La falsa tregua del mal

18 Noviembre 1998
12.218
23
blogs.periodistadigital.com
La falsa tregua del mal


Eta acaba de anunciar una tregua. Nihil novum sub sole. Es la séptima tregua de la banda terrorista. No es definitiva sino permanente. Siguen pidiendo lo mismo que han pedido siempre. Siguen sin abandonar definitivamente las armas. Siguen sin pedir perdón por sus asesinatos. Siguen siendo los mismos.
Que la tregua se declare justo tras la aprobación del estatuto catalán en la ponencia constitucional del Congreso es muestra clara de lo unidos que van esos dos procesos de deconstrucción de una nación llamada España. Deconstrucción que nunca podría llevarse a cabo sin la complicidad traidora de Rodríguez Zapatero. Si hoy anuncian una tregua es porque creen que podrán obtener los réditos políticos que un gobernante decente y un parlamento fiel a la nación española jamás les concedería.
Si consiguen la autodeterminación, la sangre de miles de inocentes habrá sido en vano. Porque si al final logran lo que quieren, ¿de qué ha servido esa sangre? ¿no habría sido mejor rendirse antes de que mataran a toda esa gente?

¿Cómo abordar estos sucesos desde la perspectiva cristiana?

Dice el profeta Isaías que “el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre” (Is 32,17). La verdadera paz sólo nos llega por la justicia, no por una tregua táctica del mal. Y la verdadera justicia exige la reparación por el daño causado. Con el mal no se negocia. Se le vence por medio del bien. Y el bien, en toda sociedad que se precie de ser civilizada, pasa por el respeto a leyes justas, por el castigo de los que atacan el bien común y por la salvaguarda de la dignidad de aquellos que han sido víctimas directas del mal.
Eta, y con ella todos aquellos que comparten sus objetivos políticos, sigue siendo uno de los principales enemigos de la paz y la justicia de este país todavía llamado España. Se engaña todo aquel que se deje embaucar por un optimismo cobarde e iluso que cree que, así porque sí, aquellos que han servido al ídolo de la violencia y el nacionalismo separatista que quiere quebrar siglos de convivencia común entre todos los españoles, van a abandonar su causa sin mostrar el más mínimo asomo de arrepentimiento por todo el daño que han causado. No sólo no nos piden disculpas sino que son tan hipócritas como para “perdonarnos” la vida temporalmente. Porque la tregua es una especie de sentencia de muerte aplazada: yo no te mato ahora para ver si haces lo que te pido.

Los magistrados de un país libre deben seguir cumpliendo su labor. Dice San Pablo que ellos son servidores de Dios para hacer el bien, pues llevan la espada (código penal) para castigar al que hace lo malo (Rom 13,4). Lo único que los verdaderos pastores del rebaño de Cristo deben hacer respecto a Eta es exigir su disolución y que todos sus miembros pidan perdón por sus crímenes. De ninguna manera es posible el perdón en nombre de las víctimas que ya no tienen voz si no media arrepentimiento previo. Porque de igual forma que un sacerdote no puede dar la absolución a un pecador que no se arrepiente de sus pecados, ningún obispo o sacerdote puede pretender que los españoles como pueblo, al menos los católicos, perdonemos a Eta si la banda terrorista no pide perdón y no se compromete a no volver a causar más dolor y sufrimiento a este pueblo. Sólo entonces podremos ser generosos.

Es deber cristiano perdonar a quien pide perdón. Es deber cristiano no tomarse la justicia por la mano y no ser vencidos de lo malo sino vencer con el bien al mal (Rom 12,19-21). Pero ceder ante el chantaje terrorista, humillarse ante una tregua táctica de una banda terrorista no es usar el bien para vencer el mal. Es arrodillarse ante el mal y negarse a plantarle cara con la justicia.

Luis Fernando Pérez Bustamante

http://blogs.periodistadigital.com/laciguena.php/2006/03/24/p19090#more19090
 
Re: La falsa tregua del mal

Zapatero equipara "accidentes" a "asesinatos" y dice que no se pueden descartar

Hasta en dos ocasiones el presidente del Gobierno habla en El País de "accidentes" para referirse a asesinatos.

En la primera entrevista que concede tras el alto el fuego de ETA, como se encarga de recordar en portada el diario de Polanco, Zapatero admite que no se pueden descartar "accidentes" en este proceso. Vuelve a utilizar esta expresión cuando recuerda los dos asesinatos de Londres que supusieron la ruptura de la primera tregua del IRA: "Hubo siempre un hilo de comunicación más allá de lo que podría ser un accidente". José Luis Requero, vocal del CGPJ, ha calificado de "insulto a la razón y a la dignidad de las víctimas" esta comparación.

El presidente del Gobierno es entrevistado en El País a tres bandas por su director, Jesús Ceberio, Javier Moreno, que le sustituirá en el cargo, y Luis R. Aizpeolea. Los tres describen a Zapatero ante la conversación: "Se le ve sereno (...) Aunque es sábado, el presidente viste traje y corbata, en tonos azulados, igual que la camisa".

Son los entrevistadores los que introducen en la conversación el término "accidente": "¿Se pueden descartar accidentes en este proceso?" Zapatero recupera esa expresión: "No. Hemos manifestado que el proceso será largo, duro y difícil. Como todo el mundo puede comprender, estamos hablando de 40 años de violencia, de muchas personas implicadas en la violencia, y aunque mi deseo es que no haya ningún accidente, nadie puede descartarlo".

Más adelante vuelve a expresarse en el mismo sentido: Exponen los entrevistadores que "en el caso de Irlanda hubo una ruptura violenta de la primera tregua con dos asesinatos en Londres. Se interrumpieron las conversaciones durante meses hasta que el IRA volvió a declarar otra tregua. ¿Cómo se reconstruyó el proceso después de una ruptura tan abrupta?" El presidente explica que "porque hubo siempre un hilo de comunicación más allá de lo que podría ser un accidente, en este caso tan grave como lo que ocurrió. Ésa es la reflexión que nos han trasladado. Siempre se mantuvo un hilo de comunicación y de mínima confianza".

Mensaje a Rajoy, Otegi y las víctimas

El jefe del Ejecutivo expone que ahora habrá que verificar la decisión de los terroristas de abandonar las armas, "poner término a la extorsión y a la kale borroka". Dice el periódico de Prisa que "su discurso respecto al futuro del proceso de paz en Euskadi ha ganado peso y gravedad, si cabe". Le preguntan si tiene una "hoja de ruta" y admite que sí. Cuando le piden que concrete dice que sólo puede apuntar que "el método es la unidad de los demócratas, imprescindible, esencial". Además, plantea tres premisas: trabajar con discreción, crear confianza y no tratar de resolverlo todo en una etapa.

De Arnaldo Otegi opina que "no cabe duda que ha venido manteniendo un discurso a favor de la esperanza de la paz, y es fundamental que la izquierda abertzale participe en el proceso de la paz". A Rajoy le dice que "la cooperación del PP es clave para el fin de la violencia". También hay un mensaje calculado a las víctimas: "La democracia les debe un pacto de memoria y apoyo".


--------------------


Definitivamente estamos en manos de un traidor malvado.
Las víctimas no queremos ni memoria ni apoyo de este sujeto. Lo que queremos es justicia. La que este sujeto nos quiere negar.

Pagará por ello
 
Re: La falsa tregua del mal

"No hay Paz sin Justicia, No hay Justicia sin Perdon".

Desgraciadamente parece que eso de pedir perdon no entra en los planes de los terroristas. La tregua (o alto el fuego) empieza mal, y lo que mal empieza, mal acaba.
 
Re: La falsa tregua del mal

Copio esto de un foro de Atrio:

Autor: Dilaf

Empiezo diciendo que yo me convertí en huérfano de padre por obra y gracia de la banda terrorista Eta hace 21 años. Entonces tenía 16 y obviamente aquello supuso un antes y despúes en mi vida. Una de las primeras consecuencias fue que caí en una depresión que me llevó tres veces a las puertas de la muerte por intento de suicidio. Otra fue que me desentendí de las cosas del Señor y de la Iglesia. Tras muchas idas y venidas, el Señor tuvo a bien rescatarme de mi miseria espiritual y, aún mejor, devolverme a su Iglesia hace ya unos cuantos años.
Como cristiano el perdón no es una opción para mí. Es una obligación. Con más o menos ganas, según las circunstancias, debo de ofrecer el perdón de corazón a todo aquel que me haya hecho mal. Incluídos los asesinos de mi padre. Ay de mí si todavía guardara odio contra ellos, pues el odio sólo sirve para empozoñar el alma e impedir una buena relación con Dios. Pero ay de mí también si no pidiera justicia, pues entonces estaría traicionando la memoria de mi padre y también la de mi madre, que fue la persona que más sufrió la pérdida de su amado esposo. Yo honro a mi padre y a mi madre exigiendo justicia para ellos. Una justicia que no consiste en el ojo por ojo y diente por diente, que no consiste en pedir la pena de muerte para los asesinos de mi padre, pero que sí pide que no sean puestos en libertad si antes no muestran un arrepentimiento de sus crímenes y una clara intención de jamás volver a usar la violencia para lograr objetivos políticos o de cualquier otra índole.
Tantas veces habéis hablado desde sectores próximos a la Teología de la Liberación de que sin justicia social no puede haber verdadera paz, lo cual creo que es conforme a la Doctrina Social de la Iglesia, que no entiendo bien porqué no exigís exactamente lo mismo para las víctimas de la injusticia violenta a la que los etarras nos han abocado desde hace décadas. Porque yo quizás no padezco hambre, no soy un desheredado de la tierra, tengo techo bajo el que cobijarme y no me oprime ningún terrateniente sin escrúpulos, pero sí he sido uno de esos huérfanos y viudas a los que hay que visitar en sus tribulaciones para cumplir con la religión pura y sin mancha delante de Dios (Stg 1,27). Y, siento mucho deciros que tanto de la Iglesia vasca, en especial de su jerarquía, como del sector de la Iglesia que vosotros representáis no he encontrado ni consuelo, ni apoyo, ni comprensión real que vaya más allá de algún bello y esporádico discurso que luego se queda en nada.
Y sin embargo sí parece que ahora me pedís que mire para otro lado cuando a los asesinos sin arrepentir de mi padre los pongan en la calle para que quizás un día me los encuentre cara a cara y se mofen de mi dolor reabriendo heridas que ya el Señor cicatrizó, como ya le ha ocurrido recientemente a alguna viuda en el País Vasco. Y encima me venís a decir que si me comporto así, no hago sino seguir el ejemplo de Cristo en la cruz.
Pues oíd, no me parece a mí que Cristo subiera a la cruz para que los asesinos se paseen impunemente por las calles ni para que los inocentes nos arrodillemos ante ellos agradeciéndoles el detalle de que no nos maten más. Que Cristo ofrece el perdón a todo hombre es innegable. Que no todo hombre se arrepiente y recibe ese perdón es también algo que no se puede discutir si queremos ser fieles al evangelio y al magisterio de la Iglesia.

¿Queréis acabar con la lacra del terrorismo y sus insanas consecuencias en este país?
Poneos al frente a la hora de pedir a los asesinos que se arrepientan, que se comprometan a vivir en paz y que acepten pagar lo que la sociedad les pida como reparación por sus crímenes. Yo seré el primero en ponerme al frente de aquellos que, llegado ese momento, pidan a esta sociedad una generosidad sin límites con los que abandonan el camino del mal. Pero creedme, sin arrepentimento no habrá paz. Sin justicia no habrá paz. Y sin el consiguiente perdón, tampoco habrá paz.
No soy optimista. Demasiado bien conozco la naturaleza del mundo etarra como para pensar que van a cambiar así porque sí, si no obtienen aquello por lo que llevan matando desde hace décadas. De vez en cuando alguno escapa de esa maraña de odio y muerte de la que llevan mamando toda su vida. Pero es la excepción. También conozco el mundo de las víctimas. Las que son verdaderamente cristianas no se volverán nunca en contra de sus verdugos aunque se los encuentren cara a cara. Pero como que es cierto que mañana saldrá el sol os aseguro que otros no se comportarán tan civilizadamente. Aquellos que se sientan traicionados por sus gobernantes y por la justicia española y que no están sujetos a las exigencias morales del evangelio, no se quedarán quietos. Y entonces la violencia se disparará y no habrá nada ni nadie en este país que consiga detener el desastre.
Por eso, si en verdad deseáis la paz, exigid la justicia.

Dios os ayude.