La generación del relevo
Desde hace tiempo se oye hablar de “una generación de conquista”, “un nuevo ejército” y muchas cosas similares que llenan los medios cristianos, los congresos, oímos diferentes predicadores, de distintos lugares pero todos coinciden en lo mismo: Dios está preparando la generación del relevo, la que va a recibir las antorchas de mano de sus mayores cuando llegue el momento justo de Dios. No es una moda, sino algo que viene sucediendo desde todas las épocas: Moisés tuvo un sucesor, David, Elías, etc.; todos, bueno o malo pero lo tuvieron.
Nuestros antecesores nos han sembrado todo lo que tuvieron, han invertido en nosotros, han trabajado para el futuro: desde la escuela dominical hasta hoy, que pasaron los años y nuestros ojos se abren para ver que “los campos están blancos para la siega” y que “los obreros son pocos” entre otras duras realidades. Ellos lo han dado todo a la generación que vendrá.
Pero a todo esto hay un principio de Dios que no cambia: su elección, él escoge, quita, levanta y baja.
Hay otra particularidad que tampoco ha cambiado: siempre mira el corazón.
Sus ojos recorren toda la tierra y busca, recorre cada Dpto. de jóvenes y busca, los institutos bíblicos y busca, recorre la vida privada de cada uno y busca, recorre después de cada llamado a la oración o al arrepentimiento y busca quien “tiembla a su palabra” (Is. 66:2. El recorre toda la tierra y siempre halla (Sal. 89:20. Corazones dispuestos a servirle, a no transar ni hacer compromisos con el pecado, a no ceder por nada, a no jugar al evangelio, a casarse con lo que “así ha dicho Jehová”. El recorre y busca y halla donde quizás nosotros no hallamos, porque el ve el corazón, las actitudes, la intimidad, lo secreto.
Parece esto algo que sabemos tanto, pero hay momentos en los que demostramos otra cosa, como el antiguo pueblo de Israel, demostramos cuan poco conocemos el corazón del Señor, el cual (hablando de nuevo en Argentino) “no se casa con nadie” ¿traduzco? Bien.
Samuel vio a los hijos de Isaí fuertes, vigorosos y que formaban parte del ejército de Saúl, ¡hasta el mismo profeta cayó en la trampa! Exclamando: “delante de Jehová está su ungido” pero gran sorpresa, “Jehová no ha escogido a éste”. Me imagino a Samuel, a Isaí y al mismo Eliab, seguramente sintieron la triste frustración que se siente cuando uno “erra el blanco”. A nadie le gusta sentirse así, pero sucede.
Hoy nosotros también caemos en la misma treta: asociamos éxito con un gran montaje y publicidad (lo cual no es malo en sí, pero es solo una herramienta, no está el secreto allí). Confundimos sabiduría con conocimiento, creemos que la nota de nuestro exámen que figura aquí, es la misma que figura en los cielos ¡esto no es así!.
En el fútbol, como en otras competencias, siempre hay “favoritos”, sin embargo, Jesucristo rompió todo eso, porque “¿de Nazaret puede salir algo de bueno?” ...Su elección es soberana.
“Jesucristo es el mismo, ayer hoy y por los siglos” (Heb. 13:8. Si él eligió antes por lo que ven sus ojos santos (aunque no coincida con nosotros), si sorprendió por esa causa al escoger ¿por qué va a cambiar?. Me pregunto si Dios nos hubiese dado a elegir donde nacería el Salvador, estoy seguro que nadie (ni yo mismo) elegiría un pesebre ni lo mandaría a vivir en Nazaret, pero Dios lo hizo así... ¿no ha enloquecido Dios a los sabios de este mundo con Jesucristo?. Si nunca toleró el pecado en su casa, ¿por qué lo haría ahora?.
No te engañes, el no ha cambiado y la generación de relevo también fue escogida según estos principios. Aun cuando no lo sabíamos, él estaba recorriendo cada grupo de jóvenes, la escuela dominical también, los estudiantes de INSTE, él recorrió y buscó; en la vida privada, en tu intimidad, en el deseo del corazón, y más aún, cuando se hizo un llamado a la santidad, él recorrió toda la tierra y te vio... Ay. Te está viendo.
¿Qué halla hoy?¿Cómo respondiste al último llamado a la santidad o a la oración?
Piensa seriamente en esto, porque el te hallará como te encuentras ante la realidad. La próxima vez que llamen al altar, cuando oigas un mensaje en la radio, o un libro, o una cruzada juvenil, o al leer este artículo, piensa que él puede estar recorriendo la tierra y sus ojos posando sobre tu vida para ver si eres aquel “humilde de espíritu y que tiembla a su palabra” para incluirlo en la generación del relevo. Él verá tu actitud, tu corazón, TU DECISIÓN.
¡Qué pueda también decir de nosotros como dijo de David “hará todo lo que yo quiero”
Desde hace tiempo se oye hablar de “una generación de conquista”, “un nuevo ejército” y muchas cosas similares que llenan los medios cristianos, los congresos, oímos diferentes predicadores, de distintos lugares pero todos coinciden en lo mismo: Dios está preparando la generación del relevo, la que va a recibir las antorchas de mano de sus mayores cuando llegue el momento justo de Dios. No es una moda, sino algo que viene sucediendo desde todas las épocas: Moisés tuvo un sucesor, David, Elías, etc.; todos, bueno o malo pero lo tuvieron.
Nuestros antecesores nos han sembrado todo lo que tuvieron, han invertido en nosotros, han trabajado para el futuro: desde la escuela dominical hasta hoy, que pasaron los años y nuestros ojos se abren para ver que “los campos están blancos para la siega” y que “los obreros son pocos” entre otras duras realidades. Ellos lo han dado todo a la generación que vendrá.
Pero a todo esto hay un principio de Dios que no cambia: su elección, él escoge, quita, levanta y baja.
Hay otra particularidad que tampoco ha cambiado: siempre mira el corazón.
Sus ojos recorren toda la tierra y busca, recorre cada Dpto. de jóvenes y busca, los institutos bíblicos y busca, recorre la vida privada de cada uno y busca, recorre después de cada llamado a la oración o al arrepentimiento y busca quien “tiembla a su palabra” (Is. 66:2. El recorre toda la tierra y siempre halla (Sal. 89:20. Corazones dispuestos a servirle, a no transar ni hacer compromisos con el pecado, a no ceder por nada, a no jugar al evangelio, a casarse con lo que “así ha dicho Jehová”. El recorre y busca y halla donde quizás nosotros no hallamos, porque el ve el corazón, las actitudes, la intimidad, lo secreto.
Parece esto algo que sabemos tanto, pero hay momentos en los que demostramos otra cosa, como el antiguo pueblo de Israel, demostramos cuan poco conocemos el corazón del Señor, el cual (hablando de nuevo en Argentino) “no se casa con nadie” ¿traduzco? Bien.
Samuel vio a los hijos de Isaí fuertes, vigorosos y que formaban parte del ejército de Saúl, ¡hasta el mismo profeta cayó en la trampa! Exclamando: “delante de Jehová está su ungido” pero gran sorpresa, “Jehová no ha escogido a éste”. Me imagino a Samuel, a Isaí y al mismo Eliab, seguramente sintieron la triste frustración que se siente cuando uno “erra el blanco”. A nadie le gusta sentirse así, pero sucede.
Hoy nosotros también caemos en la misma treta: asociamos éxito con un gran montaje y publicidad (lo cual no es malo en sí, pero es solo una herramienta, no está el secreto allí). Confundimos sabiduría con conocimiento, creemos que la nota de nuestro exámen que figura aquí, es la misma que figura en los cielos ¡esto no es así!.
En el fútbol, como en otras competencias, siempre hay “favoritos”, sin embargo, Jesucristo rompió todo eso, porque “¿de Nazaret puede salir algo de bueno?” ...Su elección es soberana.
“Jesucristo es el mismo, ayer hoy y por los siglos” (Heb. 13:8. Si él eligió antes por lo que ven sus ojos santos (aunque no coincida con nosotros), si sorprendió por esa causa al escoger ¿por qué va a cambiar?. Me pregunto si Dios nos hubiese dado a elegir donde nacería el Salvador, estoy seguro que nadie (ni yo mismo) elegiría un pesebre ni lo mandaría a vivir en Nazaret, pero Dios lo hizo así... ¿no ha enloquecido Dios a los sabios de este mundo con Jesucristo?. Si nunca toleró el pecado en su casa, ¿por qué lo haría ahora?.
No te engañes, el no ha cambiado y la generación de relevo también fue escogida según estos principios. Aun cuando no lo sabíamos, él estaba recorriendo cada grupo de jóvenes, la escuela dominical también, los estudiantes de INSTE, él recorrió y buscó; en la vida privada, en tu intimidad, en el deseo del corazón, y más aún, cuando se hizo un llamado a la santidad, él recorrió toda la tierra y te vio... Ay. Te está viendo.
¿Qué halla hoy?¿Cómo respondiste al último llamado a la santidad o a la oración?
Piensa seriamente en esto, porque el te hallará como te encuentras ante la realidad. La próxima vez que llamen al altar, cuando oigas un mensaje en la radio, o un libro, o una cruzada juvenil, o al leer este artículo, piensa que él puede estar recorriendo la tierra y sus ojos posando sobre tu vida para ver si eres aquel “humilde de espíritu y que tiembla a su palabra” para incluirlo en la generación del relevo. Él verá tu actitud, tu corazón, TU DECISIÓN.
¡Qué pueda también decir de nosotros como dijo de David “hará todo lo que yo quiero”