada de manera general por el Espíritu Santo, pero como este cambio es producido por un poder de lo alto, el cual es la fuente de la nueva vida, dicho cambio es irresistible y permanente. La regeneración del alma es algo efectuado en
nosotros y no una obra realizada por nosotros. Es un cambio instantáneo de muerte espiritual a vida espiritual y ni aún estamos conscientes de él, en el momento en que se efectúa, ya que ocurre a un nivel más allá del estado consciente, en el momento en que se realiza, el alma está tan pasiva como
estaba Lázaro, al ser llamado nuevamente a la vida por Jesús. Respecto al estado del alma en el momento de la regeneración, como dice H. Hodge, "El alma es el sujeto y no el agente del cambio, pero el cambio mismo es algo que se experimenta, y no algo que se hace.
Los ciegos y cojos que vinieron a Cristo, puede que hayan ejercido grandes esfuerzos para llegar a él, y luego gozosamente ejercieron el nuevo poder que les fue impartido; sin embargo, estuvieron completamente pasivos en el momento de la curación; en ninguna manera cooperaron, en la realización
de dicho efecto. Igualmente sucede en la Regeneración, las escrituras enseñan esta misma verdad en otras palabras cuando nos dicen que la regeneración es un nuevo nacimiento.
El niño al nacer entra a un nuevo estado de existencia, el nacimiento no es obra suya, el niño simplemente nace, sale de un estado de oscuridad, en el cual los objetos adaptados a su naturaleza no son percibidos por él, ni pueden despertar sus facultades, pero en cuando ocurre su nacimiento, todas
sus aptitudes empiezan a despertar; comienza a ver, sentir, oír y, gradualmente comienzan a desarrollarse todas sus facultades como un ser racional y moral, así como un ser físico.
Las escrituras enseñan, que el requisito para entrar al Reino de Dios, es una transformación radical obrada por el mismo Espíritu de Dios. Como esta obra en el alma es soberana y sobrenatural, es decir, la salvación de los elegidos es totalmente por Gracia, el creyente que ha nacido de nuevo se da cuenta que es Dios en realidad "El autor y consumador" de su fe (Heb.12:2).
En respuesta a la pregunta, ¿porque quién te distingue, o que tienes que no hayas recibido? (1Cor:4:7), el creyente responde que es Dios quien ha establecido la diferencia entre los hombres, especialmente entre los redimidos y los que se pierden.
Así como el ojo físico que ha quedado ciego, no se le puede restaurar la vista, no importa la cantidad o intensidad de luz que se arroje sobre el, del mismo modo el alma muerta en pecado, no puede tener visión espiritual no importa la cantidad del evangelio que se le presente, a menos que el bisturí del cirujano o un milagro restaure el ojo a su condición normal, jamás podrá ver; y
a menos que el alma quede restaurada mediante la regeneración, jamás comprenderá y aceptará la verdad del evangelio. Bajo los términos del plan de Dios, entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Cristo fue exaltado a la posición de Gobernador y mediador de toda la tierra a fin de que dirigiera el
reino en su desarrollo. Esta es una de las recompensas por su obediencia y sufrimiento, su gobierno es ejercido mediante el Poder del Espíritu Santo, quien aplica los frutos de la redención a aquellos para los cuales fueron comprados, bajo las condiciones del tiempo y las circunstancias predeterminadas en el consejo Divino.
Tanto el mundo físico como el espiritual, son la creación de Dios. En el mundo físico, Cristo convirtió soberanamente el agua en vino, y al simple toque de su mano, sanó al leproso.
El arminiano acepta este poder milagroso de Dios en el mundo físico; por qué, entonces lo niega en el mundo espiritual, como si los espíritus de los hombres estuvieran más allá del control Divino. Creemos que Dios puede cambiar a un
hombre malo y hacerlo bueno cuando le agrade. En el pacto concertado con Adán, la vida del hombre dependía de sus obras, sabemos cuales fueron los resultados de dicha prueba, si el hombre no pudo realizar su salvación en un
estado de justicia, ¿qué posibilidad tiene de lograr su salvación por sus propias obras ahora que es un ser caído?. Afortunadamente para nosotros, Dios ha tomado este asunto en sus propias manos. Sabemos que ninguna propiedad
puede surgir en la voluntad del hombre, sea caído o no, que le coloque fuera del alcance del control soberano de Dios. Saulo fue llamado cuando ardía intensamente en él, su celo perseguidor y fue transformado en un Pablo santo.
El ladrón en la cruz fue llamado en los últimos momentos de su vida terrenal.
Cuando Pablo predicó en Antioquía, "Creyeron todos los que estaban ordenados (y sólo ellos) para vida eterna" (Hech.13:48), ciertamente si Dios hubiera querido salvar a todos los hombres, los hubiese traído a todos a la salvación.
Pero por razones que han sido reveladas solo parcialmente, el deja a muchos en su estado de impenitencia, sin embargo, mediante todas sus obras, Dios no hace nada que sea inconsistente con la naturaleza del hombre
como ser racional y responsable.
Una de las grandes fallas del arminianismo, ha sido que ha dejado de reconocer la necesidad de la obra "Sobrenatural del Espíritu Santo", en el corazón. El arminianismo ha convertido la regeneración en un cambio mas o menos gradual efectuado por la persona misma, un simple cambio de propósito en la mente del pecador, que surge debido a la persuasión moral y
al poder general de la verdad. Además ha insistido en el "Libre albedrío", y ha enseñado que, en última instancia, es el pecador quien determina su propio
destino, es decir, ha convertido al hombre en un Co-Salvador con Cristo, como si la gloria de la redención pudiera dividirse entre la Gracia de Cristo y la voluntad del hombre, el hombre repartiendo despojos con Cristo.
Si, como dicen los arminianos, Dios esta tratando sinceramente de convertir a cada ser humano, entonces esta fracasando gravemente en sus intentos; ya que, entre la
población adulta del mundo, hasta el presente, donde ha logrado salvar a uno solo, ha permitido a veinticinco quizá caer al infierno, tal creencia da muy poca Gloria a la Majestad Divina. Es absurdo suponer que el pecador pueda derrotar el poder creador del Dios Todopoderoso. "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra", dijo el Señor resucitado. Estas palabras
enseñan inequívocamente la autoridad ilimitada del Señor. ¿Hay para Dios alguna cosa difícil?, En vista de este pasaje y en otros muchos al mismo efecto, no debemos imaginarnos a Dios luchando con sus criaturas, persuadiéndolas,
exhortándoles, suplicándoles, pero incapaz de lograr su propósito, debido a la obstinada oposición de sus criaturas. Si en realidad el llamado de Dios no es eficaz, pudiéramos imaginarnos a Dios diciendo, "Quiero que todos los hombres sean salvos, mas en última instancia, debe ser no como yo quiero,
sino como ellos quieran".
Ningún creyente familiarizado con las Escrituras, que sabe lo que estas enseñan, acerca de la Soberanía de Dios, creerá que Dios pueda ser derrotado en tan indigna manera por sus criaturas.
EL EFECTO PRODUCIDO EN EL ALMA
El efecto inmediato e importante de este cambio interno y
purificador de nuestra naturaleza es que la persona ama la justicia y confía en Cristo, para la salvación. En tanto, que el elemento natural de la persona era el pecado, ahora lo es la santidad; el individuo ahora aborrece el pecado, y ama
el bien.
Esta "GRACIA EFICAZ" e irresistible convierte la voluntad misma y
produce en el individuo, mediante un acto creador, un carácter santo. La obediencia se ha convertido no solo en un bien obligatorio sino en el bien deseable. Cabe señalar sin embargo, que mientras la persona permanezca en este mundo estará expuesta a tentaciones, ya que habrá en ella vestigios de la
vieja naturaleza; por consiguiente a menudo será engañada y pecará; pero dichos pecados son solo las convulsiones de la vieja naturaleza, que agonizante se estremece por haber recibido ya el golpe mortal.
Los regenerados también padecen dolor, enfermedad, desaliento y aún la muerte misma, aunque continúan avanzando hacia la salvación plena.
En este punto muchas personas confunden la regeneración con la santificación. La regeneracion es exclusivamente la obra de la libre Gracia de Dios, mediante la cual es implantado un nuevo principio de vida espiritual en el alma.
La regeneración es efectuada por el poder sobrenatural y se completa en un instante. La santificación, en cambio es un proceso a través del cual los restos
del pecado en la vida del creyente son gradualmente erradicados, de modo que, somos puestos en capacidad de morir más y más al pecado y de vivir santamente. La santificación es la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente, el cual es responsable de vivir una vida santa. La justicia perfecta es
la meta que tenemos delante en esta vida y todo creyente debe mantener un constante progreso hacia dicha meta. La santificación no obstante, no se logra completamente hasta la muerte, cuando el Espíritu Santo, limpia el alma de
todo vestigio de pecado, la santifica totalmente y la coloca mas allá de toda posibilidad de pecado, estrictamente hablando, podemos decir que la redención no se logra totalmente hasta que los salvos hayan recibido sus cuerpos glorificados en la resurrección.
En cierto sentido la redención fue completa cuando Cristo murió en el Calvario; sin embargo, es aplicada gradualmente por el Espíritu Santo y como es aplicada eficazmente a los elegidos, los méritos del sacrificio de Cristo, la salvación de estos es infaliblemente segura y, la voluntad de Dios en cuanto a
la salvación de su pueblo no puede ser jamás frustrada ni anulada por la
criatura.
BENDICIONES